miércoles, 28 de diciembre de 2016

Capítulo 22. Jenova Project

Cloud le había dicho que procurara mantenerse a salvo y Reno que una vez entrara en el laboratorio no habría marcha atrás. Sin embargo, no podía abandonarle cuando más la necesitaba. “Tal vez un día seas tú quién me salve”, le dijo una vez antes de entrar en batalla. Quizás ese momento hubiera llegado…

— ¡Vamos, te estoy dando la oportunidad de elegir! Tienes suerte de que sea yo quien te custodie porque Elena es bastante antisocial, Rude no suele hablar demasiado y Tseng… bueno, el jefe es alguien agradable aunque está claro que el más majo soy yo. Además, las órdenes de Rufus fueron que te acompañara al laboratorio, así que no tendría que tener este tipo de concesión contigo pero estás de suerte porque yo también quiero preguntarte cosas y el presidente también insistió en que fuese amable contigo, así que no creo que me gane una reprimenda por invitarte a un café antes de acceder al laboratorio. Vamos.

Reno puso la mano sobre un lector palmar y un rayo verde salió de una rendija de la pared para hacerle un reconocimiento facial. Segundos después se abrió la puerta, gruesa, pesada y de alta seguridad. Haciendo un gesto con la mano la invitó a que le siguiera al interior. Tal vez sea verdad, que he tenido suerte de que me acompañe él y no otro de los Turcos… pensó la joven que enseguida empezó a caminar tras él. Cuando se cerró la puerta a sus espaldas la iluminación aumentó y vio que estaban en un lugar totalmente metálico y blanquecino, como si fuese una nave espacial.

— Primer nivel de seguridad. Aquí tienen acceso todos los Soldados que han pasado por la exposición. El dispositivo de fuera mide los niveles de mako en el organismo y se basa en los dos puntos fuertes de la energía vital en el cuerpo humano: las manos, que es donde concentramos la energía cuando queremos lanzar un hechizo, y en los ojos, que es la puerta más directa a nuestra alma.

— Pero eso del alma es algo que no está científicamente demostrado… — Las palabras salieron solas de la boca de la chica y Reno la miró muy sorprendido. Parecía increíble, pero por un momento se quedó sin palabras.

— Eres muy divertida, ¿sabes? No sé de dónde sacas esos argumentos, pero lo que dices es absurdo porque precisamente es el alma lo que mueve la energía vital de este planeta. Todos tenemos una y por eso estamos vivos. Incluso Gaia lo está.

— Pues si es así, por esa regla de tres, cualquiera puede tener una relación directa con el Lifestream, ¿no? La exposición es un proceso innecesario que simplemente mata a jóvenes aspirantes que realmente no saben a lo que se enfrentan cuando acuden a Soldado en busca de un futuro. — Reno volvió a quedarse mudo por unos momentos.

— ¡Qué interesante! ¿Lifestream dices? Vaya… creo que el profesor estará muy contento de hablar contigo. — De pronto dejó de caminar y puso la mano en un detector para abrir una puerta lateral. — Pasa tú primero, por favor. — Dijo moviéndose como si fuese un bufón que invita a la princesa del castillo a pasar al comedor real. Eso le hacía sentir incómoda, pero tampoco es que tuviera opción. Al otro lado sólo había una habitación pequeña con una enorme máquina de bebidas, otra de artículos para picar, una pequeña papelera y una mesa rectangular con algunas sillas a su alrededor. — ¿Qué te apetece tomar? — No supo qué decir. — Vamos, que te invito. ¡Cuando salgas de aquí podrás ir contando a tus amigas que te invitó un Turco!

— ¿Pero no dices que no saldré nunca de aquí?

— Es un decir, chica. — Contestó esbozando una sonrisa insana.

— ¡Me das asco! — Dijo mientras arrugaba el gesto.

— ¡Gran elección! — Exclamó volviéndose a la máquina y apretando algunos botones. Kanha empezó a entender por qué Cloud le había dicho que Reno estaba muy lejos de lo que aparentaba y que era alguien a quién temer. ¡Está loco! Poco después se sentaron a la mesa, uno frente al otro, y él le ofreció un vaso de papel con algo que olía a café en su interior. La verdad era que ella no iba a beber ni una gota de lo que allí hubiera, pero eso no era algo que a él pareciese importarle lo más mínimo. — Está bien, te contaré lo que sé del Proyecto Jénova. — La chica se centró en lo que iba a explicar. — Cuando Zack y Cloud se volvieron locos y se enfrentaron a Sephiroth yo estaba en Nibelheim salvando civiles del incendio, pero cuando oí que llegaba el helicóptero de los Turcos me apresuré a ir al reactor. Allí fue dónde conocí a los que son hoy mis compañeros. Simplemente me dirigí a ellos y les expliqué todo lo que sabía. Tseng enseguida se fijó en mí y me preguntó si estaba preparado para pasar por la exposición. ¡Por supuesto que lo estaba! Había ingresado en Soldado básicamente para eso, para hacerme más fuerte. Así que no lo dudé e ingresé en un proyecto que ya tenían en marcha. Tras la exposición me hicieron una evaluación en la que obtuve unos resultados excelentes y eso me llevó a formar parte de los Turcos. Sin embargo, el profesor selecciona personalmente a los integrantes de esta élite y me quiso poner a prueba. Para ello estuve trabajando con él durante un año entero: primero haciendo trabajo de campo, es decir, recogiendo material y haciéndome hacer misiones de todo tipo. Poco después quiso que le asistiera en su laboratorio de la Mansión Shinra. Allí fue dónde me reencontré con Cloud y Zack y debo admitir que fue toda una sorpresa ya que después del incidente de Nibelheim nunca más se supo de ellos y nadie hablaba del tema; como si aquello nunca hubiese tenido lugar. Creí que todos les dábamos por muertos, que simplemente se pasó página, sin embargo, allí estaban: metidos en unas probetas gigantescas como si fuesen fetos embalsamados, aunque monitorizaban sus constantes vitales por lo que enseguida me di cuenta de que seguían vivos. Y, si te soy sincero, lo que estaban haciendo con ellos no me importó lo más mínimo porque me pareció justo, ya que habían excedido el límite y aquello era su castigo.

— ¿Cómo puedes decir eso?

— ¿Qué? Era lo mejor que les podía pasar. Piensa que el profesor los protegió porque Rufus los quería matar por haber eliminado a Sephiroth, pero él creía que podrían sacar más beneficio de ellos si los mantenía con vida. Y allí estaban: sumergidos en mako puro bajo un coma inducido que les imposibilitaba despertar y escapar. Sin embargo, Cloud tenía las constantes vitales muy débiles y cada día debíamos comprobar que seguía con vida porque todos estábamos convencidos de que no lo superaría. De hecho, estaba allí porque fue él quién abatió a Sephiroth pero sus estadísticas no le hacían destacar como un soldado que pudiese pasar de la infantería, por lo que nunca le habrían expuesto a la energía vital en un proceso normal de selección. Así que parecía condenado a morir, pero pasaban los días y él iba resistiendo. Ya te digo, estuve allí varios meses y cada día parecía el último. Durante ese tiempo, les estuvimos inyectando regularmente un suero que el doctor llamaba “células G”, la cual cosa no ayudaba a que aquella exposición tan prolongada fuese más llevadera ya que les provocaba una especie de reacción. Debo añadir que para Zack era todo bien distinto porque él ya era un soldado de Primera Clase, ya había pasado por una exposición y su cuerpo podía soportar más fácilmente esos niveles de mako, por lo que parecía que en su caso el experimento iba a ser un éxito. Al cabo de unos meses, Hojo me dijo que estaba preparado para ser un Turco, así que volví a Midgar. Tseng se encargó de instruirme y de darme un compañero. Por lo que salí de la Mansión Shinra para entrar en un programa de entrenamiento especial y enseguida me encomendaron aprender a pilotar. Desde entonces soy el encargado del transporte del grupo más destacado de los Turcos. — El chico sopló el líquido de su vaso y bebió un sorbo de café. — ¿Me preguntas que qué es el Proyecto Jénova? Pues no lo sé, chica. Lo único que te puedo decir es que es algo en lo que el doctor lleva trabajando muchos años y que después de que Zack y Cloud escaparan de la Mansión Shinra creyó que había perdido algo muy importante, como si tuviera que volver a empezar de cero. Si te soy sincero, creo que todo empezó con Génesis y Sephiroth. Por comentarios que le he oído decir diría que ellos fueron los primeros sujetos de prueba, pero no te lo podría confirmar.

— ¿Y no tienes ni idea de lo que era aquel suero?

— Células de Jénova, pero no me preguntes qué es eso porque no tengo ni idea.

— ¿¡De Jénova!? ¿Y de dónde las saca?

— Cuando estuve en el laboratorio se rumoreaba que años atrás habían encontrado un cadáver en el continente del norte durante una expedición de búsqueda para nuevos pozos naturales de mako. El doctor pareció maravillado con el tema y se llevó ese cuerpo a su laboratorio de Nibelheim. De hecho, decían que aquel reactor se construyó para tener unas instalaciones seguras para custodiarlo. Creo recordar que dijeron que ese cadáver estaba en el centro del reactor porque reaccionaba a la energía vital que emanaba de él.

— ¿Pudieron recuperarlo después de la intrusión de Sephiroth?

— Pues es curioso que lo preguntes porque ahora que lo mencionas recuerdo que estaba mutilado, pero sí, lo recuperaron y ahora está aquí, en el laboratorio del edificio Shinra. Estoy seguro de que el profesor te lo enseñará si se lo pides, aunque no dudo que tengas que pagar un precio por ello. No es un hombre que facilite información sobre su investigación con demasiada facilidad.

Aerith dijo que sellaron el cuerpo de Jénova en el continente del norte y el cadáver que rescataron estaba allí. ¡Tiene que ser ella! Entonces es verdad que sigue viva… y además Sephiroth era parte del Proyecto Jénova que, por lo que he entendido, se centraba en inyectar células a soldados de alto nivel, seguramente para hacerlos más fuertes. Es posible que él fuese el primer resultado positivo de este proyecto. Por eso era tan poderoso, por eso trabajaba para la corporación Shinra. Jénova dijo que era su hijo y Aerith me aseguró que su línea genética acabó con ella cuando la sellaron porque no tuvo descendencia, pero si lo contemplamos desde esta nueva perspectiva la cosa cambia y ciertamente se podría decir que sí que es su hijo, ya que lleva sus genes dentro de él. Sin embargo, algo pasó con él para que de repente decidiese ir al reactor a destruir el cadáver. Entiendo que de alguna manera se rebeló contra la corporación Shinra e intentó actuar por su cuenta. ¿Fue Jénova? Tal vez, al igual que conmigo, ¿pudo ponerse en contacto con él? Pero es raro porque no pasa lo mismo con Cloud, que supuestamente también lleva sus células. Sin embargo, Génesis también se rebeló contra Shinra y tuvo que enfrentarse a sus amigos. ¿Podría ser que se enterase de algo y eso lo trastornó, o que hicieran algo con él que lo enloqueció? ¿Tal vez eso mismo fue lo que le pasó a Sephiroth en Nibelheim? Lo que no acabo de entender es qué pintan Zack y Cloud en todo esto. También les inyectaron esas células. Posiblemente con Zack, que ya había sido expuesto al mako, funcionase, pero ¿y Cloud? ¿Es que acaso sólo le querían procurar una muerte agónica por haber matado a Sephiroth? Él no había estado expuesto a la energía vital anteriormente y era muy posible que no lo superara, pero la verdad es que finalmente lo hizo. Además, Jénova dijo que Cloud era su transporte para llegar hasta su hijo, que seguía vivo, por lo que posiblemente ella colaborara en su supervivencia y su resistencia al exceso de mako en su cuerpo. Aunque si Sephiroth es su hijo porque lleva su carga genética, ¿por qué no considera que Cloud también lo sea? De todas maneras Jénova no era una Cetra, aunque podía usar magia… ¡como yo! ¿Quiere eso decir que ella también venía de otro planeta? Eso me hace recordar que me ha llamado terrícola, por lo que sabe que vengo de la Tierra, cuando mis compañeros ni siquiera sabían de su existencia. Entonces, ¿ella también es terrícola? Pero no puede ser… Otra cosa que no me cuadra es que también dijo que el dolor que le infringía a Cloud aceleraba las cosas… ¿Qué cosas? Si quiere encontrarse con su hijo y llegar a la Tierra Prometida creo que va por mal camino... A no ser que…

— No quiero más café. — Dijo la joven de repente.

— Pero si no has bebido ni una gota…

— Si estoy condenada a ir al laboratorio no quiero darle más vueltas. Además, por mucha información que me des no me es útil, así que prefiero estar junto a Cloud.

— Aunque estés con él, no podrás hacer nada por protegerle. Para Hojo sois dos sujetos de estudios distintos, dos investigaciones independientes que no tienen ningún tipo de relación, por lo que seguramente os mantendrá separados. Además, nunca recordará tu nombre y le importará tres pepinos lo que sintáis el uno por el otro.

— ¿Y qué otra cosa se supone que debo hacer? — Dijo gritando desesperada dando un golpe con el puño cerrado sobre la mesa y con los ojos cargados de lágrimas. Reno no se esperaba esa reacción y casi se tiró el café encima. ¡Date prisa pirado y llévame allí!

— De acuerdo, vamos.

Ambos se levantaron de la mesa y salieron del cuartucho para seguir caminando por aquel largo pasillo metálico. Atravesaron otras tres puertas más con sistemas de seguridad similares a la primera y finalmente llegaron a una sala totalmente blanca que parecía un almacén de productos sanitarios. No había substancias sino más bien herramientas como vías, gasas, probetas, tubos y cosas de estas. Después pasaron por otra con largas mesas y llena de gente vestida con sus batas blancas que trabajaban con pequeños fogones, microscopios y de más utensilios propios de un laboratorio. Nadie les prestó atención. A continuación llegaron a una gran cristalera que separaba esa estancia de un espacio más oscuro e iluminado con luces más rojizas que contenía cápsulas parecidas a las que había visto en su visión de la Mansión Shinra además de contenedores como los que había en el reactor de Nibelheim. Se pararon a contemplar aquello hasta que Kanha vio que allí también estaban Tseng y Reno, junto al cuerpo de Cloud que reposaba inerte sobre una camilla o mesa de trabajo. Estaba quieto y no parecía estar sufriendo aquellos horribles dolores, cosa que la alivió y la sobrecogió al mismo tiempo.

— ¿Qué le están haciendo? — Preguntó intentando mantener la compostura.

— Ni idea. — Enseguida apareció el doctor Hojo de detrás de uno de sus armatostes del cuarto rojo con una gran inyección cargada con una substancia que parecía mako, ya que relucía bajo esa luz, parecida a la del primer pasillo, aquel en el que vio el resplandor en los ojos de Reno.

— ¿Eso son células G?

— Eso parece… — Entonces Kanha se movió rápidamente a lo largo de la cristalera buscando un posible acceso para entrar y detenerlos. Reno, seguro de su posición, se mantuvo inmóvil, con los brazos cruzados sobre el pecho mientras observaba los movimientos inútiles y desesperados de su protegida.

— ¡No! — Gritó ella mientras golpeaba repetidamente el cristal fruto de la impotencia que sentía por no poder hacer nada para impedir lo que estaba pasando a tan solo unos metros de ella. Sin embargo, todo fue inútil ya que todo continuó como si ella no existiera. Ni siquiera los científicos que estaban en el mismo lado del vidrio que ella dejaron de hacer lo que se supone que estuvieran haciendo.

— Es inútil. No te oyen ni tampoco te ven. Este no es un cristal cualquiera y dudo mucho que lo puedas romper a base de golpes. — El doctor terminó de poner esa inyección y la retiró con sumo cuidado. Por lo menos no le tratan mal… Intentó autoconsolarse la joven. — Vamos. — Dijo Reno con una expresión de compasión que no había visto nunca en él y que tampoco creyó que algún día vería. — El profesor pronto habrá acabado y querrá conocerte mejor. Sígueme, por favor. — Y empezó a caminar hacia una puerta blanca que estaba cerca del cristal.

Kanha se quedó unos segundos allí mirando a su amigo con la cara pegada al cristal. Cloud… Intentó comunicarse, pero él no le respondió.

¿Tan poco te importa este chico que no haces caso de mis advertencias? Era la escalofriante voz de Jénova otra vez. De pronto el cuerpo del chico empezó a convulsionar sobre la camilla y los dos Turcos que le habían acompañado hasta allí se apresuraron a sujetarlo. El doctor Hojo empezó a correr para monitorizar lo que estaba ocurriendo e intentar paliar la crisis. No estoy bromeando: ¡o te alejas de nosotros o acabaré con su cerebro! Entonces Kanha se puso a llorar y corrió a donde Reno la estaba esperando con la puerta ya abierta.

— ¡Vámonos de aquí! — Le exclamó cuando pasó por su lado.

Entraron a otra sala pobremente decorada y con el blanco hospital predominando de nuevo. Reno cerró la puerta tras de sí quedando aislados de lo que ocurría en el exterior. Kanha ignoró el mobiliario que había allí. Se sentó en un rincón del suelo para acurrucarse y conseguir un mínimo de espacio de intimidad para llorar desconsoladamente, aterrada por la situación.


¿Qué puedo hacer? Pensó. Cloud está al borde de la muerte o puede que de algo peor. Aerith cree que yo soy la clave para vencer a Jénova y salvar Gaia. Tifa también tenía puestas sus esperanzas en mí. Sin embargo, aquí estoy: presa del pánico, impotente ante una situación que se me escapa totalmente de las manos e incapaz de tomar una decisión que no empeore aún más las cosas. ¿Es esto el fin?

Restos de Jénova


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