— ¿Qué
quiere saber? — Preguntó la joven.
— Puedo
creer que Reno se haya ido de la lengua porque es un chico muy hablador, pero
ni siquiera él sabía los detalles del proyecto con Sephiroth. ¿Cómo es que tú
sí?
— ¿Si le
dijese que Jénova vive, me creería?
— No,
porque tenemos su cadáver en una urna.
— Pero no
me refiero a que pueda deambular libremente por ahí, sino que vive como una
presencia.
— No creo
en cosas que no puedo probar.
— Sin
embargo estudia la magia y no tiene parámetros para calcularla, por eso se
encuentra con tantos fracasos en su investigación, ¿verdad? — El profesor se
echó para atrás para apoyar toda la espalda en su sillón. — A veces la lógica
no lo es todo…
— ¿A dónde
quieres llegar, niña? — Kanha dudó un instante. Allá voy…
— Jénova
está en Cloud y me habla. — El doctor Hojo se puso a reír como si el chiste
fuera buenísimo y la chica, enfurruñada, esperó a que se relajara un poco antes
de continuar. — Sé que suena increíble. Del lugar del que provengo nadie me
creería, pero Aerith sí lo hizo. ¿Y por qué? Porque ella sí que es una Cetra de
verdad y entiende los misterios que la ciencia no es capaz de analizar y
catalogar. — Se produjo un silencio que dio el tiempo suficiente al doctor Hojo
para recuperar su postura seria con las manos cruzadas sobre la mesa.
— De
acuerdo. Supongamos que te creo. Supongamos por un momento creo que Jénova te
habla usando telepatía. Cuéntame: ¿qué te ha contado?
— Me ha
dicho que Sephiroth es su hijo y que utiliza a Cloud como transporte para
llegar hasta él.
— Sephiroth
murió hace cinco años en Nibelheim, cuando se precipitó al torrente de energía
vital.
—
¿Recuperaron el cadáver?
— ¡Por
supuesto que no! ¿Quién se aventuraría a hacerlo?
— ¿Y cómo
certificaron su muerte?
— Nadie
sobreviviría a una exposición así.
— Nadie
excepto un Cetra. — Se hizo otro silencio de reflexión. — Jénova pretende
llegar a la Tierra Prometida junto a su hijo. No entiendo muy bien lo que
quiere decir eso, pero creo que estando aquí está un paso más cerca de
conseguirlo porque ha forzado la conciencia de Cloud hasta el límite para
entrar en su laboratorio lo antes posible. Aquí hay algo que necesita para
avanzar, pero no tengo ni idea de lo que es.
— ¿Dices
que ahora mismo es como una presencia?
— Sí.
— Pues tal
vez esté buscando su cuerpo.
—
¿Entonces, me cree?
— Eso ahora
mismo no importa. Pero no estará de más tomar precauciones… ¡Gast! — En unos
segundos el chico estaba en la puerta con claros signos de haber corrido. —
Avisa a los Turcos inmediatamente. Código rojo. Tenemos que proteger el sujeto
de pruebas número 1 de un nivel de amenaza de rango S.
— Sí,
señor. — Y sin nada más que añadir salió corriendo al tiempo que sacaba un
intercomunicador del bolsillo de la bata y empezaba a dar instrucciones.
— Si fuese
cierto lo que me dices estaríamos en un grave aprieto…
— ¿Por qué?
— Simplemente
tienes que atar los cabos. Piénsalo. Dices que Jénova vive, que de alguna manera
está conectada con su hijo, que por cierto crees que podría estar vivo, que
utiliza a tu amigo como si fuese un transporte y que además te parece que su
objetivo era entrar en este laboratorio. Si es así, lo único que tenemos aquí
que pueda ser de su interés es su propio cuerpo. Ella posiblemente esté
interfiriendo en el funcionamiento mental del sujeto número 67 e incluso en su
voluntad para hacerle hacer lo que ella quiera. Concretamente me refiero a
control mental. Y eso es peligroso porque la exposición a la que estuvo
sometido es bastante alta, lo cual quiere decir que sus habilidades como
Soldado son bastante superiores a las de la media y sería problemático si decide
actuar por su cuenta sin consciencia. Sin embargo, lo que realmente me preocupa
es pensar en la posibilidad de que Sephiroth siga con vida. Nunca lo había
sopesado. Debido a su tratamiento como sujeto de prueba número 3 se le podría
considerar un Cetra de pleno derecho, por lo que podría… Además, era un chico
muy listo y no le sería difícil llegar a las mismas conclusiones que nosotros,
por lo que, si realmente está conectado con Jénova ahora mismo corremos un
grave peligro.
— ¿Cree que
se rebelaría contra Shinra?
— Ya lo
hizo. Y si la exposición no le mató, seguramente le hizo mucho más fuerte. Es
decir, que si ya era poderoso antes no puedo imaginarme cómo será ahora… — El
rostro del profesor se iluminó de felicidad y se levantó de repente de la silla
haciéndola caer hacia atrás. — ¡Sería un gran éxito! — Rebosante de alegría la
miró. — Vamos, he cambiado de opinión.
— ¿Qué
pretende ahora?
— Sé que tu
amigo y tú tenéis un vínculo especial. Quiero probar algo…
El doctor
Hojo no esperó respuesta, simplemente se puso en pie y salió a toda prisa de su
despacho. En ningún momento se giró a comprobar que Kanha le seguía; estaba
seguro de que así sería y no se equivocaba. Una vez fuera del pequeño despacho
empezó a sonar una alarma. Un ejército de Turcos vestidos de negro empezaró a
aparecer por todas partes corriendo arriba y abajo sabiendo exactamente lo que
tenían que hacer. Kanha no reconoció a ninguno de ellos. Caminaban a paso
ligero atravesando todo un laberinto que parecía imposible memorizar. La chica
movía tan rápido las piernas que encogía los dedos de los pies luchando para
que sus pantuflas no salieran volando en cada zancada. En unos minutos llegaron
a otra puerta de seguridad que el doctor se encargó de abrir. Al otro lado
estaba la gran sala rojiza llena de cápsulas con embriones, mutantes y demás
aberraciones genéticas, el mismo lugar en el que había visto a Cloud
inconsciente.
— Profesor.
— Llamó su atención intentando aminorar la marcha. — Jénova me amenazó que si
me acercaba a Cloud acabaría con su cerebro. — El anfitrión se giró sonriente.
— ¿Acaso
crees que eso me importa lo más mínimo?
— ¿Entonces
qué quiere de mí? No pienso interferir en su camino si eso pone en peligro la
integridad de mi amigo.
— ¿Y si
está en peligro su integridad física? Apuesto a que sí… — Unas carcajadas
forzadas resonaron tanto como la alarma que llevaba rato haciendo eco en cada
una de las salas del laboratorio.
— Usted
dijo que Cloud era un sujeto de pruebas importante. ¿De verdad va a permitir
que muera?
— Una
muerte cerebral no impedirá que continúe con mi investigación. — Replicó
irónicamente sin bajar el ritmo.
Parece inevitable: Jénova y yo volveremos a
tener un encontronazo. Y no es que me dé especial miedo, pero lo cierto es que
cada vez es más agresiva y quién lo paga es el pobre Cloud, que ni siquiera
sabe de su existencia. Él no se puede defender de sus ataques y ella es
implacable con él. La última vez, incluso, perdió la consciencia. y teniendo en
cuenta la gravedad de sus últimas acciones sobre su cerebro… Entonces la
joven pensó en algo.
— ¡Doctor
Hojo! — La ignoró. — Estoy casi segura de que Cloud está sometido a Jénova
porque usted le inyectó las “células G”. — El científico se giró sorprendido.
De nuevo, volvía a tener su atención. — ¿Hay alguna manera de revertir el
tratamiento, alguna manera de expulsar las células de Jénova de su interior?
— Sabes
muchas cosas, niña. — Pararon de avanzar y se puso frente a ella. — El proyecto
Jénova no está pensado para ser reversible.
— ¿Pero
existe esa posibilidad?
— Nunca me
la he planteado.
— Tal vez
los otros integrantes del proyecto nos lo puedan decir.
— No
pueden.
— ¿Por qué
no? Cuando Cloud deje de ser útil para Jénova es posible que acabe con su vida
para evitar que usted le siga la pista y evite que consiga su propósito…
— Porque
están muertos. — Acabó gritándole a la cara para acallarla. — Ahora solo quedo
yo y ya te he dicho que nunca me planteé esa posibilidad.
— ¿Y
hacerlo ahora sería demasiado tarde? — El doctor empezó a repiquetear con la
punta de uno de los pies en el suelo, una muestra clara de su nerviosismo. — Le
propongo que hagamos un trato: yo colaboraré con usted si revierte el
tratamiento en Cloud.
— ¿Qué
quieres decir que colaborarás? Ahora mismo no tienes opción.
— Claro que
la tengo. Le recuerdo que soy una usuaria de magia bastante eficaz. Si quisiera
podría hacer una invocación de alto nivel que destruiría las instalaciones y
que nos permitiría escapar. — Se estaba tirando un farol, pero en cierta manera
sí que podía hacerlo aunque aún no dominaba esa técnica lo suficiente y tenía
miedo de que la “mentira” se le fuese de las manos.
— No te
creo. Si fueses capaz de hacer eso, ¿por qué no lo has hecho ya?
— Porque
necesitaba respuestas y porque sabía que la única persona que podría ayudar a
mi amigo es usted. Haga eso por mí y yo colaboraré con usted sin armar
alboroto. — El profesor cruzó los brazos para pensar y se acarició el mentón
mientras lo hacía.
— Está
bien. Y que conste que acepto porque considero que serás un sujeto de pruebas
realmente valioso. Esto de usar la magia a ese nivel sin tener la marca es algo
que me intriga enormemente. Ahora mismo tú eres muchísimo más valiosa que el
sujeto número 67. — Kanha se mordió la lengua para no escupirle el nombre de su
amigo a la cara. — ¿Contenta? Ahora vámonos.
— Pero
doctor, no puedo exponerme a él hasta que no esté libre de las células de
Jénova, sería demasiado peligroso.
— Te dije
que revertiría el proceso, pero no que fuese a empezar ahora mismo a hacerlo.
Así que andando.
— Pero…
— Vamos o
se acabó. No puedo perder más tiempo en palabrerías absurdas. — Dijo ofuscado.
Sin esperar respuesta se giró y volvió a recuperar el paso ligero de antes.
Kanha le siguió.
Jénova, ¿me oyes? Dijo
mentalmente. Sabía que pronto llegarían donde estuviese Cloud, por lo que
posiblemente pudiese comunicarse con ella antes de que el doctor se diera
cuenta, sin embargo el silencio le dio a entender que no iba a ser así.
No puedo creer que vuelvas al abordaje. ¿De
verdad te importa tan poco lo que le haga a tu amigo?
Escúchame. No quiero que le hagas ningún daño.
Es más, me gustaría que pudieras irte con tu hijo para que le dejaras en paz
definitivamente.
¿Entonces por qué no me dejas en paz?
Porque Cloud me importa y no puedo dejarle sólo
aquí. Esta gente ya le ha hecho mucho daño…
¿Qué quieres?
No voy a impedirte que hagas lo que creas
conveniente hacer siempre y cuando Cloud no sufra más. Me dijiste que él era tu
transporte para reunirte con tu hijo. ¿Era este laboratorio vuestro punto de
encuentro?
¿Y si lo fuera?
Quiero saber si cuando te reúnas con él dejarás
tranquilo a mi amigo.
¡Por supuesto! Una vez esté con mi hijo este
niño sólo será un estorbo.
Bien, entonces te propongo un trato: yo te ayudo
si permites que Cloud no sufra ningún daño cerebral y vuelve a ser el de antes.
¡No necesito tu ayuda, niña! Además disfruto
viendo tu cara cuando el chico se retuerce de dolor… Enseguida
llegaron a una zona con cortinas que escondían la camilla donde descansaba
Cloud y los aparatos que controlaban sus constantes vitales. Mira y disfruta, pequeña… En ese
momento, el cuerpo inerte del chico se puso a convulsionar y las máquinas que
lo monitorizaban empezaron a pitar. El doctor Hojo se apresuró a llegar hasta
él y atenderle, ya que los otros sanitarios no sabían muy bien qué hacer.
¡Ya basta! Gritó Kanha en su cabeza. Entonces notó
como la energía vital la rodeaba y se sintió preparada para lanzar un hechizo
de magia blanca un poco diferente. No importaba que hubiese cortinas por el
medio o si había alguna persona correteando en su trayectoria, sabía que iba a
dar en el blanco y que Cloud volvería en sí. Un aura la rodeó y el doctor Hojo
se dio cuenta, así que se puso a un lado y la observó detenidamente mientras
sus subordinados intentaban estabilizar al joven. Kanha acumuló toda esa
energía en la palma de sus manos y un instante después la lanzó hacia delante.
El haz de luz atravesó varios elementos hasta llegar a Cloud y este reacción
incorporándose repentinamente en la camilla con los ojos a punto de salirle de
las órbitas y tomando una bocanada de aire tremenda, como si llevara varios
minutos sin respirar. Las máquinas que lo rodeaban dejaron de pitar y Kanha
hincó las rodillas en el suelo, totalmente exhausta.
¿Qué has hecho, niñata? Gruñó la
falsa Cetra en su mente.
Te he bloqueado. Ahora ya no podrás hacerle más
daño.
¡Eres un demonio!
No. Ahora soy la única que te oye y que quede
claro que ya no hay trato. Jénova respondió con un grito de ira.
La chica
vio como su amigo se quitaba todos los tubos y, ante la mirada de asombro de
todo el personal de Hojo, se lanzó a la carrera para socorrerla. De nuevo,
Cloud la sostenía antes de que llegara a golpearse con el suelo.
— ¿Estás
bien? — Dijo la chica en un hilo de voz.
— Kanha…
— Veo que conservas
tu rapidez. — Y a punto estuvo de perder el conocimiento pero estaba tan
contenta que su voluntad pudo más. Una vez más, su instinto le había
funcionado, pero lo había pagado caro, ya que no era capaz de moverse por sí
misma; se había quedado sin fuerzas. Sin los fragmentos de materia y sin sus
guantes volvía a estar como al principio.
Se le estaba
empezando a nublar la vista, pero entonces un enorme estruendo hizo temblar el suelo.
Cloud la cogió en brazos y la apretó contra su pecho. Kanha había echado mucho
de menos el latir de su corazón y su olor tan típico. Sin embargo, también
podía oír a Gast dando órdenes y cómo los Turcos correteaban por las
instalaciones. Eso la hizo volver a tocar con los pies al suelo.
— ¿Cómo
hemos llegado hasta aquí? — Preguntó el joven rubio.
— Es una
larga historia que prometo contarte si salimos de esta con vida.
— Vale,
pero no será fácil. — Cloud buscó un lugar dónde procurarle cobijo a su amiga. —
¿Dónde está Aerith?
— Ella se
quedó con Rufus. No sé nada más. — Cloud la puso, con sumo cuidado, entre dos
cápsulas que contenían especímenes mutantes fruto de la experimentación
genética del doctor Hojo. Dándole la espalda invocó su espadón y se dispuso a
luchar sólo contra los Turcos. Kanha recordó esa escena en las visiones del
pasado, cuando Zack protegía a un Cloud que había perdido la consciencia.
Tengo que ayudarte. Le dijo
mentalmente mientras intentaba levantarse sin éxito.
Mucho me temo que tú no eres la única que puede
bloquear. Para su asombro, fue Jénova la que contestó. Ahora ya no podrás hablar con él telepáticamente, así que si tienes
algo que decirle tendrás que usar la voz.
Kanha no
tuvo oportunidad de enfadarse porque otra explosión tuvo lugar y esta vez
parecía más cercana. La verdad es que la chica había visto a todo un ejército
de Turcos mientras iba hacia la sala roja, pero luchando contra Cloud había
relativamente pocos y su amigo parecía bastante superior. No era como cuando
luchó contra Tseng, que tuvo que sanarlo en varias ocasiones y que además tuvo
que invocar al espíritu del fuego; simplemente con el cuerpo a cuerpo tuvo
bastante. Por lo tanto, deducía que si los Turcos no estaban allí evitando que
un sujeto de pruebas tan importante como él no escapara era porque había algo
más importante que contener y seguramente era lo que estaba provocando las
detonaciones. Cuando parecía que había despejado el camino lo suficiente como
para poder avanzar en su huida, Cloud se volvió hacia ella y la cargó a la
espalda para poder sostener el espadón mientras caminaban. La chica se sintió muy
feliz de poder abrazarlo una vez más…
— ¡No
podéis iros! — Gritó el doctor Hojo. — ¡Teníamos un trato! — Cloud paró de
correr y se giró para mirarlo con furia. Kanha decidió dejar las cosas claras
antes de irse para siempre de aquel horrible lugar.
— Usted lo
ha dicho: “teníamos”. Pero no cumplió con su parte y yo no tengo por qué
cumplir con la mía.
Sin más que
añadir, volvieron a girarse para reanudar la marcha y dejar todo aquel caos
atrás. El científico empezó a gritar despropósitos intentando impedir la huida,
pero el joven no dejó de correr para entrar en la siguiente estancia. En el
transcurso fueron sometidos a varias ráfagas de disparos. Ella era incapaz de
invocar un hechizo de defensa y él no pudo parar todos los proyectiles por lo
que varias balas perdidas les rozaron. A ella le dolió especialmente una que le
surcó la parte superior del hombro izquierdo y que hizo que trastabillara sobre
la espalda de su compañero. Él se apresuró a colocarla bien de nuevo y a
acelerar el paso, pero un enorme derrumbe les cortó el paso. Se generó una
inmensa nube de polvo que les imposibilitó ver más allá de sus narices. De
pronto, ambos notaron una presencia intimidante y automáticamente Cloud se puso
en guardia esperando a que se disipara la polvareda. Al poco empezaron a
distinguir la figura de un hombre alto y esbelto. Llevaba una espada larga.
— No puede
ser…— Murmuró Cloud asustado. Incluso Kanha notó cómo le empezó a temblar el cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario