domingo, 28 de agosto de 2016

Capítulo 5. We're somehow connected.

— ¡Vaya, menuda sorpresa! — Un chico pelirrojo apareció de entre las sombras. Parecía excesivamente confiado, como si aquella ruina de iglesia fuese de su propiedad. También llamaba mucho la atención que fuese vestido con un traje negro y camisa blanca. La seriedad de su vestimenta contrastaba con su cabello alborotado. — Cloud Strife vuelve a la carga, pero me temo que esta vez estás en el bando equivocado.

— Cierra esa bocaza, Reno. — Escupió Cloud con desprecio. Kanha lo miró e soslayo asombrada porque, a pesar de que la simpatía no era una de sus virtudes, tampoco era habitual oírlo hablar con aquel tono.

— ¿Y esa monada de niña? — Continuó Reno cambiando de tema.

— No soy una niña. — Contestó Kanha ofendida.

— Te gustan salvajes, ¿eh? Y dime, ¿qué os trae por aquí? ¿Acaso has despertado tu lado más beato, Cloud? — Bromeó abriendo los brazos, como si quisiera mostrar lo que quedaba de aquel lugar que en el pasado seguramente fue de culto.

— Sí… Se podría decir que sí…

— Pues si soléis venir por aquí tal vez podáis ayudarme… Estoy buscando a una chica que vende flores. — A la joven muchacha le dio un vuelco el corazón. Ese chico no le daba buena espina y que estuviera buscando a Aerith no le gustó ni un pelo. — Me dijeron que la podía encontrar aquí, pero creo que este lugar ya no tiene nada que ofrecer. Tal vez me hayan engañado… ¿Tú qué crees?

— No hemos visto a nadie y no sabemos de quién nos hablas. — Concluyó Cloud.

— Es curioso porque los guardas de la puerta me informaron de que veníais y de que esta chica tenía algún tipo de conexión con la joven que estamos buscando. — Se hizo un silencio incómodo que Reno se encargó de romper. — No importa. La encontraremos igualmente sin vuestra ayuda. — Concluyó iniciando el camino que le conducía a la puerta para salir de allí. Kanha empezó a temblar de miedo aunque no tenía demasiado claro qué era lo que tenía que temer. Cloud se dio cuenta y se puso entre Reno y ella como si la quisiese proteger.

— ¿Qué importancia tiene esa chica para vosotros? — Dijo. — Ella solo vende flores, no es una amenaza para Shinra.

— Curioso, ¿verdad? Una joven que vende flores… — Reno se giró hacia ellos poco antes de llegar a la salida para seguir con la conversación. — ¿Cuántas has visto en toda la ciudad que lo hagan? De hecho, ¿cuántas flores has visto desde que llegaste? ¿No te parece algo insólito? Todo el mundo la conoce justamente por ello, porque es única. Además, el jefe cree que esta chica es más especial de lo que parece. Cree que hay una conexión que desconocemos entre ella y la energía vital. Cree que ella tiene la clave para evitar la extinción de la vida en la tierra. Nos interesa a todos encontrarla, ¿no creéis?

— Tal vez, pero ya te hemos dicho que no sabemos dónde está. No te podemos ayudar. — El tono de Cloud era cada vez más hostil y sus músculos se tensaban a cada palabra que pronunciaba.

— Una lástima…

Kanha se dio cuenta de que su compañero estaba dispuesto a saltar a la carga con cualquier indicio sospechoso, pero Reno no parecía dispuesto a iniciar una batalla. Se los quedó mirando durante unos instantes y finalmente se giró y se fue sin hacer ruido, tal y como había aparecido al principio.

— No te fíes de lo que acaba de decir. — Dijo Cloud cuando se cercioró de que el pelirrojo ya no les podía oír. — Reno era un soldado como yo, pero a causa de su mente retorcida le ascendieron rápidamente a los Turcos, por eso no lleva el uniforme azul convencional de soldado, aunque eso no significa que no siga siendo uno de los perritos falderos de Rufus.

— ¿Qué son los Turcos?

— Es una división selecta de los mejores soldados que reciben órdenes directas de Rufus. Reciben un trato especial porque sus misiones también lo son y normalmente están asociadas a asesinatos y cosas de esas que no requieren demasiada moral para poderlas llevar a cabo. En otras palabras, si buscan a tu amiga será mejor que la encontremos nosotros primero. — Un escalofrío recorrió la espalda de la chica.

Entonces Kanha desvió su atención porque creyó oír algo entre los escombros y corrió hasta ellos, justo donde antes crecían las flores salvajes, y aunque las sombras le impedían ver si Aerith estaba allí le pidió a su compañero que la ayudara a apartar los restos de la explosión. La extraordinaria fuerza del muchacho volvió a sorprenderla y en menos de lo que jamás hubiese imaginado ya había despejado la zona lo suficiente como para realizar su comprobación. Y allí estaba Aerith un día y medio después, cubriendo a sus pequeñas protegidas con su propio cuerpo. Estaba muy magullada, deshidratada y seguramente al límite de sus fuerzas. Cloud se esforzó por acabar de despejar la zona de restos de la explosión y Kanha no dudó ni por un instante en usar su magia con ella. Aún llevaba los guantes puestos y en un instante la iglesia dejó de tener sombras para dar paso a la luz de la magia blanca. Fue mucho más fácil que las otras veces y el efecto mucho mayor: una de las piernas de Aerith se colocó en su sitio con un crujido bastante desagradable, las heridas se cerraron casi en el acto y los moratones de su cara, brazos y piernas desaparecieron en cuestión de segundos. Cuando la luz empezó a disiparse Aerith abrió los ojos y se mostró muy contenta de reencontrarse con su amiga, por lo que no dudó en abrazarla.

— ¡Sabía que volverías! Las flores te necesitaban y tú acudiste en su ayuda.

— La marca…— Susurró Cloud. — ¡Tienes la marca!

— ¿Cómo dices? — quiso saber Aerith.

— Has estado expuesta a la energía vital. ¿Eres una soldado? — La joven no pudo reprimir una risita nerviosa y negó con la cabeza.

— Te equivocas, chico. No soy lo que crees.

— No importa. — Interrumpió Kanha. — Debemos irnos. Aquí no estamos seguros y el tipo de antes podría volver en cualquier momento.

— ¿Qué tipo? — Preguntó Aerith.

— Tienes razón. — Contestó Cloud ignorando la pregunta. — Debemos volver a la base. En su casa tampoco estará a salvo. — Añadió.

Kanha ayudó a su amiga a ponerse en pie y le ofreció agua. Cuando se dispusieron a salir de la antigua iglesia se dieron cuenta de que la noche ya había caído.

— No sé si vuestra base está cerca o lejos, pero el camino va a ser complicado sin lugar a dudas. — Entonces Cloud empezó a dibujar con la punta de los dedos una especie de símbolos en el aire que dejaban tras de sí una estela luminosa. Un instante después apareció un destello del que surgió un espadón casi tan grande como el propio portador. Tanto Aerith como Kanha quedaron sorprendidas.

— Esto es un hechizo de magia negra. — Explicó el joven sin perder de vista a la gente que pululaba en la noche de los Suburbios. — Es una invocación de nivel básico. Te permite invocar tu propia arma. Es muy útil si se trata de un arma grande, como es mi caso. De esta manera no tengo por qué cargar con ella constantemente, pero puedo disponer de ella cuando la necesite. — Se giró hacia la que sin darse cuenta se estaba convirtiendo en su aprendiz. — Tú no lo necesitarás, a no ser que quieras tener un arsenal disponible. Pero es un buen comienzo si quieres invocar algo más poderoso.

— ¿Algo más poderoso como qué? ¿Como un cañón? — Preguntó Kanha.

— No me refería a poder militar. Ya te lo explicaré más adelante…

Las dos jóvenes caminaron junto a Cloud que las condujo a través de los Suburbios hasta la sede de AVALANCHA. Las personas que frecuentaban la noche eran sombrías y no inspiraban demasiada confianza, pero nadie quería enfrentarse a un joven que blandía un espadón pesado de más de un metro de largo con la misma agilidad que alguien que hace malabares con pelotas de arena. Kanha se dio cuenta de que por la noche no había soldados en los Suburbios, de que realmente no importaba demasiado lo que pasaba allí. Son todos unos marginados, concluyó mentalmente. Aquello era el vertedero de la ciudad de la superficie. Midgar existía tal y como era porque los Suburbios lo permitían.

Kanha explicó a su amiga todo lo que le había pasado desde que se separaron. Aerith solo pudo decirle que corrió tan rápido como pudo hasta la iglesia y que cuando vio que todo estaba bien oyó un gran estruendo y su instinto la llevó a proteger a las flores, que no recordaba nada más.

— ¡Pues si estábamos contentos de haber encontrado una maga blanca imagínate con dos! — Tifa estaba eufórica después de oír lo que debía saber sobre Aerith.

— No sé por qué te pones tan contenta. Os agradezco mucho que me hayáis acogido, pero no pienso quedarme y mucho menos colaborar con vosotros. — Contestó Aerith en un tono seco.

— ¿Por qué no? Shinra te está buscando y eso no es buena señal. ¿Qué digo Shinra? Rufus ha enviado explícitamente a los Turcos y eso no es ni medio normal.

— No me importa. No me encontrarán.

— ¿Y si te encuentran? — Insistió Tifa.

Estaban en la habitación que Kanha creyó que era el comedor, donde había compartido el estofado con Cloud y Barret aquella misma tarde. Miraba a las dos interlocutoras discutir con cierta curiosidad porque no podía decir nada a causa de su gran ignorancia y tampoco se veía capaz de posicionarse de un lado o del otro. Sin embargo, Cloud y ella cruzaron sus miradas accidentalmente y se produjo una conexión que hizo que la joven perdiera el hilo de la conversación y que todo en la habitación, excepto él, desapareciera de su campo de visión. El tiempo también dejó de tener sentido y aquellos ojos enigmáticos se convirtieron en su ancla. Vamos oyó en su mente y acto seguido Cloud se levantó de la mesa y abandonó la sala sin hacer ruido. Kanha se quedó desorientada al aterrizar de nuevo en la tierra, al ver aparecer elementos que antes no estaban pero que en realidad nunca se fueron. No se sentía con ánimos de intentar reengancharse a la conversación entre las dos féminas que era cada vez más acalorada, así que siguió su instinto y se fue de allí. Cloud la estaba esperando fuera, apoyado contra la pared del pasillo, y cuando la vio salir empezó a caminar lentamente, como si la invitara a seguirle.

Salieron de la sede de AVALANCHA y caminaron varios minutos por las calles penumbrosas de los Suburbios. Cloud iba delante y Kanha unos metros más atrás. No se dijeron nada hasta que él paró de andar y se giró hacia ella. Le ofreció su mano y la invitó a subirse a una estructura que no veía muy bien a causa de la oscuridad de la noche, pero que presumiblemente no sería más que una pila de escombros. Ella aceptó, subieron y se sentaron el uno junto al otro.

— Cuando las cosas se ponen feas me gusta venir aquí. — Dijo Cloud como si llevaran un buen rato hablando y mirando al cielo.

— ¿Son imaginaciones mías o me has pedido que te siguiera? — Kanha ya estaba harta de rodeos y fue directa al grano. Cloud la miró sorprendido por unos segundos y se tumbó boca arriba. Después continuó hablando como si no la hubiese oído.

— Esta parte de los Suburbios está menos iluminada por lo que es más peligrosa de noche. Tal vez por eso la sede de AVALANCHA esté aquí… Pero este lugar también es especial porque te permite contemplar un cielo estrellado que es difícil de ver desde cualquier punto de la ciudad a causa de la gran contaminación lumínica. — Kanha estaba desconcertada: ni le contestaba a sus preguntas ni parecía decir cosas coherentes. — ¿Lo ves? Esta noche tenemos un cielo precioso. — Visto lo visto, finalmente optó por tumbarse a su lado y observar las estrellas junto a él.

Cloud le explicó historias de constelaciones que ella desconocía. No paraba de señalar al cielo apuntando a ciertos puntos, compartiendo ese momento con ella y finalmente llegó un momento de silencio. Normalmente no era un chico muy hablador pero era agradable estar con él cuando daba conversación, por eso Kanha se sintió  incómoda cuando llegó ese momento. ¿Y ahora qué? pensó.

— No son imaginaciones tuyas. — Añadió finalmente el joven, sin venir a cuento.

— ¿Qué? — La joven estaba cada vez más perdida: cuando por fin creía que le seguía el ritmo él hacía un cambio de rumbo y ella se volvía a desorientar.

— Es cierto; te he pedido que me siguieras. — La chica se sentó de un salto como si no se pudiese mantener relajada por más tiempo y él continuó como si nada hubiese pasado, como si tuviera la necesidad de darle esas explicaciones. — No es muy común, pero a veces la energía vital se sincroniza y la telepatía es posible. — Kanha seguía sin entender, pero no quería cortar el torrente de información que estaba por surgir. — En la instrucción de soldado nos enseñan muchas cosas sobre la energía vital del planeta. Esa teoría es necesaria para entender mejor el don que nos dan durante la exposición, antes de empezar la instrucción, y así poderlo manipular más tarde con más facilidad. Todos los seres vivos contienen energía vital. Cuando un bebé nace éste toma prestado de la tierra una parte ínfima de su torrente de energía vital. Esta energía le permite vivir y cuando el bebé crece, se hace adulto, envejece y finalmente muere devuelve su parte prestada al torrente principal de energía vital para que el ciclo de la vida se repita una y otra vez. Y lo mismo ocurre con cada ser vivo que habita nuestra tierra. Ese es el cometido real de la energía vital y esto se ha estudiado durante décadas. Con el tiempo apareció una empresa que desarrolló un método para extraer esa energía y sacarle provecho de otras maneras.

— Shinra…

— Así es. El padre de Rufus junto con un socio científico que era amigo suyo crearon Shinra. Creyeron que podían sacarle mucho beneficio a esa energía que parecía ilimitada y así fue. Pero el padre de Rufus tenía cierta moral, cosa que el doctor Hojo, su socio, no tenía y siempre ansiaba ir un paso más allá. Así fue como nació el ejército de Shinra. El doctor Hojo tuvo la genial idea de hacer pasar a todos los reclutas por un proceso de exposición directa a la energía vital. Hubo muchas muertes. Muchísimas. Piensa que cuando nacemos una porción muy pequeña de esa energía se une a nuestra alma, si nos exponemos a demasiada cantidad nuestro cuerpo colapsa y nuestra mente se derrite como si fuese cera caliente. Parecía una locura, pero el doctor Hojo confiaba ciegamente en sus cálculos y estaba seguro de que en algún momento habría resultados positivos. El padre de Rufus se opuso totalmente a este proceso inhumano, hasta el punto de querer suspender la investigación y abandonar la idea de crear ese ejército, pero poco después murió en circunstancias sospechosas. Rufus heredó su puesto y, junto al doctor Hojo, en pocos años le dieron forma a la Shinra que conocemos hoy. Al cabo de un tiempo de experimentar y de cambiar parámetros, empezaron a sobrevivir soldados y poco a poco se fue formando un ejército de personas con habilidades especiales y marcadas por la energía vital.

— ¿Marcadas?

— Sí. La energía vital se mezcla con nuestro ADN. Forma parte en mayor proporción de lo que somos y eso nos marca. Nuestros ojos son diferentes; proyectan la luz de esa energía, por lo que no podemos evitar mostrar al mundo que somos soldados de Shinra, por mucho que nuestra situación cambie, por mucho que huyamos de ello.

— Pues si convertirse en soldado es tan horrible no entiendo cómo pueden tener tantos reclutas…

— Porque mienten. O mejor dicho, porque no lo cuentan todo. Nadie sabe nada sobre el proceso de exposición. Jóvenes de todo el mundo viene a Midgar con la esperanza de formar parte de algo grande y parece ser que formar parte de Shinra, aunque sea como soldado, es una muy buena opción. Al fin y al cabo es la empresa más poderosa del mundo, no hay nadie que no conozca su nombre. — Nadie excepto yo pensó Kanha. — Muchos de ellos encuentran la muerte durante la exposición. No todo el mundo la soporta. No se trata sólo de parámetros científicos sino de la predisposición del individuo para aceptar esa sobredosis de energía. Los pocos de cada promoción que sobreviven siguen un proceso de instrucción que dura varios meses, después se les hace un examen para determinar en qué división encajarían mejor y más tarde se les destina allí para que se especialicen en su nuevo puesto. Es en la parte común que nos enseñan a usar la magia.

— ¿Pero qué relación hay entre la magia y la energía vital? ¿Y qué son estos fragmentos de materia? — Insistió la chica mostrándole su colgante blanco.

— ¿No te parece lo suficientemente mágico el misterio de la vida? Como te dijo Tifa, todos tenemos la magia dentro de nosotros pero solo unos cuantos la pueden usar. Y es cierto, todos tenemos una parte de ese torrente de vida en nuestro interior, pero en una cantidad muy moderada. La energía vital es tan poderosa que te permite hacer cosas sobrenaturales. Los soldados tenemos más fuerza física que la gente normal, más velocidad, más destreza y además podemos usar magia. Unos destacan más en unas cosas que en otras, pero en líneas generales todos somos así. Yo no soy especialmente hábil con la magia, pero tengo mucha destreza con la espada y bastante fuerza física, por eso me asignaron el espadón que viste antes como arma. En la empuñadura tengo varios fragmentos de materia que contienen magia negra para usarla en combate, pero ya te digo que uso hechizos bastante básicos, aunque no dejan de ser potentes. Esos fragmentos son restos de la energía vital del planeta que se solidifica cuando existe una masificación de ésta. No son comunes, pero a causa de la manipulación a la que Shinra la tiene sometida cada vez es más fácil encontrarlos. Creo que es un mal augurio, pero en cierta manera nos resultan bastante útiles, sobretodo ahora que se acerca una gran batalla.

— ¿La guerra es inevitable? — A Kanha le asqueaba la idea.

— Eso parece…

— Lo que me sorprende es, que teniendo en cuenta la inversión que hace Shinra en sus soldados, que os dejen ir sin más cuando decidís que ya no apoyáis su causa. — Cloud se empezó a reír como si hubiese dado en el clavo y se incorporó para quedarse sentado.

— No nos dejan ir. Cuando te sometes a la exposición también te administran una especie de suero que de alguna manera te esclaviza. Te manipula la mente y crees que Shinra es lo más importante del mundo, que les debes tu vida y que no debes dudar en jugártela si llegara el caso.

— ¡Pero eso es horrible!

— Es una de las cosas que el padre de Rufus no aprobaba. Por eso, ver desertores como yo no es algo común.

— ¿Aunque veáis que todo lo que hace Shinra es horrible? ¿Aún así no podéis renunciar a formar parte de ello? ¿Es que acaso perdéis la consciencia, dejáis de discernir entre el bien del mal?

— Digamos que manipulan nuestra realidad. No lo vemos como lo veo yo ahora. Simplemente estamos en el otro bando y seguimos órdenes.

— Pues si estáis tan sometidos cuando estáis en Shinra ¿qué fue lo que te hizo cambiar de opinión?

— Te parecerá una locura pero creo que fuiste tú.

— ¿¡Yo!? — Otro giro. Kanha cada vez estaba más perdida con ese chico.

— Lo sospeché esta mañana cuando me sanaste y hace un rato casi que podría asegurar que lo confirmé.

— No entiendo nada… — Se rindió.

— Cuando estaba en Shinra no era un soldado especialmente hábil, no destacaba demasiado. Además había otros reclutas en mi promoción como Reno, el chico que encontramos en la iglesia, que sí que llamaron la atención del doctor Hojo y eso ensombrecía aún más mi presencia allí. Podríamos decir que era invisible, uno más. Sin embargo, pasé la fase de exposición y me convertí en soldado. Era un  iniciado convencido y entregado a mi labor. Me dediqué en cuerpo y alma a formarme de la mejor manera posible para superar las expectativas que hubiesen depositado en mí. Y un día, de pronto, empecé a oír una voz en mi cabeza. Esa voz me decía que no estaba bien lo que hacía, que Shinra era el enemigo, que su empresa acabaría con la energía vital del planeta y yo sabía perfectamente lo que eso significaba: si el torrente de energía se agota el planeta muere y la vida dejaría de fluir, el ciclo de la vida se acabaría y sólo habría lugar para la muerte y más tarde para la nada. Empecé a curiosear por los archivos de Shinra y me informé mejor. Más tarde confirmé mis sospechas. AVALANCHA apareció en escena con su propaganda y en una misión de reconocimiento me encontré con Tifa. Ella no me reconoció por mi uniforme de soldado ya que el casco nos mantiene en el anonimato justamente para evitar que nos reconozcan, para que no nos vean con la marca, pero en un momento de intimidad le confesé quién era y que apoyaba su causa. Entonces trazamos un plan para simular mi muerte y poder escapar de Shinra impunemente. Y así había sido hasta hoy, que Reno me ha visto. Ahora que saben que hay un ex-soldado rondando por los Suburbios estoy seguro de que la cosa se pondrá fea. Creo que deberíamos alejarnos de Midgar hasta que fuésemos más fuertes.

— No te vayas del tema… ¿Qué tiene que ver todo esto conmigo? — Insistió la joven.

— En uno de los libros de la academia leí que muy raramente se producía una especie de sincronía entre dos usuarios de la energía vital y que si la energía de los dos vibraba con la misma intensidad esa conexión les unía a un nivel inexplorado. Una de las habilidades que resaltaban en aquel libro era la telepatía. Aquella voz era muy clara en mi cabeza cuando me advertía de lo equivocado que estaba. Hoy he oído tu voz dos veces y dada una situación tan sumamente extraordinaria veo imposible tener esta sincronización igual con dos personas diferentes. Hoy eras tú, por lo que cuando estaba en Shinra también debías ser tú.

— Pero eso es imposible. Yo no soy de aquí.

— Lo sé. Pero ¿qué otra explicación le das?

¿Realmente me oyes? Pensó la chica con toda la intensidad que pudo.


— Alto y claro. — Kanha no se lo podía acabar de creer, pero era evidente que no era una broma. — Creo que seguiré instruyéndote para que aprendas a usar tu potencial y esperemos que poco a poco vayas recuperando tu memoria. La única cosa que no me cuadra es que no tengas la marca. Tampoco entiendo por qué Aerith sí la tiene si no ha estado expuesta a la energía vital. Todavía hay demasiados cabos sueltos… — La chica no sabía qué decir ni tampoco qué pensar. — En cualquier caso, será mejor que volvamos a la base. Creo que sería prudente marcharnos de Midgar antes del amanecer. Conociéndole, dudo mucho que Reno me dé un respiro… Estoy seguro de que pasó el aviso de que seguía con vida en cuanto salió de la iglesia, por lo que no me extrañaría que estuviesen barriendo los Suburbios para encontrarme. Tenemos que decírselo a Barret y Tifa cuanto antes. Si nos encuentran no podremos evitar la batalla y en las condiciones que estamos ahora mismo no podríamos enfrentarnos a ellos sin sufrir bajas.



Reno

La "marca" de la exposición a la energía vital


lunes, 22 de agosto de 2016

Capítulo 4. Mako eyes.

Kanha se sintió muy rara. Había sanado a otras personas con anterioridad pero nunca se sintió como si entrara en sus cerebros, como si pudiese ver más allá de lo que era evidente a simple vista. ¿Por qué con él era todo distinto? ¿Y cómo había oído lo que ella pensaba? Aunque enseguida descartó la idea porque creyó que era algo imposible.

— ¡Vaya! ¿Así que eso es magia blanca? — Dijo asombrado uno de los chicos que habían entrado antes que él interrumpiendo el flujo de sus pensamientos.

— Sí, Bob. — Tifa entraba en la habitación con energías renovadas y dispuesta a poner cada cosa en su sitio. Pero no te hagas ilusiones porque Kanha aún tiene que comer algo y no debería estar sanando a nadie. Así que tú te tumbas aquí y tú en aquella camilla, que enseguida os hago las curas. Y tú… — Se quedó mirando a Cloud que seguía sentado junto a Kanha. — Como ya estás curado deberías bajar abajo con los demás.

— Yo también. — Interrumpió la joven. — Estoy bien, de verdad. Quiero recuperarme lo antes posible y creo que si me quedo aquí me costará mucho más. — No quería volver a separarse de Cloud. Cada vez sentía más curiosidad por él. Parecía tener las respuestas que estaba buscando y tal vez incluso algo más…

— De acuerdo. — Aceptó Tifa. — Pues vosotros dos salid que voy a curar a estos enclenques. — Kanha esperaba que Cloud fuese caballeroso con ella, pero se encontró con un chico que le dio la espalda y que bajó las escaleras sin esperarla y sin decir ni una sola palabra. Así que se levantó con cierta dificultad y, sin dejar de buscar apoyo en la pared por si le volvían a fallar las piernas, salió de la enfermería.

Cuando llegó a las escaleras se asustó. Como la mayoría de los edificios de los Suburbios, aquel sitio estaba medio en ruinas y algunos de los peldaños tenían tales grietas que los deformaban haciendo difícil transitar por ellos, así que tuvo que respirar hondo para armarse de valor y bajar si caerse. Cuando por fin llegó abajo vio a Barret que le dedicó otra de sus miradas asesinas justo antes de entrar en una de las estancias. En ese momento se dio cuenta de que no había puertas en ninguna parte, salvo en la entrada, por lo que no le fue difícil encontrar dónde estaba Cloud. No era una sala muy grande y una mesa prácticamente la ocupaba toda. También había una olla con un cucharón que contenía una especie de estofado y al lado había una serie de platos, vasos y cubiertos apilados para que cada uno se sirviera. Cloud y Barret ya lo estaban haciendo. La verdad es que no le apetecía demasiado sentarse a comer con los dos, pero tenía demasiada hambre como para volverse remilgada de repente, así que escogió un sitio en la mesa y se sirvió un plato de comida. Nadie cruzó ni media palabra hasta que Tifa apareció por el umbral de la puerta.

— Bueno. La misión de hoy ha sido un fracaso total y tú eres un inconsciente. — Espetó con un dedo acusativo que dirigió a Cloud. — Tu temeridad puso en peligro, no solo la misión, sino también a dos de los nuestros. Sabes que hubiésemos salido todos indemnes si no te hubieses saltado las normas para hacerte el héroe.

— No me hago el héroe. No puedo evitar seguir siendo un soldado y estoy dispuesto a sacrificarme por la misión si eso es necesario. — Contestó molesto el acusado.

— Pero es que nosotros no somos del ejército de Shinra, sino que precisamente queremos destruirlo. Así que deja de actuar como uno de ellos y empieza a actuar como uno de nosotros. Piensa que pones en peligro la vida de gente inocente.

— ¿Eres un soldado? — Kanha no pudo contener por más tiempo su curiosidad. Las preguntas se agolpaban en su cabeza.

— Sí. Por eso le hemos contratado, porque conoce Shinra desde dentro y nos proporciona información que es imposible de conseguir si no es que te infiltras en sus filas. — Entonces Tifa cambió su foco de atención y se giró hacia ella. — Mira, te voy a ser muy sincera: necesitamos tu ayuda.

— ¿Mi ayuda? — Cada vez estaba más descolocada.

— Barret y yo no sabemos hacer magia, pero la tecnología de Shinra nos permite manejar armas muy potentes. Bob y Gio son muy jóvenes aunque aprenden rápido. Se apuntan a todo pero nosotros solo les dejamos venir si creemos que no correrán ningún peligro. Mark y Lars todavía son unos críos por lo que les hacemos creer que deben cuidar de la base mientras nosotros no estamos. Contratamos a Cloud porque sabíamos que quería abandonar Shinra y necesitábamos un soldado como él, alguien que conociese la empresa, sus instalaciones y que además supiese luchar y usar magia.

— ¿Sabes usar magia? — Era obvio que sí, pero la pregunta salió sola.

— Todos los soldados sabemos usar magia. — Contestó él secamente.

— Pero no todo el mundo puede, ¿verdad? — Insistió Kanha en base a lo que había aprendido recientemente.

— Vaya, debiste darte un golpe muy fuerte en la cabeza… — Reflexionó Tifa. — No todo el mundo puede hacer magia, pero en el caso de los soldados de Shinra sí y sin excepciones. Todos ellos pasan por un proceso inhumano cuando se alistan: son expuestos directamente a la energía vital, la que succionan de las entrañas del planeta con el uso de los reactores, y los que sobreviven a eso son los que pasan a ser soldados. Esa exposición les da la habilidad de usar magia por lo que después de eso tienen que someterse a un entrenamiento muy estricto que les enseña a usarla en todas sus variantes ofensivas.

— Sin embargo, ningún soldado raso sabe usar la magia blanca. — Añadió Cloud. —  Por lo que encontrar a alguien como tú en el campo de batalla es como encontrar un trébol de cuatro hojas en un prado verde.

— Por eso te trajimos aquí. Por eso te necesitamos. — Continuó Tifa. — Con la magia negra de Cloud y tu magia blanca seremos mucho más poderosos. Cada vez tenemos más personas interesadas en formar parte de AVALANCHA y la destrucción de dos de los reactores nos ha hecho bastante populares, tanto para bien como para mal. Nos buscan. Saben que estamos en los Suburbios, pero si no conocen el lugar es muy poco probable que nos encuentren porque este sitio es enorme y bastante caótico. Pero, al fin y al cabo, es su propia creación. A nadie de los suburbios le gusta vivir así.

— Pero yo soy débil… — Se lamentó la joven en un intento de hacerles ver que no era el tipo de persona que buscaban, que acabaría por decepcionarles.

— Por eso hemos decidido entrenarte. — Concluyó Tifa. En ese momento Barret se levantó sin mediar palabra y se llevó su plato consigo. Sólo Kanha le prestó atención, pero no le dio más importancia porque se dio cuenta de que todas las miradas estaban puestas en ella.

— Como ya te dije, debes ampliar tu capacidad mágica y para ello debes entrenar cuerpo y mente. — Continuó Cloud. — Empezaremos hoy mismo. Iremos a Midgar porque lo primero que debemos hacer es buscar un arma que puedas usar.

— ¿Un arma?

— Sí. Tu fragmento de materia potencia tu fuerza mágica, pero un arma te ayudará a canalizarla y a usarla de manera mucho más efectiva. Así que cuando te sientas preparada iremos a la superficie a buscar algo adecuado para ti.

— Pero yo todavía no he dicho que quisiera ayudaros.

— ¿Nos estás diciendo que estás del lado de Shinra? — Inquirió Tifa incrédula y un tanto molesta.

— No…

— ¿Nos estás diciendo que no te importa que Shinra destruya todos los recursos naturales para su propio beneficio, que no te importa que el apocalipsis acabe con la vida del planeta?

— Es que no le veo el sentido: si Shinra acaba con el planeta ¿qué pasará? También sería el fin para ellos. No tiene sentido. Creo que estáis equivocados.

— Shinra es una empresa, pero lo podríamos reducir todo a su principal dirigente. — Aclaró Cloud. — Rufus es un joven avaro que ya tiene un plan b. Hace años que está invirtiendo en proyectos espaciales y esos fondos los consigue con su monopolio energético. Tiene pensado irse de aquí cuando ya no quede nada de lo que aprovecharse. Es un rumor entre soldados que no me parece nada descabellado, pero al que la mayoría hace mofa porque parece demasiado retorcido. Yo, personalmente, he visto a Rufus en persona un par de veces y te aseguro que tiene un ego tan grande que dudo que quepan los dos juntos en una nave espacial. Realmente le creo posible de tal aberración.

— ¿Y te irás tan tranquila después de oír todo esto? — Insistió Tifa. — Por muy extranjera que seas vimos como salvabas inocentes desinteresadamente, así que entendemos que la vida de las personas te importa. Creímos que encajarías en AVALANCHA por tu actitud y por tus habilidades. ¿Aún te quieres ir? — Kanha se quedó en silencio y Cloud intentó darle una vía de escape.

— Vayamos a la ciudad. Tal vez pasear te aclare un poco las ideas y si te apetece compraremos esa arma que necesitas. — La joven asintió y Tifa pareció satisfecha.

Sin perder más tiempo, cogieron lo necesario y abandonaron los Suburbios. El joven soldado tuvo que cubrirse la cabeza con una especie de velo para ir a Midgar porque su pelo rubio le delataba ya que no era un color habitual en la zona y los soldados buscaban a alguien con su descripción.

— Así que no sabes de dónde eres. ¿Amnesia? — Preguntó para iniciar una conversación, intentando parecer despreocupado.

— Puede. Me desperté en los Suburbios hace unos días y me acogió en su casa una chica. Gracias a ella sigo viva. Los Suburbios no parecen seguros de noche.

— Si no sabes luchar no.

— Ella me habló de AVALANCHA, pero os describió como algo muy negativo, como un grupo terrorista.

— Vaya… Nunca nos lo habíamos planteado así, pero ahora que lo dices puede que sí que infundamos terror. Al fin y al cabo las explosiones inesperadas siempre asustan. Nunca pensamos que hubiese gente en los Suburbios que nos temiera.

— Pues así es y Aerith es una buena persona. Ella fue quien me enseñó a hacer magia.

— ¿También tenía un fragmento de materia?

— Supongo… aunque nunca se lo vi. Ella me recomendó que lo ocultara, pero veo que no lo hice muy bien teniendo en cuenta que todos vosotros lo habéis visto. Me advirtió que intentarían robármelo.

— Solo los rateros lo harían. Por desgracia en los Suburbios abundan, pero a nosotros no nos interesa. Como te dijimos antes, solo ciertas personas pueden usar la materia para producir magia. Si te quitamos tu fragmento para nosotros no tendría más valor que el puramente ornamental y tenemos otras prioridades. — Cloud hizo una pausa para reflexionar y volvió a la carga con más preguntas. — ¿Y esa tal Aerith qué te explicó de la magia blanca?

— No mucho. Sólo cómo usarla.

— Así debes llevar aquí varias semanas…

— ¿Por qué lo dices?

— Porque el uso que haces de la magia es bastante básico y teniendo en cuenta tu capacidad mágica, que es bastante pobre, diría que estás en el nivel de iniciada. Eso se corresponde a un par de meses de entrenamiento y si dices que esta chica no era una soldado seguramente tardaría bastante más en enseñarte lo que sabes. Aunque es de admirar que sin ninguna arma hayas llegado a este nivel de control.

— ¿De qué estás hablando? Aerith me enseñó lo que sé en una tarde. Al día siguiente estuvimos en Midgar auxiliando a los heridos.

— ¿En una tarde? ¡Eso es imposible! — Entonces Cloud se puso ante ella cortándole el paso, la frenó sosteniéndola por los hombros y la miró fijamente a los ojos acortando paulatinamente la distancia entre ellos. El corazón de Kanha se iba a salir de su sitio de los saltos que daba bajo su pecho. ¿Qué quiere ahora de mí? pensaba, pero era incapaz de frenar lo que quisiera que iba a ocurrir. No podía doblegarse ante la fuerza de las manos de Cloud. No quería que dejara de acercarse a ella. Y a pocos centímetros de su cara paró y la miró profundamente. Esos ojos del azul más místico que jamás hubiese visto la penetraban hasta acariciarle el alma. Nadie la había hecho sentir así y se ruborizó al darse cuenta de lo vulnerable que se sentía ante su presencia, de lo hondo que ese desconocido estaba calando en ella. — No puede ser… — Musitó. Y enseguida se apartó de ella liberándola de su hechizo. Kanha se dio cuenta de que había estado conteniendo el aliento y exhaló con fuerza cuando él la soltó. Estaba anonadada. Sin palabras. Cloud llenó el vacío. — Los soldados son expuestos directamente a la energía vital para apoderarse de parte de ella. Muchos aspirantes mueren o quedan totalmente inutilizados, pero los que sobreviven adquieren la habilidad de usar la energía vital en su beneficio. En Shinra nos enseñan a usar la magia negra, magia ofensiva, porque nos programan para atacar y matar si fuese necesario. Además, la magia negra tiene una menor dificultad y es más fácil de dominar. Por eso apenas hay soldados que dominen la magia blanca. Sólo los altos mandos lo hacen y eso es porque su aceptación a la energía vital ha sido mayor y se sincronizan mejor con ella para producir magia más potente. Sin embargo, cualquiera que haya estado expuesto queda marcado de por vida y tú no tienes esa marca. ¿Cómo es posible que puedas dominar la magia blanca en tan poco tiempo si ni siquiera has estado expuesta a la energía vital? ¿Quién eres? — Kanha no daba abasto procesando tanta información y tenía las mismas dudas que él. — ¿Cómo has dicho que se llama tu amiga?

— Aerith.

— Creo que deberíamos ir a buscarla. Tal vez ella tenga más respuestas. Pero primero debemos echar un vistazo a la armería. No está lejos. — A Kanha no se le ocurría nada mejor para recuperar el aliento, así que le siguió.

La tienda parecía de la época medieval. Había armas de todo tipo. Estuvieron un rato allí hasta que finalmente se decidieron por una. Había sostenido espadas, mazas, cetros, látigos, arcos y otros objetos que enseguida descartaron. Al final optaron por unos guantes.

— ¿Ves estas ranuras? — Le explicó Cloud mientras le ayudaba a ponérselos. — Aquí se pueden poner fragmentos de materia como el que llevas en el cuello. Se les llama ranuras y todas las armas las tienen. Si pones fragmentos que contengan magia negra, también podrás usarla. Los guantes harán de catalizadores y aumentarán tu capacidad mágica sin demasiado esfuerzo.

— Entonces, ¿debería poner mi fragmento aquí?

— No. Ese que llevas es especial. Llévalo siempre encima. Ya encontraremos otros o sino ya los compraremos, no te preocupes. Lo importante de momento es que aprendas a usarlos. — Kanha se miró las manos una vez enfundadas en su nueva adquisición.

— Parece mentira que esto sea lo que tú llamas “arma”…

— Pues no es ninguna broma. En manos de una persona que puede usar magia son mucho más peligrosos que una espada bien afilada. — Cloud pagó al tendero y se fueron. — Vayamos a buscar a Aerith.

Por fin había llegado el momento de ir en busca de su amiga. Si las cuentas no le fallaban habían pasado alrededor de veinticuatro horas desde la última vez que la vio. Sólo esperaba encontrarla y que estuviera bien. Caminando hacia lo que ella había bautizado como “la boca del metro” fueron hablando de la magia y de cómo podía usarse. Cloud se sentía visiblemente cómodo con ella y ella se sentía aceptada a pesar de sus excentricidades. Bajaron por el túnel y a medida que se acercaban a la gran puerta Cloud se aseguró de que el velo le cubría no solo el pelo sino que también parte del rostro. Incluso se puso unas gafas para ocultarse, sin embargo, los soldados les impidieron el paso aunque enseguida cambiaron de opinión al reconocer a la chica. Ya la habían visto con la florista y enseguida les dejaron pasar sin preguntar.


Primero fueron a casa de Aerith, pero no estaba, así que decidieron ir a la iglesia. Cuando entraron Kanha se horrorizó al ver que las flores habían sido aplastadas por algunos escombros como resultado de la última explosión. Aerith tampoco estaba allí pero por desgracia no estaban solos.


Cloud