— ¡Vaya!
Parece que eres bastante inexperta, pero nos vendrá bien alguien como tú. —
Kanha aún no había abierto los ojos aunque la chica que había dicho eso parecía
que se había dado cuenta de que había vuelto en sí incluso antes que ella
misma. — No es muy común encontrar gente de los Suburbios que sepa usar magia.
— No soy de
los Suburbios. — Respondió con cierta dificultad a causa de tener la boca
totalmente seca. Entonces intentó abrir los ojos pero se habían acostumbrado a
la oscuridad absoluta por lo que recibir tanta luz le producía dolor físico.
— Pues por
la ropa que llevabas pensé que sí lo eras… Entonces, ¿eres de Midgar? No
importa, la cuestión es que usas magia blanca.
— Tampoco
soy de Midgar. — Dijo Kanha tajantemente haciéndose sombra sobre los ojos con
el antebrazo. Entonces se hizo un silencio incómodo. Poco a poco su vista se
fue acostumbrando a la iluminación y empezó a vislumbrar a la chica en cuestión
que no paraba de dar vueltas por la habitación. Al parecer buscaba lo que fuese
por unos armarios que cubrían casi toda la pared. — No sé de dónde soy, pero no
de aquí. Eso seguro. — Continuó. — Es una larga historia… — Añadió
dándose cuenta de que no tenía ganas de sincerarse con esa desconocida que ni
se giraba para hablar con ella. De nuevo se trataba de una joven que parecía de su
misma edad y que iba vestida de negro, con ropa bastante ceñida aunque tenía
pinta de ser bastante cómoda. De repente, la muchacha se giró hacia ella.
— ¿Sabes
cuánto llevas durmiendo? — Le inquirió la muchacha ignorando sus explicaciones
y cambiando radicalmente de tema. Sin esperar a que respondiera volvió a darse
la vuelta para continuar con lo que se debía estar haciendo. Realmente parecía
muy ocupada.
— ¿Un par
de horas?
— ¡Exacto! Sobre
unas doce horas. — Concluyó irónicamente dándole unos segundos de rigor
para que reaccionara, pero Kanha esperaba una explicación más detallada. — Te
rescatamos de ser aplastada por una de las máquinas de Shinra. Te vimos curar a
los civiles y caer exhausta mientras huíamos. De hecho, fue Cloud el que te vio,
el que nos dio el aviso y el que corrió en tu ayuda. Es nuevo aquí, pero tiene
un gran potencial. — Aseguró dibujando una sonrisa de satisfacción en su rostro
y desviando la mirada a un punto incierto de la habitación.
— Lo
siento, pero no entiendo nada de lo que me dices.
— ¡Vamos!
No te hagas la loca. Te vimos sanar a varias personas. La magia no está al
alcance de todos. Hemos visto tu fragmento de materia, pero con eso no es
suficiente. — Instintivamente Kanha se llevó alarmada la mano al pecho y se
cercioró para su tranquilidad de que el colgante seguía donde debía estar. — Ya
sabes: “la magia reside en nuestro interior, la materia solo la canaliza hacia
el exterior.” — Relató en tono monótono, como si estuviera repitiendo algo que
le habían dicho hasta la saciedad. — Y
no todo el mundo puedo hacerlo.
— ¿De qué
estás hablando? — La joven anfitriona se giró de nuevo hacia ella con un vaso
de agua en las manos que enseguida le ofreció y que ella aceptó sin titubear.
Necesitaba beber algo inmediatamente y después de ver el líquido transparente
ante ella cada vez sentía más urgencia, así que no pudo evitar que el ansia le
pudiera y que el líquido se le derramara por las comisuras de los labios. La
chica esperó pacientemente a que terminara y le cogió el vaso para ofrecérselo
otra vez lleno.
— Mira, no
tengo tiempo para jueguecitos. — Continuó diciendo cansinamente mientras volvía
a sus quehaceres. — Shinra nos está
matando y no sólo a nosotros sino al propio planeta. Está acabando con los
recursos naturales simplemente porque eso les enriquece, pero no piensan en las
consecuencias de lo que hacen.
— ¿Quién es
Shinra? — Soltó Kanha después de dar un trago, esta vez sin la desesperación
del principio. Al oír la pregunta Tifa paró en seco de hacer lo que se supone
que estuviera haciendo y se la quedó mirando fijamente.
— Debes de
ser de muy lejos de aquí si no sabes qué es Shinra… ¿Sabes? Iré a preparar algo
de comer y cuando estemos todos juntos te lo explicaremos mejor. Por cierto, yo
soy Tifa y tu nombre es….
— Me llamo
Kanha.
— De
acuerdo. Vendré a avisarte cuando esté todo listo. El baño está al salir a la
derecha, por si necesitas ir. — A medida que decía las últimas palabras iba
saliendo por la puerta.
Kanha
sintió un gran alivio al sentirse sola. Parecía que ese simple hecho le
aportaba paz y le daba un momento de intimidad que hacía que se sintiese
nostálgica, como si fuesen momentos que echara de menos, como si fuese algo que
hubiera hecho muy a menudo. En realidad estar sola era algo de agradecer porque
no tenía ganas de hablar, no tenía ganas de escudriñar su cerebro en busca de
respuestas que desconocía ni tampoco de dar explicaciones a desconocidos. Bebió
otro trago de agua para refrescarse y el vaso volvió a quedar vacío. No
necesitaba levantarse de la cama para sentirse mareada, así que prefirió
estirar bien el brazo para dejarlo en una mesita que tenía cerca del cabezal y
así evitar caerse y hacerse daño. Tras eso, respiró hondo y se relajó sobre la
cama para hacer balance de su situación, pero tenía demasiadas lagunas como
para estar tranquila del todo. No le gustaba ser una ignorante pero no le
quedaba más remedio, al menos hasta que recuperara su memoria. No tenía a dónde
ir y además se sentía muy perdida, como si hubiese irrumpido en una historia
que no iba con ella, pero que de repente formaba parte de su vida y de la que no
podía escapar.
Harta de
darle vueltas a ideas sin sentido decidió dejar la mente en blanco y observar
lo que la rodeaba. Aquella habitación era bastante agreste. Parecía más una
enfermería de un hospital de campaña que un cuarto en el cual dormir. Había
varias cortinas grises y opacas que separaban la estancia, como si fueran
boxes, y un montón de armarios, tanto a ras de suelo como de pared, con todo
tipo de artilugios y accesorios propios de un botiquín a gran escala que se
podían ver a través de los cristales de las puertas.
— Debo de
estar en el hospital… — Murmuró para sí misma.
— Te
equivocas. — Una voz masculina que salía de entre las cortinas la sobresaltó. —
En los Suburbios no hay hospitales, aunque esto es lo más parecido a uno que podrás
encontrar aquí. — Kanha buscó el origen de la voz. — Tifa cuida de nosotros
después de las misiones. Es una gran persona.
— ¿Quién
eres? — Dijo la chica asustada sin saber exactamente dónde dirigir su pregunta.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que su vestido azul había desaparecido y
de que solo unas sábanas cubrían su cuerpo, así que se apresuró a subírselas
hasta debajo de la barbilla, lo que hizo que sus pies quedaran al descubierto.
— No te
asustes. Yo también me estoy recuperando. La magia es agotadora, pero yo no
llegué hasta el límite. No como tú. — Magia… pensó Kanha — Si quieres seguir ayudando a la gente te
aconsejo que incrementes tu capacidad mágica, sino acabarás desmayándote cuando
menos te lo esperes y seguramente será en el peor momento.
— No
entiendo nada de lo que estás diciendo. — Entonces se apartó una de las
cortinas y Kanha vio a un muchacho no mucho mayor que ella sentado al borde de
otra cama. Se trataba de un joven rubio, de piel blanca y con los ojos de un
azul tan intenso que casi parecían luminiscentes. Le recordaron a los de su
amiga Aerith. — ¡Aerith! — Exclamó recordando en qué circunstancias la había
visto por última vez.
— ¿Aerith?
No, me llamo Cloud y también soy nuevo en AVALANCHA. — Kanha se sintió abrumada
por tantos conceptos nuevos y prefirió apartar todos esos pensamientos curiosos
por su amiga. Lo último que sabía de ella era que había salido corriendo a
proteger a las flores y que justamente había habido una explosión en la zona.
Debía ir a socorrerla cuanto antes. ¿Y si el suelo de Midgar se hubiese
derrumbado sobre los Suburbios? Fue ella quien le había enseñado a usar la
magia blanca, qué menos que usarla para sanarla si fuese el caso. Así que
tomada la decisión, se enrolló en la sábana y se puso en pie, pero en cuanto
apoyó todo el peso fuera de la cama notó cómo las fuerzas la abandonaban y
creyó que iba a caer sin poder hacer nada para evitarlo. No obstante, antes de
llegar a golpearse Cloud ya la estaba sosteniendo en sus brazos.
— ¿Pero
cómo…? — La chica hizo unos cálculos rápidos y le pareció imposible que él
hubiese recorrido toda la habitación en tan poco tiempo. Pero lo que veía desde
aquel ángulo la volvió a distraer. Cloud era el joven que vio antes de
desmayarse y, como la otra vez, se sintió segura en sus brazos. A pesar de su
constitución delgada, no pareció hacer grandes esfuerzos para sostenerla en
brazos ni tampoco para levantarla después y ponerla sobre la cama de nuevo.
— ¡Vaya!
Pensé que te habías vuelto más antisocial, Cloud. — Espetó Tifa desde el umbral
de la puerta. — La comida está lista, claro que si estáis muy ocupados podemos
guardaros vuestra ración hasta que acabéis. — Y se fue sin mediar palabra. Le gusta… pensó Kanha.
— Deberías
comer algo, pero aún no te puedes mover. Es normal, no te preocupes. — Dijo Cloud
amablemente mientras la acababa de acomodar sobre la cama. — Hablaré con Tifa.
Hace demasiados años que nos conocemos. Estas pataletas son habituales en ella.
— Cloud se la quedó mirando por unos instantes y Kanha se empezó a perder en el
azul místicos de aquellos ojos que parecían cada vez más grandes. — Sé que no
eres de por aquí, sé que todo lo que estás viviendo se te está quedando un poco
grande, que necesitas explicaciones y te prometo que te las daré. Sé lo que se
siente cuando no entiendes nada y no es agradable. — ¿Lo sabe? — Yo también he
pasado por algo parecido. De momento, sígueles la corriente. Yo también debo
descansar un poco más, aún no estoy en plena forma, así que ahora me voy pero
volveré enseguida. También te conseguiré algo de ropa, ¿vale? — Kanha no
pasó por alto el comentario que hacía alusión a su desnudez y, roja como un
tomate, comprobó una vez más que la sábana la cubría por completo. Cloud, justo
antes de irse y dejarla sola, le dedicó una media sonrisa que parecía de chico
malo lo cual no ayudó a que su sonrojo bajara de tono.
Una vez
sola de verdad se volvió a relajar en la cama pensando en que ese chico la
había salvado de darse un buen golpe contra el suelo por segunda vez y eso era
algo que le hacía sentir admiración y gratitud hacia él, pero también estaba el
hecho de que sólo una sábana separaba su cuerpo desnudo de las manos de él y
que tan fina tela no le impidió notar el calor que desprendían. Y después
estaban esos ojos, esa mirada. Nunca se había sentido tan vulnerable ante un
hombre. No necesitaba tener recuerdos para saber eso. Sin embargo, no era una
sensación desagradable. Lo que sí que le molestaba era ponerse tan roja cada
vez que pensaba en ello, por mucho que se alegrara su corazón de haberlo
conocido.
Cuando por
fin Kanha consiguió apartar de su pensamiento lo que el chico le había hecho
sentir se volvió a centrar en su amiga. Tifa había dicho que habían pasado unas
doce horas. Tenía que irse y comprobar que Aerith estaba bien, pero físicamente
le era imposible. Debía recuperarse primero sino no llegaría muy lejos. Además,
estaba Cloud que había despertado su curiosidad y también estaba el hecho de
que parecía tener las respuestas que estaba buscando. Si sabía tantas cosas
debía quedarse con él para aclarar sus dudas e intentar recuperar su memoria, por
lo que de alguna manera se sentía anclada a aquel lugar.
Con tanto
ajetreo mental se volvió a quedar dormida sin darse cuenta. Cuando el olor de
la comida la despertó los rayos de sol entraban directamente por las ventanas,
cosa que antes no hacían, y dos niños estaban ordenando los armarios de la
habitación en ese momento.
— Mira, se
ha despertado. — Le dijo el uno al otro.
— Hola, soy
Mark y este es Lars. Yo soy el hermano de Tifa.
— Hola. — Saludó
el otro muchacho.
— ¿Dónde
está Cloud? — Preguntó sin rodeos. Esperaba encontrarle a él por lo que
simplemente quería saber por qué no estaba allí con ella, tal y como le dijo.
— Se ha ido
a una misión. — Contestó Mark.
— Pero si aún
se estaba recuperando…
— Sí,
bueno. Es un chico obstinado y cuando supo que Tifa también iba no quiso
quedarse.
— Pero Tifa
no va a las misiones, ¿no? — Al menos eso le pareció entender…
—
Normalmente no, pero hay demasiados soldados vigilando y esta vez han decidido
ir todos. No pueden fallar.
— ¿Y a
dónde han ido?
— A
destruir otro reactor Mako. — Un escalofrío recorrió el cuerpo de la joven. ¡Son los terroristas!
— ¿Para
quién trabaja Tifa? — Preguntó Kanha intentando que no se le notara el miedo en
la voz.
— Para
nadie. Ella y Barret fundaron AVALANCHA. — Siguió contestando Mark.
— ¿AVALANCHA?
— Sí. Su
objetivo es la destrucción de Shinra para evitar el apocalipsis.
— Shinra… —
No era la primera vez que oía ese nombre, por lo que creyó que ya era el
momento de abandonar la ignorancia absoluta a la que estaba sometida y aquella
parecía una buena ocasión para preguntar.
— Sí, es la
empresa energética de Midgar. Extrae la energía vital del planeta para usarla,
ya sea tanto para fines militares como para dar servicio a las familias
residentes en la ciudad.
— ¿Y eso no
se puede denunciar a las autoridades?
—
¿Autoridades? ¿Qué es eso? — Inquirió Lars, que había permanecido en silencio
ante la vehemencia de Mark.
— ¿No lo
entiendes? — Respondió el hermano de Tifa. — Shinra controla toda la zona. Es la única
empresa que gestiona la energía. El gobierno existe por democracia pero no
tiene ningún poder. Aquí se hace lo que Shinra dice. Tienen el control
económico y militar de toda la ciudad y de buena parte de las poblaciones
colindantes. La única manera de recuperar todo lo que nos ha arrebatado es
destruyéndola y AVALANCHA se fundó con ese propósito.
— De
momento no somos muchos, pero poco a poco la gente va entendiendo los motivos
de nuestras acciones y cada vez son más los que se quieren unir a nosotros. —
Añadió Lars.
— Sí, pero
tememos que haya soldados infiltrados y somos bastante estrictos con las
personas que quieren alistarse en nuestras filas. — Concluyó Mark.
— Hablas
como si AVALANCHA fuese un ejército. — Soltó tímidamente la joven.
En ese
momento un hombre adulto de tez negra entró en la enfermería. Era tan
corpulento que tuvo que maniobrar para caber por el marco de la puerta.
— AVALANCHA
empezó como una organización rebelde que simplemente hacía propaganda contra Shinra.
— Aclaró secamente con una voz grave y profunda. — En aquel entonces solo
quería concienciar a la población del lado oscuro que representaba el uso
indiscriminado de la energía vital. Pero con el paso del tiempo nos dimos
cuenta de que alguien debía tomar cartas en el asunto, de que no bastaba con la
propaganda para detener el horror, así que AVALANCHA empezó a moverse.
— ¡Hola Barret!
— Dijo Lars alegremente al tiempo que se tiraba a sus brazos y el gigantón le
correspondió con una dulzura que no concordaba con su duro aspecto.
— ¿Ya
habéis vuelto de la misión? — Preguntó Mark.
— Sí, pero
no la hemos llevado a cabo. Shinra ha reforzado la vigilancia en los reactores
restantes y hemos decidido retirarnos antes de meternos en una batalla que
sabíamos que íbamos a perder. Así que hemos vuelto con las manos vacías,
muchacho.
— No
importa. Voy a ver a mi hermana.
Kanha
volvía a cubrirse con la sábana todo lo que podía mientras Barret la miraba con
una expresión feroz y cuando parecía que alguno de los dos iba a decir algo Tifa
apareció por la puerta aportando aire fresco a una situación insólitamente
tensa, así que el fortachón decidió irse con el pequeño Lars que seguía en sus
brazos.
— Te traigo
algo de ropa. Aquí somos todos como de la familia, pero supongo que para ti
será un poco violento estar desnuda ante tantos desconocidos. Te advierto que
no tengo vestidos, así que te tendrás que conformar con esto. — Dijo mientras
extendía sobre los pies de la cama las prendas que llevaba entre los brazos. Se
trataba de un pantalón corto tejano con tirantes a juego y una camiseta blanca ajustada.
No era su estilo, pero aún menos lo era el vestido azul que le había dado Aerith
y mucho menos la túnica celeste que llevaba cuando se despertó en los
Suburbios, que parecía más un saco de patatas que una prenda de vestir.
Tifa se
puso en el marco de la puerta para vigilar que nadie entraba en la enfermería
mientras ella se ponía la ropa. Al principio le parecía que no era de su talla,
pero una vez ajustados los tirantes le iba todo como un guante. Cuando ya
estuvo visible, Tifa abandonó su posición y sacó de detrás de una cortina una
mesa y unas sillas plegables que en un santiamén hubo montado en el centro de
la sala.
— Voy a por
algo de comer. Tienes que estar famélica…
— ¿Ha habido
algún herido en la misión? — Kanha solo podía pensar en Cloud, aunque no se
atrevía a decirlo abiertamente y menos a Tifa. En esos instantes él era más
importante que comer.
— Te
mentiría si te dijera que no. Ahora subirán. No están graves y podían esperarse
a que te vistieras. Enseguida vuelvo.
Kanha se
sentía un poco mareada aún, pero supuso que era por el tiempo que llevaba sin
comer. Se calzó las botas marrones que Aerith le había dado y se sentó con
cierta torpeza en la silla que tenía más cerca. Enseguida aparecieron dos
chicos que aún no conocía y que parecían un par de años más jóvenes que ella. Cloud
entró tras ellos y ella sintió un gran alivio al ver que no tenía nada grave.
Sin embargo, parecía más magullado que los otros dos.
— ¿Estás
bien? — Dijo la joven sin poder disimular su preocupación. Instintivamente hizo
el gesto de levantarse pero él le indicó con la mano que no se moviera.
— Sí. No es
tanto como parece. Nada que un poco de comida y unas horas de sueño no puedan
curar. — Dijo en tono tranquilizador.
— Acércate.
— Sentía que debía sanarlo.
— ¡No! Aún
te estás recuperando. — Cloud enseguida la vio venir.
— Acércate.
Quiero probar una cosa. — Insistió. Y el chico acabó por acceder soltando un
sonoro suspiro, así que se sentó cansinamente en otra silla frente a ella.
Enseguida Kanha
le cogió el rostro entre sus manos y concentró su energía mágica en él: primero
cerrando los párpados intentando concentrarse y después abriéndolos para
centrarse en su objetivo. Y vio cómo Cloud la miraba intensamente, con esos
ojos azules que desprendían una especie de magia que le hacían perder el norte.
Instantes después no sabía quién hechizaba a quién. Aquellos iris luminiscentes
parecían más grandes de lo normal y su mirada de tonalidades insólitas hizo que
acabara literalmente por perder el mundo de vista. Y el caso es que teniéndolo
tan cerca pudo ver más. Vio a un chiquillo asustado con grandes deseos de
autosuperación. Un niño que decidió abandonar su hogar para perseguir sus
sueños, para encontrar su lugar en el mundo. Alguien que se llevó una gran
decepción al darse cuenta de la farsa que representaba el mundo que había
conocido hasta el momento y que decidió rebelarse para evitar que otras
personas pasaran por lo mismo que él. Cloud
es un rebelde se dijo para sí misma.
— Así es. —
Contestó el muchacho como si hubiese hecho el comentario en voz alta. Entonces
la magia se rompió y Kanha empezó a ver las imágenes difuminadas entre sí pasando
sobre ella a toda velocidad como si hiciese marcha atrás en un túnel y
finalmente volvió al mundo real. Seguía sentada ante Cloud, sosteniéndole el
rostro con ambas manos y él continuaba mirándola fijamente con esos ojos
penetrantes tan únicos. En cuanto volvió en sí, él la cogió de las manos y se
las apartó suavemente. — Gracias. Ahora me siento mucho mejor.
Tifa |
No hay comentarios:
Publicar un comentario