Kanha se
sintió muy rara. Había sanado a otras personas con anterioridad pero nunca se
sintió como si entrara en sus cerebros, como si pudiese ver más allá de lo que era
evidente a simple vista. ¿Por qué con él era todo distinto? ¿Y cómo había oído
lo que ella pensaba? Aunque enseguida descartó la idea porque creyó que era algo
imposible.
— ¡Vaya!
¿Así que eso es magia blanca? — Dijo asombrado uno de los chicos que habían
entrado antes que él interrumpiendo el flujo de sus pensamientos.
— Sí, Bob.
— Tifa entraba en la habitación con energías renovadas y dispuesta a
poner cada cosa en su sitio. — Pero no te hagas ilusiones porque Kanha
aún tiene que comer algo y no debería estar sanando a nadie. Así que tú te
tumbas aquí y tú en aquella camilla, que enseguida os hago las curas. Y tú… —
Se quedó mirando a Cloud que seguía sentado junto a Kanha. — Como ya estás
curado deberías bajar abajo con los demás.
— Yo
también. — Interrumpió la joven. — Estoy bien, de verdad. Quiero recuperarme lo
antes posible y creo que si me quedo aquí me costará mucho más. — No quería
volver a separarse de Cloud. Cada vez sentía más curiosidad por él. Parecía
tener las respuestas que estaba buscando y tal vez incluso algo más…
— De
acuerdo. — Aceptó Tifa. — Pues vosotros dos salid que voy a curar a estos
enclenques. — Kanha esperaba que Cloud fuese caballeroso con ella, pero se
encontró con un chico que le dio la espalda y que bajó las escaleras sin
esperarla y sin decir ni una sola palabra. Así que se levantó con cierta
dificultad y, sin dejar de buscar apoyo en la pared por si le volvían a fallar
las piernas, salió de la enfermería.
Cuando
llegó a las escaleras se asustó. Como la mayoría de los edificios de los
Suburbios, aquel sitio estaba medio en ruinas y algunos de los peldaños tenían
tales grietas que los deformaban haciendo difícil transitar por ellos, así que
tuvo que respirar hondo para armarse de valor y bajar si caerse. Cuando por fin
llegó abajo vio a Barret que le dedicó otra de sus miradas asesinas justo antes
de entrar en una de las estancias. En ese momento se dio cuenta de que no había
puertas en ninguna parte, salvo en la entrada, por lo que no le fue difícil
encontrar dónde estaba Cloud. No era una sala muy grande y una mesa
prácticamente la ocupaba toda. También había una olla con un cucharón que
contenía una especie de estofado y al lado había una serie de platos, vasos y
cubiertos apilados para que cada uno se sirviera. Cloud y Barret ya lo estaban haciendo.
La verdad es que no le apetecía demasiado sentarse a comer con los dos, pero
tenía demasiada hambre como para volverse remilgada de repente, así que escogió
un sitio en la mesa y se sirvió un plato de comida. Nadie cruzó ni media
palabra hasta que Tifa apareció por el umbral de la puerta.
— Bueno. La
misión de hoy ha sido un fracaso total y tú eres un inconsciente. — Espetó con
un dedo acusativo que dirigió a Cloud. — Tu temeridad puso en peligro, no solo
la misión, sino también a dos de los nuestros. Sabes que hubiésemos salido
todos indemnes si no te hubieses saltado las normas para hacerte el héroe.
— No me
hago el héroe. No puedo evitar seguir siendo un soldado y estoy dispuesto a
sacrificarme por la misión si eso es necesario. — Contestó molesto el acusado.
— Pero es
que nosotros no somos del ejército de Shinra, sino que precisamente queremos
destruirlo. Así que deja de actuar como uno de ellos y empieza a actuar como
uno de nosotros. Piensa que pones en peligro la vida de gente inocente.
— ¿Eres un
soldado? — Kanha no pudo contener por más tiempo su curiosidad. Las preguntas
se agolpaban en su cabeza.
— Sí. Por
eso le hemos contratado, porque conoce Shinra desde dentro y nos proporciona
información que es imposible de conseguir si no es que te infiltras en sus
filas. — Entonces Tifa cambió su foco de atención y se giró hacia ella. — Mira,
te voy a ser muy sincera: necesitamos tu ayuda.
— ¿Mi
ayuda? — Cada vez estaba más descolocada.
— Barret y
yo no sabemos hacer magia, pero la tecnología de Shinra nos permite manejar
armas muy potentes. Bob y Gio son muy jóvenes aunque aprenden rápido. Se
apuntan a todo pero nosotros solo les dejamos venir si creemos que no correrán
ningún peligro. Mark y Lars todavía son unos críos por lo que les hacemos creer
que deben cuidar de la base mientras nosotros no estamos. Contratamos a Cloud
porque sabíamos que quería abandonar Shinra y necesitábamos un soldado como él,
alguien que conociese la empresa, sus instalaciones y que además supiese luchar
y usar magia.
— ¿Sabes
usar magia? — Era obvio que sí, pero la pregunta salió sola.
— Todos los
soldados sabemos usar magia. — Contestó él secamente.
— Pero no
todo el mundo puede, ¿verdad? — Insistió Kanha en base a lo que había aprendido
recientemente.
— Vaya,
debiste darte un golpe muy fuerte en la cabeza… — Reflexionó Tifa. — No todo el
mundo puede hacer magia, pero en el caso de los soldados de Shinra sí y sin
excepciones. Todos ellos pasan por un proceso inhumano cuando se alistan: son
expuestos directamente a la energía vital, la que succionan de las entrañas del
planeta con el uso de los reactores, y los que sobreviven a eso son los que
pasan a ser soldados. Esa exposición les da la habilidad de usar magia por lo
que después de eso tienen que someterse a un entrenamiento muy estricto que les
enseña a usarla en todas sus variantes ofensivas.
— Sin
embargo, ningún soldado raso sabe usar la magia blanca. — Añadió Cloud. — Por lo que encontrar a alguien como tú en el
campo de batalla es como encontrar un trébol de cuatro hojas en un prado verde.
— Por eso
te trajimos aquí. Por eso te necesitamos. — Continuó Tifa. — Con la magia negra
de Cloud y tu magia blanca seremos mucho más poderosos. Cada vez tenemos más
personas interesadas en formar parte de AVALANCHA y la destrucción de dos de
los reactores nos ha hecho bastante populares, tanto para bien como para mal.
Nos buscan. Saben que estamos en los Suburbios, pero si no conocen el lugar es
muy poco probable que nos encuentren porque este sitio es enorme y bastante caótico.
Pero, al fin y al cabo, es su propia creación. A nadie de los suburbios le
gusta vivir así.
— Pero yo
soy débil… — Se lamentó la joven en un intento de hacerles ver que no era el
tipo de persona que buscaban, que acabaría por decepcionarles.
— Por eso
hemos decidido entrenarte. — Concluyó Tifa. En ese momento Barret se levantó
sin mediar palabra y se llevó su plato consigo. Sólo Kanha le prestó atención, pero
no le dio más importancia porque se dio cuenta de que todas las miradas estaban
puestas en ella.
— Como ya
te dije, debes ampliar tu capacidad mágica y para ello debes entrenar cuerpo y
mente. — Continuó Cloud. — Empezaremos hoy mismo. Iremos a Midgar porque lo
primero que debemos hacer es buscar un arma que puedas usar.
— ¿Un arma?
— Sí. Tu
fragmento de materia potencia tu fuerza mágica, pero un arma te ayudará a
canalizarla y a usarla de manera mucho más efectiva. Así que cuando te sientas
preparada iremos a la superficie a buscar algo adecuado para ti.
— Pero yo
todavía no he dicho que quisiera ayudaros.
— ¿Nos
estás diciendo que estás del lado de Shinra? — Inquirió Tifa incrédula y un
tanto molesta.
— No…
— ¿Nos
estás diciendo que no te importa que Shinra destruya todos los recursos
naturales para su propio beneficio, que no te importa que el apocalipsis acabe
con la vida del planeta?
— Es que no
le veo el sentido: si Shinra acaba con el planeta ¿qué pasará? También sería el
fin para ellos. No tiene sentido. Creo que estáis equivocados.
— Shinra es
una empresa, pero lo podríamos reducir todo a su principal dirigente. — Aclaró Cloud.
— Rufus es un joven avaro que ya tiene un plan b. Hace años que está
invirtiendo en proyectos espaciales y esos fondos los consigue con su monopolio
energético. Tiene pensado irse de aquí cuando ya no quede nada de lo que
aprovecharse. Es un rumor entre soldados que no me parece nada descabellado,
pero al que la mayoría hace mofa porque parece demasiado retorcido. Yo,
personalmente, he visto a Rufus en persona un par de veces y te aseguro que
tiene un ego tan grande que dudo que quepan los dos juntos en una nave
espacial. Realmente le creo posible de tal aberración.
— ¿Y te
irás tan tranquila después de oír todo esto? — Insistió Tifa. — Por muy
extranjera que seas vimos como salvabas inocentes desinteresadamente, así que
entendemos que la vida de las personas te importa. Creímos que encajarías en AVALANCHA
por tu actitud y por tus habilidades. ¿Aún te quieres ir? — Kanha se quedó en
silencio y Cloud intentó darle una vía de escape.
— Vayamos a
la ciudad. Tal vez pasear te aclare un poco las ideas y si te apetece
compraremos esa arma que necesitas. — La joven asintió y Tifa pareció
satisfecha.
Sin perder
más tiempo, cogieron lo necesario y abandonaron los Suburbios. El joven soldado
tuvo que cubrirse la cabeza con una especie de velo para ir a Midgar porque su
pelo rubio le delataba ya que no era un color habitual en la zona y los
soldados buscaban a alguien con su descripción.
— Así que
no sabes de dónde eres. ¿Amnesia? — Preguntó para iniciar una conversación,
intentando parecer despreocupado.
— Puede. Me
desperté en los Suburbios hace unos días y me acogió en su casa una chica.
Gracias a ella sigo viva. Los Suburbios no parecen seguros de noche.
— Si no
sabes luchar no.
— Ella me
habló de AVALANCHA, pero os describió como algo muy negativo, como un grupo
terrorista.
— Vaya… Nunca
nos lo habíamos planteado así, pero ahora que lo dices puede que sí que
infundamos terror. Al fin y al cabo las explosiones inesperadas siempre
asustan. Nunca pensamos que hubiese gente en los Suburbios que nos temiera.
— Pues así
es y Aerith es una buena persona. Ella fue quien me enseñó a hacer magia.
— ¿También
tenía un fragmento de materia?
— Supongo…
aunque nunca se lo vi. Ella me recomendó que lo ocultara, pero veo que no lo
hice muy bien teniendo en cuenta que todos vosotros lo habéis visto. Me
advirtió que intentarían robármelo.
— Solo los
rateros lo harían. Por desgracia en los Suburbios abundan, pero a nosotros no
nos interesa. Como te dijimos antes, solo ciertas personas pueden usar la
materia para producir magia. Si te quitamos tu fragmento para nosotros no
tendría más valor que el puramente ornamental y tenemos otras prioridades. — Cloud
hizo una pausa para reflexionar y volvió a la carga con más preguntas. — ¿Y esa
tal Aerith qué te explicó de la magia blanca?
— No mucho.
Sólo cómo usarla.
— Así debes
llevar aquí varias semanas…
— ¿Por qué
lo dices?
— Porque el
uso que haces de la magia es bastante básico y teniendo en cuenta tu capacidad
mágica, que es bastante pobre, diría que estás en el nivel de iniciada. Eso se
corresponde a un par de meses de entrenamiento y si dices que esta chica no era
una soldado seguramente tardaría bastante más en enseñarte lo que sabes. Aunque
es de admirar que sin ninguna arma hayas llegado a este nivel de control.
— ¿De qué estás
hablando? Aerith me enseñó lo que sé en una tarde. Al día siguiente estuvimos
en Midgar auxiliando a los heridos.
— ¿En una
tarde? ¡Eso es imposible! — Entonces Cloud se puso ante ella cortándole el
paso, la frenó sosteniéndola por los hombros y la miró fijamente a los ojos
acortando paulatinamente la distancia entre ellos. El corazón de Kanha se iba a
salir de su sitio de los saltos que daba bajo su pecho. ¿Qué quiere ahora de mí? pensaba, pero era incapaz de frenar lo que
quisiera que iba a ocurrir. No podía doblegarse ante la fuerza de las manos de Cloud.
No quería que dejara de acercarse a ella. Y a pocos centímetros de su cara paró
y la miró profundamente. Esos ojos del azul más místico que jamás hubiese visto
la penetraban hasta acariciarle el alma. Nadie la había hecho sentir así y se
ruborizó al darse cuenta de lo vulnerable que se sentía ante su presencia, de
lo hondo que ese desconocido estaba calando en ella. — No puede ser… — Musitó. Y
enseguida se apartó de ella liberándola de su hechizo. Kanha se dio cuenta de
que había estado conteniendo el aliento y exhaló con fuerza cuando él la soltó.
Estaba anonadada. Sin palabras. Cloud llenó el vacío. — Los soldados son
expuestos directamente a la energía vital para apoderarse de parte de ella.
Muchos aspirantes mueren o quedan totalmente inutilizados, pero los que
sobreviven adquieren la habilidad de usar la energía vital en su beneficio. En Shinra
nos enseñan a usar la magia negra, magia ofensiva, porque nos programan para
atacar y matar si fuese necesario. Además, la magia negra tiene una menor
dificultad y es más fácil de dominar. Por eso apenas hay soldados que dominen
la magia blanca. Sólo los altos mandos lo hacen y eso es porque su aceptación a
la energía vital ha sido mayor y se sincronizan mejor con ella para producir
magia más potente. Sin embargo, cualquiera que haya estado expuesto queda
marcado de por vida y tú no tienes esa marca. ¿Cómo es posible que puedas
dominar la magia blanca en tan poco tiempo si ni siquiera has estado expuesta a
la energía vital? ¿Quién eres? — Kanha no daba abasto procesando tanta
información y tenía las mismas dudas que él. — ¿Cómo has dicho que se llama tu
amiga?
— Aerith.
— Creo que
deberíamos ir a buscarla. Tal vez ella tenga más respuestas. Pero primero
debemos echar un vistazo a la armería. No está lejos. — A Kanha no
se le ocurría nada mejor para recuperar el aliento, así que le siguió.
La tienda
parecía de la época medieval. Había armas de todo tipo. Estuvieron un rato allí
hasta que finalmente se decidieron por una. Había sostenido espadas, mazas,
cetros, látigos, arcos y otros objetos que enseguida descartaron. Al final optaron
por unos guantes.
— ¿Ves
estas ranuras? — Le explicó Cloud mientras le ayudaba a ponérselos. — Aquí se pueden
poner fragmentos de materia como el que llevas en el cuello. Se les llama
ranuras y todas las armas las tienen. Si pones fragmentos que contengan magia
negra, también podrás usarla. Los guantes harán de catalizadores y aumentarán
tu capacidad mágica sin demasiado esfuerzo.
— Entonces,
¿debería poner mi fragmento aquí?
— No. Ese
que llevas es especial. Llévalo siempre encima. Ya encontraremos otros o sino ya
los compraremos, no te preocupes. Lo importante de momento es que aprendas a
usarlos. — Kanha se miró las manos una vez enfundadas en su nueva adquisición.
— Parece
mentira que esto sea lo que tú llamas “arma”…
— Pues no
es ninguna broma. En manos de una persona que puede usar magia son mucho más
peligrosos que una espada bien afilada. — Cloud pagó al tendero y se fueron. —
Vayamos a buscar a Aerith.
Por fin
había llegado el momento de ir en busca de su amiga. Si las cuentas no le
fallaban habían pasado alrededor de veinticuatro horas desde la última vez que
la vio. Sólo esperaba encontrarla y que estuviera bien. Caminando hacia lo que
ella había bautizado como “la boca del metro” fueron hablando de la magia y de
cómo podía usarse. Cloud se sentía visiblemente cómodo con ella y ella se
sentía aceptada a pesar de sus excentricidades. Bajaron por el túnel y a medida
que se acercaban a la gran puerta Cloud se aseguró de que el velo le cubría no
solo el pelo sino que también parte del rostro. Incluso se puso unas gafas para
ocultarse, sin embargo, los soldados les impidieron el paso aunque enseguida cambiaron
de opinión al reconocer a la chica. Ya la habían visto con la florista y
enseguida les dejaron pasar sin preguntar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario