lunes, 22 de agosto de 2016

Capítulo 4. Mako eyes.

Kanha se sintió muy rara. Había sanado a otras personas con anterioridad pero nunca se sintió como si entrara en sus cerebros, como si pudiese ver más allá de lo que era evidente a simple vista. ¿Por qué con él era todo distinto? ¿Y cómo había oído lo que ella pensaba? Aunque enseguida descartó la idea porque creyó que era algo imposible.

— ¡Vaya! ¿Así que eso es magia blanca? — Dijo asombrado uno de los chicos que habían entrado antes que él interrumpiendo el flujo de sus pensamientos.

— Sí, Bob. — Tifa entraba en la habitación con energías renovadas y dispuesta a poner cada cosa en su sitio. Pero no te hagas ilusiones porque Kanha aún tiene que comer algo y no debería estar sanando a nadie. Así que tú te tumbas aquí y tú en aquella camilla, que enseguida os hago las curas. Y tú… — Se quedó mirando a Cloud que seguía sentado junto a Kanha. — Como ya estás curado deberías bajar abajo con los demás.

— Yo también. — Interrumpió la joven. — Estoy bien, de verdad. Quiero recuperarme lo antes posible y creo que si me quedo aquí me costará mucho más. — No quería volver a separarse de Cloud. Cada vez sentía más curiosidad por él. Parecía tener las respuestas que estaba buscando y tal vez incluso algo más…

— De acuerdo. — Aceptó Tifa. — Pues vosotros dos salid que voy a curar a estos enclenques. — Kanha esperaba que Cloud fuese caballeroso con ella, pero se encontró con un chico que le dio la espalda y que bajó las escaleras sin esperarla y sin decir ni una sola palabra. Así que se levantó con cierta dificultad y, sin dejar de buscar apoyo en la pared por si le volvían a fallar las piernas, salió de la enfermería.

Cuando llegó a las escaleras se asustó. Como la mayoría de los edificios de los Suburbios, aquel sitio estaba medio en ruinas y algunos de los peldaños tenían tales grietas que los deformaban haciendo difícil transitar por ellos, así que tuvo que respirar hondo para armarse de valor y bajar si caerse. Cuando por fin llegó abajo vio a Barret que le dedicó otra de sus miradas asesinas justo antes de entrar en una de las estancias. En ese momento se dio cuenta de que no había puertas en ninguna parte, salvo en la entrada, por lo que no le fue difícil encontrar dónde estaba Cloud. No era una sala muy grande y una mesa prácticamente la ocupaba toda. También había una olla con un cucharón que contenía una especie de estofado y al lado había una serie de platos, vasos y cubiertos apilados para que cada uno se sirviera. Cloud y Barret ya lo estaban haciendo. La verdad es que no le apetecía demasiado sentarse a comer con los dos, pero tenía demasiada hambre como para volverse remilgada de repente, así que escogió un sitio en la mesa y se sirvió un plato de comida. Nadie cruzó ni media palabra hasta que Tifa apareció por el umbral de la puerta.

— Bueno. La misión de hoy ha sido un fracaso total y tú eres un inconsciente. — Espetó con un dedo acusativo que dirigió a Cloud. — Tu temeridad puso en peligro, no solo la misión, sino también a dos de los nuestros. Sabes que hubiésemos salido todos indemnes si no te hubieses saltado las normas para hacerte el héroe.

— No me hago el héroe. No puedo evitar seguir siendo un soldado y estoy dispuesto a sacrificarme por la misión si eso es necesario. — Contestó molesto el acusado.

— Pero es que nosotros no somos del ejército de Shinra, sino que precisamente queremos destruirlo. Así que deja de actuar como uno de ellos y empieza a actuar como uno de nosotros. Piensa que pones en peligro la vida de gente inocente.

— ¿Eres un soldado? — Kanha no pudo contener por más tiempo su curiosidad. Las preguntas se agolpaban en su cabeza.

— Sí. Por eso le hemos contratado, porque conoce Shinra desde dentro y nos proporciona información que es imposible de conseguir si no es que te infiltras en sus filas. — Entonces Tifa cambió su foco de atención y se giró hacia ella. — Mira, te voy a ser muy sincera: necesitamos tu ayuda.

— ¿Mi ayuda? — Cada vez estaba más descolocada.

— Barret y yo no sabemos hacer magia, pero la tecnología de Shinra nos permite manejar armas muy potentes. Bob y Gio son muy jóvenes aunque aprenden rápido. Se apuntan a todo pero nosotros solo les dejamos venir si creemos que no correrán ningún peligro. Mark y Lars todavía son unos críos por lo que les hacemos creer que deben cuidar de la base mientras nosotros no estamos. Contratamos a Cloud porque sabíamos que quería abandonar Shinra y necesitábamos un soldado como él, alguien que conociese la empresa, sus instalaciones y que además supiese luchar y usar magia.

— ¿Sabes usar magia? — Era obvio que sí, pero la pregunta salió sola.

— Todos los soldados sabemos usar magia. — Contestó él secamente.

— Pero no todo el mundo puede, ¿verdad? — Insistió Kanha en base a lo que había aprendido recientemente.

— Vaya, debiste darte un golpe muy fuerte en la cabeza… — Reflexionó Tifa. — No todo el mundo puede hacer magia, pero en el caso de los soldados de Shinra sí y sin excepciones. Todos ellos pasan por un proceso inhumano cuando se alistan: son expuestos directamente a la energía vital, la que succionan de las entrañas del planeta con el uso de los reactores, y los que sobreviven a eso son los que pasan a ser soldados. Esa exposición les da la habilidad de usar magia por lo que después de eso tienen que someterse a un entrenamiento muy estricto que les enseña a usarla en todas sus variantes ofensivas.

— Sin embargo, ningún soldado raso sabe usar la magia blanca. — Añadió Cloud. —  Por lo que encontrar a alguien como tú en el campo de batalla es como encontrar un trébol de cuatro hojas en un prado verde.

— Por eso te trajimos aquí. Por eso te necesitamos. — Continuó Tifa. — Con la magia negra de Cloud y tu magia blanca seremos mucho más poderosos. Cada vez tenemos más personas interesadas en formar parte de AVALANCHA y la destrucción de dos de los reactores nos ha hecho bastante populares, tanto para bien como para mal. Nos buscan. Saben que estamos en los Suburbios, pero si no conocen el lugar es muy poco probable que nos encuentren porque este sitio es enorme y bastante caótico. Pero, al fin y al cabo, es su propia creación. A nadie de los suburbios le gusta vivir así.

— Pero yo soy débil… — Se lamentó la joven en un intento de hacerles ver que no era el tipo de persona que buscaban, que acabaría por decepcionarles.

— Por eso hemos decidido entrenarte. — Concluyó Tifa. En ese momento Barret se levantó sin mediar palabra y se llevó su plato consigo. Sólo Kanha le prestó atención, pero no le dio más importancia porque se dio cuenta de que todas las miradas estaban puestas en ella.

— Como ya te dije, debes ampliar tu capacidad mágica y para ello debes entrenar cuerpo y mente. — Continuó Cloud. — Empezaremos hoy mismo. Iremos a Midgar porque lo primero que debemos hacer es buscar un arma que puedas usar.

— ¿Un arma?

— Sí. Tu fragmento de materia potencia tu fuerza mágica, pero un arma te ayudará a canalizarla y a usarla de manera mucho más efectiva. Así que cuando te sientas preparada iremos a la superficie a buscar algo adecuado para ti.

— Pero yo todavía no he dicho que quisiera ayudaros.

— ¿Nos estás diciendo que estás del lado de Shinra? — Inquirió Tifa incrédula y un tanto molesta.

— No…

— ¿Nos estás diciendo que no te importa que Shinra destruya todos los recursos naturales para su propio beneficio, que no te importa que el apocalipsis acabe con la vida del planeta?

— Es que no le veo el sentido: si Shinra acaba con el planeta ¿qué pasará? También sería el fin para ellos. No tiene sentido. Creo que estáis equivocados.

— Shinra es una empresa, pero lo podríamos reducir todo a su principal dirigente. — Aclaró Cloud. — Rufus es un joven avaro que ya tiene un plan b. Hace años que está invirtiendo en proyectos espaciales y esos fondos los consigue con su monopolio energético. Tiene pensado irse de aquí cuando ya no quede nada de lo que aprovecharse. Es un rumor entre soldados que no me parece nada descabellado, pero al que la mayoría hace mofa porque parece demasiado retorcido. Yo, personalmente, he visto a Rufus en persona un par de veces y te aseguro que tiene un ego tan grande que dudo que quepan los dos juntos en una nave espacial. Realmente le creo posible de tal aberración.

— ¿Y te irás tan tranquila después de oír todo esto? — Insistió Tifa. — Por muy extranjera que seas vimos como salvabas inocentes desinteresadamente, así que entendemos que la vida de las personas te importa. Creímos que encajarías en AVALANCHA por tu actitud y por tus habilidades. ¿Aún te quieres ir? — Kanha se quedó en silencio y Cloud intentó darle una vía de escape.

— Vayamos a la ciudad. Tal vez pasear te aclare un poco las ideas y si te apetece compraremos esa arma que necesitas. — La joven asintió y Tifa pareció satisfecha.

Sin perder más tiempo, cogieron lo necesario y abandonaron los Suburbios. El joven soldado tuvo que cubrirse la cabeza con una especie de velo para ir a Midgar porque su pelo rubio le delataba ya que no era un color habitual en la zona y los soldados buscaban a alguien con su descripción.

— Así que no sabes de dónde eres. ¿Amnesia? — Preguntó para iniciar una conversación, intentando parecer despreocupado.

— Puede. Me desperté en los Suburbios hace unos días y me acogió en su casa una chica. Gracias a ella sigo viva. Los Suburbios no parecen seguros de noche.

— Si no sabes luchar no.

— Ella me habló de AVALANCHA, pero os describió como algo muy negativo, como un grupo terrorista.

— Vaya… Nunca nos lo habíamos planteado así, pero ahora que lo dices puede que sí que infundamos terror. Al fin y al cabo las explosiones inesperadas siempre asustan. Nunca pensamos que hubiese gente en los Suburbios que nos temiera.

— Pues así es y Aerith es una buena persona. Ella fue quien me enseñó a hacer magia.

— ¿También tenía un fragmento de materia?

— Supongo… aunque nunca se lo vi. Ella me recomendó que lo ocultara, pero veo que no lo hice muy bien teniendo en cuenta que todos vosotros lo habéis visto. Me advirtió que intentarían robármelo.

— Solo los rateros lo harían. Por desgracia en los Suburbios abundan, pero a nosotros no nos interesa. Como te dijimos antes, solo ciertas personas pueden usar la materia para producir magia. Si te quitamos tu fragmento para nosotros no tendría más valor que el puramente ornamental y tenemos otras prioridades. — Cloud hizo una pausa para reflexionar y volvió a la carga con más preguntas. — ¿Y esa tal Aerith qué te explicó de la magia blanca?

— No mucho. Sólo cómo usarla.

— Así debes llevar aquí varias semanas…

— ¿Por qué lo dices?

— Porque el uso que haces de la magia es bastante básico y teniendo en cuenta tu capacidad mágica, que es bastante pobre, diría que estás en el nivel de iniciada. Eso se corresponde a un par de meses de entrenamiento y si dices que esta chica no era una soldado seguramente tardaría bastante más en enseñarte lo que sabes. Aunque es de admirar que sin ninguna arma hayas llegado a este nivel de control.

— ¿De qué estás hablando? Aerith me enseñó lo que sé en una tarde. Al día siguiente estuvimos en Midgar auxiliando a los heridos.

— ¿En una tarde? ¡Eso es imposible! — Entonces Cloud se puso ante ella cortándole el paso, la frenó sosteniéndola por los hombros y la miró fijamente a los ojos acortando paulatinamente la distancia entre ellos. El corazón de Kanha se iba a salir de su sitio de los saltos que daba bajo su pecho. ¿Qué quiere ahora de mí? pensaba, pero era incapaz de frenar lo que quisiera que iba a ocurrir. No podía doblegarse ante la fuerza de las manos de Cloud. No quería que dejara de acercarse a ella. Y a pocos centímetros de su cara paró y la miró profundamente. Esos ojos del azul más místico que jamás hubiese visto la penetraban hasta acariciarle el alma. Nadie la había hecho sentir así y se ruborizó al darse cuenta de lo vulnerable que se sentía ante su presencia, de lo hondo que ese desconocido estaba calando en ella. — No puede ser… — Musitó. Y enseguida se apartó de ella liberándola de su hechizo. Kanha se dio cuenta de que había estado conteniendo el aliento y exhaló con fuerza cuando él la soltó. Estaba anonadada. Sin palabras. Cloud llenó el vacío. — Los soldados son expuestos directamente a la energía vital para apoderarse de parte de ella. Muchos aspirantes mueren o quedan totalmente inutilizados, pero los que sobreviven adquieren la habilidad de usar la energía vital en su beneficio. En Shinra nos enseñan a usar la magia negra, magia ofensiva, porque nos programan para atacar y matar si fuese necesario. Además, la magia negra tiene una menor dificultad y es más fácil de dominar. Por eso apenas hay soldados que dominen la magia blanca. Sólo los altos mandos lo hacen y eso es porque su aceptación a la energía vital ha sido mayor y se sincronizan mejor con ella para producir magia más potente. Sin embargo, cualquiera que haya estado expuesto queda marcado de por vida y tú no tienes esa marca. ¿Cómo es posible que puedas dominar la magia blanca en tan poco tiempo si ni siquiera has estado expuesta a la energía vital? ¿Quién eres? — Kanha no daba abasto procesando tanta información y tenía las mismas dudas que él. — ¿Cómo has dicho que se llama tu amiga?

— Aerith.

— Creo que deberíamos ir a buscarla. Tal vez ella tenga más respuestas. Pero primero debemos echar un vistazo a la armería. No está lejos. — A Kanha no se le ocurría nada mejor para recuperar el aliento, así que le siguió.

La tienda parecía de la época medieval. Había armas de todo tipo. Estuvieron un rato allí hasta que finalmente se decidieron por una. Había sostenido espadas, mazas, cetros, látigos, arcos y otros objetos que enseguida descartaron. Al final optaron por unos guantes.

— ¿Ves estas ranuras? — Le explicó Cloud mientras le ayudaba a ponérselos. — Aquí se pueden poner fragmentos de materia como el que llevas en el cuello. Se les llama ranuras y todas las armas las tienen. Si pones fragmentos que contengan magia negra, también podrás usarla. Los guantes harán de catalizadores y aumentarán tu capacidad mágica sin demasiado esfuerzo.

— Entonces, ¿debería poner mi fragmento aquí?

— No. Ese que llevas es especial. Llévalo siempre encima. Ya encontraremos otros o sino ya los compraremos, no te preocupes. Lo importante de momento es que aprendas a usarlos. — Kanha se miró las manos una vez enfundadas en su nueva adquisición.

— Parece mentira que esto sea lo que tú llamas “arma”…

— Pues no es ninguna broma. En manos de una persona que puede usar magia son mucho más peligrosos que una espada bien afilada. — Cloud pagó al tendero y se fueron. — Vayamos a buscar a Aerith.

Por fin había llegado el momento de ir en busca de su amiga. Si las cuentas no le fallaban habían pasado alrededor de veinticuatro horas desde la última vez que la vio. Sólo esperaba encontrarla y que estuviera bien. Caminando hacia lo que ella había bautizado como “la boca del metro” fueron hablando de la magia y de cómo podía usarse. Cloud se sentía visiblemente cómodo con ella y ella se sentía aceptada a pesar de sus excentricidades. Bajaron por el túnel y a medida que se acercaban a la gran puerta Cloud se aseguró de que el velo le cubría no solo el pelo sino que también parte del rostro. Incluso se puso unas gafas para ocultarse, sin embargo, los soldados les impidieron el paso aunque enseguida cambiaron de opinión al reconocer a la chica. Ya la habían visto con la florista y enseguida les dejaron pasar sin preguntar.


Primero fueron a casa de Aerith, pero no estaba, así que decidieron ir a la iglesia. Cuando entraron Kanha se horrorizó al ver que las flores habían sido aplastadas por algunos escombros como resultado de la última explosión. Aerith tampoco estaba allí pero por desgracia no estaban solos.


Cloud


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