martes, 29 de noviembre de 2016

Capítulo 18. The exposition

Volvía a estar en el interior del reactor de Nibelheim, pero todo era distinto: no había tensión en el ambiente y estaba lleno de personas que trabajaban a destajo. Enseguida reconoció a los Turcos por sus trajes de chaqueta y corbata negros. Tseng, visiblemente más joven y con el pelo más corto, estaba entre ellos supervisando las tareas de sus subordinados. También vio a Reno vestido de azul y con el casco bajo el brazo hablando con él poco después. Seguramente estaba informando de lo sucedido… Sin perder más tiempo, Kanha se dirigió a la sala del núcleo del reactor convencida de que no la podían ver. Sabía que Cloud estaba bien porque si aquello eran visiones de su pasado era evidente que sobrevivió al ataque, pero no podía evitar sentir su corazón encogido después de haberlo visto a punto de morir tan solo unos instantes antes. Simplemente se quería asegurar de que todo estaba bien con él. Cuando entró vio a unos sanitarios que les estaban atendiendo, tanto a él como a su superior. También vio a un doctor que parecía estar dirigiendo la operación de evacuación de los heridos y cadáveres.

— Al soldado llévenlo al sótano de la mansión Shinra. — Dijo con una voz áspera dirigiéndose a Zack que respiraba con bastante dificultad tumbado sobre una camilla. — ¿Quién es ese muchacho? — Preguntó señalando a Cloud.

— Es el joven que abatió a Sephiroth, doctor. — Contestó uno de los sanitarios que le estaba practicando los primeros auxilios sobre la herida del abdomen.

— Qué interesante… Tal vez pueda usarlo como sujeto de pruebas… Llévenlo también al sótano de la mansión y ya veré qué hago con él…

Kanha se sintió asqueada al oír esas palabras y quiso dar un puñetazo a ese susodicho doctor, pero sabía que no le sería posible porque por muy real que fuese todo aquello para ella, su presencia allí no era más consistente que la de un fantasma que observaba desde una dimensión paralela.

Un destello azul muy intenso la cegó repentinamente. Se frotó los ojos con fuerza para recuperar su visión y pronto se encontró en un lugar distinto. Debía ser el sótano del que hablaban en el reactor porque no había ventanas y estaba todo lleno de libros dispuestos como en una biblioteca, además el suelo no estaba pavimentado en según qué zonas y parecía un lugar frio. Más que un sótano ella lo habría definido como una mazmorra. Cuando se giró para ver la totalidad del lugar se llevó las manos a la boca para evitar dejar salir un grito de horror que estuvo a punto de escapársele. Frente a ella había dos cápsulas enormes de cristal llenas de un líquido verde luminiscente y sumergidos en ese líquido estaban Zack y Cloud, cada uno en una. Kanha se acercó temerosa a la que contenía a su querido amigo hasta tocar la superficie del vidrio. Se le partía el corazón al verlo allí, inconsciente, vulnerable. Notó que aquello era mako líquido. Podía sentir la energía vital que emanaba de él. También se dio cuenta de que su vida pendía de un hilo y olvidando su evanescente situación intentó insuflarle vida a través de un hechizo de magia blanca que nadie le había enseñado pero que estaba convencida de que funcionaría. No llevaba los guantes, realmente no estaba allí, pero eso no le importó y se concentró tanto como pudo para evitar que Cloud muriera. Simplemente puso ambas manos sobre el cristal e intentó proyectar su energía vital sobre él. ¡No te mueras, por favor! El mako del interior de la cápsula se puso a brillar con más intensidad y ella notó cómo se le escapaban las fuerzas. Cuando creyó que no podía hacer nada más por él, la mano de Cloud se posó repentinamente sobre la suya al otro lado de la barrera que les separaba produciendo un ruido hueco que resonó en la sala y sorprendida vio que estaba mirándola fijamente. Tenía los ojos de mako que ya conocía y la mirada totalmente perdida y desenfocada. Poco después volvió a perder las fuerzas y se dejó caer de nuevo para flotar inconsciente como antes. De pronto oyó un burbujeo en la otra cápsula y sorprendida vio que Zack estaba despierto y que también la estaba mirando con sus penetrantes ojos azules, muy sorprendido, pero plenamente consciente y lleno de vida. Acto seguido oyó el rechinar de una puerta y cuando se giró para ver quién era se encontró con Aerith que estaba sentada a su lado. Volvía a estar en el mundo real.

— Ha sido muy extraño… — Dijo enseguida, como si no estuviera segura de si continuaba dentro de la visión o no.

— ¿Por qué lo dices? — Preguntó Aerith.

— Creo que tienes razón, que cada vez estoy más implicada en las visiones y que a este ritmo acabaré atrapada en ellas.

— ¿Has visto algo? — Preguntó el chico con cierto aire de desesperación.

— ¡Por supuesto! Siempre veo algo. — La respuesta surgió de forma automática, pero lo cierto es que sintió un gran alivio al ver que Cloud estaba bien y que estaba justo ahí, sujetándole la mano tal cual lo había dejado antes de inmiscuirse en sus recuerdos. — Te vi en la mansión Shinra. — Dijo a modo de resumen con la voz temblorosa por la emoción. Y la verdad es que Kanha esperaba que él entendiera a lo que se refería con esas palabras, pero no fue así.

— Es curioso que lo digas porque nunca he estado ahí. — Respondió con cierto aire de indiferencia

— Sí, en el sótano. — Insistió dándole a entender que realmente lo había visto, que no era un farol para sonsacarle información, pero no funcionó.

— Aún menos… Mira, la mansión Shinra estaba en Nibelheim, sí, pero era una fortaleza en la que se alojaban los altos mandos de Shinra que estaban a cargo del reactor. Estaba custodiada por soldados y no se nos permitía entrar, ni siquiera los niños osaban acercarse. Allí también se producían reuniones de soldados de alto rango y se tomaban decisiones de todo tipo. Pero te aseguro que yo no he estado nunca allí. — Kanha no quiso insistir. Parecía bastante convencido, pero ella también estaba muy segura de lo que había visto y sentido.

— ¿Y tú qué has visto? — Volvió a preguntar Aerith, pero esta vez dirigiéndose al chico.

— Bueno, no sé muy bien cómo explicarlo… Realmente no he visto nada físico. Podría decir que he sentido algo… — Aerith sonrió complacida y ambas lo miraron llenas de curiosidad esperando que continuase. — Sentía una enorme soledad y también cierta impotencia al sentirme incomprendido. Además de un creciente deseo de rebeldía, pero poco más… Creo que a mí me falta más rodaje para llegar a ese nivel de conexión que tienes tú. — Dijo ablandando el tono y acariciando con el pulgar el dorso de la mano de Kanha. Ella notó la calidez de sus sentimientos y también que no debía explicar nada más de lo que había visto para evitar provocar un conflicto que veía venir si insistía.

— ¿Reconoces algo de lo que dice? — Le preguntó Aerith.

— ¿El qué? — Quiso saber Kanha que se había perdido un poco.

— ¿Reconoces en sus palabras algo de tu pasado?

— No sabría qué decir…

— En ese caso, probemos una vez más.

Kanha estaba ante un dilema: por un lado temía que su grado de implicación en las visiones se incrementase dejándola atrapada, pero por el otro sabía que estaba a punto de encontrar las respuestas que estaba buscando. Aerith apretó las manos de sus compañeros y les instó a volver a conectar. Supongo que la curiosidad mató al gato… Pensó la joven y miró a Cloud para encontrarse con sus ojos de mako una vez más.

Tras un leve parpadeo vio cómo Cloud volvía a ser un cuerpo inerte de mirada perdida, el mismo que había dejado dentro de la cápsula de cristal unos minutos atrás. Estaba vestido con un traje de Soldado negro igual que el de Zack pero el chico parecía una carcasa vacía más que una persona. Estaba escondido en una grieta en una roca, como si alguien lo hubiera colocado allí para ocultarlo. No parecía posible que hubiese llegado allí por sus propios medios... Pronto oyó los ruidos características de una lucha de espadas. También oyó disparos y cuando se asomó a ver lo que estaba pasando vio a Zack enfrentándose sólo a una legión de soldados. Era realmente fuerte y rápido, pero eran demasiados y al cabo de unos minutos yacía totalmente derrotado y moribundo al filo de un acantilado. Entonces los soldados les abandonaron a su suerte y se fueron.

¡Reacciona Cloud! Gritó telepáticamente para comunicarse con él y contra todo pronóstico su mirada se focalizó y empezó a moverse con gran dificultad. Casi a rastras se acercó a Zack, que estaba en las últimas, y tuvieron una breve conversación.

— Toma, ahora es tuya. — Dijo entregándole su espadón. — Con él te dejo mis recuerdos y mis sueños. — Continuó diciendo con gran dificultad. — A partir de ahora serás mi legado viviente, la prueba de que existí. — Cloud balbuceaba intentando repetir las palabras que oía y pronto ya no hubo más que repetir. Entonces su consciencia pareció volver y con un horrible grito de dolor revivió de nuevo. Kanha era capaz de sentir su pena como si fuese propia y lloró junto a él. Entre lágrimas fue testigo de cómo la porción de energía vital de Zack volvía a su lugar de origen, aunque notó un calor especial, como si una parte de él se quedara con ella. Todo parecía transcurrir a cámara lenta. Quiso acercarse a Cloud, consolarlo, pero no lo hizo y cuando se dio cuenta volvía a estar sentada en el suelo junto a sus dos amigos, con las lágrimas despeñándose mejillas abajo. Él estaba ahí, sano y salvo, entero y la miraba intensamente, pero esta vez no volvió a perder el norte sino que incluso fue capaz de mantenerle la mirada.

— ¿Y bien? — Interrumpió Aerith. Kanha quiso empezar dando explicaciones pero no supo muy bien qué decir. No acababa de entender dónde encajaba lo que había visto en la historia real de su chico, así que fue él quién tomó la iniciativa.

— No estoy demasiado seguro pero diría que te he visto rodeada de gente y al mismo tiempo totalmente sola. No sé cómo explicarlo. Tu entorno era muy diferente a cualquier cosa que he visto hasta ahora. No reconozco los lugares, ni siquiera he visto algo que pueda asociar a este mundo. Los edificios, la ropa… todo era distinto.

— ¿A qué te refieres? — Quiso saber la joven Cetra.

— No puedo dar más detalles porque eran como flashes, como imágenes mezcladas, no secuencias enteras. Supongo que para ello necesitaré más tiempo.

— ¿Queréis volver a intentarlo? — Cloud enseguida asintió. Kanha dudó, pero finalmente accedió.

De nuevo volvieron a conectar sus miradas y la chica vio cómo la mirada de su amigo se quedaba vacía, igual que en sus visiones. Sin embargo ella no conseguía despegar. Ante el horror de pensar que pudiera quedarse así dio un respingo y soltó las manos rompiendo el círculo que habían formado en el suelo.

— ¿Qué pasa? — Preguntó Aerith un poco sobresaltada.

— ¿Qué le ha pasado? — Preguntó alarmada señalando a Cloud.

— Lo mismo que te pasaba a ti hasta ahora. Así te quedabas tú. La pregunta es ¿por qué esta vez no has entrado en su mente?

Kanha recuperó su compostura y volvió a cogerlos a ambos de las manos. De nuevo volvió a mirar a Cloud con la intención de verse engullida por aquel resplandor azul, pero no pasaba nada. Convencida de que podría hacerlo aunque fuese una vez más, insistió. Todavía le quedaban preguntas por responder y finalmente consiguió entrar. En esta ocasión no había nada a su alrededor, nada excepto una niebla azul que resplandecía con aquel fulgor un tanto fantasmal. Pero sabía que no estaba sola en aquel entorno que no le acababa de ser familiar.

— ¿Quién eres? — Preguntó en voz alta sin tener en cuenta si estaba en una visión, si ella existía realmente allí o cualquier otra incoherencia. — Sé que estás ahí y que me oyes. ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? — Cada vez sentía más furia. No entendía por qué, pero sabía que fuese lo que fuese no era bueno y su instinto la puso en guardia.

— Deberías saber quién soy. — Dijo una voz femenina que venía de todas partes. A Kanha se le heló la sangre al oírla. — Todos vosotros deberíais saber quién soy. Y si aún no lo sabéis pronto lo averiguaréis.

— ¿Qué quieres de Cloud?

— ¿El chico? Nada. Él es mi vehículo. Me llevará junto a mi hijo y juntos viajaremos a la Tierra Prometida.

— ¿Tu hijo?

— Sí, Sephiroth es su nombre.

— Pues tendrás que viajar hasta el más allá para encontrarte con él porque está muerto. — La mujer se puso a reír como si fuese una bruja. De nuevo un escalofrío le atravesó el espinazo.

— Si eso es lo que crees, entonces no deberías preocuparte por mí, ¿no crees?. Sin embargo, lo haces por lo que creo que tú tampoco estás muy convencida de tus propias palabras.

— Sephiroth murió en Nibelheim. Él mismo saltó al torrente de energía vital. Nadie sobreviviría a eso.

— Nadie excepto un Cetra.

— ¿Quieres decir…?

— ¡Exacto! — El miedo que sintió Kanha hizo que notara como su consciencia retrocedía en el túnel para volver a la realidad.

— ¿Cuál es tu nombre? — Preguntó en un desesperado intento por conseguir más información.

— Tengo muchos nombres, pero en Gaia se me conoce como Jénova. Recuérdalo, chica, porque a partir de ahora vas a oírlo muchas veces. — Su voz era cada vez más lejana y enseguida se vio de nuevo sentada en el suelo cogida de las manos de sus amigos. Notaba su cuerpo cubierto por un sudor frío. Había pasado miedo, aunque no entendía por qué.

— Cloud, quiero que me digas enseguida todo lo que sabes de Sephiroth. — El chico no se esperaba una pregunta así y no parecía dispuesto a colaborar.

— ¿A qué viene esa pregunta ahora? Hay cosas más importantes de las que hablar…

— ¿Cosas como qué? — Quiso saber Aerith.

— Cosas como lo que hemos visto.

— ¿Y qué es lo que has visto?

— Te he visto a ti. Esta vez te he visto. Estabas triste y sola. Tal vez físicamente no, pero así era cómo te sentías. He visto una rutina anodina que te aburría mortalmente, como si fueses una víctima de la vida que te había tocado vivir. Sin embargo, tenías una existencia acomodada en la que no te faltaba de nada y que te permitía asistir a un centro de estudio. Lo tenías todo y te sentías totalmente vacía. — Kanha lo escuchaba atentamente y notaba un cosquilleo en el estómago de recordar esos sentimientos, sin embargo, no podía recordar más allá de lo que le estaban contando.

— ¿Te ayuda toda esa información? — Preguntó Aerith y la joven negó con gran pesar. — ¿Tú has visto algo?

— No. — Contestó sin querer dar más explicaciones. — Pero quiero saber qué pasó con Sephiroth y quiero que tú me lo cuentes, Cloud. — El chico resopló como cansado del tema, pero vio que las dos féminas estaban dispuestas a aliarse en su contra si no accedía, por lo que cambió de opinión.

— Sephiroth era una leyenda en Soldado. Mucha gente le llamaba héroe. Era el más fuerte de todos y tenía una habilidad asombrosa con la magia. Bueno, eso era lo que todos decían, yo no llegué a conocerle personalmente. — Kanha arrugó el gesto. — Bueno, sí que le conocí, pero no llegué a hablar con él. Era un soldado de rango superior incluso de mayor rango que… — Dudó un segundo, miró a Aerith y finalmente lo soltó. — … que Zack. — Se hizo un silencio que el chico no tardó en disipar. — Zack era mi instructor. Fuimos a una misión en Nibelheim, mi pueblo natal, y allí fue dónde le conocí, pero era una persona totalmente inaccesible, ni siquiera me pude acercar a él. Todo el mundo sabía quién era y era admirado al mismo tiempo que temido. Había habido un altercado en el reactor del pueblo y nos habían enviado allí como refuerzo para el destacamento que comandaba el propio Sephiroth. Pero algo pasó porque se encerró en la mansión Shinra durante varios días, mientras nosotros patrullábamos los alrededores pare proteger a los civiles y cuando salió parecía una persona distinta. A las pocas horas Nibelheim estaba en llamas y Sephiroth parecía ser el autor de la tragedia. Muchos de mis compañeros se quedaron en la aldea para socorrer a la gente que se había quedado atrapada en las casas y trasladarlos a lugares más seguros hasta que pudieran extinguir el fuego. Zack y yo nos dirigimos al reactor y allí encontramos a Tifa. No estaba herida pero parecía estar en shock. Zack no dudó en enfrentarse a Sephiroth mientras que yo me quedaba en la retaguardia para protegerle las espaldas de posibles imprevistos. De pronto oí cómo Zack caía y no dudé en lanzarme contra el que se había convertido en nuestro enemigo empuñando la espada. Recuerdo que le atravesé y también que no fue suficiente porque poco después él me hizo lo mismo y perdí la consciencia. No recuerdo nada más sobre él y no sé cómo acabó la historia. Ni siquiera entiendo por qué no acabó con mi vida, por qué sigo aquí después de haberle atacado cómo lo hice…

— ¿Y qué pasó con Zack? — Quiso saber Aerith, que tenía los ojos llenos de lágrimas. Cloud no supo qué decir así que simplemente negó con la cabeza dándole a entender que eso era todo. Kanha sí que tenía una respuesta para ella, pero creyó que no era el momento. Tampoco sabía cómo soltarlo. Y de pronto recordó una cosa.

— Aerith, ¿por qué tienes la marca?

— Haces preguntas muy raras. — Apuntó Cloud un tanto molesto.

— Por la conexión que tenemos los Cetra con el torrente de energía vital. — Contestó la chica ignorando el comentario de su compañero de aventuras. — Nosotros lo llamamos Lifestream para abreviar.

— ¿Pero sufrís algún tipo de exposición o nacéis ya con la marca?

— Nos exponemos, pero de una manera distinta a la que lo hacen los soldados. Lo nuestro es una ceremonia ritual, como la que se hace en algunas culturas para determinar que los niños pasan a ser adultos.

— ¿Y estás segura de que eres la última de los Cetra? — Kanha esperaba una respuesta rotunda pero encontró un breve silencio.

— No estoy muy segura de eso aunque es bastante probable. ¿Por qué lo preguntas?


— ¿Sabes quién es Jénova? — La joven florista abrió los ojos como platos mientras que Cloud no pareció reaccionar ante ese nombre.

Zack y Cloud en el sótano de la mansión Shinra


lunes, 21 de noviembre de 2016

Capítulo 17. Looking for the truth

Pasaron la noche allí mismo. Al día siguiente, antes del alba, recogieron el campamento para ponerse en ruta lo antes posible. Para entonces todos escuchaban con más atención las advertencias de un Cloud escéptico ante la idea de que los Turcos se hubiesen retirado sin más. Kanha estuvo pensando mucho en lo que Tifa le había contado y estaba deseando subir al chocobo con él. Sí que tenía varias preguntas que hacerle sobre el tema, pero sobretodo quería estar con él, aunque no hablasen en todo el camino. Además, era totalmente consciente de que con él las cosas no funcionaban así, que debía tener paciencia si quería respuestas, por lo que se mentalizó para no ansiarse ante una negativa o un silencio. 

Cuando llegó el momento, y sin que nadie se opusiera, los dos compartieron transporte y reanudaron la marcha cuando el cielo clareaba por el este. Primero al trote y después al galope. Y cuando aquellas enormes aves empezaron a cortar el viento a su paso, ella se apretó con fuerza contra él apoyando la oreja en su espalda y así poder oír su corazón que latía con fuerza. 

En aquel momento Kanha tomó consciencia de que por mucho que no recordara su pasado lo que contaba era el presente y vio claro que estaba dispuesta a darlo todo por aquella misión. No le importaba si ya no estaba en la Tierra, si aquella gente eran humanos o no, ni tampoco le importaba saber el motivo por el cual ella podía usar magia con tanta facilidad sin estar marcada por la energía vital. Simplemente quería mirar hacia delante y seguir con lo que tenía: unos amigos que la apreciaban y protegían y un chico que además la quería. Sí, el amor; aquel sentimiento que hace que sonrías tontamente cuando piensas en esa persona especial aunque no esté ahí, que te hace perder el norte por cualquier tontería. Pero a ellos dos no se les podía aplicar el estándar, ya que Cloud no era un romántico ni tampoco era que la situación invitase a tener momentos de intimidad. 

De repente Kanha notó cómo su jinete le acariciaba las manos que tenía entrelazadas en su cintura y le habló telepáticamente.

¿Estás mejor, más tranquila?

Sí… 

Eres muy valiente. Estoy seguro de que si reclutamos a unos cuantos más como tú pronto seremos una amenaza seria para Shinra. Ahora realmente creo que seremos capaces de salvar Gaia.


¿Estás bien?


¿Kanha?

Te agradezco mucho que te preocupes por mi bienestar, pero la verdad es que soy yo la que está preocupada por ti.

Pues no deberías porque ya ves que estoy perfectamente. ¿Lo notas? El muchacho cogió una de las manos de la joven y se la llevó al pecho. Ella notó la respiración y el repiqueteo de un corazón sano como el suyo.

 Sé que físicamente estás en plena forma, pero hay algo que me inquieta y no sé cómo abordarlo sin ser desagradable para ti.

¿Desagradable?

Te prometí que no te hablaría más de él… Entonces el joven entendió y sus músculos se tensaron. Ella creyó que no era una reacción normal por lo que en aquel momento vio claro que había mucho más por descubrir de lo que creyó en un principio. El silencio reinó en sus cabezas por unos instantes, hasta que ella puso remedio. Cumpliré mi promesa y no te hablaré de él pero con una condición.


Ya que no creo que me des respuestas te pido que me dejes entrar en tu mente para encontrarlas por mí misma.

No. Dijo tajante e instantáneamente.

¿Por qué no? Quiso saber la chica.

Aerith te dijo en varias ocasiones que no era bueno hacerlo. No he hablado con ella sobre esto. No sé el motivo por el que te lo dijo, pero creo firmemente en ella y pienso seguir sus consejos.

¿Quién lo hubiera dicho de ti unos días atrás?

La lucha contra los Turcos ha hecho que cambie mi percepción de algunas cosas y, entre ellas, está la propia Aerith. Si te dijo eso estoy seguro de que tenía motivos para hacerlo y si además ha insistido, debe de ser algo serio. No me quiero arriesgar. La última vez parecías mucho más ida de lo normal. ¡Me asusté! Entonces ella recordó su cara de susto y le abrazó con más fuerza.

Yo también estoy aquí y estoy sana y salva.

Así es. Y me gustaría que eso no cambiara. Kanha se sintió enormemente feliz. No recordaba nada de su vida anterior a los Suburbios, pero supo firmemente que nunca antes se había sentido así: tan querida, tan llena de vida. Creyó incluso que le iba a explotar el pecho de tanta satisfacción. Por eso, procuraré llevar las gafas de sol puestas siempre que esté contigo, para evitarlo. No quiero perderte.

Entonces, ¿no podré solventar mis dudas? Se hizo un momento de silencio.

¿Qué quieres saber? Contestó finalmente el chico en un tono de resignación. Esa respuesta le pilló un poco por sorpresa porque no creyó que le fuese a convencer tan fácilmente.

Vaya… Ahora que me has dado carta blanca no sé por dónde empezar…

¿Tantas dudas tienes?

Mmmmm… sí.

Pues haremos un trato.

Dime.

Cuando hagamos la próxima parada hablaremos con Aerith sobre tus inmersiones en mi mente, que nos lo explique mejor y a ver si hay algún modo de controlarlo. Pero también le quiero preguntar si de alguna manera yo también puedo hacer lo mismo, si es posible que yo también acceda a tus recuerdos porque, si tú tienes dudas no te quiero ni contar las que tengo yo sobre ti… A Kanha le pareció justo e incluso le gustó la idea. Ni ella misma tenía respuestas para sus preguntas y le pareció una manera de lo más ingeniosa para descubrir quién era en realidad. ¿Hay trato?

¡Por supuesto!

¡Vaya! ¿Tantas ganas de saber eso que me quieres preguntar tienes?

Sí. Y también tengo ganas de saber todo eso que descubrirás sobre mí. Cloud le apretó las manos que volvían a estar entrelazadas sobre su vientre, rodeándole la cintura, y pocas palabras más intercambiaron.

Cuando por fin hicieron un descanso para que los chocobos bebieran agua y repusieran fuerzas, llevaron a cabo su plan de aislar a Aerith para averiguar algo más de su conexión.

— La verdad es que todo lo que nos explicas es muy interesante. — Interrumpió Cloud que la había sacado del grupo con la excusa de que les mostrase cuáles eran las hierbas más apropiadas para reponer fuerzas. — Pero lo cierto es que queríamos hablar contigo de otro asunto. Tenemos la sensación de que tienes las respuestas que necesitamos y no queríamos dejar pasar más tiempo.

— Sí, — continuó Kanha — lo cierto es que Cloud parece mi kriptonita y me gustaría saber cuál es el motivo. — De nuevo, sus dos amigos pusieron cara de no entender lo que decía y ella se percató de que posiblemente Superman no era alguien conocido en Gaia. — Lo que quiero decir es que parece que tenemos una conexión especial y, sin embargo, no paras de decirme que es peligroso.

— Vaya… Sabía que este momento llegaría pero no pensé que os pusieseis de acuerdo para abordarme a la vez. — Los ojos verdes luminiscentes de Aerith los barrió a ambos. — Yo tampoco tengo respuestas para todo, pero sí que es cierto que vuestra conexión es muy fuerte. No sé que fue lo que leíste en Shinra, pero no es algo habitual en un humano común. Claro está que tú no eres un humano normal y corriente ya que de alguna manera has estado expuesto a la energía vital, sólo hay que mirarte a los ojos para comprobarlo, y tú tampoco pareces encajar en el estándar de “normal”. Más que nada por la habilidad que tienes con la magia. De hecho, pareces más una Cetra, pero tampoco tienes la marca por lo que me desconciertas.

— Entonces, ¿por qué dices que no es sano que conectemos de esa manera? — Insistió el chico.

— Por ti, Kanha. Para él no supone nada que conectéis. De hecho, puede irse, romper el contacto visual y seguir con su vida normal mientras tú sigues inmersa en sus recuerdos. A ti no te pasa lo mismo. Tú te vas del todo. Abandonas tu cuerpo. Es como si tu consciencia se trasladase a su mente, como si desaparecieras y dejaras atrás un cascarón vacío. Además, dices que cada vez eres capaz de percibir más cosas. Que al principio sólo veías, después empezaste a sentir y más tarde a oír. ¿Cuál será el próximo paso? Me da miedo que llegue el momento en el que te quedes atrapada.

— Eso no es posible. — Replicó Kanha totalmente escéptica. — ¿Cómo puedes estar tan segura de lo que dices?

— Lo cierto es que no lo sé. No me he encontrado con ningún caso como el vuestro con anterioridad, pero viendo la dinámica que ha cogido este asunto parece lo más probable.

— ¿Y por qué crees que a ella le sucede y a mí no? ¿De alguna manera podríamos invertir el proceso para que fuese yo quién entrase en su mente?

— Me estáis hablando de imposibles. Esto no es una ciencia exacta. No es una fórmula matemática que puedas modificar para despejar una incógnita. Ojalá lo fuera, pero no es así. Lo que sí que es seguro es que todo esto está relacionado con la energía vital, por lo que es mucho más complicado de lo que parece. Por eso el conocimiento de los Cetra es tan valioso para una organización como Shinra y por eso sus estudios no son fiables al 100%.

— ¿Qué quieres decir? — Insistió Cloud.

— Quiero decir que tal vez sea tan importante conocer tu pasado como el de ella para entender mejor de dónde proviene vuestra conexión. Así que creo que vale la pena probar una cosa, pero no podemos hacerlo solos. Me temo que ha llegado el momento de contarles a los demás un poco sobre vuestro secreto.

Resignados a ello volvieron con Tifa y Barret y les contaron que querían hacer un experimento antes de continuar con el viaje. Aerith necesitaba que estuvieran presentes para protegerles o interrumpirles si fuese necesario en caso de ataque, pero no podían intervenir si no era estrictamente necesario. Los tres interesados se sentaron en el suelo con las piernas cruzadas formando un círculo y se cogieron de las manos. Cloud se quitó las gafas de sol y se mantuvo con los ojos cerrados.

— Abre los ojos y que empiece el espectáculo. — El muchacho obedeció y miró directamente a su chica. Fue como un tiro que atravesó su consciencia y que la dejó fuera de combate prácticamente en el acto.

Cuando la niebla azul se disipó, vio Nibelheim arder y vio a Zack y a un soldado raso, que debía ser Cloud, salir corriendo por un sendero que conducía fuera de los límites de la barrera protectora. Kanha esperaba que, como las veces anteriores, su consciencia les siguiera, pero no fue así. Entonces se dio cuenta de que ella estaba allí físicamente y de que notaba el calor de las llamas. Sin perder más tiempo les siguió. Corrían muy rápido y creía que les perdería la pista, pero de alguna manera sabía dónde iban. Tifa ya se lo había adelantado. La noche brillaba por el fuego, pero también por el halo de la energía vital que se escapaba del reactor mako que estaba cerca. Exhausta y casi sin aliento encontró al padre de Tifa sin vida a unos metros de la entrada y entró sin perder más tiempo porque sabía lo que iba a encontrar. Se lo había imaginado tal y como lo estaba viendo aunque naturalmente era mucho más espantoso verlo en vivo. Cuando llegó a la puerta del núcleo del reactor vio a Tifa en el suelo escondiéndose tras una rendija pero sin perder detalle de lo que pasaba al otro lado de la puerta. Entonces ella también quiso asomarse y ver lo que pasaba en aquel momento. Se horrorizó al ver a un joven Cloud encastado en una larga katana. Parecía un cuerpo inerte que colgaba sobre un foso que sólo albergaba muerte para él. La chica se horrorizó e involuntariamente soltó un gemido que resonó en la sala. Ella misma se asustó por oír su propia voz y su primera reacción fue mirar a Tifa, que yacía en el suelo, temblando de miedo y mirándola fijamente, como si hubiese visto un fantasma. ¡Me ves! Pensó sorprendida y su propia impresión la hizo retroceder por aquel túnel plagado de imágenes del pasado de Cloud que la devolvían a la realidad.

Cuando miró a su alrededor nada había cambiado. Aerith la observaba inquisitivamente y Cloud también. Barret y Tifa, contrariamente a lo que ella creía, no estaban atentos a lo que hacían sino que hablaban animadamente a unos metros de ellos aunque estaban alerta y con sendas armas preparadas por si acaso.

— ¿Has visto algo Cloud? — Preguntó la joven Cetra.

— No estoy seguro… — Entonces volvió a mirar a Kanha con cierta curiosidad y ella no tuvo tiempo de detener el proceso de abducción al que cada vez se veía sometida con más inmediatez.


Cloud como soldado raso


lunes, 14 de noviembre de 2016

Capítulo 16. The legend of Soldier: Sephiroth

Al cabo de un par de días de huir de los Turcos prácticamente sin descanso se encontraron con Clive. Estaba esperando tranquilamente junto a un rebaño de chocobos que estaba pastando en una pradera cerca de la entrada a la mina que debían atravesar para seguir con su viaje. En cuanto la camioneta se acercó y paró Clive desmontó para hablar con ellos. Todos, sin excepción, se acercaron.

— Hola Tifa… Chicos… — Dijo apesadumbrado a modo de saludo. — Quería pediros disculpas por lo que os hizo mi mujer. Quiero que sepáis que os acogí en mi casa porque conozco a Tifa muy bien, la aprecio mucho y ella me lo pidió. Además sé que sois de AVALANCHA y estoy totalmente de acuerdo con vuestro cometido; yo también creo que la manipulación sin control de la energía vital sólo nos puede llevar a la autodestrucción y que hay que hacer algo ya.

— No tienes que disculparte Clive. — Le cortó Tifa. — No hemos dudado de ti en ningún momento y hemos entendido que Nora hizo lo que hizo simplemente porque quería proteger aquello que ama y sobretodo lo que está por venir. Cada uno de nosotros lucha a su manera por tener un mañana mejor.

— Gracias, pero aún así no me quedaba tranquilo viéndoos marchar con un mal sabor de boca. Así que, imaginándome que pasaríais por estas minas, he cogido un rebaño con mis mejores chocobos con la escusa de hacerlos correr y comer de manera más silvestre. Os estaba esperando para entregaros uno a cada uno como disculpa. — Todos, sin excepción, abrieron la boca con gran sorpresa. — Barret, hiciste un gran trabajo con la camioneta, pero teniendo en cuenta lo agreste del terreno de la zona y que posiblemente recibió daños en la batalla con los Turcos creo que no tardaréis en quedaros sin transporte y si tenéis que continuar a pie Gaia morirá antes de que podáis hacer algo para evitarlo.

— No podemos aceptarlos, Clive. — Dijo Tifa. — El sustento de tu familia depende de los chochobos.

— No llegaré a ver a mi hijo si llega el Apocalipsis y desde luego, no estaría en paz conmigo mismo si no lo hiciera. Así que, por favor, aceptadlos. — Tifa miró al resto dubitativa y Barret asintió.

— Será un placer ir por ahí diciendo que llevamos los mejores chocobos de la granja de Clive. — Contestó el corpulento líder de AVALANCHA. — Además, tienes toda la razón con la camioneta y pronto nos hubiéramos encontrado sin combustible, la hubiéramos tenido que mover a base de magia lo cual sería muy pesado e incluso costoso para cualquiera de nosotros. — El joven granjero se mostró muy feliz de la resolución.

Una vez llegados a un acuerdo, también les regaló un par de alforjas para transportar sus pertenencias en uno de los chocobos, por lo que alguien se quedaría sin montura. Poco después Clive se fue galopando en su semental deseándoles mucho éxito en su misión. Cuando se hubo ido y sin perder más tiempo, hicieron el traslado de todas sus pertenencias y en poco rato estuvieron listos para reanudar la marcha. Eso sí, antes de abandonar su vehículo por ahí decidieron ocultarlo en un hueco de roca que había cerca de la entrada a la mina, por si los Turcos volvían para seguirles la pista.

— ¿Cómo nos lo repartimos? — Preguntó Aerith.

— Yo soy el comodín, ¿verdad? — Dijo Kanha. — Debo serlo. No tengo ni idea de montar. Ni siquiera he montado nunca a caballo. — Todos hicieron una cara rara. — Ah, claro… Que no sabéis lo qué es un caballo… No importa. El caso es que no sé montar y tendría que ir con otra persona.

— Vente conmigo. — Dijo Tifa alegremente. — Al menos de momento, hasta que crucemos las minas. Yo soy la que sabe montar mejor y así damos tiempo a los demás para que se acostumbren a ir en chocobo. Cuando las hayamos cruzado haremos un parón y montarás con otra persona.

— Con cualquiera menos conmigo. — Dijo Barret curiosamente divertido. Todos se giraron a mirarle y vieron que ya estaba sobre su chocobo. Clive le había dicho expresamente que utilizara ese. Era el más grande y robusto de todos, como su jinete, y justamente por la corpulencia de Barret era imposible que otra persona viajara a lomos del animal junto a él. Ante tal evidencia todos rieron.

— Bien, en ese caso, después ya veremos si vas con Cloud o con Aerith. Ya lo decidiremos… Lo que sí que está claro es que irás rotando para no cargar en exceso a los animales. — Entonces quiso dirigirse a todos, que ya estaban montando. — Chicos, a partir de ahora el viaje será mucho más rápido. Los chocobos son maravillosos. Si no habéis montado nunca uno no os preocupéis porque no tendréis demasiados problemas, ya lo veréis, y además son muy rápidos. Fijaros que Clive llegó aquí antes que nosotros habiendo salido mucho más tarde. Yo creo que para mañana ya habremos atravesado las minas. Sin embargo también creo que deberíamos hacerlo de un tirón porque ya sabéis que no es un lugar seguro. Acamparemos a la salida. Así que sujetaos fuerte y seguidme.

Kanha se agarró a la cintura de su amiga y pronto empezaron a galopar adentrándose en una cueva bastante oscura. Dentro el aire era espeso y ella sentía miedo aunque no sabía por qué, así que cerró los ojos. Les atacaron monstruos en más de una ocasión y se defendieron con ataques a larga distancia, pero siguiendo las órdenes de Tifa no pararon en ningún momento. Al cabo de unas horas la gruta se hizo más amplia, más luminosa, y la atmósfera más ligera, por lo que los chocobos pudieron pasar del galope al trote y continuar la marcha sin tener la sensación de estar huyendo de alguien que les pisaba los talones.

— ¿Dónde me quedé? — Preguntó Tifa.

— ¿Dónde te quedaste de qué? — Quiso saber su acompañante.

— Te estaba contando lo que pasó en Nibelheim, ¿no? — Asintió. — Pues eso: ¿qué fue lo último que te conté?

— Pues me contaste que tu padre estaba muy mal herido y que querías vengarte de Sephiroth, que según tú era quién le había atacado.

— Ah, sí… — Miró a su alrededor para asegurarse de que el resto del grupo las seguía pero no estaban lo suficientemente cerca como para seguir la conversación. — Pues me puse mis guantes, que los llevaba en el bolsillo trasero de los vaqueros y entré en el reactor. Lo que encontré allí fue horrible, Kanha: Sephiroth no se había conformado con atacar a mi padre sino que todos los soldados que le habían acompañado y actuaban bajo sus órdenes yacían muertos en el interior del reactor. El suelo estaba cubierto de cadáveres de jóvenes reclutas y todos ellos presentaban la misma herida mortal en el abdomen. Pero es que aquello no fue todo ya que además aquel lugar no era exactamente lo que todos creíamos que era. Allí fue donde me di cuenta de que Shinra no era lo decía ser. Aquello era una especie de laboratorio científico donde experimentaban con la energía vital y ciertos monstruos. Allí creaban mutantes, monstruos más fuertes, supongo que para fortalecer su ejército todavía más. La verdad es que me tomó mi tiempo asimilar todo aquello porque también me di cuenta de que todos aquellos monstruos que eran más agresivos con la gente del pueblo y que incluso atravesaban el cerco de la barrera protectora estaban siendo creados por el propio reactor y había docenas de cápsulas que parecía incubadoras y que contenían ejemplares de esos. Me da vergüenza admitirlo, pero me colapsé y caí sobre mis rodillas desesperada ante tanta depravación, ante tanta inmoralidad. — Incluso en aquel momento parecía hacérsele un nudo en la garganta porque tragó saliva pesadamente y después de un momento continuó. — Cuando tuve fuerzas para continuar decidí adentrarme en el reactor. En principio, entrar en un lugar así es algo extremadamente peligroso porque representa que te expones directamente a la energía vital y como ya sabes en un proceso así te la juegas, pero algo dentro de mí me decía que una vez más se trataba de un truco y que aquello en realidad no era un reactor mako sino simplemente una tapadera para tener un laboratorio clandestino. Así que realmente creí que no debía preocuparme por eso porque en realidad no me estaría exponiendo a nada. Pero antes de que llegara al corazón del supuesto reactor apareció un soldado que me pidió que volviera a la aldea. Ya lo había visto antes, había llegado supuestamente para apoyar al destacamento de Sephiroth así que no me inspiraba confianza, por lo que me sorprendió verlo allí. Por supuesto, no confié en él. Llegados a ese punto, para mí, todos los soldados eran traidores. Para mí, todos eran cómplices de aquello y, por supuesto, también lo eran de la muerte de mi padre. En ese momento no fui consciente de que Sephiroth había matado a todos sus subordinados, de que había decidido romper su código ético por un motivo personal que nadie conocía, de que él era el único traidor y de que aquel chico simplemente estaba actuando acorde a lo que era: el líder de un destacamento de Soldado. Por lo tanto, desoí su alerta para que me alejara y le seguí. Finalmente llegué al centro del lugar. Allí, escondida y a través de la rendija de una puerta acorazada que habían forzado, contemplé la lucha más espectacular que he visto en toda mi vida. No duró mucho, pero te aseguro que fue muy, muy intensa. Ambos se enzarzaron en una pelea en la que las espadas rechinaron y la magia brilló. Era muy difícil seguir sus movimientos porque eran realmente rápidos, pero finalmente Sephiroth salió victorioso y el chico con el uniforme negro cayó derrotado cerca de donde yo estaba. Entonces recuerdo que miré a Sephiroth con odio y ante mi incredulidad me lo encontré mirándome directamente a los ojos, inmovilizándome una vez más con aquella enorme presencia. Aquel fue el momento en el que he sentido más miedo de toda mi vida porque realmente pude ver su sed de sangre proyectada sobre mí. Sin embargo, y ante mi gran asombro, decidió ignorarme; simplemente me dio la espalda y subió por unas escaleras para llegar a una especie de probeta enorme que contenía algo que no alcanzaba a ver desde donde estaba. Tampoco me podía mover para cambiar la perspectiva. Me temblaban tanto las piernas que volví a caer sobre mis rodillas y sin quererlo me puse a llorar. ¡Me sentí sumamente impotente! No podía hacer nada ni para vengar a mi padre ni para ayudar a aquel soldad que estaba mal herido y que entendía que de alguna manera estaba en el mismo bando que yo. Me sentí totalmente inútil. Y en aquel momento de miseria absoluta una ráfaga de aire atravesó la puerta y acto seguido se oyó el ruido hueco del cristal al quebrarse. Fue algo muy rápido, como una corriente de aire frío. Cuando levanté la vista vi a un soldado raso que había atravesado a Sephiroth con una espada de tal manera que incluso la había encastado en el recipiente de vidrio que tenía delante haciéndole una gran brecha de la que emanaba un líquido que no era agua sino algo más espeso. Sephitoth cayó mal herido y el muchacho se giró corriendo hacia mí. ¡No te puedes imaginar la sorpresa que me llevé cuando gritó mi nombre y se quitó el casco para ayudar a levantarme! ¡Era Cloud! Estaba allí para ayudarme y fue la vez que me sentí más rescatada por alguien hasta ahora. Mis heridas no eran físicas pero me sentía sumamente débil. Nuestro reencuentro fue muy emotivo. Seguía siendo el de siempre y se había convertido en un hombre, pero no pudimos alargarlo mucho porque un estruendo de cristales rotos desvió nuestra atención: Sephiroth se había puesto en pie y había roto aquel recipiente que tenía delante para tomar entre sus manos lo que contenía. No nos prestaba atención alguna sino que seguía adelante con lo que se supone que había ido a hacer. “Acaba con él” dijo el superior de Cloud con un hilo de voz. Estaba muy mal herido pero seguía consciente y aquello era una orden y, como buen soldado que era, Cloud obedeció. Enseguida se puso a correr escaleras arriba y antes de que tuviera la más mínima oportunidad de alcanzarle Sephiroth se giró repentinamente empuñando su larga katana y lo encastó en ella. Me quedé totalmente helada. No podía aceptar más muerte en un solo día y aún menos la suya, pero no tuve tiempo de nada, ni de gritar que parase porque acto seguido lo levantó en vilo como si fuese un trozo de carne que pones sobre el fuego para cocinarla y lo sostuvo a pulso sobre el agujero que abrían los reactores hasta el torrente de energía vital.

— ¿Entonces sí que era un reactor?

— Sí. Al final, parece ser que sí, aunque era mucho más que eso, como ya te he contado. Por lo que Cloud corría un gran peligro. De hecho en aquel momento estaba convencida de que moriría o bien por la herida de la katana o bien porque se precipitaría por el abismo. Sin embargo, reaccionó y aún no sé muy bien cómo consiguió utilizar la misma espada que le atravesaba el cuerpo para volver a tocar tierra firme, sorprender a su atacante y mandarlo contra la pared en una embestida. Entonces me di cuenta de que el reactor parecía un volcán a punto de entrar en erupción y de que Cloud estaba envuelto en un halo de luz verdosa un tanto fantasmal. Instantes después fue el propio Sephiroth quien se precipitó voluntariamente al foso emitiendo una risa sádica que aún hoy me hiela la sangre cuando la recuerdo... — Y literalmente un escalofrío sacudió su cuerpo. — Después de eso Cloud se desmayó y cuando conseguí levantarme para ir a socorrerle no pude porque llegaron los Turcos y enseguida acordonaron la zona. No me dejaron acercarme a él. No me dijeron ni cómo estaba ni nada, simplemente me escoltaron hasta el pueblo. Cuando llegué ya habían apagado el incendio pero había muerto mucha gente. Mi madre tampoco lo superó y yo me colapsé. La verdad es que me costó mucho tomar las riendas de mi vida… Al cabo de un par de días sellaron el reactor y lo desalojaron, dejándolo desierto y abandonado. Así que sin nada más que me atara a la aldea, al cabo de un tiempo, decidí irme. Así fue cómo perdí el contacto con Cloud de nuevo y no fue hasta que él mismo vino a AVALANCHA que nos volvimos a ver.

— ¿Y fue entonces que planeasteis simular su muerte para escapar de Soldado?

— ¿Cómo dices?

— Eso fue lo que me explicó…

— Pues te ha tomado el pelo, chica. Cloud simplemente apareció un día en nuestra centralita. No sé cómo nos encontró, la verdad, pero allí estaba. Y no te pienses que hace meses de eso sino que fue pocos días antes de encontrarte a ti. Lo cierto es que se le veía muy distinto, incluso confundido, pero sin duda era él y estaba dispuesto a ayudarnos. Me hizo mucha ilusión volver a encontrarme con él y además me di cuenta de que iba a ser una pieza clave para nuestros planes, teniendo en cuenta que había pertenecido a Soldado. — Kanha se quedó pensativa. — ¿Qué pasa?

— No entiendo por qué debería mentirme. No acabo de ver por qué tendría que inventarse una historia para satisfacer mi curiosidad. ¿Por qué simplemente no me dijo la verdad?

— No tengo ni idea, pero ya te digo que, a pesar de que aquel chico era Cloud, enseguida me di cuenta de que no era el mismo, de que parecía un muñeco roto, alguien a quien le faltaba una pizca de humanidad, un hervor de vida. Y también estaban sus ojos de mako, el resplandor de los cuales me recordó aquel halo que emanaba del agujero del reactor. — El chocobo seguía al trote y se hizo un silencio un poco incómodo. — Desde aquel incidente en Nibelheim han pasado cinco años y durante ese tiempo no he tenido nada más en mente que destruir Shinra para parar con toda esa locura de la que estoy segura que sólo vi la punta del iceberg. Fue entonces cuando inicié mi viaje y ahora estoy deshaciendo mis pasos con la esperanza de encontrar una solución a este problemón al que nos enfrentamos. Cuando dejé mi aldea atrás no pensé que esto se nos haría tan grande. — Tifa se giró un momento para buscar contacto visual. Sus ojos eran normales, de color marrón avellana. — Han sido cinco años de vacío entre Cloud y yo. No sé por lo que ha pasado y a estas alturas tampoco creo que me lo cuente. Pero estoy convencida de que sea lo que sea que le haya pasado ha tenido que ser totalmente traumático para dejarle así. No creo que simplemente la exposición a la energía vital de la que siempre habla les haga cambiar de esa manera, porque recuerdo perfectamente a aquel soldado que iba de negro y la verdad es que era muy simpático. También tenía ojos de mako, y, aunque en aquel momento yo no estaba por la labor, la verdad es que era un chico muy humano, como cualquier otra persona. Pero la actitud de Cloud, la frialdad que muestra ahora y esa mirada sin expresión… Si te soy sincera, me recuerda mucho más a Sephiroth y me da escalofríos pensarlo.

— Pero Sephiroth murió, ¿no?

— Por supuesto. Nadie podría sobrevivir a una exposición total al torrente de energía y él se tiró como si fuese una piscina. Te lo puedo asegurar porque lo vi con mis propios ojos. — Entonces sonrió, como orgullosa de sí misma. — Y poco más te puedo contar. Has tenido que esperar varias semanas para podértelo decir todo, pero ahora ya está. — Kanha la miró extrañada y Tifa continuó con su justificación. — No acabo de reconocer a este Cloud que viaja hoy con nosotros y tengo la corazonada de que tú vas a ser clave para ayudarle con eso que le frena para ser quien es en realidad. No te lo cuento para presionarte a hacer algo, simplemente para que tengas más información en tu mano cuando necesites usarla. — Kanha no acababa de entender esas palabras, pero de alguna manera estuvo de acuerdo con ella y le dedicó una leve sonrisa para darle las gracias.


Pocos minutos después vieron a lo lejos la salida de la mina y cómo la luz del sol se había vuelto anaranjada a causa del crepúsculo. Debían acampar para poder descansar y partir al alba. Los chocobos eran realmente rápidos…

La leyenda de Soldado: Sephiroth



Sephiroth ensartando a Cloud sobre el foso del reactor