Volvía a
estar en el interior del reactor de Nibelheim, pero todo era distinto: no había
tensión en el ambiente y estaba lleno de personas que trabajaban a destajo.
Enseguida reconoció a los Turcos por sus trajes de chaqueta y corbata negros.
Tseng, visiblemente más joven y con el pelo más corto, estaba entre ellos
supervisando las tareas de sus subordinados. También vio a Reno vestido de azul
y con el casco bajo el brazo hablando con él poco después. Seguramente estaba
informando de lo sucedido… Sin perder más tiempo, Kanha se dirigió a la sala
del núcleo del reactor convencida de que no la podían ver. Sabía que Cloud
estaba bien porque si aquello eran visiones de su pasado era evidente que
sobrevivió al ataque, pero no podía evitar sentir su corazón encogido después
de haberlo visto a punto de morir tan solo unos instantes antes. Simplemente se
quería asegurar de que todo estaba bien con él. Cuando entró vio a unos
sanitarios que les estaban atendiendo, tanto a él como a su superior. También
vio a un doctor que parecía estar dirigiendo la operación de evacuación de los
heridos y cadáveres.
— Al
soldado llévenlo al sótano de la mansión Shinra. — Dijo con una voz áspera
dirigiéndose a Zack que respiraba con bastante dificultad tumbado sobre una
camilla. — ¿Quién es ese muchacho? — Preguntó señalando a Cloud.
— Es el
joven que abatió a Sephiroth, doctor. — Contestó uno de los sanitarios que le
estaba practicando los primeros auxilios sobre la herida del abdomen.
— Qué
interesante… Tal vez pueda usarlo como sujeto de pruebas… Llévenlo también al
sótano de la mansión y ya veré qué hago con él…
Kanha se
sintió asqueada al oír esas palabras y quiso dar un puñetazo a ese susodicho
doctor, pero sabía que no le sería posible porque por muy real que fuese todo aquello
para ella, su presencia allí no era más consistente que la de un fantasma que
observaba desde una dimensión paralela.
Un destello
azul muy intenso la cegó repentinamente. Se frotó los ojos con fuerza para
recuperar su visión y pronto se encontró en un lugar distinto. Debía ser el
sótano del que hablaban en el reactor porque no había ventanas y estaba todo
lleno de libros dispuestos como en una biblioteca, además el suelo no estaba
pavimentado en según qué zonas y parecía un lugar frio. Más que un sótano ella
lo habría definido como una mazmorra. Cuando se giró para ver la totalidad del
lugar se llevó las manos a la boca para evitar dejar salir un grito de horror
que estuvo a punto de escapársele. Frente a ella había dos cápsulas enormes de
cristal llenas de un líquido verde luminiscente y sumergidos en ese líquido estaban
Zack y Cloud, cada uno en una. Kanha se acercó temerosa a la que contenía a su
querido amigo hasta tocar la superficie del vidrio. Se le partía el corazón al
verlo allí, inconsciente, vulnerable. Notó que aquello era mako líquido. Podía
sentir la energía vital que emanaba de él. También se dio cuenta de que su vida
pendía de un hilo y olvidando su evanescente situación intentó insuflarle vida
a través de un hechizo de magia blanca que nadie le había enseñado pero que
estaba convencida de que funcionaría. No llevaba los guantes, realmente no
estaba allí, pero eso no le importó y se concentró tanto como pudo para evitar
que Cloud muriera. Simplemente puso ambas manos sobre el cristal e intentó
proyectar su energía vital sobre él. ¡No
te mueras, por favor! El mako del interior de la cápsula se puso a brillar
con más intensidad y ella notó cómo se le escapaban las fuerzas. Cuando creyó
que no podía hacer nada más por él, la mano de Cloud se posó repentinamente
sobre la suya al otro lado de la barrera que les separaba produciendo un ruido
hueco que resonó en la sala y sorprendida vio que estaba mirándola fijamente.
Tenía los ojos de mako que ya conocía y la mirada totalmente perdida y desenfocada.
Poco después volvió a perder las fuerzas y se dejó caer de nuevo para flotar
inconsciente como antes. De pronto oyó un burbujeo en la otra cápsula y
sorprendida vio que Zack estaba despierto y que también la estaba mirando con
sus penetrantes ojos azules, muy sorprendido, pero plenamente consciente y
lleno de vida. Acto seguido oyó el rechinar de una puerta y cuando se giró para
ver quién era se encontró con Aerith que estaba sentada a su lado. Volvía a
estar en el mundo real.
— Ha sido
muy extraño… — Dijo enseguida, como si no estuviera segura de si continuaba dentro
de la visión o no.
— ¿Por qué
lo dices? — Preguntó Aerith.
— Creo que
tienes razón, que cada vez estoy más implicada en las visiones y que a este
ritmo acabaré atrapada en ellas.
— ¿Has
visto algo? — Preguntó el chico con cierto aire de desesperación.
— ¡Por
supuesto! Siempre veo algo. — La respuesta surgió de forma automática, pero lo
cierto es que sintió un gran alivio al ver que Cloud estaba bien y que estaba
justo ahí, sujetándole la mano tal cual lo había dejado antes de inmiscuirse en
sus recuerdos. — Te vi en la mansión Shinra. — Dijo a modo de resumen con la
voz temblorosa por la emoción. Y la verdad es que Kanha esperaba que él
entendiera a lo que se refería con esas palabras, pero no fue así.
— Es
curioso que lo digas porque nunca he estado ahí. — Respondió con cierto aire de
indiferencia
— Sí, en el
sótano. — Insistió dándole a entender que realmente lo había visto, que no era
un farol para sonsacarle información, pero no funcionó.
— Aún menos…
Mira, la mansión Shinra estaba en Nibelheim, sí, pero era una fortaleza en la
que se alojaban los altos mandos de Shinra que estaban a cargo del reactor.
Estaba custodiada por soldados y no se nos permitía entrar, ni siquiera los niños
osaban acercarse. Allí también se producían reuniones de soldados de alto rango
y se tomaban decisiones de todo tipo. Pero te aseguro que yo no he estado nunca
allí. — Kanha no quiso insistir. Parecía bastante convencido, pero ella también
estaba muy segura de lo que había visto y sentido.
— ¿Y tú qué
has visto? — Volvió a preguntar Aerith, pero esta vez dirigiéndose al chico.
— Bueno, no
sé muy bien cómo explicarlo… Realmente no he visto nada físico. Podría decir
que he sentido algo… — Aerith sonrió complacida y ambas lo miraron llenas de
curiosidad esperando que continuase. — Sentía una enorme soledad y también
cierta impotencia al sentirme incomprendido. Además de un creciente deseo de
rebeldía, pero poco más… Creo que a mí me falta más rodaje para llegar a ese
nivel de conexión que tienes tú. — Dijo ablandando el tono y acariciando con el
pulgar el dorso de la mano de Kanha. Ella notó la calidez de sus sentimientos y
también que no debía explicar nada más de lo que había visto para evitar
provocar un conflicto que veía venir si insistía.
—
¿Reconoces algo de lo que dice? — Le preguntó Aerith.
— ¿El qué? —
Quiso saber Kanha que se había perdido un poco.
—
¿Reconoces en sus palabras algo de tu pasado?
— No sabría
qué decir…
— En ese
caso, probemos una vez más.
Kanha
estaba ante un dilema: por un lado temía que su grado de implicación en las
visiones se incrementase dejándola atrapada, pero por el otro sabía que estaba
a punto de encontrar las respuestas que estaba buscando. Aerith apretó las manos
de sus compañeros y les instó a volver a conectar. Supongo que la curiosidad mató al gato… Pensó la joven y miró a
Cloud para encontrarse con sus ojos de mako una vez más.
Tras un
leve parpadeo vio cómo Cloud volvía a ser un cuerpo inerte de mirada perdida,
el mismo que había dejado dentro de la cápsula de cristal unos minutos atrás.
Estaba vestido con un traje de Soldado negro igual que el de Zack pero el chico
parecía una carcasa vacía más que una persona. Estaba escondido en una grieta
en una roca, como si alguien lo hubiera colocado allí para ocultarlo. No
parecía posible que hubiese llegado allí por sus propios medios... Pronto oyó
los ruidos características de una lucha de espadas. También oyó disparos y
cuando se asomó a ver lo que estaba pasando vio a Zack enfrentándose sólo a una
legión de soldados. Era realmente fuerte y rápido, pero eran demasiados y al
cabo de unos minutos yacía totalmente derrotado y moribundo al filo de un
acantilado. Entonces los soldados les abandonaron a su suerte y se fueron.
¡Reacciona Cloud! Gritó
telepáticamente para comunicarse con él y contra todo pronóstico su mirada se
focalizó y empezó a moverse con gran dificultad. Casi a rastras se acercó a
Zack, que estaba en las últimas, y tuvieron una breve conversación.
— Toma,
ahora es tuya. — Dijo entregándole su espadón. — Con él te dejo mis recuerdos y
mis sueños. — Continuó diciendo con gran dificultad. — A partir de ahora serás
mi legado viviente, la prueba de que existí. — Cloud balbuceaba intentando
repetir las palabras que oía y pronto ya no hubo más que repetir. Entonces su
consciencia pareció volver y con un horrible grito de dolor revivió de nuevo. Kanha
era capaz de sentir su pena como si fuese propia y lloró junto a él. Entre
lágrimas fue testigo de cómo la porción de energía vital de Zack volvía a su
lugar de origen, aunque notó un calor especial, como si una parte de él se
quedara con ella. Todo parecía transcurrir a cámara lenta. Quiso acercarse a
Cloud, consolarlo, pero no lo hizo y cuando se dio cuenta volvía a estar
sentada en el suelo junto a sus dos amigos, con las lágrimas despeñándose
mejillas abajo. Él estaba ahí, sano y salvo, entero y la miraba intensamente,
pero esta vez no volvió a perder el norte sino que incluso fue capaz de
mantenerle la mirada.
— ¿Y bien? —
Interrumpió Aerith. Kanha quiso empezar dando explicaciones pero no supo muy
bien qué decir. No acababa de entender dónde encajaba lo que había visto en la
historia real de su chico, así que fue él quién tomó la iniciativa.
— No estoy
demasiado seguro pero diría que te he visto rodeada de gente y al mismo tiempo
totalmente sola. No sé cómo explicarlo. Tu entorno era muy diferente a
cualquier cosa que he visto hasta ahora. No reconozco los lugares, ni siquiera
he visto algo que pueda asociar a este mundo. Los edificios, la ropa… todo era
distinto.
— ¿A qué te
refieres? — Quiso saber la joven Cetra.
— No puedo
dar más detalles porque eran como flashes, como imágenes mezcladas, no
secuencias enteras. Supongo que para ello necesitaré más tiempo.
— ¿Queréis
volver a intentarlo? — Cloud enseguida asintió. Kanha dudó, pero finalmente accedió.
De nuevo
volvieron a conectar sus miradas y la chica vio cómo la mirada de su amigo se
quedaba vacía, igual que en sus visiones. Sin embargo ella no conseguía
despegar. Ante el horror de pensar que pudiera quedarse así dio un respingo y
soltó las manos rompiendo el círculo que habían formado en el suelo.
— ¿Qué
pasa? — Preguntó Aerith un poco sobresaltada.
— ¿Qué le
ha pasado? — Preguntó alarmada señalando a Cloud.
— Lo mismo
que te pasaba a ti hasta ahora. Así te quedabas tú. La pregunta es ¿por qué
esta vez no has entrado en su mente?
Kanha
recuperó su compostura y volvió a cogerlos a ambos de las manos. De nuevo
volvió a mirar a Cloud con la intención de verse engullida por aquel resplandor
azul, pero no pasaba nada. Convencida de que podría hacerlo aunque fuese una
vez más, insistió. Todavía le quedaban preguntas por responder y finalmente
consiguió entrar. En esta ocasión no había nada a su alrededor, nada excepto una
niebla azul que resplandecía con aquel fulgor un tanto fantasmal. Pero sabía
que no estaba sola en aquel entorno que no le acababa de ser familiar.
— ¿Quién
eres? — Preguntó en voz alta sin tener en cuenta si estaba en una visión, si ella
existía realmente allí o cualquier otra incoherencia. — Sé que estás ahí y que
me oyes. ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? — Cada vez sentía más furia. No entendía
por qué, pero sabía que fuese lo que fuese no era bueno y su instinto la puso
en guardia.
— Deberías
saber quién soy. — Dijo una voz femenina que venía de todas partes. A Kanha se
le heló la sangre al oírla. — Todos vosotros deberíais saber quién soy. Y si
aún no lo sabéis pronto lo averiguaréis.
— ¿Qué
quieres de Cloud?
— ¿El
chico? Nada. Él es mi vehículo. Me llevará junto a mi hijo y juntos viajaremos
a la Tierra Prometida.
— ¿Tu hijo?
— Sí,
Sephiroth es su nombre.
— Pues
tendrás que viajar hasta el más allá para encontrarte con él porque está
muerto. — La mujer se puso a reír como si fuese una bruja. De nuevo un
escalofrío le atravesó el espinazo.
— Si eso es
lo que crees, entonces no deberías preocuparte por mí, ¿no crees?. Sin embargo,
lo haces por lo que creo que tú tampoco estás muy convencida de tus propias
palabras.
— Sephiroth
murió en Nibelheim. Él mismo saltó al torrente de energía vital. Nadie
sobreviviría a eso.
— Nadie
excepto un Cetra.
— ¿Quieres
decir…?
— ¡Exacto! —
El miedo que sintió Kanha hizo que notara como su consciencia retrocedía en el
túnel para volver a la realidad.
— ¿Cuál es
tu nombre? — Preguntó en un desesperado intento por conseguir más información.
— Tengo
muchos nombres, pero en Gaia se me conoce como Jénova. Recuérdalo, chica,
porque a partir de ahora vas a oírlo muchas veces. — Su voz era cada vez más lejana
y enseguida se vio de nuevo sentada en el suelo cogida de las manos de sus
amigos. Notaba su cuerpo cubierto por un sudor frío. Había pasado miedo, aunque
no entendía por qué.
— Cloud,
quiero que me digas enseguida todo lo que sabes de Sephiroth. — El chico no se
esperaba una pregunta así y no parecía dispuesto a colaborar.
— ¿A qué
viene esa pregunta ahora? Hay cosas más importantes de las que hablar…
— ¿Cosas
como qué? — Quiso saber Aerith.
— Cosas
como lo que hemos visto.
— ¿Y qué es
lo que has visto?
— Te he
visto a ti. Esta vez te he visto. Estabas triste y sola. Tal vez físicamente
no, pero así era cómo te sentías. He visto una rutina anodina que te aburría
mortalmente, como si fueses una víctima de la vida que te había tocado vivir.
Sin embargo, tenías una existencia acomodada en la que no te faltaba de nada y
que te permitía asistir a un centro de estudio. Lo tenías todo y te sentías
totalmente vacía. — Kanha lo escuchaba atentamente y notaba un cosquilleo en el
estómago de recordar esos sentimientos, sin embargo, no podía recordar más allá
de lo que le estaban contando.
— ¿Te ayuda
toda esa información? — Preguntó Aerith y la joven negó con gran pesar. — ¿Tú
has visto algo?
— No. —
Contestó sin querer dar más explicaciones. — Pero quiero saber qué pasó con
Sephiroth y quiero que tú me lo cuentes, Cloud. — El chico resopló como cansado
del tema, pero vio que las dos féminas estaban dispuestas a aliarse en su
contra si no accedía, por lo que cambió de opinión.
— Sephiroth
era una leyenda en Soldado. Mucha gente le llamaba héroe. Era el más fuerte de
todos y tenía una habilidad asombrosa con la magia. Bueno, eso era lo que todos
decían, yo no llegué a conocerle personalmente. — Kanha arrugó el gesto. —
Bueno, sí que le conocí, pero no llegué a hablar con él. Era un soldado de
rango superior incluso de mayor rango que… — Dudó un segundo, miró a Aerith y
finalmente lo soltó. — … que Zack. — Se hizo un silencio que el chico no tardó
en disipar. — Zack era mi instructor. Fuimos a una misión en Nibelheim, mi
pueblo natal, y allí fue dónde le conocí, pero era una persona totalmente
inaccesible, ni siquiera me pude acercar a él. Todo el mundo sabía quién era y
era admirado al mismo tiempo que temido. Había habido un altercado en el
reactor del pueblo y nos habían enviado allí como refuerzo para el destacamento
que comandaba el propio Sephiroth. Pero algo pasó porque se encerró en la
mansión Shinra durante varios días, mientras nosotros patrullábamos los
alrededores pare proteger a los civiles y cuando salió parecía una persona
distinta. A las pocas horas Nibelheim estaba en llamas y Sephiroth parecía ser
el autor de la tragedia. Muchos de mis compañeros se quedaron en la aldea para
socorrer a la gente que se había quedado atrapada en las casas y trasladarlos a
lugares más seguros hasta que pudieran extinguir el fuego. Zack y yo nos
dirigimos al reactor y allí encontramos a Tifa. No estaba herida pero parecía
estar en shock. Zack no dudó en enfrentarse a Sephiroth mientras que yo me
quedaba en la retaguardia para protegerle las espaldas de posibles imprevistos.
De pronto oí cómo Zack caía y no dudé en lanzarme contra el que se había
convertido en nuestro enemigo empuñando la espada. Recuerdo que le atravesé y
también que no fue suficiente porque poco después él me hizo lo mismo y perdí
la consciencia. No recuerdo nada más sobre él y no sé cómo acabó la historia.
Ni siquiera entiendo por qué no acabó con mi vida, por qué sigo aquí después de
haberle atacado cómo lo hice…
— ¿Y qué
pasó con Zack? — Quiso saber Aerith, que tenía los ojos llenos de lágrimas.
Cloud no supo qué decir así que simplemente negó con la cabeza dándole a
entender que eso era todo. Kanha sí que tenía una respuesta para ella, pero
creyó que no era el momento. Tampoco sabía cómo soltarlo. Y de pronto recordó
una cosa.
— Aerith,
¿por qué tienes la marca?
— Haces
preguntas muy raras. — Apuntó Cloud un tanto molesto.
— Por la
conexión que tenemos los Cetra con el torrente de energía vital. — Contestó la
chica ignorando el comentario de su compañero de aventuras. — Nosotros lo
llamamos Lifestream para abreviar.
— ¿Pero
sufrís algún tipo de exposición o nacéis ya con la marca?
— Nos
exponemos, pero de una manera distinta a la que lo hacen los soldados. Lo
nuestro es una ceremonia ritual, como la que se hace en algunas culturas para
determinar que los niños pasan a ser adultos.
— ¿Y estás
segura de que eres la última de los Cetra? — Kanha esperaba una respuesta
rotunda pero encontró un breve silencio.
— No estoy
muy segura de eso aunque es bastante probable. ¿Por qué lo preguntas?
— ¿Sabes
quién es Jénova? — La joven florista abrió los ojos como platos mientras que
Cloud no pareció reaccionar ante ese nombre.
Zack y Cloud en el sótano de la mansión Shinra |