lunes, 21 de noviembre de 2016

Capítulo 17. Looking for the truth

Pasaron la noche allí mismo. Al día siguiente, antes del alba, recogieron el campamento para ponerse en ruta lo antes posible. Para entonces todos escuchaban con más atención las advertencias de un Cloud escéptico ante la idea de que los Turcos se hubiesen retirado sin más. Kanha estuvo pensando mucho en lo que Tifa le había contado y estaba deseando subir al chocobo con él. Sí que tenía varias preguntas que hacerle sobre el tema, pero sobretodo quería estar con él, aunque no hablasen en todo el camino. Además, era totalmente consciente de que con él las cosas no funcionaban así, que debía tener paciencia si quería respuestas, por lo que se mentalizó para no ansiarse ante una negativa o un silencio. 

Cuando llegó el momento, y sin que nadie se opusiera, los dos compartieron transporte y reanudaron la marcha cuando el cielo clareaba por el este. Primero al trote y después al galope. Y cuando aquellas enormes aves empezaron a cortar el viento a su paso, ella se apretó con fuerza contra él apoyando la oreja en su espalda y así poder oír su corazón que latía con fuerza. 

En aquel momento Kanha tomó consciencia de que por mucho que no recordara su pasado lo que contaba era el presente y vio claro que estaba dispuesta a darlo todo por aquella misión. No le importaba si ya no estaba en la Tierra, si aquella gente eran humanos o no, ni tampoco le importaba saber el motivo por el cual ella podía usar magia con tanta facilidad sin estar marcada por la energía vital. Simplemente quería mirar hacia delante y seguir con lo que tenía: unos amigos que la apreciaban y protegían y un chico que además la quería. Sí, el amor; aquel sentimiento que hace que sonrías tontamente cuando piensas en esa persona especial aunque no esté ahí, que te hace perder el norte por cualquier tontería. Pero a ellos dos no se les podía aplicar el estándar, ya que Cloud no era un romántico ni tampoco era que la situación invitase a tener momentos de intimidad. 

De repente Kanha notó cómo su jinete le acariciaba las manos que tenía entrelazadas en su cintura y le habló telepáticamente.

¿Estás mejor, más tranquila?

Sí… 

Eres muy valiente. Estoy seguro de que si reclutamos a unos cuantos más como tú pronto seremos una amenaza seria para Shinra. Ahora realmente creo que seremos capaces de salvar Gaia.


¿Estás bien?


¿Kanha?

Te agradezco mucho que te preocupes por mi bienestar, pero la verdad es que soy yo la que está preocupada por ti.

Pues no deberías porque ya ves que estoy perfectamente. ¿Lo notas? El muchacho cogió una de las manos de la joven y se la llevó al pecho. Ella notó la respiración y el repiqueteo de un corazón sano como el suyo.

 Sé que físicamente estás en plena forma, pero hay algo que me inquieta y no sé cómo abordarlo sin ser desagradable para ti.

¿Desagradable?

Te prometí que no te hablaría más de él… Entonces el joven entendió y sus músculos se tensaron. Ella creyó que no era una reacción normal por lo que en aquel momento vio claro que había mucho más por descubrir de lo que creyó en un principio. El silencio reinó en sus cabezas por unos instantes, hasta que ella puso remedio. Cumpliré mi promesa y no te hablaré de él pero con una condición.


Ya que no creo que me des respuestas te pido que me dejes entrar en tu mente para encontrarlas por mí misma.

No. Dijo tajante e instantáneamente.

¿Por qué no? Quiso saber la chica.

Aerith te dijo en varias ocasiones que no era bueno hacerlo. No he hablado con ella sobre esto. No sé el motivo por el que te lo dijo, pero creo firmemente en ella y pienso seguir sus consejos.

¿Quién lo hubiera dicho de ti unos días atrás?

La lucha contra los Turcos ha hecho que cambie mi percepción de algunas cosas y, entre ellas, está la propia Aerith. Si te dijo eso estoy seguro de que tenía motivos para hacerlo y si además ha insistido, debe de ser algo serio. No me quiero arriesgar. La última vez parecías mucho más ida de lo normal. ¡Me asusté! Entonces ella recordó su cara de susto y le abrazó con más fuerza.

Yo también estoy aquí y estoy sana y salva.

Así es. Y me gustaría que eso no cambiara. Kanha se sintió enormemente feliz. No recordaba nada de su vida anterior a los Suburbios, pero supo firmemente que nunca antes se había sentido así: tan querida, tan llena de vida. Creyó incluso que le iba a explotar el pecho de tanta satisfacción. Por eso, procuraré llevar las gafas de sol puestas siempre que esté contigo, para evitarlo. No quiero perderte.

Entonces, ¿no podré solventar mis dudas? Se hizo un momento de silencio.

¿Qué quieres saber? Contestó finalmente el chico en un tono de resignación. Esa respuesta le pilló un poco por sorpresa porque no creyó que le fuese a convencer tan fácilmente.

Vaya… Ahora que me has dado carta blanca no sé por dónde empezar…

¿Tantas dudas tienes?

Mmmmm… sí.

Pues haremos un trato.

Dime.

Cuando hagamos la próxima parada hablaremos con Aerith sobre tus inmersiones en mi mente, que nos lo explique mejor y a ver si hay algún modo de controlarlo. Pero también le quiero preguntar si de alguna manera yo también puedo hacer lo mismo, si es posible que yo también acceda a tus recuerdos porque, si tú tienes dudas no te quiero ni contar las que tengo yo sobre ti… A Kanha le pareció justo e incluso le gustó la idea. Ni ella misma tenía respuestas para sus preguntas y le pareció una manera de lo más ingeniosa para descubrir quién era en realidad. ¿Hay trato?

¡Por supuesto!

¡Vaya! ¿Tantas ganas de saber eso que me quieres preguntar tienes?

Sí. Y también tengo ganas de saber todo eso que descubrirás sobre mí. Cloud le apretó las manos que volvían a estar entrelazadas sobre su vientre, rodeándole la cintura, y pocas palabras más intercambiaron.

Cuando por fin hicieron un descanso para que los chocobos bebieran agua y repusieran fuerzas, llevaron a cabo su plan de aislar a Aerith para averiguar algo más de su conexión.

— La verdad es que todo lo que nos explicas es muy interesante. — Interrumpió Cloud que la había sacado del grupo con la excusa de que les mostrase cuáles eran las hierbas más apropiadas para reponer fuerzas. — Pero lo cierto es que queríamos hablar contigo de otro asunto. Tenemos la sensación de que tienes las respuestas que necesitamos y no queríamos dejar pasar más tiempo.

— Sí, — continuó Kanha — lo cierto es que Cloud parece mi kriptonita y me gustaría saber cuál es el motivo. — De nuevo, sus dos amigos pusieron cara de no entender lo que decía y ella se percató de que posiblemente Superman no era alguien conocido en Gaia. — Lo que quiero decir es que parece que tenemos una conexión especial y, sin embargo, no paras de decirme que es peligroso.

— Vaya… Sabía que este momento llegaría pero no pensé que os pusieseis de acuerdo para abordarme a la vez. — Los ojos verdes luminiscentes de Aerith los barrió a ambos. — Yo tampoco tengo respuestas para todo, pero sí que es cierto que vuestra conexión es muy fuerte. No sé que fue lo que leíste en Shinra, pero no es algo habitual en un humano común. Claro está que tú no eres un humano normal y corriente ya que de alguna manera has estado expuesto a la energía vital, sólo hay que mirarte a los ojos para comprobarlo, y tú tampoco pareces encajar en el estándar de “normal”. Más que nada por la habilidad que tienes con la magia. De hecho, pareces más una Cetra, pero tampoco tienes la marca por lo que me desconciertas.

— Entonces, ¿por qué dices que no es sano que conectemos de esa manera? — Insistió el chico.

— Por ti, Kanha. Para él no supone nada que conectéis. De hecho, puede irse, romper el contacto visual y seguir con su vida normal mientras tú sigues inmersa en sus recuerdos. A ti no te pasa lo mismo. Tú te vas del todo. Abandonas tu cuerpo. Es como si tu consciencia se trasladase a su mente, como si desaparecieras y dejaras atrás un cascarón vacío. Además, dices que cada vez eres capaz de percibir más cosas. Que al principio sólo veías, después empezaste a sentir y más tarde a oír. ¿Cuál será el próximo paso? Me da miedo que llegue el momento en el que te quedes atrapada.

— Eso no es posible. — Replicó Kanha totalmente escéptica. — ¿Cómo puedes estar tan segura de lo que dices?

— Lo cierto es que no lo sé. No me he encontrado con ningún caso como el vuestro con anterioridad, pero viendo la dinámica que ha cogido este asunto parece lo más probable.

— ¿Y por qué crees que a ella le sucede y a mí no? ¿De alguna manera podríamos invertir el proceso para que fuese yo quién entrase en su mente?

— Me estáis hablando de imposibles. Esto no es una ciencia exacta. No es una fórmula matemática que puedas modificar para despejar una incógnita. Ojalá lo fuera, pero no es así. Lo que sí que es seguro es que todo esto está relacionado con la energía vital, por lo que es mucho más complicado de lo que parece. Por eso el conocimiento de los Cetra es tan valioso para una organización como Shinra y por eso sus estudios no son fiables al 100%.

— ¿Qué quieres decir? — Insistió Cloud.

— Quiero decir que tal vez sea tan importante conocer tu pasado como el de ella para entender mejor de dónde proviene vuestra conexión. Así que creo que vale la pena probar una cosa, pero no podemos hacerlo solos. Me temo que ha llegado el momento de contarles a los demás un poco sobre vuestro secreto.

Resignados a ello volvieron con Tifa y Barret y les contaron que querían hacer un experimento antes de continuar con el viaje. Aerith necesitaba que estuvieran presentes para protegerles o interrumpirles si fuese necesario en caso de ataque, pero no podían intervenir si no era estrictamente necesario. Los tres interesados se sentaron en el suelo con las piernas cruzadas formando un círculo y se cogieron de las manos. Cloud se quitó las gafas de sol y se mantuvo con los ojos cerrados.

— Abre los ojos y que empiece el espectáculo. — El muchacho obedeció y miró directamente a su chica. Fue como un tiro que atravesó su consciencia y que la dejó fuera de combate prácticamente en el acto.

Cuando la niebla azul se disipó, vio Nibelheim arder y vio a Zack y a un soldado raso, que debía ser Cloud, salir corriendo por un sendero que conducía fuera de los límites de la barrera protectora. Kanha esperaba que, como las veces anteriores, su consciencia les siguiera, pero no fue así. Entonces se dio cuenta de que ella estaba allí físicamente y de que notaba el calor de las llamas. Sin perder más tiempo les siguió. Corrían muy rápido y creía que les perdería la pista, pero de alguna manera sabía dónde iban. Tifa ya se lo había adelantado. La noche brillaba por el fuego, pero también por el halo de la energía vital que se escapaba del reactor mako que estaba cerca. Exhausta y casi sin aliento encontró al padre de Tifa sin vida a unos metros de la entrada y entró sin perder más tiempo porque sabía lo que iba a encontrar. Se lo había imaginado tal y como lo estaba viendo aunque naturalmente era mucho más espantoso verlo en vivo. Cuando llegó a la puerta del núcleo del reactor vio a Tifa en el suelo escondiéndose tras una rendija pero sin perder detalle de lo que pasaba al otro lado de la puerta. Entonces ella también quiso asomarse y ver lo que pasaba en aquel momento. Se horrorizó al ver a un joven Cloud encastado en una larga katana. Parecía un cuerpo inerte que colgaba sobre un foso que sólo albergaba muerte para él. La chica se horrorizó e involuntariamente soltó un gemido que resonó en la sala. Ella misma se asustó por oír su propia voz y su primera reacción fue mirar a Tifa, que yacía en el suelo, temblando de miedo y mirándola fijamente, como si hubiese visto un fantasma. ¡Me ves! Pensó sorprendida y su propia impresión la hizo retroceder por aquel túnel plagado de imágenes del pasado de Cloud que la devolvían a la realidad.

Cuando miró a su alrededor nada había cambiado. Aerith la observaba inquisitivamente y Cloud también. Barret y Tifa, contrariamente a lo que ella creía, no estaban atentos a lo que hacían sino que hablaban animadamente a unos metros de ellos aunque estaban alerta y con sendas armas preparadas por si acaso.

— ¿Has visto algo Cloud? — Preguntó la joven Cetra.

— No estoy seguro… — Entonces volvió a mirar a Kanha con cierta curiosidad y ella no tuvo tiempo de detener el proceso de abducción al que cada vez se veía sometida con más inmediatez.


Cloud como soldado raso


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