miércoles, 28 de diciembre de 2016

Capítulo 22. Jenova Project

Cloud le había dicho que procurara mantenerse a salvo y Reno que una vez entrara en el laboratorio no habría marcha atrás. Sin embargo, no podía abandonarle cuando más la necesitaba. “Tal vez un día seas tú quién me salve”, le dijo una vez antes de entrar en batalla. Quizás ese momento hubiera llegado…

— ¡Vamos, te estoy dando la oportunidad de elegir! Tienes suerte de que sea yo quien te custodie porque Elena es bastante antisocial, Rude no suele hablar demasiado y Tseng… bueno, el jefe es alguien agradable aunque está claro que el más majo soy yo. Además, las órdenes de Rufus fueron que te acompañara al laboratorio, así que no tendría que tener este tipo de concesión contigo pero estás de suerte porque yo también quiero preguntarte cosas y el presidente también insistió en que fuese amable contigo, así que no creo que me gane una reprimenda por invitarte a un café antes de acceder al laboratorio. Vamos.

Reno puso la mano sobre un lector palmar y un rayo verde salió de una rendija de la pared para hacerle un reconocimiento facial. Segundos después se abrió la puerta, gruesa, pesada y de alta seguridad. Haciendo un gesto con la mano la invitó a que le siguiera al interior. Tal vez sea verdad, que he tenido suerte de que me acompañe él y no otro de los Turcos… pensó la joven que enseguida empezó a caminar tras él. Cuando se cerró la puerta a sus espaldas la iluminación aumentó y vio que estaban en un lugar totalmente metálico y blanquecino, como si fuese una nave espacial.

— Primer nivel de seguridad. Aquí tienen acceso todos los Soldados que han pasado por la exposición. El dispositivo de fuera mide los niveles de mako en el organismo y se basa en los dos puntos fuertes de la energía vital en el cuerpo humano: las manos, que es donde concentramos la energía cuando queremos lanzar un hechizo, y en los ojos, que es la puerta más directa a nuestra alma.

— Pero eso del alma es algo que no está científicamente demostrado… — Las palabras salieron solas de la boca de la chica y Reno la miró muy sorprendido. Parecía increíble, pero por un momento se quedó sin palabras.

— Eres muy divertida, ¿sabes? No sé de dónde sacas esos argumentos, pero lo que dices es absurdo porque precisamente es el alma lo que mueve la energía vital de este planeta. Todos tenemos una y por eso estamos vivos. Incluso Gaia lo está.

— Pues si es así, por esa regla de tres, cualquiera puede tener una relación directa con el Lifestream, ¿no? La exposición es un proceso innecesario que simplemente mata a jóvenes aspirantes que realmente no saben a lo que se enfrentan cuando acuden a Soldado en busca de un futuro. — Reno volvió a quedarse mudo por unos momentos.

— ¡Qué interesante! ¿Lifestream dices? Vaya… creo que el profesor estará muy contento de hablar contigo. — De pronto dejó de caminar y puso la mano en un detector para abrir una puerta lateral. — Pasa tú primero, por favor. — Dijo moviéndose como si fuese un bufón que invita a la princesa del castillo a pasar al comedor real. Eso le hacía sentir incómoda, pero tampoco es que tuviera opción. Al otro lado sólo había una habitación pequeña con una enorme máquina de bebidas, otra de artículos para picar, una pequeña papelera y una mesa rectangular con algunas sillas a su alrededor. — ¿Qué te apetece tomar? — No supo qué decir. — Vamos, que te invito. ¡Cuando salgas de aquí podrás ir contando a tus amigas que te invitó un Turco!

— ¿Pero no dices que no saldré nunca de aquí?

— Es un decir, chica. — Contestó esbozando una sonrisa insana.

— ¡Me das asco! — Dijo mientras arrugaba el gesto.

— ¡Gran elección! — Exclamó volviéndose a la máquina y apretando algunos botones. Kanha empezó a entender por qué Cloud le había dicho que Reno estaba muy lejos de lo que aparentaba y que era alguien a quién temer. ¡Está loco! Poco después se sentaron a la mesa, uno frente al otro, y él le ofreció un vaso de papel con algo que olía a café en su interior. La verdad era que ella no iba a beber ni una gota de lo que allí hubiera, pero eso no era algo que a él pareciese importarle lo más mínimo. — Está bien, te contaré lo que sé del Proyecto Jénova. — La chica se centró en lo que iba a explicar. — Cuando Zack y Cloud se volvieron locos y se enfrentaron a Sephiroth yo estaba en Nibelheim salvando civiles del incendio, pero cuando oí que llegaba el helicóptero de los Turcos me apresuré a ir al reactor. Allí fue dónde conocí a los que son hoy mis compañeros. Simplemente me dirigí a ellos y les expliqué todo lo que sabía. Tseng enseguida se fijó en mí y me preguntó si estaba preparado para pasar por la exposición. ¡Por supuesto que lo estaba! Había ingresado en Soldado básicamente para eso, para hacerme más fuerte. Así que no lo dudé e ingresé en un proyecto que ya tenían en marcha. Tras la exposición me hicieron una evaluación en la que obtuve unos resultados excelentes y eso me llevó a formar parte de los Turcos. Sin embargo, el profesor selecciona personalmente a los integrantes de esta élite y me quiso poner a prueba. Para ello estuve trabajando con él durante un año entero: primero haciendo trabajo de campo, es decir, recogiendo material y haciéndome hacer misiones de todo tipo. Poco después quiso que le asistiera en su laboratorio de la Mansión Shinra. Allí fue dónde me reencontré con Cloud y Zack y debo admitir que fue toda una sorpresa ya que después del incidente de Nibelheim nunca más se supo de ellos y nadie hablaba del tema; como si aquello nunca hubiese tenido lugar. Creí que todos les dábamos por muertos, que simplemente se pasó página, sin embargo, allí estaban: metidos en unas probetas gigantescas como si fuesen fetos embalsamados, aunque monitorizaban sus constantes vitales por lo que enseguida me di cuenta de que seguían vivos. Y, si te soy sincero, lo que estaban haciendo con ellos no me importó lo más mínimo porque me pareció justo, ya que habían excedido el límite y aquello era su castigo.

— ¿Cómo puedes decir eso?

— ¿Qué? Era lo mejor que les podía pasar. Piensa que el profesor los protegió porque Rufus los quería matar por haber eliminado a Sephiroth, pero él creía que podrían sacar más beneficio de ellos si los mantenía con vida. Y allí estaban: sumergidos en mako puro bajo un coma inducido que les imposibilitaba despertar y escapar. Sin embargo, Cloud tenía las constantes vitales muy débiles y cada día debíamos comprobar que seguía con vida porque todos estábamos convencidos de que no lo superaría. De hecho, estaba allí porque fue él quién abatió a Sephiroth pero sus estadísticas no le hacían destacar como un soldado que pudiese pasar de la infantería, por lo que nunca le habrían expuesto a la energía vital en un proceso normal de selección. Así que parecía condenado a morir, pero pasaban los días y él iba resistiendo. Ya te digo, estuve allí varios meses y cada día parecía el último. Durante ese tiempo, les estuvimos inyectando regularmente un suero que el doctor llamaba “células G”, la cual cosa no ayudaba a que aquella exposición tan prolongada fuese más llevadera ya que les provocaba una especie de reacción. Debo añadir que para Zack era todo bien distinto porque él ya era un soldado de Primera Clase, ya había pasado por una exposición y su cuerpo podía soportar más fácilmente esos niveles de mako, por lo que parecía que en su caso el experimento iba a ser un éxito. Al cabo de unos meses, Hojo me dijo que estaba preparado para ser un Turco, así que volví a Midgar. Tseng se encargó de instruirme y de darme un compañero. Por lo que salí de la Mansión Shinra para entrar en un programa de entrenamiento especial y enseguida me encomendaron aprender a pilotar. Desde entonces soy el encargado del transporte del grupo más destacado de los Turcos. — El chico sopló el líquido de su vaso y bebió un sorbo de café. — ¿Me preguntas que qué es el Proyecto Jénova? Pues no lo sé, chica. Lo único que te puedo decir es que es algo en lo que el doctor lleva trabajando muchos años y que después de que Zack y Cloud escaparan de la Mansión Shinra creyó que había perdido algo muy importante, como si tuviera que volver a empezar de cero. Si te soy sincero, creo que todo empezó con Génesis y Sephiroth. Por comentarios que le he oído decir diría que ellos fueron los primeros sujetos de prueba, pero no te lo podría confirmar.

— ¿Y no tienes ni idea de lo que era aquel suero?

— Células de Jénova, pero no me preguntes qué es eso porque no tengo ni idea.

— ¿¡De Jénova!? ¿Y de dónde las saca?

— Cuando estuve en el laboratorio se rumoreaba que años atrás habían encontrado un cadáver en el continente del norte durante una expedición de búsqueda para nuevos pozos naturales de mako. El doctor pareció maravillado con el tema y se llevó ese cuerpo a su laboratorio de Nibelheim. De hecho, decían que aquel reactor se construyó para tener unas instalaciones seguras para custodiarlo. Creo recordar que dijeron que ese cadáver estaba en el centro del reactor porque reaccionaba a la energía vital que emanaba de él.

— ¿Pudieron recuperarlo después de la intrusión de Sephiroth?

— Pues es curioso que lo preguntes porque ahora que lo mencionas recuerdo que estaba mutilado, pero sí, lo recuperaron y ahora está aquí, en el laboratorio del edificio Shinra. Estoy seguro de que el profesor te lo enseñará si se lo pides, aunque no dudo que tengas que pagar un precio por ello. No es un hombre que facilite información sobre su investigación con demasiada facilidad.

Aerith dijo que sellaron el cuerpo de Jénova en el continente del norte y el cadáver que rescataron estaba allí. ¡Tiene que ser ella! Entonces es verdad que sigue viva… y además Sephiroth era parte del Proyecto Jénova que, por lo que he entendido, se centraba en inyectar células a soldados de alto nivel, seguramente para hacerlos más fuertes. Es posible que él fuese el primer resultado positivo de este proyecto. Por eso era tan poderoso, por eso trabajaba para la corporación Shinra. Jénova dijo que era su hijo y Aerith me aseguró que su línea genética acabó con ella cuando la sellaron porque no tuvo descendencia, pero si lo contemplamos desde esta nueva perspectiva la cosa cambia y ciertamente se podría decir que sí que es su hijo, ya que lleva sus genes dentro de él. Sin embargo, algo pasó con él para que de repente decidiese ir al reactor a destruir el cadáver. Entiendo que de alguna manera se rebeló contra la corporación Shinra e intentó actuar por su cuenta. ¿Fue Jénova? Tal vez, al igual que conmigo, ¿pudo ponerse en contacto con él? Pero es raro porque no pasa lo mismo con Cloud, que supuestamente también lleva sus células. Sin embargo, Génesis también se rebeló contra Shinra y tuvo que enfrentarse a sus amigos. ¿Podría ser que se enterase de algo y eso lo trastornó, o que hicieran algo con él que lo enloqueció? ¿Tal vez eso mismo fue lo que le pasó a Sephiroth en Nibelheim? Lo que no acabo de entender es qué pintan Zack y Cloud en todo esto. También les inyectaron esas células. Posiblemente con Zack, que ya había sido expuesto al mako, funcionase, pero ¿y Cloud? ¿Es que acaso sólo le querían procurar una muerte agónica por haber matado a Sephiroth? Él no había estado expuesto a la energía vital anteriormente y era muy posible que no lo superara, pero la verdad es que finalmente lo hizo. Además, Jénova dijo que Cloud era su transporte para llegar hasta su hijo, que seguía vivo, por lo que posiblemente ella colaborara en su supervivencia y su resistencia al exceso de mako en su cuerpo. Aunque si Sephiroth es su hijo porque lleva su carga genética, ¿por qué no considera que Cloud también lo sea? De todas maneras Jénova no era una Cetra, aunque podía usar magia… ¡como yo! ¿Quiere eso decir que ella también venía de otro planeta? Eso me hace recordar que me ha llamado terrícola, por lo que sabe que vengo de la Tierra, cuando mis compañeros ni siquiera sabían de su existencia. Entonces, ¿ella también es terrícola? Pero no puede ser… Otra cosa que no me cuadra es que también dijo que el dolor que le infringía a Cloud aceleraba las cosas… ¿Qué cosas? Si quiere encontrarse con su hijo y llegar a la Tierra Prometida creo que va por mal camino... A no ser que…

— No quiero más café. — Dijo la joven de repente.

— Pero si no has bebido ni una gota…

— Si estoy condenada a ir al laboratorio no quiero darle más vueltas. Además, por mucha información que me des no me es útil, así que prefiero estar junto a Cloud.

— Aunque estés con él, no podrás hacer nada por protegerle. Para Hojo sois dos sujetos de estudios distintos, dos investigaciones independientes que no tienen ningún tipo de relación, por lo que seguramente os mantendrá separados. Además, nunca recordará tu nombre y le importará tres pepinos lo que sintáis el uno por el otro.

— ¿Y qué otra cosa se supone que debo hacer? — Dijo gritando desesperada dando un golpe con el puño cerrado sobre la mesa y con los ojos cargados de lágrimas. Reno no se esperaba esa reacción y casi se tiró el café encima. ¡Date prisa pirado y llévame allí!

— De acuerdo, vamos.

Ambos se levantaron de la mesa y salieron del cuartucho para seguir caminando por aquel largo pasillo metálico. Atravesaron otras tres puertas más con sistemas de seguridad similares a la primera y finalmente llegaron a una sala totalmente blanca que parecía un almacén de productos sanitarios. No había substancias sino más bien herramientas como vías, gasas, probetas, tubos y cosas de estas. Después pasaron por otra con largas mesas y llena de gente vestida con sus batas blancas que trabajaban con pequeños fogones, microscopios y de más utensilios propios de un laboratorio. Nadie les prestó atención. A continuación llegaron a una gran cristalera que separaba esa estancia de un espacio más oscuro e iluminado con luces más rojizas que contenía cápsulas parecidas a las que había visto en su visión de la Mansión Shinra además de contenedores como los que había en el reactor de Nibelheim. Se pararon a contemplar aquello hasta que Kanha vio que allí también estaban Tseng y Reno, junto al cuerpo de Cloud que reposaba inerte sobre una camilla o mesa de trabajo. Estaba quieto y no parecía estar sufriendo aquellos horribles dolores, cosa que la alivió y la sobrecogió al mismo tiempo.

— ¿Qué le están haciendo? — Preguntó intentando mantener la compostura.

— Ni idea. — Enseguida apareció el doctor Hojo de detrás de uno de sus armatostes del cuarto rojo con una gran inyección cargada con una substancia que parecía mako, ya que relucía bajo esa luz, parecida a la del primer pasillo, aquel en el que vio el resplandor en los ojos de Reno.

— ¿Eso son células G?

— Eso parece… — Entonces Kanha se movió rápidamente a lo largo de la cristalera buscando un posible acceso para entrar y detenerlos. Reno, seguro de su posición, se mantuvo inmóvil, con los brazos cruzados sobre el pecho mientras observaba los movimientos inútiles y desesperados de su protegida.

— ¡No! — Gritó ella mientras golpeaba repetidamente el cristal fruto de la impotencia que sentía por no poder hacer nada para impedir lo que estaba pasando a tan solo unos metros de ella. Sin embargo, todo fue inútil ya que todo continuó como si ella no existiera. Ni siquiera los científicos que estaban en el mismo lado del vidrio que ella dejaron de hacer lo que se supone que estuvieran haciendo.

— Es inútil. No te oyen ni tampoco te ven. Este no es un cristal cualquiera y dudo mucho que lo puedas romper a base de golpes. — El doctor terminó de poner esa inyección y la retiró con sumo cuidado. Por lo menos no le tratan mal… Intentó autoconsolarse la joven. — Vamos. — Dijo Reno con una expresión de compasión que no había visto nunca en él y que tampoco creyó que algún día vería. — El profesor pronto habrá acabado y querrá conocerte mejor. Sígueme, por favor. — Y empezó a caminar hacia una puerta blanca que estaba cerca del cristal.

Kanha se quedó unos segundos allí mirando a su amigo con la cara pegada al cristal. Cloud… Intentó comunicarse, pero él no le respondió.

¿Tan poco te importa este chico que no haces caso de mis advertencias? Era la escalofriante voz de Jénova otra vez. De pronto el cuerpo del chico empezó a convulsionar sobre la camilla y los dos Turcos que le habían acompañado hasta allí se apresuraron a sujetarlo. El doctor Hojo empezó a correr para monitorizar lo que estaba ocurriendo e intentar paliar la crisis. No estoy bromeando: ¡o te alejas de nosotros o acabaré con su cerebro! Entonces Kanha se puso a llorar y corrió a donde Reno la estaba esperando con la puerta ya abierta.

— ¡Vámonos de aquí! — Le exclamó cuando pasó por su lado.

Entraron a otra sala pobremente decorada y con el blanco hospital predominando de nuevo. Reno cerró la puerta tras de sí quedando aislados de lo que ocurría en el exterior. Kanha ignoró el mobiliario que había allí. Se sentó en un rincón del suelo para acurrucarse y conseguir un mínimo de espacio de intimidad para llorar desconsoladamente, aterrada por la situación.


¿Qué puedo hacer? Pensó. Cloud está al borde de la muerte o puede que de algo peor. Aerith cree que yo soy la clave para vencer a Jénova y salvar Gaia. Tifa también tenía puestas sus esperanzas en mí. Sin embargo, aquí estoy: presa del pánico, impotente ante una situación que se me escapa totalmente de las manos e incapaz de tomar una decisión que no empeore aún más las cosas. ¿Es esto el fin?

Restos de Jénova


lunes, 19 de diciembre de 2016

Capítulo 21. Shinra Headquarters

Era de noche. Aquel edificio estaba justo en el centro de la ciudad y se podía ver perfectamente la distribución de los ocho reactores de mako que proporcionaban energía a Midgar y que rodeaban aquella enorme construcción. Realmente parecía el epicentro de todo y brillaba como una estrella en el firmamento, ya que el resto del paisaje era oscuro y ni siquiera se veían los suburbios que se extendían más allá de dónde llegaban las farolas. Las vistas eran realmente impresionantes, aunque no pudieron pararse a contemplarlas durante mucho rato, ya que los Turcos se apresuraron a llevarles al interior del edificio. Bajaron por las escaleras de emergencia un par de pisos y después entraron en un ascensor. Ninguno de los prisioneros pudo ver a qué piso se dirigían. Cuando se abrieron las puertas entraron directamente a una gran sala enmoquetada llena de lujos y detalles en dorado. También había algunas filas de soldados rasos, con sus uniformes azules y su casco integral, que formaban a ambos lados dibujando un pasillo central por el que previsiblemente pasarían los recién llegados. Al final de éste había unas cuantas personas esperándoles.

Algo grave está pasando. Musitó Cloud mentalmente.

¿Por qué lo dices?

Rufus no está sólo y el gordo que le acompaña es Heidegger, el jefe de la artillería.

¿Artillería?

Sí, es otra manera de llamar a los soldados rasos, aquellos que aspiran a ser soldados, aquellos que algún día serán expuestos a la energía mako, pero que aún están haciendo ejercicios de infantería.

Los viajeros del helicóptero fueron avanzando por la enorme sala hasta llegar ante lo que parecía el comité de bienvenida.

— Señor. — Tseng hizo una especie de reverencia mostrando sus respetos a un joven apuesto. — Tras varias semanas, hemos conseguido al fin traer a las personas que nos encomendó, sanas y salvas, tal y como se nos ordenó.

— Excelente. — Dijo el joven, rubio y de pelo corto, vestido con un traje totalmente blanco. Tseng se apartó para mostrar sus trofeos con orgullo.

— Elena acompaña a la joven Cetra. Su nombre es Aerith. Rude está junto al ex-soldado que se dio a la fuga, Cloud. Y finalmente, Reno está con la chica que usa la magia blanca sin tener la marca. Ella es Kanha.

¿Cómo puede saber nuestros nombres sin preguntarlos? Se preguntó la joven extranjera sin tener en cuenta que esos pensamientos eran compartidos.

Tseng es muchas cosas desagradables, pero también es una persona que hace su trabajo y que lo hace a la perfección. Por eso está en la posición que está y por eso los Turcos son tan eficaces y temidos. Contestó Cloud con cierta admiración.

Rufus los miró a los tres por unos instantes. Poco después susurró algo al señor regordete que Cloud había dicho que se encargaba de la artillería y éste abandonó rápidamente la sala por una puerta lateral que había al fondo de la sala. Entonces el joven se acercó a los visitantes.

— Os doy la bienvenida a mi casa. Me apena que nos conozcamos en estas circunstancias, pero ya veis que no me ha quedado más remedio. Como os podréis imaginar, al ser una persona tan importante y conocida en esta ciudad, no me queda más remedio que ser precavido, así que he invitado a los Turcos y a algunos de los soldados que tenemos en el edificio para que nos acompañen. Aprovecho para deciros que estamos en el edificio Shinra, es el más alto de Midgar. Y para concertar más, nos encontramos en la parte superior de éste, en mi despacho personal, por lo que si queréis escapar tendréis que pasar por muchas plantas llenas de gente a mis órdenes antes de poder respirar aire fresco. Así que, como imagino que sois conscientes de vuestra situación, creo que no será necesario que continuéis esposados, ¿no os parece? Por favor, quitádselas. — Tseng asintió mirando a sus subordinados y enseguida se las retiraron. — Me encanta recibir visitas, aunque debo admitir que no es lo habitual y, personalmente, estaba muy impaciente por hablar usted, señorita Aerith. Llevamos décadas estudiando a los Cetra, intentando heredar su sabiduría y cuál fue mi sorpresa cuando me enteré de que aún quedaba alguno vivo. — La chica sonrió casi por compromiso. — ¡Vaya! La última Cetra viva… De verdad que es todo un placer conocerla. Considérese mi invitada, por favor.

— Me alegro de complacerle con mi presencia.

—Es mucho más que eso. Tenemos pendiente una larga charla. Tengo miles de cosas que preguntarle y que enseñarle. Toda nuestra organización gira en torno a la energía vital y cómo manipularla para mejorar la calidad de vida de los humanos. Quiero mostrarle lo que hacemos para que nos ayude a hacerlo mejor. Al fin y al cabo, todos saldremos beneficiados.

— ¡Tendrás cara! — Dijo finalmente Cloud cortando el hilo de la conversación de Rufus. — Sólo buscas la manera más eficaz de lucrarte y sabes que el planeta está en peligro por tus temerarias acciones. — Rufus, visiblemente molesto por la intrusión dio la espalda a Aerith para dirigirse a él.

— Cloud Strife… Soldado raso venido arriba tras su fuga de la Mansión Shinra en Nibelheim. No estoy interesado en ti en absoluto. No me importan los detalles de tu fuga, ni tu relación con Zack Fair, ni nada que pueda estar relacionado contigo. Y tú… ¿Kanha? Es cierto que eso de que puedas usar magia sin la marca es bastante interesante, pero creo que Aerith me lo podrá explicar mucho mejor que tú misma. De hecho, creo que debo ser sincero con vosotros y deciros que estáis aquí porque quería conoceros personalmente antes de entregaros al profesor Hojo, pero mi interés en vosotros dos es completamente nulo.

— Sin embargo, yo sí estoy interesado en ellos. — Dijo una voz áspera que provenía del fondo de la sala. Se trataba de un hombre más envejecido de lo que seguramente era en realidad, ataviado con una bata blanca que le llegaba hasta las rodillas y con unas gafas redondas que no le favorecían en absoluto. Era el doctor Hojo. Kanha lo reconoció enseguida de haberlo visto antes, en sus visiones. Rufus se giró y le sonrió mientras que Cloud se tensó ante su presencia y Rude, que aún lo custodiaba aunque mantenía cierta distancia, se puso en guardia por si acaso.

— ¡Exacto! Os he hecho venir aquí porque casualmente el doctor Hojo estaba en su laboratorio de Midgar y estaba totalmente emocionado con la idea de empezar a trabajar con vosotros lo antes posible, así que no tenía demasiado sentido llevaros hasta Nibelheim para que le tuvierais que esperarle allí.

— Veamos que tenemos aquí… — Hojo no escuchó la verborrea de Rufus y prefirió ir directo al grano: se acercó a los recién llegados y los examinó. Primero fue Cloud. Lo miró de arriba abajo mientras el chico se puso recto e intentó relajar su musculatura para no mostrarse tan amenazante aunque la expresión de su cara no podía disimular lo desagradable que era ese hombre para él. — Parece que puedes seguir una vida normal después de todo… Has notado un incremento de tus habilidades de combate, ¿verdad? — No contestó. — Se te ve la marca perfectamente y según las grabaciones de tus intrusiones a nuestras instalaciones sé que tengo razón. No necesito que me lo confirmes. — Acto seguido se giró hacia Aerith. — ¡Esto sí que es una sorpresa! Nunca pensé que volvería a ver una Cetra y mucho menos viva…— ¿Qué ha querido decir con eso? Se preguntó Kanha y esta vez nadie le respondió. — Si quieres venir a mi laboratorio eres bienvenida. Te aseguro que despiertas un inmenso interés en mí y que…

— Profesor, —intervino Rufus— céntrese en sus sujetos de estudio y déjela tranquila. ¡No olvide que la señorita Aerith es mi invitada de honor!

— ¡Por supuesto! — Se apresuró a decir Hojo dando un paso atrás. Y con cierto enojo se giró para mirar a la más joven de los presentes. Se quedó erguido ante ella con los brazos cruzados sobre el pecho, después se acarició el mentón como si estuviera decidiendo alguna cosa y poco después miró a Reno que estaba a unos pasos tras ella. — ¿Y realmente puede hacer todo eso que dijiste?

— Sin duda alguna, doctor. — Contestó con gran entusiasmo contenido.

— Veamos… — El susodicho doctor acercó su cara a la de la chica para observarla de más cerca. Desprendía un olor a rancio que hizo que le repugnara, lo que provocó que arrugara la nariz, pero a él no le importó en lo más mínimo. Incluso se acercó lo suficiente como para rozar la nariz con su pelo castaño e inhalar su aroma.

— ¿Realmente esto es necesario? — Intervino Cloud que ya no podía más, pero no hubo respuesta para él y Hojo continuó con lo suyo.

— Parece increíble que alguien que no tiene conexión con la energía vital pueda usar magia, y mucho menos de alto nivel. — No tienen ni idea… ¿No pueden entender que cualquier ser vivo está conectado con el Lifestream en mayor o menor medida? A mí me parece algo básico… Murmuró Aerith mentalmente mientras esbozaba una sonrisa de satisfacción.

Kanha, recuerda que debes agradar a Rufus. Tienes que conseguir despertar su interés. Le recordó Cloud.

Entonces nos separarán…

¡Eso no importa! No debes ponerte en manos de este demente. No debes ir a la Mansión Shinra.

¿Y tú?

Yo estaré bien. Ya he estado allí, ¿no? No me pasará nada.

¡No me trates como a una niña! Hubo un silencio en sus mentes y también en la sala. Kanha miró al doctor Hojo y éste se había separado de ella para observar con perspectiva. Tanto ella como Cloud no habían podido evitar mirarse intensamente durante esos segundos tensos y el profesor se había percatado, cosa que los Turcos no hicieron en todo el trayecto hasta Midgar.

— Parece una humana normal. — Concluyó mirando a Cloud. — Si es así, no despierta mi interés en absoluto. — El ex soldado suspiró aliviado. — Sin embargo, Reno asegura que la vio lanzar un hechizo de cura desde una distancia de más de cien metros, que es mucho. Elena, por ejemplo, todavía no es capaz de hacerlo y eso que está en la división de élite. Teniendo en cuenta que no tiene la marca, que la magia blanca es más difícil de dominar y que además lanzó ese hechizo desde tan lejos sin fallar el blanco creo que este sujeto es digno de estudio. Además, — continuó mirándolos a ambos alternamente — veo que vosotros dos tenéis un punto de conexión especial. — Añadió señalando a la pareja. — Esto me parece tremendamente interesante porque puede ser consecuencia de tu tratamiento, chico.

— ¿Tratamiento? — Quiso saber el interesado.

— ¿No lo recuerdas? — Preguntó Hojo un tanto sorprendido. — Bueno, la verdad es que creí que no lo superarías. De hecho, estaba esperando a que murieras para poder dar de baja tu historial y seguir exclusivamente con el otro sujeto.

— ¿El otro sujeto? — Volvió a preguntar.

— Zack. — Aclaró Tseng.

— No me importan los nombres, sino los resultados, y mi proyecto se vio truncado por culpa de unos ineptos…— Rugió mirando a Heidegger, el jefe de la infantería, quien carraspeó como si se quisiera aclarar la garganta. — Tus inútiles soldaditos de plomo acabaron no sólo con mi sujeto de pruebas más importante sino que además dejaron escapar al segundo, que, aunque resultó ser un fracaso, no dejaba de ser importante para mi proyecto. — Continuó subiendo el tono y acercándose con un dedo índice amenazante que no paraba de incriminar al más entrado en carnes del grupo. — Y debes saber que se trataba del proyecto más importante en el que he trabajado en toda mi vida. ¡Será la culminación de mi carrera!

— Entonces que Cloud esté aquí son buenas noticias para usted, profesor. — Apuntó Rufus, intentando calmar un poco los ánimos.

— ¿Quién? ¿El sujeto 67?

— ¡Él es Cloud! — Explotó Kanha ante la pedantería del doctor. — Es un Soldado de Primera Clase, experto en magia negra y una excelente persona. Será mejor que recuerde su nombre, profesor, porque también es muchas más cosas, pero le puedo asegurar que en ningún caso es un fracaso. — El chico relajó un poco su semblante dedicándole una diminuta sonrisa de agradecimiento.

— Bueno, niña, eso depende de cuál sea su propósito en esta vida. Si se trata de luchar como Soldado tal vez sea más competente ahora, después de haber pasado por la exposición. En ese caso posiblemente sea exitoso. Pero si se trata de ser un sujeto de pruebas del Proyecto Jénova — ¡¿Como ha dicho?! — en el que casi muere por la exposición a la energía vital, sí, este chico es un fracaso. Aunque valorando su estado actual, tal vez le infravaloré…

— ¿Jénova? — Repitió Cloud en voz alta.

Te dije que volverías a oír mi nombre, terrícola… Carcajeó la voz de la siniestra mujer en su cabeza y acto seguido su amigo volvió a ser víctima de uno de sus repentinos dolores de cabeza, pero en esta ocasión el dolor fue tal que no lo pudo disimular y acabó llevándose las manos a la cabeza para contenerlo. Rude enseguida se puso en guardia, como si esperara un movimiento hostil, una maniobra desesperada de un posible intento de huida, pero no se trataba de un truco y el siguiente movimiento fue el de hincar las rodillas en el suelo porque fue incapaz de soportarlo más.

— ¡Agh! ¡Aaaaaaaah!

— ¡Cloud! — Kanha se lanzó rauda al suelo, junto a él, para atenderlo sin importarle la custodia de los Turcos o de la infantería de Soldado ni tampoco que estuviera allí el profesor Hojo o el mismísimo presidente de Shinra. Él enseguida se refugió en sus brazos, apretándola con fuerza. Tenía los ojos idos y jadeaba entre grito y grito apretando los dientes.

Aléjate de él, niña, o destruiré su cerebro. La chica se horrorizó al oír de nuevo esa espeluznante voz y le soltó instintivamente. Ya te advertí que no te entrometieras. Pensé que serías más inteligente…

¿Pero qué quieres de él? ¿Es necesario que le infrinjas dolor? ¿Tanto?

No es necesario pero me sirve para acelerar las cosas.

¿Acelerar el qué? Entonces Reno la separó de Cloud y ella no se resistió.

— No podemos esperar más tiempo. Esto debe ser consecuencia del tratamiento. ¡Llevadlo al laboratorio! — Totalmente vulnerable al dolor cayó inconsciente y Rude y Tseng se apresuraron a levantarlo del suelo sujetándolo cada uno por un brazo para llevarlo a rastras hasta el laboratorio del edificio.

Cloud… Pero no hubo respuesta. El doctor Hojo iba delante indicando el camino a tomar y en unos segundos ya no estaban en la sala. Reno y Elena se quedaron allí, custodiando a las dos visitantes restantes.

— Vaya… menudo imprevisto… — Dijo finalmente Rufus. — Estoy encantado de quedarme  sólo con las damas, pero creo que será mejor poner las cosas en su sitio cuanto antes, así que Reno, acompaña a la señorita al laboratorio, por favor. Tengo que hablar con Aerith a solas. — El pelirrojo simplemente obedeció y la cogió del codo para obligarla a moverse. — ¿Es que no me has oído? Te he dicho que la acompañes, no que la obligues a ir, y sobretodo sé amable con ella.

— Pero…

— Estoy seguro de que está deseando volver a reunirse con su amiguito. No hace falta que seas tan brusco.

— Entendido. Es por aquí, por favor. — Le dijo indicándole el camino con las manos, incluso teatralizando la acción. Rufus sonrió complacido mientras les daba la espalda para centrarse exclusivamente en la Cetra.

Salieron por la misma puerta lateral que el pelotón anterior. Al atravesarla dieron a una serie de pasillos que parecían secundarios y con una iluminación bastante pobre. Eran estrechos y con muchas curvas. Tuvieron que bajar varios tramos de escalera hasta llegar a otro ascensor que más bien parecía un montacargas y allí fue donde Reno se volvió a desatar.

— Me ha impactado ver a Cloud así. ¡Vaya! — Se pasó la mano por el pelo, alborotándoselo aún más. — Cuando fuimos a la caza de Zack yo pilotaba y no llegamos a verlos porque los soldados rasos nos informaron de su ejecución y confirmaron también la muerte de Cloud, así que nos ordenaron volver a la base. ¡No veas el cabreo que pescó el doctorcillo! Tuvimos que tragarnos sus insultos y despropósitos sin siquiera poder levantar la vista. Sólo te digo que el destacamento que tomó parte en esa misión pasó a mejor vida a raíz de eso. — Kanha parecía estar entre dos aguas: en un plano astral en el que intentaba dar sentido a toda esa locura mientras que procuraba escuchar lo que le decía el Turco, ya que también era de su interés. — La última vez que vi a Cloud antes de que pasara a ser parte del proyecto de Hojo aún éramos compañeros de artillería. Ya entonces no era la alegría de la huerta, pero era uno más como cualquier otro. Creo que sus problemas empezaron cuando se creó un vínculo entre Zack y él y diría que eso fue su perdición porque él se metió en un lío y Cloud le siguió sin dudarlo.

— Zack simplemente defendió a los aldeanos de Nibelheim. ¡Sephiroth se volvió loco! — Dijo finalmente la chica. Creyó que estar a solas con Reno podría ser bastante beneficioso para sacarle información. Era cuestión de saber formular las preguntas adecuadas y con las palabras bien medidas.

— Otro que tampoco era la alegría de la huerta, pero, a diferencia de él, éste era muy admirado.

— Y temido. — Las puertas del ascensor se abrieron y empezaron a desfilar por otro pasillo que tampoco precisaba de demasiada iluminación. Además, en esta ocasión las luces eran de un tono rojizo un poco extraño.

— Cierto. Sin embargo, una cosa no quita a la otra. En Soldado era considerado una leyenda, junto a sus dos compañeros: Génesis y Angeal. —Caminaban a la par, como si fuesen dos amigos cualesquiera conversando y Reno esperaba una reacción de ella que no llegó, así que continuó. — Si conocías a Zack seguro que en algún momento pronunció el nombre de Angeal. — Otro silencio incómodo. — Era su mentor. Aquel espadón que llevaba se lo dio él. ¿No te lo contó? — Entonces Kanha recordó que Reno no estuvo durante los combates contra los Turcos y que Cloud siempre invocaba su arma justo antes de empezar la batalla, por lo que el pelirrojo aún no la había visto en sus manos y desconocía esa conexión.

— Sí, algo mencionó de que se lo dio en una situación bastante desagradable.

— Si… — Contestó sonriente con una expresión digna de alguien que divaga por un recuerdo agradable.

 ¿Y qué pasó con Génesis?

— Bueno, era alguien muy parecido a Sephiroth: solitario, poderoso, alguien admirado y temido.

— ¿”Era”? ¿Murió?

— Sí, hace unos años. Desertó de Soldado y Angeal y Sephiroth se encargaron de él.

— ¿Y qué pasó con Angeal?

— Zack lo mató. — Kanha no se esperaba una respuesta así y se llevó las manos a la boca esbozando una expresión que se difuminaba entre la sorpresa y el miedo. — Fue así como Hojo lo ascendió a Soldado de Primera Clase. — La chica no entendía nada.

— ¿Lo ascendieron por matar a su mentor?

— No exactamente… Bueno, es más complicado de lo que parece. — Dijo el muchacho dándose cuenta de su desconcierto. Queriendo buscar respuestas cada vez se encontraba con más encrucijadas. Además, se estaba desviando del tema, así que intentó retomar la conversación en un punto de interés para ella.

— ¿Y todo esto es por el Proyecto Jénova? — Se aventuró a preguntar.

— Sí. El doctor está obsesionado. Yo llevo en los Turcos desde después del altercado en Nibelheim, es decir, unos cinco años, y hasta hace poco no se ha aprendido mi nombre. Tiene el coco tan lleno de datos que pasa de retener información que no sea de su interés.

— Pero sí se ha acordado del de Elena.

— Sí, porque ella tiene un vínculo personal con la corporación. — Volvían a desviarse.

— ¿Por qué me cuentas todo esto? — Kanha sabía que Reno no era estúpido y que su verborrea desenfrenada no era un sinsentido. — ¿Por qué respondes a todas mis preguntas?

— ¿Y por qué no? ¿Qué podrías hacer con toda esta información? Estás acabada, Kanha. — Ambos pararon de caminar para mirarse de frente. — Al final de este pasillo hay una serie de puertas blindadas que dan acceso a una instalaciones de alta seguridad. Es muy difícil entrar si no se sabe exactamente cómo y te aseguro que salir es imposible si no tienes autorización. Cuando nos vimos la primera vez en la iglesia de los Suburbios me quedé muy sorprendido de encontrar a Cloud, así que os espié desde otro ángulo para rastrear vuestros movimientos y encontrar a Aerith más rápidamente. Me llevé otra gran sorpresa al ver que mi antiguo compañero era capaz de mover rocas de ese tamaño con tanta facilidad y me quedé anonadado cuando te vi usar la magia blanca con una persona tan magullada hasta el punto de curarla por completo. Fue tan increíble que no fui capaz de informar de ello. ¡No me hubiesen creído! Simplemente dije que había localizado a Cloud y por eso se convirtió en otro de nuestros objetivos.

— Él no dudó ni por un momento que lo delatarías.

— Porque es un chico listo y porque sabe cómo funcionan las cosas aquí. La segunda vez que nos vimos quise cerciorarme de que eras capaz de usar esa magia tan extraordinaria y pasé completamente del combate para buscarte y ver lo que eras capaz de hacer. Entonces te vi concentrar la magia entre tus manos y lanzar el hechizo para que Cloud se recuperara. Me fijé muy bien en cada uno de tus movimientos para asegurarme de que no eran visiones o de que me estaba confundiendo de alguna manera que no pudiese entender, así que me aseguré de eras tú y no la Cetra quien hacía la magia blanca. Ya es increíble que Cloud se pudiera enfrentar sólo en combate al jefe Tseng. La exposición a la que fue sometida realmente lo hizo más fuerte, pero con un apoyo como el tuyo le hacía prácticamente indestructible y no nos interesaba, así que no te pude obviar de mis informes por más tiempo. — Entonces Reno la cogió de la base de la cabeza y se la acercó a la cara para mirarla de más cerca. — Y no tienes la marca…— El resplandor mako brillaba intensamente en los ojos del chico bajo esa luz enfermiza. Ella intentó zafarse pero notó que la fuerza de su captor era similar a la de su amigo y que no podía hacer nada, al menos a nivel físico. De repente la soltó y continuó caminando. — Vamos, estamos a punto de llegar.

— Si voy a morir, ¿por qué no me explicas todo lo que sabes del Proyecto Jénova? — El chico paró de nuevo en seco y se puso a reír como si fuese un psicópata mientras se giraba lentamente hacia ella. — ¡¿Qué pasa?!


— Yo no he dicho que vayas a morir. Muerta no le sirves al doctor. Te he dicho que entrar a su laboratorio será tu fin. ¿De verdad lo has interpretado como si te estuviera amenazando a ese nivel? No, guapa, no. ¿Quieres saber qué es el Proyecto Jénova? En tal caso debes saber que será una explicación que nos tomará un buen rato y que aquí, en medio de un pasillo hediondo y mohoso, será incómodo. Además, no sé si recuerdas cómo estaba Cloud cuando se lo han llevado. Valóralo: ¿qué te interesa más: saber más sobre el proyecto o reunirte con él? — Parecía una pregunta de fácil respuesta ya que, evidentemente él era muchísimo más importante, pero sentía que la información que pudiese recabar sería de vital importancia para expulsar a Jénova de la mente de su chico. Cloud… ¿Estás bien? ¿Me oyes? ¿Qué debo hacer? Pero no hubo respuesta.

El Doctor Hojo