lunes, 12 de diciembre de 2016

Capítulo 20. Talking with Reno

El viaje era realmente largo. Kanha intentó volver a entrar en la mente de Cloud en más de una ocasión, pero al final desistió porque fue incapaz de traspasar la barrera que parecía haber impuesto Jénova i además cada vez que lo intentaba el chico era víctima de un horrible dolor de cabeza momentáneo, como si le atravesara un rayo. Por lo que decidió no insistir más, al menos, por el momento. Sin embargo, la comunicación telepática no parecía estar afectada y pudieron conversar en más de una ocasión sin que los Turcos se percataran de ello.

No sé qué querrá Rufus de ti, pero debes hacer lo que sea necesario para que sienta algún tipo de interés por ti, para que te quedes en Midgar y así evitar que te envíe a Nibelheim. Es muy importante evitar que el doctor Hojo tenga carta blanca para experimentar contigo. No quieras ni imaginar lo que es capaz de hacer ese monstruo… A Kanha se le erizó el bello ante tal afirmación.

No te preocupes tanto, todo saldrá bien. Dijo con una calma simulada.

¡No seas ingenua! No me quisisteis escuchar cuando huíamos de Midgar y os advertía de que los Turcos nos pisaban los talones aunque no los viéramos. Tampoco cuando nos fuimos de la granja de Clive y os avisé de que no se rendirían tan fácilmente. Y ahora que te digo que estamos metidos en un buen lío sigues sin escuchar mis advertencias. ¿Qué tiene que pasar para que me tomes en serio?

No digas eso. Yo me tomo en serio todo lo que dices. Piensa que no conozco este mundo y si quiero sobrevivir debo escuchar lo que me dicen las personas que me quieren proteger. ¡Por supuesto que te escucho! Pero también creo que todo tiene solución y que con la ventaja que tenemos de podernos comunicar con la mente los tres …

¿Los tres?

Sí. Aerith también.

No es cierto.

¿Y por qué debería mentirte?

Nunca me he comunicado así con nadie, tampoco con ella, sólo contigo. Ya te dije que era algo muy extraño y único. Aún así, incrédulo, se la quedó mirando unos instantes aunque sin demasiada paciencia y, evidentemente, no conectaron. ¿Acaso tú sí puedes? Dijo totalmente sorprendido y ella asintió levemente. ¡No me lo puedo creer! ¿Y lo has probado con alguien más? Tal vez tengas una habilidad especial y puedas conectar con todo el mundo.

No lo he probado con nadie más y tampoco creo que sea yo la especial. Estoy segura de que la telepatía es posible con ella porque Aerith es una Cetra de verdad y ya está. No le des más vueltas. Ella no se mostró tan sorprendida como tú cuando se enteró de nuestro secreto.

Pues te aseguro que yo no he hablado con ella así. Nunca.

Pruébalo ahora.

El chico dirigió su mirada a la otra chica. Fueron momentos breves pero muy intensos. Parecían haber conectado. Nada. Eres la única que entra en mi mente. Ante estas palabras Kanha volvió a pensar en Jénova y quiso indagar.

Cloud. Poco después de conocernos me dijiste que cuando estuviste en Soldado oías una voz que te decía que lo que hacías no estaba bien. ¿Podrías explicarme algo más?

Eras tú, sin duda.

De acuerdo. Pero ¿podrías darme más detalles?

Pues la verdad es que el recuerdo es un poco borroso. El chico se mostró pensativo como si intentara rememorar ciertos momentos de su pasado, aunque enseguida desistió porque un aguijonazo de dolor debió atravesarle ya que se encogió involuntariamente ante un estímulo repentino e intenso.

— No voy a caer en el viejo truco de las esposas muy apretadas. — Dijo Reno en tono burlón.  Cloud lo miró con enojo mientras se recuperaba. Evidentemente, le habían malinterpretado lo cual les confirmaba que los turcos eran realmente ajenos a toda esa comunicación invisible que se estaba produciendo entre ellos.

Tseng y Elena estaban en la cabina pilotando el helicóptero. Habían cogido el relevo para que Rude y Reno pudieran descansar en la bodega al mismo tiempo que vigilaban a los prisioneros.

— No os desesperéis. Pronto llegaremos a la frontera de Midgar. — Añadió el pelirrojo. — Aunque no os aseguro que os quitemos las esposas nada más desembarcar. Sin embargo, no habéis dicho ni una palabra en todo el viaje y os habéis portado muy bien. Eso también contará en nuestro informe, por lo que puede que seáis recompensados por ello. Además, Cloud nos conoce muy bien y sabe que no tendréis ni una sola posibilidad de escapar en cuanto lleguemos al cuartel general de Shinra, que es justamente donde aterrizaremos. Así, que sin posibilidad de escapar es mejor que no hagáis locuras porque será totalmente inútil y las consecuencias bastante desagradables. ¡Sois nuestros! — Y con una expresión extremadamente alegre que rozaba el sadismo se lamió los labios como si se le estuviera cayendo la baba de pensar cualquier barbaridad. A los pocos segundos recuperó la compostura. Por unos instantes alternó su atención entre su viejo amigo y la joven que había mostrado interés por él. — ¿Vosotros dos vais en serio? — Le preguntó a Cloud. Rude lo miró sorprendido y hastiado al mismo tiempo por la actitud de su compañero.

— ¡Vamos, cállate ya! — Contestó el chico como si supiera que aquello no iba a terminar así como así.

— ¿En serio creías que estando yo aquí íbamos a estar en silencio todo el rato? ¿Es que acaso no me conoces?

— Sería un placer decir que no, pero por desgracia sé que no pararás en todo el camino; te sigamos el juego o no.

— ¡Exacto! Por lo que creo que será más ameno si tenemos una conversación civilizada y no un interrogatorio.

— Paso…

— No te reconozco, Cloud … Antes no eras así. — Kanha cayó entonces en la cuenta de que Reno también aparecía en las visiones del incidente del reactor de Nibelheim y creyó que tal vez su verborrea desenfrenada les fuese útil de algún modo.

— Siempre he sido así.

— No. Antes eras más bien tímido, callado, pero no un muermo. Se podía hablar contigo y nunca dabas una mala contestación. Es cierto que la exposición te transformó en un soldado, pero también modificó tu carácter. No conozco a ningún otro soldado al que le haya afectado tanto como a ti. Eres un caso especial, ¿eh?

— Oh… ¡Cállate ya!

— Me recuerdas a Sephiroth, aunque está claro que no le llegas ni a la suela del zapato. Pero esa mirada fría…— Tifa dijo justamente lo mismo… Pensó la chica para sí.

— Si tuviera las manos libres te cerraría esa bocaza ahora mismo. — Contestó el rubio con cierta rabia.

— ¡Vamos hombre, no te enfades! Además, nunca has sido capaz de hacerlo y dudo que ahora sea distinto. Soy un Turco y tú no has dejado de ser un soldado raso que nunca destacó ni por sus habilidades físicas ni mágicas.

— ¡No te inventes cosas! Soy un Soldado de Primera Clase, como Zack. — Reno se puso a reír frenéticamente.

— ¿Primera Clase? — Consiguió decir entre carcajadas, golpes en las piernas y codazos a Rude. — Incluso Zack era mil veces más Soldado que tú. Pero por algún motivo tú eres diferente… Todavía no entiendo por qué el doctor Hojo quiere volver a verte en su laboratorio después de que escaparais…

— ¡Reno! — Masculló Rude. Evidentemente, se había ido de la lengua.

— Vaya… creo que será mejor que me calle…— Y se cruzó de brazos con una expresión de enfado típico de niño pequeño intentando mirar a cualquier lugar menos hacia los prisioneros.

— ¿Cuándo? — Quiso saber Cloud.

— ¿Cuándo qué?

— ¿Cuándo escapamos?

— No me digas que no te acuerdas… Pues tampoco hace tanto…

— ¿Cuándo? — Insistió con cierto enfado.

— Pues creo que hace un par o tres meses. Lo que pasa es que pensamos que estabas muerto, que te abatieron como a Zack. — Cloud no pudo evitar mirar a Aerith antes de asimilar la noticia, pero ella parecía no estar afectada, al menos no más que él.

— No me creo que lo abatierais…

— No, no lo hicimos nosotros. Lo hicieron soldados rasos, como tú, pero muchos al mismo tiempo y, claro, hasta un Soldado de Primera Clase tiene un límite. Es cierto que se resistió, de hecho hubo muchas bajas en esa misión, pero al final cayó. Nuestras órdenes eran devolveros vivos al laboratorio cuanto antes, así que cuando nos dijeron que habíais muerto abortamos y volvimos a la base. Pero, casualidades de la vida, unas semanas después nos encontramos en aquella iglesia de los Suburbios. Así que los soldados rasos hicieron algo mal… — Rude fulminaba con la mirada a su compañero y al final éste se dio cuenta y reaccionó. — ¡Vamos, hombre! No te pongas así. Cloud ya sabe de qué va esto aunque se quiera hacer el despistado. Además, ya me he ido de la lengua. ¿Qué más da si le cuento un par de cosas más? La situación no cambiará. — Finalmente, Rude también se cruzó de brazos resignado e intentó desconectar de la conversación.

— ¿Y por qué se supone que los Turcos atacaríais a un soldado de primera clase como Zack? — Indagó el muchacho.

— Porque desertó y además se llevó un sujeto de pruebas que según el doctor Hojo era de gran importancia.

— ¿Un sujeto de pruebas?

— Sí. Tú. — Los ojos de Cloud parecían salirse de las órbitas.

— ¿Estuve en la Mansión Shinra? — Preguntó furioso y sorprendido a la vez.

— ¿Qué si estuviste allí? Por supuesto que sí. Estuviste en el sótano, en el laboratorio privado del doctor Hojo durante cinco años, junto a Zack, hasta que algo pasó que hizo que os despertarais de un sueño inducido por exposición al mako y escapasteis juntos. Aunque lo correcto sería decir que él escapó y se te llevó consigo, porque, según los testigos, parecías un cadáver. Supongo que por eso los soldados te dieron por muerto y no te aniquilaron como a Zack.

— ¡Es suficiente! — Gritó finalmente Rude harto de oír hablar a su compañero. No era una persona muy habladora, por lo que viendo su expresión Reno decidió obedecer sin rechistar.

¡Tenías razón: he estado en la Mansión Shinra! Eso quiere decir que todo lo que has visto es real… Kanha se alegraba de que por fin se la tomara más en serio. Estaba claro que habían modificado algo en él que le provocaba lagunas en su memoria y que él las rellenaba con información generada por su propio cerebro, la cual cosa distorsionaba su realidad. La chica se dio cuenta de que necesitaba saber más para ayudarle y sobretodo para protegerlo de Jénova. No podía quitársela de la cabeza. Por su culpa estaba vetada y le era imposible hacer todo lo que solía hacer antes con él. Ni siquiera sentía que tuvieran intimidad cuando hablaban mentalmente o cuando se quedasen solos. Pero ¿cómo iba a conseguir esa información?

Vale. Si ahora me crees me gustaría que me contases lo que recuerdas de tu exposición.

Pues la verdad es que no lo recuerdo claramente… Otro aguijonazo de dolor le atravesó.

¿Cada vez que intentas recuperar algún fragmento de tu memoria que se perdió por el camino sientes dolor?

Sí… Desde que volví a Midgar que me siento raro. Creo que es por tu presencia, por eso de que puedes entrar en mi cabeza…

¿En serio? ¿Y te has dado cuenta de que llevamos un montón de rato hablando mirándonos directamente a los ojos y que sigo sin perder la consciencia? Claramente, el chico no había caído en ese detalle por la cara que puso.

Pero podemos comunicarnos sin problema… ¿Es que ya lo puedes controlar?

No lo creo. Kanha dudó. Creyó que no sería buena idea hablarle de Jénova, así que calló. No sé por qué, pero ya no puedo entrar en tu mente.

¿Por qué le mientes? Era la voz de ella que se inmiscuía en su conversación privada. ¿Por qué no le hablas de mí? Kanha prefirió no contestar. Tampoco sabía si Cloud podía interceptar estos mensajes aunque no pareció sorprenderse ante la voz de la intrusa, por lo que dedujo que no la oía.

¿Estás seguro de que la voz que oíste en Soldado era la mía? Preguntó Kanha dirigiéndose a su amigo.

¡Por supuesto que sí! ¿Quién más podría ser?

De repente se oyó un chasquido por el altavoz de la bodega y acto seguido Tseng informó.

— Estamos sobrevolando Midgar. En breves instantes llegaremos al edificio de la Corporación Shinra y aterrizaremos en el helipuerto de la azotea. El presidente Rufus nos está esperando unos pisos más abajo. No hagáis tonterías y seremos más condescendientes con vosotros. Rude, Reno, preparaos para el traslado de los prisioneros.

¡Sobretodo intenta que Rufus muestre interés por ti! Insistió Cloud en la cabeza de la joven.

¡Pero tú te irás a Nibelheim! ¡Nos separarán!

Pero al menos sabré que estarás bien.

¿De verdad crees que al lado de Rufus estaré a salvo?

Si despiertas en él el mismo interés que en mí, no me cabe ninguna duda de que así será. Kanha se puso a llorar. No podía imaginarse lejos de él y mucho menos al lado de otro hombre. Además, no podía dejarle solo con la bruja de Jénova aguijoneándole el cerebro continuamente. Estaba tramando algo y parecía que las cosas le iban sobre ruedas, por lo que no podía alejarse de él. Pronto recuperó la compostura y pensó que, al fin y al cabo, todo estaba en sus manos ya que si Rufus no mostraba interés en ella Hojo estaba deseando conocerla. No le entusiasmaba la idea, pero no tenía alternativa.

— ¡No te preocupes, mi niña! — Dijo Reno casi burlándose de ella. — Rufus es una gran persona. Pronto le conocerás. Y tú eres muy mona, seguro que le gustas. Y sino, el doctor Hojo se muere de ganas por intimar contigo y además tendrás a Cloud cerca, aunque no creo que te guste ver lo que le harán. Bueno, al fin y al cabo no sé que será peor, si lo suyo o lo tuyo. Nuestro doctor es una persona de grandes recursos, por lo que no se fija en detalles sin importancia cuando se trata de una investigación de grandes dimensiones como la que tiene entre manos.

— Oh, por favor… ¡Cállate ya! — Dijo Cloud totalmente furioso.

— No, en serio. Tiene que ser algo grande porque ni los Turcos sabemos los detalles.

— Tal vez no los sepas tú, porque sino el enemigo ya estaría enterado. — Concluyó el chico rubio y Rude no pudo evitar liberar una pequeña sonrisa.

— ¿Me estás llamando bocazas? — Preguntó totalmente ofendido.


De pronto el helicóptero empezó a descender y en pocos segundos ya había aterrizado y empezaba a apagar los motores. Tseng apareció por la puerta acompañado por Elena. Los prisioneros estaban listos para apearse del aparato y enseguida descendió la rampa que les invitó a bajar y pisar tierra firme.

Corporación Shinra


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