lunes, 5 de diciembre de 2016

Capítulo 19. The Promised Land

— Entonces, ¿sabes quién es Jénova o no? — Insistió Kanha.

— No.

— ¿Segura?

— Segura.

— ¿Y por qué has puesto esa cara?

— Porque no es la primera vez que oigo ese nombre.

— ¿No?

En ese momento oyeron disparos y los chocobos empezaron a graznar ruidosamente. Tifa había lanzado un hechizo de fuego y Barret estaba disparando desde detrás de unas rocas que le hacían las veces de barricada. Los tres jóvenes se pusieron en pie para prepararse para lo que fuese que se les venía encima cuando de repente todo cesó: la joven líder de AVALANCHA bajó los brazos resignada mientras que el enorme cuerpo negro de Barret se tensó de rabia mientras retiraba su arma. De detrás de ese muro natural que los había estado protegiendo aparecieron los Turcos y esta vez habían vuelto con Clive como rehén. Rude lo sujetaba con fuerza mientras una aún magullada Elena le apuntaba a la cabeza con su revólver. Tseng, unos pasos más atrás, volvió a dirigirse al grupo con expresión en la cara rebosante de satisfacción.

— Vaya… Esto ha sido más rápido de lo que pensé… La situación no ha cambiado demasiado, para vuestra fortuna, y las órdenes del presidente siguen siendo las mismas, por lo que venimos a buscar a nuestro ex-soldado y a la chica Cetra.

Tifa se mostró sorprendida dentro de su expresión de rabia ante la afirmación de que la versión de Aerith sobre sus orígenes no era la fantasía de una demente. Nadie opuso resistencia. Ninguno de ellos quería poner en peligro la vida de Clive.

— ¡No le hagáis daño! — Suplicó Aerith levantando ambos brazos. — Vendré con vosotros. Sin trucos. — Tseng sonrió y le tendió la mano invitándola a unirse a su bando. La chica la miró con desprecio y no la aceptó aunque sí que se unió a ellos.

— Sabia decisión. — Apuntó el Turco. — Sin embargo, vinimos a por dos, así que aún nos falta uno. — Cloud dio un paso al frente.

— ¡No! — Gritó desesperada Kanha sin poder evitarlo y Cloud dejó de caminar.

— ¡Qué bonito! — Exclamó Tseng. — Por lo visto parece que después de todo le importas a alguien, Cloud. Pues mira, tengo una buena noticia para ti: ella también se viene. — El chico se giró con la cara desencajada por el horror y la sorpresa.

— ¿Y qué quiere Rufus de ella?

— El presidente no nos ha dado la orden explícita de apresarla, pero el doctor Hojo sí. — Al oír ese nombre Kanha notó un escalofrío de miedo porque había oído ese nombre antes, pero no recordaba dónde y por algún motivo que todavía no entendía le asustaba. — Se ha mostrado muy interesado en investigar su caso. Es curioso que una persona que no tenga la marca pueda usar magia como lo hace ella y es todavía más inaudito que se trate de magia blanca y a una distancia tan larga.

— Eso sólo son suposiciones vuestras. — Contestó el chico entre carcajadas nerviosas.

— No intentes confundirme, Reno lo vio todo.

— La magia era mía. — Intervino Aerith.

— Lo siento, chicos. De veras que valoro vuestro compañerismo, pero estaba en primera fila y relató cada detalle de cómo esta niña invocaba un hechizo para más tarde lanzártelo y que recuperaras las fuerzas, así que te será imposible negar lo evidente, Cloud. — Dijo enfatizando cada palabra que pronunciaba, como si le restregara cada una de las sílabas por la cara. —  Después de oír su informe, el doctor creyó que era un caso digno de estudio. Y ya sabes que el doctor Hojo es un hombre con una gran curiosidad por las causas perdidas y sobretodo por los misterios de este mundo…

— ¡Me dais asco! — Dijo Cloud lleno de ira y escupiendo al suelo unas palabras que le amargaban la boca.

— No entiendo a qué viene tanta aversión. Al fin y al cabo, eres quién eres gracias a él. — Continuó con una sonrisa de oreja a oreja que pronto cambió a un semblante bien serio. — Pero ese no es el tema de conversación de hoy. Ya sabes que no soy una persona de gran paciencia, así que os recomiendo no hacerme repetir las cosas o sino vuestro amigo el granjero y su familia se acordarán muchos años de nosotros y, por supuesto, de vosotros también. Os aseguro que no será agradable. — Si se pudiese matar con la mirada Cloud los hubiera fulminado a todos, pero no era posible.

Si estamos juntos seremos más fuertes. Dijo Kanha en la cabeza de su compañero. Cloud no movió ni un músculo. No saben nada de nuestra conexión. No nos pueden separar aunque crean que lo han hecho.

Pero…

Será mejor seguirles el juego. Esto es serio. Clive está en un buen lío y sólo intentaba ayudar. Es injusto que se encuentre en esta tesitura por nuestra culpa. Además, si no oponemos resistencia Tifa y Barret quedarán libres y seguro que vendrán a por nosotros en cuanto puedan. Sólo será cuestión de tiempo.

Creo que no me queda alternativa…

— ¡Si estuviese en vuestro pellejo no me lo pensaría tanto! — Dijo una Elena temblorosa que sujetaba el revolver con ambas manos mientras continuaba apuntando al granjero. Kanha dio un paso al frente y Cloud empezó a caminar sin esperarla, como tantas otras veces.

— ¡Así me gusta! — Dijo Tseng alegremente. Reno murmuró algo en una especie de walkie-talkie y a los pocos segundos empezaron a oír el zumbido del helicóptero que se acercaba.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca les esposaron las manos a la espalda y les obligaron a subir al transporte que pronto tuvo la rampa desplegada. Tifa y Barret no tuvieron alternativa más que observar la escena sin atreverse siquiera a abrir la boca por miedo a empeorar la situación y en un par de minutos el intercambio estuvo hecho. Poco antes de despegar Elena subió a toda prisa y Rude soltó a Clive dándole un empujón deliberadamente para que perdiera el equilibrio y conseguir más tiempo para abandonar el lugar sin incidentes. En unos segundos, aquel enorme helicóptero negro de combate no era más que un punto en el cielo.

Los tres prisioneros estaban en la bodega de carga, inmovilizados y sujetos por unos cinturones de seguridad. Tseng y Elena estaban con ellos.

— ¡Tseng! — Dijo Reno por el altavoz al cabo de unos minutos de haber despegado. —  Entra en cabina, hay una llamada telefónica del presidente y quiere hablar contigo urgentemente. — El líder de los Turcos se levantó, dio unas órdenes rápidas a su compañera y se fue sin perder demasiado el tiempo. Los tres amigos se miraron extrañados.

— Que me haya quedado sola con vosotros no implica que tengáis alguna posibilidad de escapar. — Aclaró la chica de negro con aire de suficiencia. Nadie quiso perder el tiempo en contestarle. Al cabo de unos minutos volvió Tseng y se sentó junto a Cloud.

— ¡Estáis de suerte! Teníamos pensado ir primero a la mansión Shinra de Nibelheim para dejar a la niña, — a Kanha le molestaba enormemente que la trataran como a una chiquilla — pero ha habido un cambio de planes, ya que el presidente Rufus se ha enterado de su existencia y la quiere conocer antes de que el doctor Hojo empiece sus experimentos con ella. Así que vamos a Midgar. Poneos cómodos, será un viaje largo…

¿Quién es ese doctor? Preguntó la joven en la cabeza de su compañero.

Es uno de los fundadores de Shinra, junto al padre de Rufus. Es la persona que propulsó el programa que más tarde diera paso a Soldado. Es el que ha experimentado con cientos de jóvenes, el que ha destruido casi todas esas vidas, para poder hacer efectiva la exposición y así ser capaces de formar un ejército que pueda usar magia.

¿Es él el científico que estaba con los Turcos en el reactor después de que Sephiroth te atacara con su katana? Cloud no pudo disimular su asombro y abrió los ojos como platos. No llevaba las gafas de sol, había contacto directo entre ellos, pero Kanha no perdió el norte ni hizo ningún viaje astral.

¿De qué estás hablando?

En tus recuerdos vi lo que pasaba después de eso y Tseng estaba allí. ¿El científico que le acompañaba era Hojo? Cloud dudó unos instantes.

Suponiendo que lo que ves en esas imágenes sea la verdad, sí; seguramente era él porque podríamos decir que los Turcos son parte de la élite de Soldado, que no olvidemos que es su gran creación. Por lo tanto, si ellos estaban en el reactor es muy probable que Hojo les acompañara.

¿Así, no recuerdas nada de lo que pasó?

No…

¿Y si te digo que te llevaron a su laboratorio en el sótano de la mansión Shinra y que te tuvieron encerrado en una cápsula llena de mako líquido durante varios años junto a Zack me creerías? No hubo una respuesta inmediata, por lo que la chica supuso que se lo negaría una vez más.

Si realmente era Hojo, todo es posible porque ese hombre es un monstruo, no tiene ningún tipo de moral ni escrúpulos. Se mueve por pura curiosidad por la necesidad del saber, motivado por sus investigaciones sin importarle el coste de éstas. ¡Ay! El chico torció el gesto de dolor y Kanha volvió a oír a Jénova en su cabeza, sin la necesidad de entrar en la mente de Cloud.

No te metas dónde no te llaman, terrícola. No la oyó más, pero sintió tanto miedo que se puso a llorar.

— ¡Pobre niñita! — Dijo Tseng en un tono burlón. — Está asustada… No deberías estarlo, guapa. El presidente Rufus es todo un galán y ese interés que ha mostrado por ti podría ser tu carta de salvación, sólo tienes que mostrarle algo que le parezca interesante porque sino irás a Nibelheim y no creo que el doctor Hojo te lleve a hacer turismo.

Los Turcos no entendían nada. No sabían nada de sus conversaciones mentales, por lo que se les escapaban todos los detalles de lo que realmente estaba ocurriendo en ese habitáculo.

¿Estás bien? Preguntó Aerith.

Sí. Ha sido Jénova. Creo que está en Cloud, pero no como un recuerdo sino como algo más arraigado, algo que no soy capaz de profanar ni eliminar.

Pero eso es imposible…

¿Qué sabes de Jénova?

¿En serio me estás diciendo que está en la mente de Cloud?

Creo que no es sólo eso, sino que poco a poco está tomando el control. Necesito saber más sobre ella para poderla combatir. Las lágrimas aún resbalaban por sus mejillas y Aerith suspiró resignada.

No me malinterpretes. Sé perfectamente quién es Jénova, pero no quería hablar de ella porque es un mito que fue enterrado hace miles de años, un mal bicho que amenazó con acabar con la vida en Gaia y que estuvo cerca de conseguirlo. A ningún Cetra le gusta hablar de ella y menos sabiendo quién es.

¿Miles de años? Entonces tendría que estar muerta y remuerta, ¿no?

Por esa regla de tres, yo también y no es el caso. Llegaba el momento de las respuestas y ni siquiera había hecho las preguntas. La conexión que tenemos los Cetra con el Lifestream nos permite hacer muchas cosas increíbles para un humano común. Una de esas cosas es mantener nuestra porción de energía vital intacta, hecho que nos permite acumular conocimiento a lo largo de las generaciones. Este cuerpo tiene veinte años, pero mi alma tiene más de dos mil y cuando muera, si no rompo mi relación con el Lifestream, mi porción se mantendrá tal cual y volverá a habitar un nuevo cuerpo en el futuro, cuando sea posible, porque pueden pasar décadas hasta que eso finalmente ocurra. Si no pudiera mantener mi porción ésta se utilizaría para dar vida a cualquier otro ser vivo, humano o no, y perdería todos mis recuerdos, que eso es exactamente lo que les pasa a los humanos contemporáneos.

¿Y entonces quién es Jénova?

Fue uno de los nuestros, pero se volvió loca, egoísta, con una insaciable sed de poder. Corrompía a todo el que la rodeaba y les embaucaba usando técnicas que todavía no entiendo. Cuando las Armas de Gaia empezaron a salir nos dimos cuenta de la gravedad de sus actos y el consejo de los Ancianos decidió poner remedio inmediatamente, así que mediante un conjuro poderosísimo, uno que requirió la magia de los cuatro Ancianos más sabios juntos para poderlo invocar, la sellaron en el continente del norte con la esperanza de que eso fuese suficiente. Y pareció que si lo fue… Al menos, hasta hoy creía que sí.

¿Y esa habilidad de reencarnarse que dices la tienen todos los Cetra?

En principio sí.

¿Sephiroth también? De nuevo se produjo un silencio y Kanha estaba harta de esperar. Dijiste que eras la última. Si Sephiroth también es un Cetra, ¿es posible que haya sobrevivido a una exposición completa al Lifestream?

No te mentí. Soy la última. No conozco a Sephiroth ni tengo constancia de que sea uno de los nuestros, pero dudo mucho que lo sea porque trabajaba para Shinra y justamente lo que hace esa empresa es lo que nosotros despreciamos.

No lo entiendo… Jénova dice que es su hijo…

Pues te aseguro que nunca tuvo hijos. Su línea genética acabó con ella.

¿No tenía familiares?

No. De hecho, fue una agregada que encontramos en uno de nuestros viajes. Nunca supimos a ciencia cierta si era uno de los nuestros porque le pasaba lo mismo que a ti: era capaz de usar la magia sin estar marcada por el Lifestream. Al oír esas palabras, un escalofrío le recorrió toda la espalda. No quiero ofenderte…

No me ofendes, tranquila… Pero es que tengo tantas preguntas…

¿Qué quieres saber? Kanha la miró de soslayo. Bueno, Tseng dijo que el viaje iba a ser largo… A ambas se les escapó una sonrisa en la que no repararon ninguno de los dos Turcos.

¡Pues allá voy! ¿Qué es la Tierra Prometida?

¿Quién te ha hablado de eso?

Jénova. Aerith tragó saliva, como si se le hubiera hecho un nudo en la garganta.

Estás empezando a asustarme de verdad… Pues te va a tocar escuchar un poco de historia… Mira, los Cetra fuimos los primeros humanos en poblar Gaia. Éramos un pueblo nómada, no muy numeroso, que únicamente buscaba el punto de comunión con la naturaleza. Ese punto era comúnmente conocido como la Tierra Prometida. Viajábamos como las aves migratorias para aprovechar los recursos de la tierra al máximo sin dañarla. Contribuíamos a que la superpoblación de ciertos animales no fuese una amenaza y a completar el ciclo de la vida de la manera menos agresiva posible. Al cabo de los años el planeta decidió darnos una concesión y permitirnos usar la energía vital para hacer nuestra labor más llevadera y este poder se convirtió en nuestro distintivo y parte de nuestra forma de vida. Sin embargo, nunca fuimos codiciosos y continuamos con nuestras costumbres. Al cabo del tiempo, un grupo de Cetra dijo que estaba cansado de hacer las maletas continuamente y decidió echar raíces. Esos pocos se empezaron a reproducir más de lo normal, a dejar de seguir los rituales, a explotar todo lo que les rodeaba para su beneficio y para su supervivencia, por lo que el Lifestream les retiró su trato de favor y en unas cuantas generaciones evolucionaron para ser los humanos que conocemos hoy. Pero los Cetra, los que continuaron siendo nómadas, no se extinguieron en ese momento. Igual que algunos decidieron quedarse, otros decidieron continuar buscando la Tierra Prometida.

¿Y qué hizo que os extinguierais?

Jénova. Ella mermó tanto a nuestra pequeña sociedad que estuvimos a punto de perecer todos. Aprendió todo lo que le enseñamos sobre la magia e improvisó nuevos conjuros. Su poder era tal que invocó el hechizo Meteorito para que una gran roca colisionara con el planeta. Entonces, las cuatro Armas de Gaia salieron para protegerlo. Creímos que era el fin de todo y ella se reía de nuestra desgracia mientras nosotros estábamos totalmente desesperados. Los cuatro Ancianos solicitaron la porción de energía vital de muchos de los nuestros y las usaron junto las suyas propias para poder invocaron un hechizo que pudiera proteger el planeta y al mismo tiempo sellarla a ella. Era la única manera de imposibilitarla sin privarla de vida deliberadamente. Matar a un semejante era algo que no podíamos hacer, iba en contra de nuestros principios. Y así fue cómo los Cetra prácticamente desaparecieron. Espero que al menos su sacrificio les sirviera para encontrar la Tierra Prometida…

Pues diría que ella aún la está buscando.

No es posible.

¿Por qué no?

Porque ella no creía en ese mito Cetra.

Pues diría que ha cambiado de opinión porque me dijo que estaba utilizando a Cloud para encontrarse con su hijo y llegar allí y para que no me quedara ningún tipo de duda me dijo que se trataba de Sephiroth.

Es muy extraño… Nunca mostró interés por eso… Cuando la encontramos era una niña que se estaba muriendo de inanición. La acogimos y la cuidamos como a uno más. Le enseñamos magia con la esperanza de que algún día la pudiera usar y nos sorprendió aprendiendo a un ritmo de vértigo. Y aquella niña tímida, poco a poco, fue cogiendo confianza y reuniendo poder y conocimiento. Al cabo del tiempo se convirtió en un diablo que amenazaba con destruirlo todo por puro placer, por eliminar cualquier competencia y alzarse como soberana de lo que quedase. Y ya te digo que no tuvo ningún descendiente. Entonces Kanha recordó las imágenes de Sephiroth en el reactor de mako y recordó que estaba muy interesado en una cápsula de vidrio que contenía algo, pero no se fijó lo suficiente como para saber qué era. Tal vez ahí estaba la clave. No sé por qué te ha dicho todo eso. No entiendo cuál es su estrategia. Porque no olvides que es una manipuladora y que hará lo que crea necesario para conseguir lo que desea. Se hizo otro breve silencio.

¿Crees que yo soy como ella? Preguntó finalmente Kanha.

¡Por supuesto que no! No has intentado manipular a nadie ni tampoco estás abusando de tu poder. No os parecéis en nada, te lo aseguro. La chica suspiró.

¿Cuándo la encontrasteis, recordaba algo de su pasado?

No lo sé. No la traté directamente. A pesar de ser una comunidad nómada éramos un grupo numeroso y yo nunca me acerqué a ella. Sólo te he contado lo que era conocimiento popular, lo que todo el mundo decía sobre ella. Kanha, tú eres distinta, lo sé.

¿Cómo puedes estar tan segura?

Porque ella nunca mostró amor o compasión verdadera por nadie, a no ser que pudiese sacar algún beneficio de ello y tú muestras esos sentimientos genuinamente. Sé lo que sientes por Cloud. Es justamente lo que yo sentía por Zack.

Zack… Musitó mentalmente mientras recordaba las imágenes de sus últimos momentos.

Es una pena que no le hayas conocido porque era un chico excepcional. Kanha intentó aguantarse las lágrimas que guardaban el secreto sobre el final del soldado, pero no pudo. Aerith la miró con curiosidad y de repente sus ojos perdieron brillo, como si se hubiesen vaciado. Primero se asustó un poco porque parecía que iba a desmayarse, pero viendo que no acababa de perder la consciencia creyó que había entrado en su mente, así que mantuvo el contacto visual para intentar no interrumpir el proceso. Kanha notó un cosquilleo en su interior y después una sensación muy extraña, parecida a cuando te quitas un peso de encima. Al cabo de unos segundos la joven Cetra volvió en sí y continuó con la conversación telepática. ¿Sabes? Creo que no me queda mucho tiempo en esta vida y cuando termine entregaré mi porción de energía vital al Lifestream. Pero antes de eso debes aprender el hechizo Sagrado por si realmente Jénova está de vuelta y planea algo parecido a lo que hizo antaño.

¿Sagrado?

Es magia blanca muy poderosa, pero no te preocupes porque viendo tu progresión estoy segura de que será pan comido para ti. Aerith sonrió complacida. Gracias, Kanha.

¿Por qué?


Porque ahora sé que Zack está esperándome en la Tierra Prometida.

La Tierra Prometida de los Cetra


No hay comentarios:

Publicar un comentario