martes, 29 de noviembre de 2016

Capítulo 18. The exposition

Volvía a estar en el interior del reactor de Nibelheim, pero todo era distinto: no había tensión en el ambiente y estaba lleno de personas que trabajaban a destajo. Enseguida reconoció a los Turcos por sus trajes de chaqueta y corbata negros. Tseng, visiblemente más joven y con el pelo más corto, estaba entre ellos supervisando las tareas de sus subordinados. También vio a Reno vestido de azul y con el casco bajo el brazo hablando con él poco después. Seguramente estaba informando de lo sucedido… Sin perder más tiempo, Kanha se dirigió a la sala del núcleo del reactor convencida de que no la podían ver. Sabía que Cloud estaba bien porque si aquello eran visiones de su pasado era evidente que sobrevivió al ataque, pero no podía evitar sentir su corazón encogido después de haberlo visto a punto de morir tan solo unos instantes antes. Simplemente se quería asegurar de que todo estaba bien con él. Cuando entró vio a unos sanitarios que les estaban atendiendo, tanto a él como a su superior. También vio a un doctor que parecía estar dirigiendo la operación de evacuación de los heridos y cadáveres.

— Al soldado llévenlo al sótano de la mansión Shinra. — Dijo con una voz áspera dirigiéndose a Zack que respiraba con bastante dificultad tumbado sobre una camilla. — ¿Quién es ese muchacho? — Preguntó señalando a Cloud.

— Es el joven que abatió a Sephiroth, doctor. — Contestó uno de los sanitarios que le estaba practicando los primeros auxilios sobre la herida del abdomen.

— Qué interesante… Tal vez pueda usarlo como sujeto de pruebas… Llévenlo también al sótano de la mansión y ya veré qué hago con él…

Kanha se sintió asqueada al oír esas palabras y quiso dar un puñetazo a ese susodicho doctor, pero sabía que no le sería posible porque por muy real que fuese todo aquello para ella, su presencia allí no era más consistente que la de un fantasma que observaba desde una dimensión paralela.

Un destello azul muy intenso la cegó repentinamente. Se frotó los ojos con fuerza para recuperar su visión y pronto se encontró en un lugar distinto. Debía ser el sótano del que hablaban en el reactor porque no había ventanas y estaba todo lleno de libros dispuestos como en una biblioteca, además el suelo no estaba pavimentado en según qué zonas y parecía un lugar frio. Más que un sótano ella lo habría definido como una mazmorra. Cuando se giró para ver la totalidad del lugar se llevó las manos a la boca para evitar dejar salir un grito de horror que estuvo a punto de escapársele. Frente a ella había dos cápsulas enormes de cristal llenas de un líquido verde luminiscente y sumergidos en ese líquido estaban Zack y Cloud, cada uno en una. Kanha se acercó temerosa a la que contenía a su querido amigo hasta tocar la superficie del vidrio. Se le partía el corazón al verlo allí, inconsciente, vulnerable. Notó que aquello era mako líquido. Podía sentir la energía vital que emanaba de él. También se dio cuenta de que su vida pendía de un hilo y olvidando su evanescente situación intentó insuflarle vida a través de un hechizo de magia blanca que nadie le había enseñado pero que estaba convencida de que funcionaría. No llevaba los guantes, realmente no estaba allí, pero eso no le importó y se concentró tanto como pudo para evitar que Cloud muriera. Simplemente puso ambas manos sobre el cristal e intentó proyectar su energía vital sobre él. ¡No te mueras, por favor! El mako del interior de la cápsula se puso a brillar con más intensidad y ella notó cómo se le escapaban las fuerzas. Cuando creyó que no podía hacer nada más por él, la mano de Cloud se posó repentinamente sobre la suya al otro lado de la barrera que les separaba produciendo un ruido hueco que resonó en la sala y sorprendida vio que estaba mirándola fijamente. Tenía los ojos de mako que ya conocía y la mirada totalmente perdida y desenfocada. Poco después volvió a perder las fuerzas y se dejó caer de nuevo para flotar inconsciente como antes. De pronto oyó un burbujeo en la otra cápsula y sorprendida vio que Zack estaba despierto y que también la estaba mirando con sus penetrantes ojos azules, muy sorprendido, pero plenamente consciente y lleno de vida. Acto seguido oyó el rechinar de una puerta y cuando se giró para ver quién era se encontró con Aerith que estaba sentada a su lado. Volvía a estar en el mundo real.

— Ha sido muy extraño… — Dijo enseguida, como si no estuviera segura de si continuaba dentro de la visión o no.

— ¿Por qué lo dices? — Preguntó Aerith.

— Creo que tienes razón, que cada vez estoy más implicada en las visiones y que a este ritmo acabaré atrapada en ellas.

— ¿Has visto algo? — Preguntó el chico con cierto aire de desesperación.

— ¡Por supuesto! Siempre veo algo. — La respuesta surgió de forma automática, pero lo cierto es que sintió un gran alivio al ver que Cloud estaba bien y que estaba justo ahí, sujetándole la mano tal cual lo había dejado antes de inmiscuirse en sus recuerdos. — Te vi en la mansión Shinra. — Dijo a modo de resumen con la voz temblorosa por la emoción. Y la verdad es que Kanha esperaba que él entendiera a lo que se refería con esas palabras, pero no fue así.

— Es curioso que lo digas porque nunca he estado ahí. — Respondió con cierto aire de indiferencia

— Sí, en el sótano. — Insistió dándole a entender que realmente lo había visto, que no era un farol para sonsacarle información, pero no funcionó.

— Aún menos… Mira, la mansión Shinra estaba en Nibelheim, sí, pero era una fortaleza en la que se alojaban los altos mandos de Shinra que estaban a cargo del reactor. Estaba custodiada por soldados y no se nos permitía entrar, ni siquiera los niños osaban acercarse. Allí también se producían reuniones de soldados de alto rango y se tomaban decisiones de todo tipo. Pero te aseguro que yo no he estado nunca allí. — Kanha no quiso insistir. Parecía bastante convencido, pero ella también estaba muy segura de lo que había visto y sentido.

— ¿Y tú qué has visto? — Volvió a preguntar Aerith, pero esta vez dirigiéndose al chico.

— Bueno, no sé muy bien cómo explicarlo… Realmente no he visto nada físico. Podría decir que he sentido algo… — Aerith sonrió complacida y ambas lo miraron llenas de curiosidad esperando que continuase. — Sentía una enorme soledad y también cierta impotencia al sentirme incomprendido. Además de un creciente deseo de rebeldía, pero poco más… Creo que a mí me falta más rodaje para llegar a ese nivel de conexión que tienes tú. — Dijo ablandando el tono y acariciando con el pulgar el dorso de la mano de Kanha. Ella notó la calidez de sus sentimientos y también que no debía explicar nada más de lo que había visto para evitar provocar un conflicto que veía venir si insistía.

— ¿Reconoces algo de lo que dice? — Le preguntó Aerith.

— ¿El qué? — Quiso saber Kanha que se había perdido un poco.

— ¿Reconoces en sus palabras algo de tu pasado?

— No sabría qué decir…

— En ese caso, probemos una vez más.

Kanha estaba ante un dilema: por un lado temía que su grado de implicación en las visiones se incrementase dejándola atrapada, pero por el otro sabía que estaba a punto de encontrar las respuestas que estaba buscando. Aerith apretó las manos de sus compañeros y les instó a volver a conectar. Supongo que la curiosidad mató al gato… Pensó la joven y miró a Cloud para encontrarse con sus ojos de mako una vez más.

Tras un leve parpadeo vio cómo Cloud volvía a ser un cuerpo inerte de mirada perdida, el mismo que había dejado dentro de la cápsula de cristal unos minutos atrás. Estaba vestido con un traje de Soldado negro igual que el de Zack pero el chico parecía una carcasa vacía más que una persona. Estaba escondido en una grieta en una roca, como si alguien lo hubiera colocado allí para ocultarlo. No parecía posible que hubiese llegado allí por sus propios medios... Pronto oyó los ruidos características de una lucha de espadas. También oyó disparos y cuando se asomó a ver lo que estaba pasando vio a Zack enfrentándose sólo a una legión de soldados. Era realmente fuerte y rápido, pero eran demasiados y al cabo de unos minutos yacía totalmente derrotado y moribundo al filo de un acantilado. Entonces los soldados les abandonaron a su suerte y se fueron.

¡Reacciona Cloud! Gritó telepáticamente para comunicarse con él y contra todo pronóstico su mirada se focalizó y empezó a moverse con gran dificultad. Casi a rastras se acercó a Zack, que estaba en las últimas, y tuvieron una breve conversación.

— Toma, ahora es tuya. — Dijo entregándole su espadón. — Con él te dejo mis recuerdos y mis sueños. — Continuó diciendo con gran dificultad. — A partir de ahora serás mi legado viviente, la prueba de que existí. — Cloud balbuceaba intentando repetir las palabras que oía y pronto ya no hubo más que repetir. Entonces su consciencia pareció volver y con un horrible grito de dolor revivió de nuevo. Kanha era capaz de sentir su pena como si fuese propia y lloró junto a él. Entre lágrimas fue testigo de cómo la porción de energía vital de Zack volvía a su lugar de origen, aunque notó un calor especial, como si una parte de él se quedara con ella. Todo parecía transcurrir a cámara lenta. Quiso acercarse a Cloud, consolarlo, pero no lo hizo y cuando se dio cuenta volvía a estar sentada en el suelo junto a sus dos amigos, con las lágrimas despeñándose mejillas abajo. Él estaba ahí, sano y salvo, entero y la miraba intensamente, pero esta vez no volvió a perder el norte sino que incluso fue capaz de mantenerle la mirada.

— ¿Y bien? — Interrumpió Aerith. Kanha quiso empezar dando explicaciones pero no supo muy bien qué decir. No acababa de entender dónde encajaba lo que había visto en la historia real de su chico, así que fue él quién tomó la iniciativa.

— No estoy demasiado seguro pero diría que te he visto rodeada de gente y al mismo tiempo totalmente sola. No sé cómo explicarlo. Tu entorno era muy diferente a cualquier cosa que he visto hasta ahora. No reconozco los lugares, ni siquiera he visto algo que pueda asociar a este mundo. Los edificios, la ropa… todo era distinto.

— ¿A qué te refieres? — Quiso saber la joven Cetra.

— No puedo dar más detalles porque eran como flashes, como imágenes mezcladas, no secuencias enteras. Supongo que para ello necesitaré más tiempo.

— ¿Queréis volver a intentarlo? — Cloud enseguida asintió. Kanha dudó, pero finalmente accedió.

De nuevo volvieron a conectar sus miradas y la chica vio cómo la mirada de su amigo se quedaba vacía, igual que en sus visiones. Sin embargo ella no conseguía despegar. Ante el horror de pensar que pudiera quedarse así dio un respingo y soltó las manos rompiendo el círculo que habían formado en el suelo.

— ¿Qué pasa? — Preguntó Aerith un poco sobresaltada.

— ¿Qué le ha pasado? — Preguntó alarmada señalando a Cloud.

— Lo mismo que te pasaba a ti hasta ahora. Así te quedabas tú. La pregunta es ¿por qué esta vez no has entrado en su mente?

Kanha recuperó su compostura y volvió a cogerlos a ambos de las manos. De nuevo volvió a mirar a Cloud con la intención de verse engullida por aquel resplandor azul, pero no pasaba nada. Convencida de que podría hacerlo aunque fuese una vez más, insistió. Todavía le quedaban preguntas por responder y finalmente consiguió entrar. En esta ocasión no había nada a su alrededor, nada excepto una niebla azul que resplandecía con aquel fulgor un tanto fantasmal. Pero sabía que no estaba sola en aquel entorno que no le acababa de ser familiar.

— ¿Quién eres? — Preguntó en voz alta sin tener en cuenta si estaba en una visión, si ella existía realmente allí o cualquier otra incoherencia. — Sé que estás ahí y que me oyes. ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? — Cada vez sentía más furia. No entendía por qué, pero sabía que fuese lo que fuese no era bueno y su instinto la puso en guardia.

— Deberías saber quién soy. — Dijo una voz femenina que venía de todas partes. A Kanha se le heló la sangre al oírla. — Todos vosotros deberíais saber quién soy. Y si aún no lo sabéis pronto lo averiguaréis.

— ¿Qué quieres de Cloud?

— ¿El chico? Nada. Él es mi vehículo. Me llevará junto a mi hijo y juntos viajaremos a la Tierra Prometida.

— ¿Tu hijo?

— Sí, Sephiroth es su nombre.

— Pues tendrás que viajar hasta el más allá para encontrarte con él porque está muerto. — La mujer se puso a reír como si fuese una bruja. De nuevo un escalofrío le atravesó el espinazo.

— Si eso es lo que crees, entonces no deberías preocuparte por mí, ¿no crees?. Sin embargo, lo haces por lo que creo que tú tampoco estás muy convencida de tus propias palabras.

— Sephiroth murió en Nibelheim. Él mismo saltó al torrente de energía vital. Nadie sobreviviría a eso.

— Nadie excepto un Cetra.

— ¿Quieres decir…?

— ¡Exacto! — El miedo que sintió Kanha hizo que notara como su consciencia retrocedía en el túnel para volver a la realidad.

— ¿Cuál es tu nombre? — Preguntó en un desesperado intento por conseguir más información.

— Tengo muchos nombres, pero en Gaia se me conoce como Jénova. Recuérdalo, chica, porque a partir de ahora vas a oírlo muchas veces. — Su voz era cada vez más lejana y enseguida se vio de nuevo sentada en el suelo cogida de las manos de sus amigos. Notaba su cuerpo cubierto por un sudor frío. Había pasado miedo, aunque no entendía por qué.

— Cloud, quiero que me digas enseguida todo lo que sabes de Sephiroth. — El chico no se esperaba una pregunta así y no parecía dispuesto a colaborar.

— ¿A qué viene esa pregunta ahora? Hay cosas más importantes de las que hablar…

— ¿Cosas como qué? — Quiso saber Aerith.

— Cosas como lo que hemos visto.

— ¿Y qué es lo que has visto?

— Te he visto a ti. Esta vez te he visto. Estabas triste y sola. Tal vez físicamente no, pero así era cómo te sentías. He visto una rutina anodina que te aburría mortalmente, como si fueses una víctima de la vida que te había tocado vivir. Sin embargo, tenías una existencia acomodada en la que no te faltaba de nada y que te permitía asistir a un centro de estudio. Lo tenías todo y te sentías totalmente vacía. — Kanha lo escuchaba atentamente y notaba un cosquilleo en el estómago de recordar esos sentimientos, sin embargo, no podía recordar más allá de lo que le estaban contando.

— ¿Te ayuda toda esa información? — Preguntó Aerith y la joven negó con gran pesar. — ¿Tú has visto algo?

— No. — Contestó sin querer dar más explicaciones. — Pero quiero saber qué pasó con Sephiroth y quiero que tú me lo cuentes, Cloud. — El chico resopló como cansado del tema, pero vio que las dos féminas estaban dispuestas a aliarse en su contra si no accedía, por lo que cambió de opinión.

— Sephiroth era una leyenda en Soldado. Mucha gente le llamaba héroe. Era el más fuerte de todos y tenía una habilidad asombrosa con la magia. Bueno, eso era lo que todos decían, yo no llegué a conocerle personalmente. — Kanha arrugó el gesto. — Bueno, sí que le conocí, pero no llegué a hablar con él. Era un soldado de rango superior incluso de mayor rango que… — Dudó un segundo, miró a Aerith y finalmente lo soltó. — … que Zack. — Se hizo un silencio que el chico no tardó en disipar. — Zack era mi instructor. Fuimos a una misión en Nibelheim, mi pueblo natal, y allí fue dónde le conocí, pero era una persona totalmente inaccesible, ni siquiera me pude acercar a él. Todo el mundo sabía quién era y era admirado al mismo tiempo que temido. Había habido un altercado en el reactor del pueblo y nos habían enviado allí como refuerzo para el destacamento que comandaba el propio Sephiroth. Pero algo pasó porque se encerró en la mansión Shinra durante varios días, mientras nosotros patrullábamos los alrededores pare proteger a los civiles y cuando salió parecía una persona distinta. A las pocas horas Nibelheim estaba en llamas y Sephiroth parecía ser el autor de la tragedia. Muchos de mis compañeros se quedaron en la aldea para socorrer a la gente que se había quedado atrapada en las casas y trasladarlos a lugares más seguros hasta que pudieran extinguir el fuego. Zack y yo nos dirigimos al reactor y allí encontramos a Tifa. No estaba herida pero parecía estar en shock. Zack no dudó en enfrentarse a Sephiroth mientras que yo me quedaba en la retaguardia para protegerle las espaldas de posibles imprevistos. De pronto oí cómo Zack caía y no dudé en lanzarme contra el que se había convertido en nuestro enemigo empuñando la espada. Recuerdo que le atravesé y también que no fue suficiente porque poco después él me hizo lo mismo y perdí la consciencia. No recuerdo nada más sobre él y no sé cómo acabó la historia. Ni siquiera entiendo por qué no acabó con mi vida, por qué sigo aquí después de haberle atacado cómo lo hice…

— ¿Y qué pasó con Zack? — Quiso saber Aerith, que tenía los ojos llenos de lágrimas. Cloud no supo qué decir así que simplemente negó con la cabeza dándole a entender que eso era todo. Kanha sí que tenía una respuesta para ella, pero creyó que no era el momento. Tampoco sabía cómo soltarlo. Y de pronto recordó una cosa.

— Aerith, ¿por qué tienes la marca?

— Haces preguntas muy raras. — Apuntó Cloud un tanto molesto.

— Por la conexión que tenemos los Cetra con el torrente de energía vital. — Contestó la chica ignorando el comentario de su compañero de aventuras. — Nosotros lo llamamos Lifestream para abreviar.

— ¿Pero sufrís algún tipo de exposición o nacéis ya con la marca?

— Nos exponemos, pero de una manera distinta a la que lo hacen los soldados. Lo nuestro es una ceremonia ritual, como la que se hace en algunas culturas para determinar que los niños pasan a ser adultos.

— ¿Y estás segura de que eres la última de los Cetra? — Kanha esperaba una respuesta rotunda pero encontró un breve silencio.

— No estoy muy segura de eso aunque es bastante probable. ¿Por qué lo preguntas?


— ¿Sabes quién es Jénova? — La joven florista abrió los ojos como platos mientras que Cloud no pareció reaccionar ante ese nombre.

Zack y Cloud en el sótano de la mansión Shinra


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