lunes, 14 de noviembre de 2016

Capítulo 16. The legend of Soldier: Sephiroth

Al cabo de un par de días de huir de los Turcos prácticamente sin descanso se encontraron con Clive. Estaba esperando tranquilamente junto a un rebaño de chocobos que estaba pastando en una pradera cerca de la entrada a la mina que debían atravesar para seguir con su viaje. En cuanto la camioneta se acercó y paró Clive desmontó para hablar con ellos. Todos, sin excepción, se acercaron.

— Hola Tifa… Chicos… — Dijo apesadumbrado a modo de saludo. — Quería pediros disculpas por lo que os hizo mi mujer. Quiero que sepáis que os acogí en mi casa porque conozco a Tifa muy bien, la aprecio mucho y ella me lo pidió. Además sé que sois de AVALANCHA y estoy totalmente de acuerdo con vuestro cometido; yo también creo que la manipulación sin control de la energía vital sólo nos puede llevar a la autodestrucción y que hay que hacer algo ya.

— No tienes que disculparte Clive. — Le cortó Tifa. — No hemos dudado de ti en ningún momento y hemos entendido que Nora hizo lo que hizo simplemente porque quería proteger aquello que ama y sobretodo lo que está por venir. Cada uno de nosotros lucha a su manera por tener un mañana mejor.

— Gracias, pero aún así no me quedaba tranquilo viéndoos marchar con un mal sabor de boca. Así que, imaginándome que pasaríais por estas minas, he cogido un rebaño con mis mejores chocobos con la escusa de hacerlos correr y comer de manera más silvestre. Os estaba esperando para entregaros uno a cada uno como disculpa. — Todos, sin excepción, abrieron la boca con gran sorpresa. — Barret, hiciste un gran trabajo con la camioneta, pero teniendo en cuenta lo agreste del terreno de la zona y que posiblemente recibió daños en la batalla con los Turcos creo que no tardaréis en quedaros sin transporte y si tenéis que continuar a pie Gaia morirá antes de que podáis hacer algo para evitarlo.

— No podemos aceptarlos, Clive. — Dijo Tifa. — El sustento de tu familia depende de los chochobos.

— No llegaré a ver a mi hijo si llega el Apocalipsis y desde luego, no estaría en paz conmigo mismo si no lo hiciera. Así que, por favor, aceptadlos. — Tifa miró al resto dubitativa y Barret asintió.

— Será un placer ir por ahí diciendo que llevamos los mejores chocobos de la granja de Clive. — Contestó el corpulento líder de AVALANCHA. — Además, tienes toda la razón con la camioneta y pronto nos hubiéramos encontrado sin combustible, la hubiéramos tenido que mover a base de magia lo cual sería muy pesado e incluso costoso para cualquiera de nosotros. — El joven granjero se mostró muy feliz de la resolución.

Una vez llegados a un acuerdo, también les regaló un par de alforjas para transportar sus pertenencias en uno de los chocobos, por lo que alguien se quedaría sin montura. Poco después Clive se fue galopando en su semental deseándoles mucho éxito en su misión. Cuando se hubo ido y sin perder más tiempo, hicieron el traslado de todas sus pertenencias y en poco rato estuvieron listos para reanudar la marcha. Eso sí, antes de abandonar su vehículo por ahí decidieron ocultarlo en un hueco de roca que había cerca de la entrada a la mina, por si los Turcos volvían para seguirles la pista.

— ¿Cómo nos lo repartimos? — Preguntó Aerith.

— Yo soy el comodín, ¿verdad? — Dijo Kanha. — Debo serlo. No tengo ni idea de montar. Ni siquiera he montado nunca a caballo. — Todos hicieron una cara rara. — Ah, claro… Que no sabéis lo qué es un caballo… No importa. El caso es que no sé montar y tendría que ir con otra persona.

— Vente conmigo. — Dijo Tifa alegremente. — Al menos de momento, hasta que crucemos las minas. Yo soy la que sabe montar mejor y así damos tiempo a los demás para que se acostumbren a ir en chocobo. Cuando las hayamos cruzado haremos un parón y montarás con otra persona.

— Con cualquiera menos conmigo. — Dijo Barret curiosamente divertido. Todos se giraron a mirarle y vieron que ya estaba sobre su chocobo. Clive le había dicho expresamente que utilizara ese. Era el más grande y robusto de todos, como su jinete, y justamente por la corpulencia de Barret era imposible que otra persona viajara a lomos del animal junto a él. Ante tal evidencia todos rieron.

— Bien, en ese caso, después ya veremos si vas con Cloud o con Aerith. Ya lo decidiremos… Lo que sí que está claro es que irás rotando para no cargar en exceso a los animales. — Entonces quiso dirigirse a todos, que ya estaban montando. — Chicos, a partir de ahora el viaje será mucho más rápido. Los chocobos son maravillosos. Si no habéis montado nunca uno no os preocupéis porque no tendréis demasiados problemas, ya lo veréis, y además son muy rápidos. Fijaros que Clive llegó aquí antes que nosotros habiendo salido mucho más tarde. Yo creo que para mañana ya habremos atravesado las minas. Sin embargo también creo que deberíamos hacerlo de un tirón porque ya sabéis que no es un lugar seguro. Acamparemos a la salida. Así que sujetaos fuerte y seguidme.

Kanha se agarró a la cintura de su amiga y pronto empezaron a galopar adentrándose en una cueva bastante oscura. Dentro el aire era espeso y ella sentía miedo aunque no sabía por qué, así que cerró los ojos. Les atacaron monstruos en más de una ocasión y se defendieron con ataques a larga distancia, pero siguiendo las órdenes de Tifa no pararon en ningún momento. Al cabo de unas horas la gruta se hizo más amplia, más luminosa, y la atmósfera más ligera, por lo que los chocobos pudieron pasar del galope al trote y continuar la marcha sin tener la sensación de estar huyendo de alguien que les pisaba los talones.

— ¿Dónde me quedé? — Preguntó Tifa.

— ¿Dónde te quedaste de qué? — Quiso saber su acompañante.

— Te estaba contando lo que pasó en Nibelheim, ¿no? — Asintió. — Pues eso: ¿qué fue lo último que te conté?

— Pues me contaste que tu padre estaba muy mal herido y que querías vengarte de Sephiroth, que según tú era quién le había atacado.

— Ah, sí… — Miró a su alrededor para asegurarse de que el resto del grupo las seguía pero no estaban lo suficientemente cerca como para seguir la conversación. — Pues me puse mis guantes, que los llevaba en el bolsillo trasero de los vaqueros y entré en el reactor. Lo que encontré allí fue horrible, Kanha: Sephiroth no se había conformado con atacar a mi padre sino que todos los soldados que le habían acompañado y actuaban bajo sus órdenes yacían muertos en el interior del reactor. El suelo estaba cubierto de cadáveres de jóvenes reclutas y todos ellos presentaban la misma herida mortal en el abdomen. Pero es que aquello no fue todo ya que además aquel lugar no era exactamente lo que todos creíamos que era. Allí fue donde me di cuenta de que Shinra no era lo decía ser. Aquello era una especie de laboratorio científico donde experimentaban con la energía vital y ciertos monstruos. Allí creaban mutantes, monstruos más fuertes, supongo que para fortalecer su ejército todavía más. La verdad es que me tomó mi tiempo asimilar todo aquello porque también me di cuenta de que todos aquellos monstruos que eran más agresivos con la gente del pueblo y que incluso atravesaban el cerco de la barrera protectora estaban siendo creados por el propio reactor y había docenas de cápsulas que parecía incubadoras y que contenían ejemplares de esos. Me da vergüenza admitirlo, pero me colapsé y caí sobre mis rodillas desesperada ante tanta depravación, ante tanta inmoralidad. — Incluso en aquel momento parecía hacérsele un nudo en la garganta porque tragó saliva pesadamente y después de un momento continuó. — Cuando tuve fuerzas para continuar decidí adentrarme en el reactor. En principio, entrar en un lugar así es algo extremadamente peligroso porque representa que te expones directamente a la energía vital y como ya sabes en un proceso así te la juegas, pero algo dentro de mí me decía que una vez más se trataba de un truco y que aquello en realidad no era un reactor mako sino simplemente una tapadera para tener un laboratorio clandestino. Así que realmente creí que no debía preocuparme por eso porque en realidad no me estaría exponiendo a nada. Pero antes de que llegara al corazón del supuesto reactor apareció un soldado que me pidió que volviera a la aldea. Ya lo había visto antes, había llegado supuestamente para apoyar al destacamento de Sephiroth así que no me inspiraba confianza, por lo que me sorprendió verlo allí. Por supuesto, no confié en él. Llegados a ese punto, para mí, todos los soldados eran traidores. Para mí, todos eran cómplices de aquello y, por supuesto, también lo eran de la muerte de mi padre. En ese momento no fui consciente de que Sephiroth había matado a todos sus subordinados, de que había decidido romper su código ético por un motivo personal que nadie conocía, de que él era el único traidor y de que aquel chico simplemente estaba actuando acorde a lo que era: el líder de un destacamento de Soldado. Por lo tanto, desoí su alerta para que me alejara y le seguí. Finalmente llegué al centro del lugar. Allí, escondida y a través de la rendija de una puerta acorazada que habían forzado, contemplé la lucha más espectacular que he visto en toda mi vida. No duró mucho, pero te aseguro que fue muy, muy intensa. Ambos se enzarzaron en una pelea en la que las espadas rechinaron y la magia brilló. Era muy difícil seguir sus movimientos porque eran realmente rápidos, pero finalmente Sephiroth salió victorioso y el chico con el uniforme negro cayó derrotado cerca de donde yo estaba. Entonces recuerdo que miré a Sephiroth con odio y ante mi incredulidad me lo encontré mirándome directamente a los ojos, inmovilizándome una vez más con aquella enorme presencia. Aquel fue el momento en el que he sentido más miedo de toda mi vida porque realmente pude ver su sed de sangre proyectada sobre mí. Sin embargo, y ante mi gran asombro, decidió ignorarme; simplemente me dio la espalda y subió por unas escaleras para llegar a una especie de probeta enorme que contenía algo que no alcanzaba a ver desde donde estaba. Tampoco me podía mover para cambiar la perspectiva. Me temblaban tanto las piernas que volví a caer sobre mis rodillas y sin quererlo me puse a llorar. ¡Me sentí sumamente impotente! No podía hacer nada ni para vengar a mi padre ni para ayudar a aquel soldad que estaba mal herido y que entendía que de alguna manera estaba en el mismo bando que yo. Me sentí totalmente inútil. Y en aquel momento de miseria absoluta una ráfaga de aire atravesó la puerta y acto seguido se oyó el ruido hueco del cristal al quebrarse. Fue algo muy rápido, como una corriente de aire frío. Cuando levanté la vista vi a un soldado raso que había atravesado a Sephiroth con una espada de tal manera que incluso la había encastado en el recipiente de vidrio que tenía delante haciéndole una gran brecha de la que emanaba un líquido que no era agua sino algo más espeso. Sephitoth cayó mal herido y el muchacho se giró corriendo hacia mí. ¡No te puedes imaginar la sorpresa que me llevé cuando gritó mi nombre y se quitó el casco para ayudar a levantarme! ¡Era Cloud! Estaba allí para ayudarme y fue la vez que me sentí más rescatada por alguien hasta ahora. Mis heridas no eran físicas pero me sentía sumamente débil. Nuestro reencuentro fue muy emotivo. Seguía siendo el de siempre y se había convertido en un hombre, pero no pudimos alargarlo mucho porque un estruendo de cristales rotos desvió nuestra atención: Sephiroth se había puesto en pie y había roto aquel recipiente que tenía delante para tomar entre sus manos lo que contenía. No nos prestaba atención alguna sino que seguía adelante con lo que se supone que había ido a hacer. “Acaba con él” dijo el superior de Cloud con un hilo de voz. Estaba muy mal herido pero seguía consciente y aquello era una orden y, como buen soldado que era, Cloud obedeció. Enseguida se puso a correr escaleras arriba y antes de que tuviera la más mínima oportunidad de alcanzarle Sephiroth se giró repentinamente empuñando su larga katana y lo encastó en ella. Me quedé totalmente helada. No podía aceptar más muerte en un solo día y aún menos la suya, pero no tuve tiempo de nada, ni de gritar que parase porque acto seguido lo levantó en vilo como si fuese un trozo de carne que pones sobre el fuego para cocinarla y lo sostuvo a pulso sobre el agujero que abrían los reactores hasta el torrente de energía vital.

— ¿Entonces sí que era un reactor?

— Sí. Al final, parece ser que sí, aunque era mucho más que eso, como ya te he contado. Por lo que Cloud corría un gran peligro. De hecho en aquel momento estaba convencida de que moriría o bien por la herida de la katana o bien porque se precipitaría por el abismo. Sin embargo, reaccionó y aún no sé muy bien cómo consiguió utilizar la misma espada que le atravesaba el cuerpo para volver a tocar tierra firme, sorprender a su atacante y mandarlo contra la pared en una embestida. Entonces me di cuenta de que el reactor parecía un volcán a punto de entrar en erupción y de que Cloud estaba envuelto en un halo de luz verdosa un tanto fantasmal. Instantes después fue el propio Sephiroth quien se precipitó voluntariamente al foso emitiendo una risa sádica que aún hoy me hiela la sangre cuando la recuerdo... — Y literalmente un escalofrío sacudió su cuerpo. — Después de eso Cloud se desmayó y cuando conseguí levantarme para ir a socorrerle no pude porque llegaron los Turcos y enseguida acordonaron la zona. No me dejaron acercarme a él. No me dijeron ni cómo estaba ni nada, simplemente me escoltaron hasta el pueblo. Cuando llegué ya habían apagado el incendio pero había muerto mucha gente. Mi madre tampoco lo superó y yo me colapsé. La verdad es que me costó mucho tomar las riendas de mi vida… Al cabo de un par de días sellaron el reactor y lo desalojaron, dejándolo desierto y abandonado. Así que sin nada más que me atara a la aldea, al cabo de un tiempo, decidí irme. Así fue cómo perdí el contacto con Cloud de nuevo y no fue hasta que él mismo vino a AVALANCHA que nos volvimos a ver.

— ¿Y fue entonces que planeasteis simular su muerte para escapar de Soldado?

— ¿Cómo dices?

— Eso fue lo que me explicó…

— Pues te ha tomado el pelo, chica. Cloud simplemente apareció un día en nuestra centralita. No sé cómo nos encontró, la verdad, pero allí estaba. Y no te pienses que hace meses de eso sino que fue pocos días antes de encontrarte a ti. Lo cierto es que se le veía muy distinto, incluso confundido, pero sin duda era él y estaba dispuesto a ayudarnos. Me hizo mucha ilusión volver a encontrarme con él y además me di cuenta de que iba a ser una pieza clave para nuestros planes, teniendo en cuenta que había pertenecido a Soldado. — Kanha se quedó pensativa. — ¿Qué pasa?

— No entiendo por qué debería mentirme. No acabo de ver por qué tendría que inventarse una historia para satisfacer mi curiosidad. ¿Por qué simplemente no me dijo la verdad?

— No tengo ni idea, pero ya te digo que, a pesar de que aquel chico era Cloud, enseguida me di cuenta de que no era el mismo, de que parecía un muñeco roto, alguien a quien le faltaba una pizca de humanidad, un hervor de vida. Y también estaban sus ojos de mako, el resplandor de los cuales me recordó aquel halo que emanaba del agujero del reactor. — El chocobo seguía al trote y se hizo un silencio un poco incómodo. — Desde aquel incidente en Nibelheim han pasado cinco años y durante ese tiempo no he tenido nada más en mente que destruir Shinra para parar con toda esa locura de la que estoy segura que sólo vi la punta del iceberg. Fue entonces cuando inicié mi viaje y ahora estoy deshaciendo mis pasos con la esperanza de encontrar una solución a este problemón al que nos enfrentamos. Cuando dejé mi aldea atrás no pensé que esto se nos haría tan grande. — Tifa se giró un momento para buscar contacto visual. Sus ojos eran normales, de color marrón avellana. — Han sido cinco años de vacío entre Cloud y yo. No sé por lo que ha pasado y a estas alturas tampoco creo que me lo cuente. Pero estoy convencida de que sea lo que sea que le haya pasado ha tenido que ser totalmente traumático para dejarle así. No creo que simplemente la exposición a la energía vital de la que siempre habla les haga cambiar de esa manera, porque recuerdo perfectamente a aquel soldado que iba de negro y la verdad es que era muy simpático. También tenía ojos de mako, y, aunque en aquel momento yo no estaba por la labor, la verdad es que era un chico muy humano, como cualquier otra persona. Pero la actitud de Cloud, la frialdad que muestra ahora y esa mirada sin expresión… Si te soy sincera, me recuerda mucho más a Sephiroth y me da escalofríos pensarlo.

— Pero Sephiroth murió, ¿no?

— Por supuesto. Nadie podría sobrevivir a una exposición total al torrente de energía y él se tiró como si fuese una piscina. Te lo puedo asegurar porque lo vi con mis propios ojos. — Entonces sonrió, como orgullosa de sí misma. — Y poco más te puedo contar. Has tenido que esperar varias semanas para podértelo decir todo, pero ahora ya está. — Kanha la miró extrañada y Tifa continuó con su justificación. — No acabo de reconocer a este Cloud que viaja hoy con nosotros y tengo la corazonada de que tú vas a ser clave para ayudarle con eso que le frena para ser quien es en realidad. No te lo cuento para presionarte a hacer algo, simplemente para que tengas más información en tu mano cuando necesites usarla. — Kanha no acababa de entender esas palabras, pero de alguna manera estuvo de acuerdo con ella y le dedicó una leve sonrisa para darle las gracias.


Pocos minutos después vieron a lo lejos la salida de la mina y cómo la luz del sol se había vuelto anaranjada a causa del crepúsculo. Debían acampar para poder descansar y partir al alba. Los chocobos eran realmente rápidos…

La leyenda de Soldado: Sephiroth



Sephiroth ensartando a Cloud sobre el foso del reactor


No hay comentarios:

Publicar un comentario