domingo, 25 de septiembre de 2016

Capítulo 9. Lost in his memories

Cuando se hizo de día Barret abandonó el campamento para subir a una colina cercana y enseguida estuvo de vuelta.

— Tifa, tenías razón: la granja está al otro lado. ¿Estás segura de que debemos ir? — Kanha no se había acostumbrado a oírle hablar sin proferir ningún gruñido ni gestos hostiles y esa voz grave y profunda la sobresaltó aunque intentó que no se le notara. Tal vez fuese la segunda vez que le oía hablar desde que lo conocía…

— ¡Por supuesto! Imagino que ya sabréis que allí no encontraremos tiendas, pero estoy segura de que nos podremos quedar unos días, reponer fuerzas durmiendo en cómodos colchones de paja e incluso reforzar nuestras armas. Tal vez nos toque trabajar un poco, pero creo que a estas alturas es nuestra mejor opción. Aún nos queda un largo camino por recorrer hasta la siguiente aldea… ¿Qué te parece, Cloud? — El chico estaba allí pero un tanto ausente, por lo que la pregunta de su amiga le pilló un poco por sorpresa.

— Creo que aún estamos demasiado cerca de Midgar. — Dijo sin rastro alguno de entusiasmo.

— ¿Cerca? ¡Pero si llevamos más de una semana de viaje sin prácticamente parar! — Exclamó Kanha. No le gustaba acampar, no le gustaba dormir con miedo a ser atacada, no le gustaba aprender a pelear y sobretodo no soportaba ver a Cloud con una actitud tan pesimista. Él la miró muy serio, casi sin ganas de hablar.

— Me ha pedido mi opinión y eso es lo que creo. Si quiere preguntar a los otros tal vez piensen cosas distintas. — Kanha prefirió callar y que los demás decidieran. Al fin y al cabo ella era la que menos sabía.

— No voy a preguntar más. Recojamos todo esto y vayamos para allá. Aparcaremos cerca, pero fuera de la barrera protectora para que no nos detecten. Iré yo primera y tantearé el terreno. Vosotros me esperaréis en el camión. Según lo que vea haremos. ¿Alguna objeción? — A todos les pareció bien y accedieron a seguir su plan. — No podemos olvidar que nos están buscando, así que debemos ser precavidos. — Sin mucho más que añadir recogieron el campamento y se pusieron en marcha.

Aeirht, Cloud y Kanha montaron en la parte trasera para ocultarse de posibles miradas indiscretas y Barret y Tifa ocuparon su lugar en la cabina de conducción. Había mucho silencio y de pronto la joven florista se acurrucó un poco y cerró los ojos.

— Voy a dormir un rato. Ya me avisaréis. — Y sin esperar respuesta se cubrió con la capa que Cloud habitualmente utilizaba para disfrazarse.

Sentados el uno enfrente del otro y aparentemente sin vigilancia sospechosa conectaron para hablar en silencio. Por mucho tiempo que pasara con él, Kanha no dejaba de sentirse atrapada por esos enormes ojos luminiscentes cada vez que lo hacían.

Tifa es muy convincente, seguro que no habrá problema.

No es eso. No estoy preocupada. Tengo un mal presentimiento. Solo eso.

¿Un mal presentimiento?

Sí, cuando sabes que algo va a salir mal aunque no tengas motivos para pensarlo.

¡Sé lo que es un mal presentimiento! Y yo también lo tengo. Esta noche no he dormido bien a causa de eso, pero creo que dadas las circunstancias esa granja es nuestra mejor opción. Nos dará cobijo y…

De repente, Kanha se vio engullida por el resplandor de los ojos de su acompañante y las palabras que se arremolinaban en su mente se fueron difuminando hasta formar parte de un rumor ininteligible que oía de fondo. Pronto todo lo que había a su alrededor desapareció en un remolino azul dando paso a nuevas imágenes.

Centenares de jóvenes hacían fila para entrar por unas puertas. Aquello era Midgar. Aunque no había estado en esa zona, la estética no dejaba lugar a dudas, sobretodo porque estaban aquellas enormes rendijas desde las cuales los habitantes de la ciudad tiraban sus desechos a los Suburbios. Los chicos y chicas que esperaban hablaban entre ellos y, a pesar de que no los oía, percibía lo que sentían: estaban nervioso y ansiosos por entrar y enfrentarse a algún tipo de prueba. Cloud, con su pelo rubio, destacaba visiblemente entre el resto. Él estaba preocupado y lo compartía con los que estaban cerca de él. Avanzaban muy lentamente y eso les hacía ponerse más nerviosos. Cuando por fin entraron se encontraron en una sala enorme con una tarima sobre la cual había un soldado vestido de negro que les dio indicaciones de lo que tenían que hacer. Tras unos instantes se dispersaron dejando la sala libre para que otro pelotón de reclutas entrara desde las filas que había formadas en el exterior del edificio. Nadie sabía a ciencia cierta cuál era el proceso exacto para entrar a formar parte de Soldado y eso les intimidaba un poco. Sin embargo, un Cloud joven y asustado prefería tragarse sus miedos para seguir adelante y hacer lo que fuese necesario para conseguir su sueño.

¿Sigues ahí?

La joven oyó el eco de la voz de su compañero, en la lejanía de su mente, y el azul que difuminaba su visión se arremolinó en dos puntos fijos ante ella: sus ojos.

¿Puedes oírme?

Aún estaba fuera de sí con la vista enturbiada cuando él se le acercó y empezó a darle golpecitos en la mejilla con la palma de la mano para espabilarla.

— Kanha, ¿me oyes? — Dijo finalmente en voz alta.

La joven apoyó la cara en su mano. El calor que desprendía le reconfortaba. No quería abandonar el limbo azul en el que se encontraba. Allí no tenía miedo, no necesitaba sus recuerdos y no tenía por qué preocuparse por nada ya que era una mera espectadora. Pero Cloud era algo más que una visión, más que una simple vía de escape. Aún no sabía qué exactamente, pero era alguien importante para ella y sentirse tan unida a él era incluso placentero. Sin embargo, por mucho que quisiera seguir en ese estado, la verdad era que volvía a tocar con los pies en el suelo, que su voz la había traído de vuelta.

— Me gustó más la otra vez. — Dijo con los ojos cerrados y sujetando la mano de su amigo para intentar prolongar la situación cuanto pudiera.

— ¿Cómo? — El muchacho no entendía por dónde iban los tiros. Entonces ella abrió los ojos y le enfrentó conectando de nuevo.

Hoy ha sido tu voz. El otro día fue un beso.

Instantáneamente se puso tenso y apartó la mano bruscamente por lo que la joven, aturdida aún, no supo cómo interpretarlo.

¿Has tenido otra visión? Desvió el tema.

Kanha no sabía si contestar o no. Se sintió molesta por ese rechazo que no era un rechazo en sí, pero que a ella le había parecido que sí, no obstante, enseguida pensó que era justo que se lo explicara. Al fin y al cabo, era su propia mente.

Sí.

¿Y qué has visto esta vez?

Creo que era cuando llegaste a Midgar. Estabas entre mucha gente de tu edad y esperabais vuestro turno para entrar a un edificio. Un soldado os dio unas indicaciones pero no he podido oírlas. De momento, parece que solo puedo ver lo que pasa. Así que no sé qué os dijo, solo que tras un breve discurso cada uno sabía qué debía hacer y os dispersasteis. Nada más. Lo siguiente ha sido tu voz en mi cabeza y como eras lo único que podía oír me he desconcentrado y he vuelto a la realidad. Cloud puso una cara rara. ¿Pasa algo?

No. Contestó secamente. En ese momento el camión paró y el motor se detuvo. Se oyeron unos golpes en la pared y el chico se levantó.

— Hemos llegado. Tifa ya se va y me ha pedido que haga guardia con Barret. Necesito mi capa. — Dijo destapando a Aerith sin compasión. Kanha se sorprendió al ver que la joven tenía los ojos bien abiertos y que lo miraba con cierto desprecio. Creyó que tal vez había estado escuchando. Él no prestó atención a los detalles y simplemente les dio la espalda para abandonar la parte trasera del vehículo sin mediar palabra.

— No sé cómo le aguantas… — Dijo cuando el chico salió por la puerta.

— Todos tenemos nuestras afinidades, supongo…

— Ten cuidado con lo que deseas. Ese chico no te conviene. — Kanha no se esperaba un comentario como ese, así que aprovechó el filón y se armó de valor para indagar en lo que su amiga sabía y dejar de sospechar inútilmente.

— Tú sabes algo y no me lo quieres contar, ¿verdad?

— Si no te lo quiero contar ¿por qué iba a cambiar de opinión justo ahora? — Respondió tajante.

— ¿Piensas mantenerte en silencio? — Insistió.

— Cuando no se hacen las preguntas adecuadas no se consiguen las respuestas esperadas. Sin embargo, no creo que sea la fuente de información que crees que soy. No sé nada de ti. No tengo ni idea de dónde vienes. Ni siquiera sé cuál es tu verdadero nombre. Lo que sí sé es que ahora eres Kanha y que te estás definiendo con cada decisión que tomas. Tú eres tú y eso es lo que importa de verdad en estos momentos.

— Pero puedo usar magia sin la marca. No lo entiendo…

— Es fácil: cualquiera bendecido por la energía vital puede usarla.

— Entonces….

— Los humanos son muy ignorantes aún. Les falta siglos de estudio para entender el torrente de energía vital que están intentando manipular. Sí que es cierto que se necesita cierta sensibilidad, pero con la instrucción adecuada usar magia es posible para casi cualquiera.

— Hablas de los humanos como si tú no lo fueras…— Aerith soltó una carcajada.

— No se te escapa una, ¿eh? Claro que soy humana, pero no como los demás. Por eso tengo la marca.

— ¿Has estado expuesta?

— Se podría decir que sí… — En aquel momento la joven florista hizo un gesto extraño como si un ruido la hubiera molestado. — Pero ahora no es momento para eso. Ya hablaremos de todo más adelante. Centrémonos en lo importante. Ya sabes que yo no quería venir, pero me he dado cuenta de que ésta es también mi batalla, que si realmente quiero proteger a las flores tengo que erradicar lo que las mata. No sé por qué llegaste a nosotros, pero entiendo que tu presencia aquí debe tener un motivo. Debo enseñarte todo lo que sé de magia blanca antes de que nos separemos. Ahora nuestro destino es incierto y debemos aprovechar cada segundo que tengamos. No te despistes con ese chico, céntrate en él. — Aerith hizo una pausa, como si pensara bien cómo iba a decir las próximas palabras. — Tenéis una conexión especial, sólo hay que ver cómo cambia de actitud cuando está contigo, deja de ser frío y distante para ser una persona normal. Quién sabe lo que pasará en el futuro. El futuro es incierto por lo que hay que vivir el presente. Quédate con cada detalle y disfrútalos, pero no pierdas nunca tu rumbo. Indaga en él, en vuestro vínculo. Estoy segura de que os será útil y que os hará fuertes ante adversidades venideras. — Entonces oyeron la voz de Tifa en el exterior y Aerith agarró a su amiga de la mano para que no se desconcentrara y escuchara atentamente lo que tenía que decirle. — He cambiado de opinión y quiero ser un activo en esta misión. Os enseñaré cómo usar la magia a todos. En Soldado dicen que es mejor empezar por la magia negra porque es más fácil de manipular, pero se equivocan. Sólo los Cetra entendían el torrente de energía vital y veo que sigue siendo así…

En aquel momento Barret abrió la puerta del transporte y Cloud entró seguido por una Tifa totalmente entusiasmada.

— ¡Ha sido genial! Podemos ir cuando queramos. Hay sitio para todos y podremos descansar una temporada. — Enseguida su amigo de la infancia la interrumpió.

— Creo que no deberíamos perder más tiempo. Aquí estamos más expuestos de lo que creéis y os recuerdo que son los Turcos los que nos persiguen… — El chico seguía serio.

— No voy a dejar que me atrapen. — Dijo firmemente Aerith sin venir demasiado a cuento, cosa que pilló a todos por sorpresa. — Voy a colaborar con vuestra causa y voy a enseñaros a usar la magia.

— Pero no hemos sido expuestos… — Dijo Tifa como si estuviera diciendo una insensatez e intentara hacerla entrar en razón.

— Ella tampoco —dijo señalando a Kanha—  y, sin embargo, ya es mejor maga que un soldado raso. — Cloud se molestó visiblemente por el comentario ya que se sintió directamente aludido, pero no quiso decir nada para no empezar una conversación que sabía de sobras que podía ser muy desagradable para él. — En cuanto nos acomodemos en la granja os enseñaré las bases de la magia y después decidiremos qué hacer. Voy a luchar por la salvación del planeta, por eso no me puedo dejar atrapar por los Turcos. Sé lo que quieren y no es precisamente eso.

 

Cloud

domingo, 18 de septiembre de 2016

Capítulo 8. This is the Cloud Strife I used to know

Cuando Kanha estuvo lista se pusieron en guardia esperando cualquier señal que les diese una pista de qué hacer. Entonces oyeron unos golpes en la pared del remolque y él los interpretó telepáticamente.

Hemos frenado porque hay soldados más adelante bloqueando el camino. Parece un control. Diría que nos están buscando y están parando a todos los transportes sospechosos. Así que el hecho de que Aerith esté en la cabina no nos va a ayudar demasiado…

¿Eso es lo que querían decir los golpecitos? No mantenían el contacto visual pero sí el corporal, ya que estaban espalda con espalda esperando que cualquier suceso inesperado les sorprendiera. Kanha notaba la musculación de Cloud en tensión constante y eso hacía que ella no bajara la guardia. En situaciones como esa la telepatía era muy útil, ya que debían guardar silencio pero al mismo tiempo debían comunicarse de alguna manera.

Que Tifa y yo seamos amigos de la infancia tiene sus ventajas… Creamos y utilizamos nuestro propio código morse. Nadie más podría usarlo ni mucho menos interpretarlo.

Sorprendente… pensó ella.

Entonces Cloud se separó de ella y se acercó a la pared más cercana a la cabina e hizo una serie de golpecitos que pronto recibieron respuesta. Tras unos instantes y sin perder su pose de estar en guardia volvió junto a su pupila.

Tifa dice que no nos movamos, que vamos a abandonar el camino principal para desviarnos. Parece ser que conoce un lugar en el que podremos pasar la noche.

Entonces ¿por qué sigues tan tenso?

Porque sé que nos pisan los talones y que los Turcos no pueden andar lejos.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo. En realidad no sabía por qué ese grupo le intimidaba tanto. No sabía nada de los Turcos, excepto lo que Cloud le había explicado. De hecho, si lo miraba con perspectiva, Reno parecía simpático, incluso bromista, pero tenía algo siniestro que le ponía los pelos de punta. Podría incluso decir que tenía una expresión sádica, como si el sufrimiento ajeno fuese su fuente de diversión. Además, teniendo en cuenta que Cloud era un soldado de carácter frío y que incluso él se sentía intimidado por ellos era algo que no le daba demasiada seguridad. No los conocía, pero los temía y esperaba no volver a encontrarse con ellos. Sin embargo, el joven rubio estaba seguro de que no se desharían de ellos tan fácilmente.

El camión reinició la marcha y se alejó lentamente de dónde estuviera. Al poco el camino dejó de ser llano y los baches obligaron a la pareja a guardar las armas, sentarse de nuevo en sus respectivos asientos y ponerse los cinturones de seguridad para no salir disparados con las sacudidas que azotaban el remolque donde viajaban. Kanha estaba realmente asustada y respiraba con rapidez. Cloud seguía alerta por lo que pudiera pasar, pero no se le escapó ese detalle.

— Tranquila, ya estamos a salvo. — Dijo con un gesto relajado mientras le ponía la mano sobre la rodilla para transmitirle su calma.

— Gracias. — Contestó ella dedicándole una tímida sonrisa.

No era que estuviera relajado, pero sabía que se estaban alejando del foco de peligro. Además, él entendió esa ansiedad  que ella sentía porque, al fin y al cabo, Kanha era una simple civil. Era parecido al miedo que veía en los ojos de las personas que se veían accidentalmente envueltas en una misión de Soldado.

Por mucho que hubiesen estado entrenando para mejorar sus habilidades, mentalmente no estaba preparada para afrontar un combate real. Habían luchado entre ellos y se habían enfrentado a algunas bestias, pero en ningún caso ella sintió que se estuviera jugando la vida. Cloud sabía que estaba siendo blando, pero no podía quitarse de la cabeza que seguía siendo una civil que simplemente les estaba acompañando porque no tenía alternativa. Sintió rabia por ello, porque le gustaría saber más de ella, porque querría poder contar con ella al cien por cien, porque parecía que estaba instruyendo a una niña ignorante en vez de a una chica que debía tener un par de años menos que él. No entendía cómo podía usar magia sin tener la marca y mucho menos tener esa asombrosa habilidad para controlarla. Ella tenía muchas dudas, lo preguntaba absolutamente todo. Era como si no fuese de ese mundo, como si todo fuese nuevo para ella. Y tenía que ser horrible no tener recuerdos de nada anterior a despertar en los Suburbios, pero por lo menos ella podía obtener respuestas a sus dudas. Sin embargo, ellos no podían preguntar sin encontrar silencio. No sabían nada de ella y ella no podía ayudar con eso. Tal vez debieran centrarse más en que recuperase la memoria. Tal vez de esa manera pudiesen contar con ella plenamente y tal vez descubrieran un pasado asombrosos que les ayudara a conseguir mejores resultados en la gran misión de AVALANCHA. Era una posibilidad, aunque también podría ser que cuando recuperara sus recuerdos quisiera volver a su vida anterior y les dejara de banda. Pero Tifa tenía razón: después de saber lo que sabía no podía abandonar la misión. ¿Realmente sería capaz de dar la espalda a la supervivencia del planeta? Nadie en su sano juicio y con una mínima posibilidad de aportar su granito de arena lo haría. Además, Cloud realmente creía que era especial, que ella formaba parte de él más de lo que le gustaría. Estaba cada vez más convencido de que Kanha jugaba un papel muy importante en toda esa historia, pero no podía determinar cuál y eso despertaba su curiosidad más de lo que lo hubiera hecho cualquier otra cosa. La miró intentando comprobar que se había calmado y vio cómo sus ojos oscuros llenos de lágrimas hacían grandes esfuerzos por no desbordarse. Sintió un pellizco en el corazón y decidió ignorarla e intentar dejar la mente en blanco.

El camión trotó por el monte durante varias horas, hasta que pararon para descansar y comer algo. Ya caía la noche cuando el campamento estuvo montado. Kanha y Cloud se alejaron del grupo para cazar algo para comer, mientras que Aerith decidió recolectar algunas verduras y plantas medicinales que parecían abundar por la zona. La pareja no tardó en encontrarse con unos monstruos. Enseguida se escondieron tras unas rocas enormes para no ser detectados y Cloud le hizo un gesto para que se quedara quieta.

— Esta vez quiero que me observes. No te muevas de aquí. — Dijo él.

Sin esperar respuesta salió corriendo hacia su objetivo dispuesto a iniciar un ataque. Las bestias reaccionaron al instante y entonces Kanha se dio cuenta de que no había invocado su arma. Su instinto le dijo que debía gritarle para que se percatara de su despiste, pero enseguida creyó que un soldado como él no dejaría un detalle tan importante al azar, así que simplemente le observó tal y como le había pedido. Las bestias tenían una forma parecida a la de los osos, pero eran más peludas y sus garras eran totalmente aterradoras. Sin embargo, para el chico no parecieron ser dignos rivales. Cloud se enfrentó a los monstruos con las manos desnudas. Se movía con agilidad y rapidez y sus puñetazos y patadas eran duros y certeros. A pesar de que eran dos no tuvo dificultad para noquearlos a base de golpes. Realmente no necesitó su espadón y mucho menos la magia negra.

Cuando los hubo derrotado, se aseguró de que ya no eran un problema e hizo un gesto con la mano para que su pupila se acercase. Juntos saquearon los cadáveres para encontrar objetos y otros ítems que les servirían de ingredientes para pociones o que pudieran vender a los mercaderes y él cogió el cuerpo de la bestia menos magullada para poder cenar.

— ¿Por qué no has invocado tu arma? — Preguntó la joven cuando ya estaban de vuelta. Cloud la miró con cierta alegría, contento de que aquella curiosidad innata no cesara de brotar de su pupila. Aquella era precisamente la pregunta que esperara que le hiciese.

— Es estupendo que seas tan buena con la magia, pero quería mostrarte que deberías invertir más tiempo del entrenamiento en tus habilidades físicas. En combate deberás ser capaz de esquivar e incluso encajar golpes. Para eso es vital que entrenes tu físico, que lo fortalezcas y que aprendas un poco de combate cuerpo a cuerpo. — Kanha no podía evitar mirar como su compañero de figura delgada cargaba con un oso tres veces más grande que él sobre sus hombros sin demasiado esfuerzo mientras le soltaba aquel discurso.

— No puedes compararme contigo: eres un ex-soldado.

— ¿Y?

— Yo no tengo una fuerza sobrehumana, no he estado expuesta a la energía vital, no tengo la marca… — Precisamente esa marca se había convertido en una especie de estigma. Cloud la veía como algo negativo e intentaba ocultarla mientras que ella la contemplaba como una prueba de su valía para conectarse con el torrente de energía vital del planeta y se sentía excluida, como un bicho raro, por no tenerla y, sin embargo, ser capaz de invocar magia.

— No, no tienes la marca, pero indudablemente eres especial porque incluso sin esa exposición eres capaz de usar la magia sin demasiada dificultad. Y déjame añadir que bastante bien. — Este último comentario fue sincero pero Cloud tuvo que tragarse su orgullo para hacerlo. Kanha sonrió. — Hoy es tarde, pero mañana empezaremos este tipo de entrenamiento. Al fin y al cabo, viendo con la rapidez que asimilas todo lo que tiene que ver con la magia creo que no será ningún inconveniente que la aparquemos durante unos días para dedicarnos a otra cosa. — La chica asintió.

Cloud había decidido que el combate cuerpo a cuerpo sería la mejor solución para que se preparara mentalmente para la lucha que cada vez veía más inevitable a pesar de que el resto del grupo creyera que se estaban alejando del peligro. A ella no le gustaba hablar de conflictos bélicos, pero el momento indudablemente llegaría y quería que estuviera preparada, que llegados a ese punto no fuese un lastre para los demás, que no fuese una simple víctima, que se pudiese defender y que si estaban destinados a fracasar que al menos le pusieran las cosas difíciles a Shinra.

La conversación no fue mucho más fluida pero no se habían apartado demasiado y enseguida llegaron al campamento. Tifa, como era de costumbre, se acercó a recibirlos para recoger lo que traían para cenar.

— ¿Kanha? — Preguntó incrédula creyendo que ella sola se había encargado de la bestia.

— ¡No, que va! Ha sido todo mérito de Cloud. — Dijo mientras hacía un movimiento un tanto exagerado con los brazos como si lo presentara ante un público exigente. El chico, con un semblante serio, ignoró todo el circo y se dedicó a llevar el cuerpo a la mesa que habían montado para prepararlo y después cocinarlo. Barret estaba esperando allí para echar una mano y Aerith pronto se acercó para añadir los condimentos que había estado recogiendo.

— Antes era más cariñoso. — Dijo Tifa nostálgica mientras observaba la escena. — ¿Sabes? Era el niño huérfano de Nibelheim y todos lo conocíamos y lo acogíamos como si fuese de la familia. Cuando éramos pequeños éramos muy amigos, pasábamos mucho tiempo juntos hasta que un día llegó un destacamento de Soldado para una misión de reconocimiento en nuestra aldea. Querían instalar un reactor mako y creyeron que Nibelheim era un buen lugar. Los soldados despejaron de monstruos una zona de las afueras. Recuerdo que había uno de rango superior supervisando la operación y Cloud se quedó impresionado con él. Y la verdad es que no era para menos. Su simple presencia imponía y no porque fuese un hombre musculoso como Barret, no, era alto y esbelto pero no corpulento. En cambio, su semblante era implacable y sus ojos emitían una extraña luz que entonces no entendí pero que en aquel momento me intimidaron bastante porque le hacía tener una mirada gélida, como si no tuviese sentimientos, como si fuese capaz de hacer cualquier cosa con tal de cumplir con su cometido. Aquel soldado se llamaba Sephirot. — Tifa miró a Cloud que estaba cortando la carne en trozos de un tamaño adecuado para cocinarlos en la hoguera. Estaba serio y sus ojos brillaban ante la tenue luz del fuego. — Los llamamos “ojos de mako” y ahora él también los tiene… En fin, cuando los soldados aseguraron el perímetro empezaron a llegar otros trabajadores de Shinra: primero los constructores y más tarde los científicos y operarios que pondrían en marcha el reactor. Y aunque los soldados no abandonaron nunca el pueblo el destacamento de Sephirot se fue poco después. No sé los detalles de lo que le pasó a mi querido amigo por la cabeza, pero desde entonces Cloud se empezó a mostrar distante y poco a poco se fue alejando de su gente, hasta que un día decidió hacer las maletas e irse a Midgar. Dijo que quería ser soldado, que era allí dónde debía estar y no en un pueblo donde no le quedaba nada. Sin que nos diésemos cuenta había pasado de creer que todos éramos su familia a sentir que estaba solo en el mundo y no pudimos hacer nada para evitar que se fuera. — En los ojos de Tifa se empezaban a acumular lágrimas que hacía que le brillaran. — Le eché mucho de menos, mucho más de lo que jamás creí. Era alguien muy preciado para mí y llegué a sentir que le había perdido para siempre, era un sentimiento horrible. Realmente es cierto eso que dicen que no sabes lo que tienes hasta que lo has perdido y yo me sentí así cuando partió. — Tifa se enjugó las lágrimas antes de que se deslizaran mejillas abajo y acto seguido sonrió como si le hiciera gracia el emocionarse con algo que formaba parte del pasado. —  Mi padre intentó consolarme diciéndome que todos necesitamos buscar nuestro lugar en este mundo y que Cloud creía haber encontrado el suyo, que debía dejarle ir e intentar buscar el mío y yo estaba convencida de que mi sitio estaba en Nibelheim, que no me movería de allí, por lo que no vi posible que nuestros caminos se volvieran a cruzar. Mi familia era rural y vivíamos del campo. Además, después de la instalación del reactor empezamos a recibir visitas de curiosos y pensé que podría conseguir algún ingreso extra ejerciendo de guía turístico. Nibelheim era mi hogar y no parecía posible que hiciera las maletas para irme tras él. — Sin detener la conversación, pero manteniendo la distancia con Cloud, las dos jóvenes se acercaron a la mesa para cortar verduras y hortalizas que acompañarían al plato principal. Los hombres ya lo estaban cocinando sobre la hoguera. — La presencia de soldados se tornó algo habitual. Se encargaban de la seguridad del reactor y cada cierto tiempo cambiaban y se renovaba el personal. Sin embargo, al cabo de un par de años los monstruos de la zona empezaron a mostrarse más agresivos. Incluso hubo algún ataque a aldeanos que se acercaron a los bordes de la zona protegida. Pero supongo que eso no fue lo que hizo saltar las alarmas de Shinra. Ya viste que les importa bien poco lo que le pase a la gente, que simplemente velan por sus intereses, así que imagino que los empleados que estaban en el reactor también se vieron afectados por los ataques ya que la presencia de soldados creció con rapidez. No era algo que los aldeanos agradecieran, pero en cierta manera nos sentíamos más seguros con ellos allí y yo me sentí esperanzada porque creí que tal vez Cloud estuviera entre ellos y que tal vez, por esas casualidades tan enrevesadas del destino, nos volveríamos a encontrar. Además, yo era la guía del pueblo y enseguida me encargaron ayudarles a moverse por la zona. Creí que eso me facilitaría el hablar con ellos, pero cada vez que me acercaba a uno me sentía ridícula: todos iban con su uniforme azul y ese casco integral que les cubría por completo la cabeza. Además, ninguno de ellos hablaba a no ser que respondieran una pregunta de su superior, así que a los ojos de cualquier civil eran todos iguales. Era imposible saber si Cloud estaba allí y mucho menos definir cuál de ellos era. El único que iba a cara descubierta y con un atuendo diferente era el soldado de alto rango a cargo del destacamento y enseguida le reconocí porque era Sephirot, el mismo que vino la primera vez. Él era el único que me hablaba, el que daba órdenes y el que decidía qué se debía hacer a continuación. Sentí rabia al verlo, como si le culpara por su marcha, pero a la vez sentí esperanza porque si él era el causante de que Cloud decidiera irse tal vez también fuese la persona que le había hecho volver. Tenía su lógica, ya que él conocía la zona tan bien como yo y en Soldado procuran no dejar nada al azar. — La carne estaba hecha y la guarnición también. Sólo quedaba sentarse a cenar y, muy a pesar de Kanha, Tifa no parecía dispuesta a seguir esta conversación con los demás escuchando. — Pero este será tema de conversación para otro día. ¿Cenamos? — La joven quería seguir escuchando ese relato que cada vez era más interesante, pero entendió que era algo privado y que no seguiría hasta que no encontrara otra ocasión adecuada. Paciencia…

Todos se sentaron alrededor del fuego con sus respectivas raciones de comida servidas en el plato. Kanha se quedó pensando en la historia que su compañera había decidido revelarle. Todos tenían un pasado. Todos menos ella. Se tomó unos instantes para observarlos e intentar conocerlos un poquito mejor: Cloud estaba hambriento y comí﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽strar azar un techo en el que descansar en condiciones...ntrrecnha los observaba: Cloud estaba hambriento y comida le ía con ganas, Tifa lo miraba de soslayo con cierta tristeza en sus ojos mientras se ponía minúsculos trozos de carne en la boca, Aerith parecía estar rezando antes de empezar y Barret la miraba a ella, fijamente, con desprecio e incluso cierta rabia. Cuando se dio cuenta de que ella lo observaba se levantó profiriendo un gruñido extraño y se fue con el plato para cenar en otro lugar más apartado.

— No le hagas mucho caso. No es nada personal, de verdad. — Dijo Tifa dándose cuenta de la situación. — A Barret le cuesta acostumbrarse a las personas nuevas. Dale tiempo. En realidad es encantador, ya lo verás. — A Kanha le costaba creerse esas palabras, pero ¿qué otro remedio le quedaba? No quiso pensar demasiado en ello y se centró en reponer fuerzas. Cuando hay hambre todo está más bueno, pero aquello estaba realmente delicioso. Entonces una imagen fugaz le vino a la cabeza y un pensamiento la envolvió. Sabe como cuando fui a la casa rural de montaña con mis padres y comimos carne hecha al fuego de una hoguera. Sobresaltada por esa revelación miró a Cloud esperando encontrar sus profundos ojos azules y conectar con su mente, pero el chico aún comía con afán y notó que en esta ocasión era Aerith la que la miraba intensamente. Kanha estaba muy emocionada por haber recordado algo después de tantos días de silencio, pero entendió que no era información relevante y que tampoco era el momento adecuado para hablarles de que la carne tenía un sabor similar a una que había comido una vez con sus padres. La cena estaba deliciosa y eso era todo.

— He de reconocer que estoy un poco perdida, — dijo Tifa para todo el grupo, incluso para Barret que seguía medio escondido en las sombras, cerca del camión — pero juraría que cerca de aquí hay una granja de chocobos.

— ¿Una granja de chocobos? ¿Qué es eso? —  Preguntó Kanha sin el habitual pudor que le producía su ignorancia.

— ¿Acaso no sabes lo que son? —  Preguntó Cloud totalmente asombrado y con la boca llena. La chica simplemente negó con la cabeza y a Aerith le pareció muy divertido. Al joven no le gustó nada esa reacción. La tensión entre ellos seguía ahí.

— En ese caso creo que será mejor que los veas por ti misma, no tardarás en ver alguno y familiarizarte con ellos. — Contestó Tifa. — En fin, lo que quería decir es que cuando iba para Midgar pasé una temporadita allí. Ya sabéis que fue un largo camino y que esto es como un desierto por mucho verde que haya. Es difícil encontrar hiervas comestibles, las bestias son agresivas y la distancia entre núcleos de población es bastante grande, así que encontrar esa granja de chocobos fue como encontrar un oasis. Me acogieron a cambio de prestarles mi ayuda. Lo que pensé que serían unos días se convirtieron en varios meses. Aprendí muchas cosas sobre su adiestramiento y cría, aunque mi lugar no estaba aquí, ya lo sabéis. Ahora han pasado unos años y me siento un poco nostálgica. Me encantará volver. Además estoy segura de que se alegrarán de acogernos cuando les expliquemos en qué estamos metidos. Podríamos decir que ellos tampoco simpatizaban con Shinra…

— Vaya… — Apuntó Aerith. — Pues estaría muy bien encontrar un techo en el que descansar en condiciones… — Los demás le dieron la razón. Llevaban una semana y media durmiendo por turnos. Tifa y Barret se reemplazaban el uno al otro para conducir el camión, por la noche todos hacían guardias de tres horas turnándose para descansar cuanto podían, incluso alguna vez alguien dormía en la parte trasera del vehículo para reponer fuerzas mientras continuaban adelante con su viaje. Aerith tenía razón: ya era hora de descansar sobre un colchón, sin preocuparse de ataques de monstruos o las inclemencias climáticas y bajo la protección de un techo.

Será ideal encontrar un lugar así. Dijo Cloud en su mente. Así podremos iniciar tu nuevo entrenamiento. Si es una granja tendrá una gran extensión de terreno protegida de los monstruos por lo que te podré enseñar cosas básicas antes de ponerlas en práctica en un campo de batalla real.

Kanha se sorprendió de que se comunicara con ella telepáticamente delante de todo el grupo y le miró sin disimular su asombro, como si le quisiera mandar a callar con su gesto. Evidentemente que nadie les oía, que era una comunicación invisible para los demás, pero no pudo evitar mirar a Aerith, temerosa de que se diese cuenta de lo que estaba pasando. Por mucho que su amiga callara estaba convencida de que no se le escapaba ni un solo detalle y el corazón le dio un vuelco cuando vio que los observaba fijamente con aquellos ojos verdes luminiscentes marcados por la energía vital del planeta. Esos ojos de mako.

Cloud y Tifa en Nibelheim

domingo, 11 de septiembre de 2016

Capítulo 7. A special link.

— Cuando Aerith te enseñó a hacer magia blanca ¿qué te explicó exactamente? — Preguntó Cloud mientras recogían el campamento entre todos para reanudar la marcha con las primeras luces del día. Kanha hizo una cara extraña porque no entendió a santo de qué le preguntaba eso; creyó que esa teoría se la tenía que saber al dedillo, pero dejó de pensar inútilmente y se limitó a responder. Sus motivos tendrá para preguntármelo, digo yo…

— Pues básicamente me dijo que me concentrase en el colgante, que cerrase los ojos e intentase percibir la luz que desprendía para después canalizarla hasta llegar a la palma de las manos. En un par de intentos lo conseguí y después nos centramos en que esa energía saliese de mi cuerpo para proyectarla hacia fuera y que pudiese alcanzar a otros seres.

— Por eso la magia blanca es más complicada….

— ¿A qué te refieres?

— La magia negra recoge la energía vital de los elementos del entorno y ésta se canaliza a través de los fragmentos de materia para convertirse en un hechizo. La magia blanca, sin embargo, proviene de la energía vital del propio usuario, por eso es tan difícil de usar y además si se agota puede ser fatal.

— ¿Por eso me costó tanto recuperarme después de la última explosión?

— Exacto. Llegaste al límite. Por suerte, no lo sobrepasaste. Debes aprender de tus errores para no repetirlos.

— Entiendo…

Enseguida estuvo todo recogido y subieron al transporte. Cloud, Kanha y Aerith iban en la parte de atrás, ocultos de miradas indiscretas, y Barret y Tifa estaban en la cabina, uno conduciendo y la otra ejerciendo de copiloto con un mapa enorme. Cuando iniciaron la marcha el joven continuó con sus explicaciones teóricas para instruir a su pupila.

— Hay cuatro elementos básicos: el fuego, el agua, el rayo y el hielo. Cuando consigas dominarlos te mostraré que hay más tipos de magia negra, aunque se necesita más maestría para poderlos utilizar. Yo, de momento, no los sé usar, pero sé que existen y creo que por lo menos te podré explicar la teoría… — Entonces Cloud miró disimuladamente a Aerith y cambió un poco el tono de la voz, subiendo el volumen para asegurarse de que ella también le oía. — Como te he dicho antes, la gran diferencia entre la magia blanca y la negra es su origen: mientras que la negra proviene del entorno, de la naturaleza, la blanca proviene del interior del individuo. Por eso es más difícil de dominar, porque no la recolectas del exterior para concentrarla y lanzarla contra el enemigo, sino que la cultivas en tu interior para canalizarla y extraerla de tu propio cuerpo. También por eso es más agotadora para el usuario. Incluso es más peligrosa porque si la agotas del todo puedes perder tu porción de energía vital y morir, mientras que la negra suele ser ilimitada.

— ¡Vaya! — Interrumpió Aerith, que seguía con ellos por mucho que la estuvieran ignorando, aunque Cloud parecía repetir sus explicaciones para demostrarle que él también sabía mucho sobre el tema y poder sacar pecho ante la mujer que le había hecho sentir humillado. — Veo que Shinra ha hecho los deberes.

— ¿Qué quieres decir? — Preguntó Cloud visiblemente molesto por la interrupción.

— Justamente lo que he dicho: que la instrucción de Soldado es cada vez más acertada. — Kanha miró sorprendida a su amiga. — Es una lástima que os limiten tanto después de pasar por todo ese proceso sin sentido. Ya te lo dije, si quieres mejorar tu capacidad mágica deberás reforzar tu vínculo con el torrente principal. El día que lo consigas serás capaz de utilizar cualquier hechizo, incluso esos que ahora dices que se te resisten. Ahora, ya ves que a duras penas puedes aparentar ser el instructor de Kanha. Al menos en lo que a magia se refiere…

Los ojos de Cloud se centraron en ella y su mirada se tornó gélida. La había estado evitando después de aquella conversación que tuvieron sobre el mismo tema. Daba como excusa que debía centrarse en el entrenamiento de su pupila y el suyo propio. Sabía que nadie diría nada al respecto ya que AVALANCHA esperaba poder contar con una maga blanca y un soldado que supiera usar magia negra, así que cuanto mayor fuese su poder mejor para ellos. Pero la florista era como una piedra en el camino, ya que fue la primera en hacer algún comentario peyorativo al respecto. Además, le hacía sentir incómodo. Cloud tenía una relación especial con su aprendiz a causa de su vínculo y su conexión telepática, que era un secreto que habían decidido no desvelar al resto. Por eso intentaban reforzarlo utilizándolo tanto como podían, pero no se atrevían a hacerlo delante de los demás porque no lo veían apropiado y porque aún no lo dominaban tanto como quisieran. Sin embargo, cuando Aerith estaba con ellos era como si se sobreexpusieran a que les descubrieran, como si la muchacha supiera mucho más de lo que ellos podían llegar a imaginar, incluso sus secretos. Se sentía intimidado por todo lo que no sabían de ella. Desde aquella conversación en la que puso en duda su capacidad como instructor, hecho que le sentó como un tiro, empezó a sentir cierta aversión por ella. Sus comentarios eran como un atentado a su orgullo de soldado y una intrusión a su intimidad.

— ¿Sabes? — Dijo totalmente ofendido. — Pensándolo bien, creo que deberíamos haberte entregado a Reno, al fin y al cabo Rufus quería conocerte… — ¡Cloud! Le llamó la atención Kanha. Con tanto entrenamiento ya podían establecer contacto sin mirarse a los ojos, aunque debían estar muy cerca para ello. El chico la miró sorprendido de que fuese ella quién tomara la iniciativa en esa conversación silenciosa. ¡Me está provocando! fue su disculpa. Si caes en provocaciones tan burdas serás de los primeros en caer en el campo de batalla. Él sabía que tenía razón, pero no estaba acostumbrado a que le aleccionaran y mucho menos una civil.

— Vaya, vaya… — Dijo de repente Aerith mientras relajaba los músculos de los hombros y apoyaba la espalda en su asiento. — Creo que este viaje va a ser mucho más interesante de lo que pensé…

Los dos jóvenes ignoraron ese último comentario e intentaron volver a crear su habitual burbuja maestro-aprendiz. Cloud se limitó a sentarse frente a su discípula y empezó a mirarla fijamente. La parte trasera del camión estaba iluminada por una triste bombilla que colgaba del techo del habitáculo y que producía una luz muy tenue. Los ojos de Cloud y los de Aerith eran especialmente visibles con tal miseria lumínica. Kanha entendió entonces cuál era esa “marca” de la cual él había hablado en tantas ocasiones y, efectivamente, los dos la poseían. La joven prefirió apartar la mirada porque pensar en ello hizo que se sintiese fuera de lugar, pero notaba el resplandor de Cloud sobre ella y finalmente cedió y esa conexión tuvo lugar. Aquel azul místico la envolvió de nuevo y se vio en un mundo que no era el suyo, en el que todo estaba fuera de su control, en el que simplemente era una espectadora. Vio a un Cloud y a una Tifa infantiles, jugando con más niños. Eran felices. No estaban en los Suburbios, ni tampoco en Midgar. Parecía una aldea, pero no la reconoció. Entonces el camión dio una sacudida a causa de un bache en el camino y Kanha cayó al suelo. Cloud se quedó petrificado, clavado en su asiento. Aerith reaccionó enseguida levantándose y acudiendo en su ayuda.

— Ten cuidado. — Le dijo mientras la acompañaba a sentarse a su sitio ya que parecía un poco aturdida. — Cuando la mente abandona el cuerpo éste queda totalmente expuesto a su entorno. — Kanha y Cloud se quedaron mudos. Lo sabe… Susurró él en la mente de la chica. Entonces Aerith cambió su gesto y los contempló con expresión pícara. — Venga, no disimuléis más. He visto como os miráis. Cualquiera se daría cuenta. — ¡Es imposible! Añadió ella en su espacio telepático común. — Es evidente que os gustáis… — Los ya ojipláticos Cloud y Kanha no salían de su asombro y un suspiro de alivio que nadie más oyó atravesó la mente de ambos. Aerith volvió a su sitio. — No digáis más. Cuando hagamos la próxima parada buscaré la manera de disfrazarme y así viajar en la cabina junto a Barret y Tifa. Os dejaré solos, os lo prometo. Al menos por un rato.

¿Eso es lo que cree? suspiró Kanha en su pensamiento compartido. Entonces se miraron el uno al otro y sintieron vergüenza por lo que creyeron que aparentaban ante los demás. Se empezaron a poner rojos como tomates, pero la luz del lugar no permitía que ninguno de ellos se diera cuenta y encima Aerith no paraba de producir una risa tonta que les incomodaba aún más. No podían pensar porque no se querían exponer ante la sospecha de que supiera más de lo que decía y el momento se hizo eterno hasta que finalmente hicieron esa parada para descansar y comer. Cuando reanudaron la marcha la joven florista cumplió con lo que había dicho, se puso la capucha de Cloud para cubrirse la cabeza y su característico vestido rosa y se sentó en la cabina de conducción junto a Barret y Tifa. Una vez solos Kanha decidió romper el hielo.

— ¿Crees que lo sabe?

— No sé qué pensar… Esa mujer me pone de los nervios. Parece que lo sabe todo, así que también podría ser que supiese algo de nuestro secreto.

— ¿Cómo es posible?

— Ni idea. Sólo sé que no nos podemos fiar de alguien que nos oculta tantas cosas.

— Pero no es justo que digas eso. Nosotros también lo hacemos.

— No es lo mismo. Lo nuestro es algo inocente y dentro de un tiempo tal vez lo compartamos con el resto, pero de momento es mejor así. Además, no nos va a solucionar nada que los demás lo sepan. — Kanha asintió.

— Creo que tienes razón…

— ¡Por supuesto que tengo razón! — Dijo Cloud hinchando pecho y con cierto tono cómico.

— No es eso. Me refiero a que parecía muy segura cuando me enseñó a usar la magia. Es cierto que estaba muy motivada porque quería actuar de inmediato y minimizar los daños personales de las explosiones, pero no dudó ni un segundo de mi capacidad, a pesar de no tener la marca como vosotros, y ya has visto que sus indicaciones fueron totalmente efectivas… ¿Cómo podía ser capaz de ver eso en mí? ¿Es que aquello de que no todo el mundo puede usar la magia no es del todo cierto? — Cloud no supo qué decir. — Además está eso que explicaba antes… Eso que me ha dicho sobre que la mente abandona el cuerpo, que tengo que tener cuidado…

— ¿A qué te refieres? — Cloud parecía perdido.

— A ver.. ¿Cómo explicarías lo que ha pasado antes?

— ¿Cuándo?

— Justo antes de caerme de la silla.

— No lo sé…. ¿Falta de concentración?

— No ha sido normal. Ni siquiera tú, con tus habilidades de soldado, has podido reaccionar a tiempo. — Cloud se mostró molesto ante tal evidencia de su fallo. —¿Qué te ha pasado? ¿Por qué te has desconcentrado? ¿Acaso has visto algo? — Insistió ella.

— ¿Algo como qué? — Kanha no sabía muy bien cómo abordar el tema y el chico no se mostraba demasiado colaborador, pero era la segunda vez que le había pasado con él y quería saber su versión. Así que se tragó su timidez e intentó indagar en el tema dando un poco más de sí misma.

— La verdad es que cuando me miras tan fijamente siento como si abandonara mi cuerpo, como si me hundiera en tu mirada y soy capaz de ver… cosas. — Kanha estaba muerta de vergüenza y evitaba tomar contacto con sus ojos.

— ¿Cosas? ¿Qué tipo de cosas?

— No sé… Creo que veo reminiscencias de tu memoria.

— ¿En serio? ¿Y qué has visto?

— No estoy segura... — En ese momento Kanha se dio cuenta de que Cloud había ido acortando las distancias, que estaba a poco más de un palmo de ella y que sus ojos volvían a captar toda su atención. Entonces cerró los suyos con fuerza para evitar que volviera a pasar y poder centrarse. Cuando los volvió a abrir procuró evitar ese contacto. — Pero no me has contestado. ¿Tú has visto algo?

— No estoy seguro… — Entonces él levantó la cara de su compañera con la punta de los dedos para obligarla a retomar el contacto visual y ella se dejó llevar. — Déjame probar una cosa…

Una vez más se encontró en ese mundo azul que esta vez le mostraba algo distinto: vio a un Cloud preadolescente taciturno que preparaba la maleta y a una Tifa desesperada, al borde del llanto, que intentaba sin éxito impedir su marcha. Las imágenes eran cada vez más nítidas y creía que en cualquier momento podría oírlos como si estuviese en el cine viendo una película en 3D, pero algo la trajo de vuelta al mundo real. Algo que su mente creyó que merecía más la pena. Parpadeó con rapidez antes de ver lo que tenía justo delante suyo. Cloud estaba en primer plano. De hecho, estaban frente con frente, con los ojos cerrados y ambos respiraban profundamente. ¿Qué ha pasado? Pensó ella olvidando que su mente había dejado de ser un lugar íntimo.

— ¿Te ha molestado? — Dijo mientras se apartaba de ella con delicadeza y la volvía a envolver con sus ojos luminiscentes esperando una respuesta. Kanha estaba desconcertada.

— No… — Y él le sonrió sutilmente, algo que llamó mucho la atención de la joven porque muy pocas veces lo hacía. Su mirada había cambiado, pero estaba tan cerca de ella que le parecía imposible concentrarse en sus propias palabras. — No sé de qué me hablas. ¿Qué has hecho? — Le costaba construir una frase entera coherente. Estaba como aturdida… Entonces el chico se alejó un poco para observarla con más perspectiva mientras que ella notaba cómo su corazón parecía querer salírsele del pecho. Tenerlo tan cerca la ponía sumamente nerviosa.

— ¿Qué has visto? — Ella no entendía por qué evadía todas sus preguntas y le molestó acceder siempre a sus peticiones, así que se rebeló.

— Tú primero. ¿Qué ha pasado? — Cloud se alejó más de ella apoyando la espalda en el respaldo de su silla y se llevó la mano para frotarse la nuca mientras resoplaba. Se vio acorralado ante la postura firme de su pupila.

— Nada en especial. Simplemente te he besado. — Dijo cansinamente mirando a un lugar indeterminado del fondo del camión. Kanha se quedó unos instantes en shock, asimilando lo que le acababa de decir y con mucha delicadeza se tocó los labios con la punta de los dedos, como si esperara encontrar alguna prueba que le demostrara que no le estaban tomando el pelo. Le ardían y, a pesar de que no recordaba nada, no dudó de su palabra. No sabía qué decir ni cómo reaccionar ante tal giro de los acontecimientos, pero no podía dejar la conversación en ese punto.

— ¿Y qué era eso que querías probar? — Preguntó finalmente casi sin aliento.

— No sé cómo lo haces, pero cada vez que me miras de esa manera tengo una sensación muy extraña, cálida, y te aseguro que hace muchos años que nadie me hace sentir como tú. — Hubo alguien antes… volvió a pensar sin caer en la cuenta de que, en aquellas circunstancias, era lo mismo que decirlo en voz alta. Él le sonrió misteriosamente y volvió al abordaje. — Tu turno: ¿qué has visto?

— He visto el momento en el que Tifa intentaba impedir que te fueras. Una imagen de tu pasado. Un poco vaga, sí, pero bastante más nítida que las anteriores. Creo que nuestro vínculo se está reforzando.

— ¿Eso has visto? — Exclamó sorprendido y ella asintió.

— Cada vez que me miras con tanta intensidad entro en… no sé cómo explicarlo…


— ¿Con tanta intensidad? — Exclamó interrumpiéndola. — ¿Yo? Eres tú quien lo hace constantemente. Yo te miro como a cualquier otra persona, pero tú… — El camión frenó sin previo aviso y Kanha salió disparada contra Cloud a causa de la inercia de la marcha. El chico reaccionó con rapidez y la sostuvo con firmeza antes de que se produjese un violento choque entre ellos. Por unos segundos se mantuvieron alerta esperando algún sonido que les diese una pista del por qué habían frenado tan bruscamente y finalmente él tomó las riendas de la situación. Se puso en pie e invocó su espadón. — Ponte los guantes. — Dijo secamente en lo que era casi un susurro. — Creo que ha pasado algo.

"Os dejo solos..." dijo Aerith.