Cuando
se hizo de día Barret abandonó el campamento para subir a una colina cercana y
enseguida estuvo de vuelta.
— Tifa,
tenías razón: la granja está al otro lado. ¿Estás segura de que debemos ir? —
Kanha no se había acostumbrado a oírle hablar sin proferir ningún gruñido ni gestos
hostiles y esa voz grave y profunda la sobresaltó aunque intentó que no se le
notara. Tal vez fuese la segunda vez que le oía hablar desde que lo conocía…
— ¡Por
supuesto! Imagino que ya sabréis que allí no encontraremos tiendas, pero estoy
segura de que nos podremos quedar unos días, reponer fuerzas durmiendo en
cómodos colchones de paja e incluso reforzar nuestras armas. Tal vez nos toque
trabajar un poco, pero creo que a estas alturas es nuestra mejor opción. Aún
nos queda un largo camino por recorrer hasta la siguiente aldea… ¿Qué te
parece, Cloud? — El chico estaba allí pero un tanto ausente, por lo que la
pregunta de su amiga le pilló un poco por sorpresa.
— Creo que
aún estamos demasiado cerca de Midgar. — Dijo sin rastro alguno de entusiasmo.
— ¿Cerca?
¡Pero si llevamos más de una semana de viaje sin prácticamente parar! — Exclamó
Kanha. No le gustaba acampar, no le gustaba dormir con miedo a ser atacada, no
le gustaba aprender a pelear y sobretodo no soportaba ver a Cloud con una
actitud tan pesimista. Él la miró muy serio, casi sin ganas de hablar.
— Me ha
pedido mi opinión y eso es lo que creo. Si quiere preguntar a los otros tal vez
piensen cosas distintas. — Kanha prefirió callar y que los demás decidieran. Al
fin y al cabo ella era la que menos sabía.
— No voy a
preguntar más. Recojamos todo esto y vayamos para allá. Aparcaremos cerca, pero
fuera de la barrera protectora para que no nos detecten. Iré yo primera y
tantearé el terreno. Vosotros me esperaréis en el camión. Según lo que vea
haremos. ¿Alguna objeción? — A todos les pareció bien y accedieron a seguir su
plan. — No podemos olvidar que nos están buscando, así que debemos ser
precavidos. — Sin mucho más que añadir recogieron el campamento y se pusieron
en marcha.
Aeirht, Cloud
y Kanha montaron en la parte trasera para ocultarse de posibles miradas
indiscretas y Barret y Tifa ocuparon su lugar en la cabina de conducción. Había
mucho silencio y de pronto la joven florista se acurrucó un poco y cerró los
ojos.
— Voy a
dormir un rato. Ya me avisaréis. — Y sin esperar respuesta se cubrió con la
capa que Cloud habitualmente utilizaba para disfrazarse.
Sentados el
uno enfrente del otro y aparentemente sin vigilancia sospechosa conectaron para
hablar en silencio. Por mucho tiempo que pasara con él, Kanha no dejaba de sentirse
atrapada por esos enormes ojos luminiscentes cada vez que lo hacían.
Tifa es muy convincente, seguro que no habrá
problema.
No es eso. No estoy preocupada. Tengo un mal
presentimiento. Solo eso.
¿Un mal presentimiento?
Sí, cuando sabes que algo va a salir mal aunque
no tengas motivos para pensarlo.
¡Sé lo que es un mal presentimiento! Y yo
también lo tengo. Esta noche no he dormido bien a causa de eso, pero creo que
dadas las circunstancias esa granja es nuestra mejor opción. Nos dará cobijo y…
De repente,
Kanha se vio engullida por el resplandor de los ojos de su acompañante y las
palabras que se arremolinaban en su mente se fueron difuminando hasta formar
parte de un rumor ininteligible que oía de fondo. Pronto todo lo que había a su
alrededor desapareció en un remolino azul dando paso a nuevas imágenes.
Centenares
de jóvenes hacían fila para entrar por unas puertas. Aquello era Midgar. Aunque
no había estado en esa zona, la estética no dejaba lugar a dudas, sobretodo
porque estaban aquellas enormes rendijas desde las cuales los habitantes de la
ciudad tiraban sus desechos a los Suburbios. Los chicos y chicas que esperaban
hablaban entre ellos y, a pesar de que no los oía, percibía lo que sentían: estaban
nervioso y ansiosos por entrar y enfrentarse a algún tipo de prueba. Cloud, con
su pelo rubio, destacaba visiblemente entre el resto. Él estaba preocupado y lo
compartía con los que estaban cerca de él. Avanzaban muy lentamente y eso les
hacía ponerse más nerviosos. Cuando por fin entraron se encontraron en una sala
enorme con una tarima sobre la cual había un soldado vestido de negro que les
dio indicaciones de lo que tenían que hacer. Tras unos instantes se dispersaron
dejando la sala libre para que otro pelotón de reclutas entrara desde las filas
que había formadas en el exterior del edificio. Nadie sabía a ciencia cierta cuál
era el proceso exacto para entrar a formar parte de Soldado y eso les
intimidaba un poco. Sin embargo, un Cloud joven y asustado prefería tragarse
sus miedos para seguir adelante y hacer lo que fuese necesario para conseguir
su sueño.
¿Sigues ahí?
La joven
oyó el eco de la voz de su compañero, en la lejanía de su mente, y el azul que
difuminaba su visión se arremolinó en dos puntos fijos ante ella: sus ojos.
¿Puedes oírme?
Aún estaba
fuera de sí con la vista enturbiada cuando él se le acercó y empezó a darle
golpecitos en la mejilla con la palma de la mano para espabilarla.
— Kanha,
¿me oyes? — Dijo finalmente en voz alta.
La joven
apoyó la cara en su mano. El calor que desprendía le reconfortaba. No quería
abandonar el limbo azul en el que se encontraba. Allí no tenía miedo, no
necesitaba sus recuerdos y no tenía por qué preocuparse por nada ya que era una
mera espectadora. Pero Cloud era algo más que una visión, más que una simple
vía de escape. Aún no sabía qué exactamente, pero era alguien importante para
ella y sentirse tan unida a él era incluso placentero. Sin embargo, por mucho
que quisiera seguir en ese estado, la verdad era que volvía a tocar con los
pies en el suelo, que su voz la había traído de vuelta.
— Me gustó
más la otra vez. — Dijo con los ojos cerrados y sujetando la mano de su amigo
para intentar prolongar la situación cuanto pudiera.
— ¿Cómo? —
El muchacho no entendía por dónde iban los tiros. Entonces ella abrió los ojos
y le enfrentó conectando de nuevo.
Hoy ha sido tu voz. El otro día fue un beso.
Instantáneamente
se puso tenso y apartó la mano bruscamente por lo que la joven, aturdida aún,
no supo cómo interpretarlo.
¿Has tenido otra visión? Desvió el
tema.
Kanha no
sabía si contestar o no. Se sintió molesta por ese rechazo que no era un
rechazo en sí, pero que a ella le había parecido que sí, no obstante, enseguida
pensó que era justo que se lo explicara. Al fin y al cabo, era su propia mente.
Sí.
¿Y qué has visto esta vez?
Creo que era cuando llegaste a Midgar. Estabas
entre mucha gente de tu edad y esperabais vuestro turno para entrar a un
edificio. Un soldado os dio unas indicaciones pero no he podido oírlas. De
momento, parece que solo puedo ver lo que pasa. Así que no sé qué os dijo, solo
que tras un breve discurso cada uno sabía qué debía hacer y os dispersasteis.
Nada más. Lo siguiente ha sido tu voz en mi cabeza y como eras lo único que
podía oír me he desconcentrado y he vuelto a la realidad. Cloud puso
una cara rara. ¿Pasa algo?
No. Contestó secamente. En ese momento el
camión paró y el motor se detuvo. Se oyeron unos golpes en la pared y el chico
se levantó.
— Hemos
llegado. Tifa ya se va y me ha pedido que haga guardia con Barret. Necesito mi
capa. — Dijo destapando a Aerith sin compasión. Kanha se sorprendió al ver que la
joven tenía los ojos bien abiertos y que lo miraba con cierto desprecio. Creyó
que tal vez había estado escuchando. Él no prestó atención a los detalles y
simplemente les dio la espalda para abandonar la parte trasera del vehículo sin
mediar palabra.
— No sé
cómo le aguantas… — Dijo cuando el chico salió por la puerta.
— Todos
tenemos nuestras afinidades, supongo…
— Ten
cuidado con lo que deseas. Ese chico no te conviene. — Kanha no se esperaba un
comentario como ese, así que aprovechó el filón y se armó de valor para indagar
en lo que su amiga sabía y dejar de sospechar inútilmente.
— Tú sabes
algo y no me lo quieres contar, ¿verdad?
— Si no te
lo quiero contar ¿por qué iba a cambiar de opinión justo ahora? — Respondió
tajante.
— ¿Piensas
mantenerte en silencio? — Insistió.
— Cuando no
se hacen las preguntas adecuadas no se consiguen las respuestas esperadas. Sin
embargo, no creo que sea la fuente de información que crees que soy. No sé nada
de ti. No tengo ni idea de dónde vienes. Ni siquiera sé cuál es tu verdadero
nombre. Lo que sí sé es que ahora eres Kanha y que te estás definiendo con cada
decisión que tomas. Tú eres tú y eso es lo que importa de verdad en estos
momentos.
— Pero
puedo usar magia sin la marca. No lo entiendo…
— Es fácil:
cualquiera bendecido por la energía vital puede usarla.
—
Entonces….
— Los
humanos son muy ignorantes aún. Les falta siglos de estudio para entender el
torrente de energía vital que están intentando manipular. Sí que es cierto que
se necesita cierta sensibilidad, pero con la instrucción adecuada usar magia es
posible para casi cualquiera.
— Hablas de
los humanos como si tú no lo fueras…— Aerith soltó una carcajada.
— No se te
escapa una, ¿eh? Claro que soy humana, pero no como los demás. Por eso tengo la
marca.
— ¿Has
estado expuesta?
— Se podría
decir que sí… — En aquel momento la joven florista hizo un gesto extraño como si
un ruido la hubiera molestado. — Pero ahora no es momento para eso. Ya
hablaremos de todo más adelante. Centrémonos en lo importante. Ya sabes que yo
no quería venir, pero me he dado cuenta de que ésta es también mi batalla, que
si realmente quiero proteger a las flores tengo que erradicar lo que las mata.
No sé por qué llegaste a nosotros, pero entiendo que tu presencia aquí debe
tener un motivo. Debo enseñarte todo lo que sé de magia blanca antes de que nos
separemos. Ahora nuestro destino es incierto y debemos aprovechar cada segundo
que tengamos. No te despistes con ese chico, céntrate en él. — Aerith hizo una
pausa, como si pensara bien cómo iba a decir las próximas palabras. — Tenéis
una conexión especial, sólo hay que ver cómo cambia de actitud cuando está
contigo, deja de ser frío y distante para ser una persona normal. Quién sabe lo
que pasará en el futuro. El futuro es incierto por lo que hay que vivir el
presente. Quédate con cada detalle y disfrútalos, pero no pierdas nunca tu
rumbo. Indaga en él, en vuestro vínculo. Estoy segura de que os será útil y que
os hará fuertes ante adversidades venideras. — Entonces oyeron la voz de Tifa
en el exterior y Aerith agarró a su amiga de la mano para que no se
desconcentrara y escuchara atentamente lo que tenía que decirle. — He cambiado
de opinión y quiero ser un activo en esta misión. Os enseñaré cómo usar la
magia a todos. En Soldado dicen que es mejor empezar por la magia negra porque
es más fácil de manipular, pero se equivocan. Sólo los Cetra entendían el
torrente de energía vital y veo que sigue siendo así…
En aquel
momento Barret abrió la puerta del transporte y Cloud entró seguido por una
Tifa totalmente entusiasmada.
— ¡Ha sido
genial! Podemos ir cuando queramos. Hay sitio para todos y podremos descansar
una temporada. — Enseguida su amigo de la infancia la interrumpió.
— Creo que
no deberíamos perder más tiempo. Aquí estamos más expuestos de lo que creéis y
os recuerdo que son los Turcos los que nos persiguen… — El chico seguía serio.
— No voy a
dejar que me atrapen. — Dijo firmemente Aerith sin venir demasiado a cuento,
cosa que pilló a todos por sorpresa. — Voy a colaborar con vuestra causa y voy
a enseñaros a usar la magia.
— Pero no
hemos sido expuestos… — Dijo Tifa como si estuviera diciendo una insensatez e
intentara hacerla entrar en razón.
— Ella
tampoco —dijo señalando a Kanha— y, sin
embargo, ya es mejor maga que un soldado raso. — Cloud se molestó visiblemente
por el comentario ya que se sintió directamente aludido, pero no quiso decir
nada para no empezar una conversación que sabía de sobras que podía ser muy
desagradable para él. — En cuanto nos acomodemos en la granja os enseñaré las
bases de la magia y después decidiremos qué hacer. Voy a luchar por la
salvación del planeta, por eso no me puedo dejar atrapar por los Turcos. Sé lo
que quieren y no es precisamente eso.