lunes, 5 de septiembre de 2016

Capítulo 6. Running away.

La noticia no sentó demasiado bien pero todos creyeron que irse era lo más prudente. Decidieron que los más jóvenes debían quedarse para proteger la base. No había evidencias de que aquello fuese la sede de AVALANCHA, por lo que podrían seguir viviendo allí con tranquilidad, sin miedo a ser el blanco de Shinra. Barret, Tifa y Cloud empezaron a hacer el equipaje con lo más imprescindible para el viaje e irse lo antes posible. Aerith se vio forzada a seguirlos con lo puesto ya que no podía volver a su casa y debía huir del lugar; todos estaban convencidos de que, con los Turcos tras ella, su vida corría peligro. Kanha simplemente se vio atrapada en una situación que no podía controlar y en la que pensó que era mejor seguir a las pocas personas que conocía antes que quedarse sola en un lugar hostil que no reconocía como su hogar. Al menos, por el momento, parecía la mejor opción. Tampoco es que tuviera mucho donde elegir… Así que antes de que el sol hiciera acto de presencia ya habían abandonado el lugar.

Caminaron un buen rato para salir de los Suburbios que eran más grandes de lo que parecían, bastante más que Midgar, y cuando llegaron a los límites de la ciudad no hubo lugar a dudas de que la estaban abandonando porque de repente se acabó el asfalto, las ruinas y los restos de edificios. Ante ellos se extendía el campo más desértico que la joven extranjera jamás habían visto: todo estaba verde pero no había ni flores ni árboles ni nada destacable en todo el paisaje, al menos hasta donde abarcaba la vista. Barret había nacido allí y era la primera vez que salía de los Suburbios pero los demás sabían a lo que se iban a enfrentar por lo que iban preparados para varios días de travesía. La única que permanecía a la expectativa era Kanha.

De entre los últimos escombros desenterraron una moto y un coche que parecían haber ocultado allí previamente. Cloud se calzó su capa con capucha para cubrirse la cabeza y volvió a ponerse las gafas de sol. Sin mediar palabra todos subieron a los vehículos para emprender su huida. Kanha quería ir con Cloud que ya se había subido a la moto, pero pensó que sería más coherente que fuese en el coche con los demás. Sin embargo, cuando se acercó a la puerta Barret la volvió a fulminar con la mirada y dudó.

— Vamos. No podemos perder más tiempo. — Dijo Cloud con firmeza ofreciéndole la mano para que subiera con él. Ella aceptó instantáneamente y se agarró fuerte a su cintura para evitar caerse.

Enseguida emprendieron la marcha. La chica cerró los ojos y hundió la cara en la espalda de su acompañante para aceptar mejor la resistencia del aire a medida que incrementaba la velocidad. El olor que desprendía Cloud la inundó y sintió calidez en su corazón, así que respiró hondo para impregnarse de él. Ojalá pudiera parar el tiempo…

Durante el trayecto reflexionaron sobre la envergadura de lo que estaban a punto de hacer y de si realmente estaban dispuestos a llegar hasta el final.  El objetivo primordial de ese viaje era escapar de los Turcos para proteger a Cloud y Aerith de su amenaza. Sin embargo, Tifa y Barret coincidían en que la guerra era inevitable, que Shinra iría a por ellos sin piedad, así que decidieron comprar armas en el siguiente punto de venta que encontraran. Pero con eso no sería suficiente; debían fortalecerse, formar un ejército más poderoso. Ellos solos no podrían con Rufus y sus seguidores. Era como si una hormiga amenazase a un elefante.

Aerith, por su parte, entendió que todos querían lo mismo: proteger el planeta. Sin embargo, no le convencían las formas en que AVALANCHA procedía, por lo que seguía desconfiando de ellos y hablaba lo justo para ser cordial. Incluso con Kanha se mostraba un poco distante aunque ella no lo apreciaba demasiado porque estaba ocupada con las enseñanzas de Cloud, que le dedicaba mucho tiempo al cabo del día. Y la verdad es que la chica estaba encantada con su tutor. Pasaba la mayor parte del día con él y su habilidad telepática era cada vez más eficaz, aunque todavía necesitaban establecer contacto visual para poder comunicarse. Él le enseñó los sellos mágicos que conocía y ella aprendía asombrosamente rápido. Cloud no podía creer que sin fragmentos de materia tuviera tal potencial, aunque teniendo en cuenta que era capaz de usar la magia blanca de la manera en que la usaba y sin apenas instrucciones le pareció hasta normal que pudiese usar hechizos ofensivos básicos con cuatro indicaciones que él le dio.

Ya habían pasado cinco días cuando llegaron a Kalm, la primera aldea que encontraron. Aprovecharon para comprar un transporte en el que pudiesen viajar todos juntos. Se trataba de un camión que habían transformado en una especie de minibús y que además les permitía ocultar en la parte trasera a las dos personas más buscadas: Cloud y Aerith. También descansaron y compraron víveres para seguir su viaje, así que su paso por allí fue bastante fugaz. Intentaron ser lo más breves posible porque sospechaban que los Turcos no les dejaría tranquilos tan fácilmente, que seguramente les estaban pisando los talones. Así que todos coincidieron en mantenerse en movimiento constante, al menos hasta que se alejaran más de Midgar.

Tifa y Barret quisieron aprovechar el parón para intentar reclutar soldados para AVALANCHA, pero Cloud les recomendó que no hiciesen demasiado ruido ya que sino les sería imposible dar esquinazo a los Turcos. Sin embargo, les urgía fortalecerse y volver a Midgar para llevar a cabo su misión, antes de que fuese demasiado tarde. Por lo que se tuvieron que conformar con comprarse armas nuevas y más potentes en cuanto tuvieron la ocasión. Cloud también se las apañó para conseguir algún fragmento más de materia, por un lado para él y por otro para que Kanha empezara a encastar materia en sus guantes y probara de ejecutar hechizos más poderosos.  Tuvo que vender su moto para poderlos comprar, pero no fue un gran sacrificio teniendo en cuenta que no podría conducirla más si se querían ocultar. En un par de días volvían a estar en ruta.

Cuando pararon en medio de la nada Cloud animó a Kanha a alejarse del grupo para probar en combate real los fragmentos que había comprado en Kalm.

— No pienso enfrentarme a ti. — Dijo ella una vez estuvieron solos.

— No nos vamos a pelear entre nosotros. Tendremos un combate real con monstruos, así podrás practicar la magia.

— ¿Monstruos? Me tomas el pelo, ¿verdad? — Cloud puso una cara rara, como si no entendiese lo que decía.

— Sí, monstruos. Los hay por todas partes y acechan a los viajeros y a los aldeanos que se aventuran a salir de los núcleos de población. No entiendo por qué pones esa cara. ¿Es que no hay monstruos de dónde tú vienes? — Ella se quedó pensando sorprendida de tal revelación.

— No me suena que los haya…

— Bien, pues aquí sí, por doquier. Las ciudades están protegidas por una barrera que mantiene a los monstruos fuera y así los civiles están protegidos. Durante la instrucción de Soldado te enfrentas a especímenes domados que están en las instalaciones de Shinra, en Midgar, pero cuando llevamos una temporada entrenando bajo la protección de los instructores nos envían al exterior a combatir con monstruos salvajes, por lo que la lucha es real y a muerte. — Kanha se estremeció al oír estas últimas palabras. — Pero no te preocupes, esto no es la instrucción de Soldado y yo te protegeré. — Cloud hizo el sello de invocación para blandir su espadón. —Vamos.

Kanha llevaba los guantes puestos casi todo el rato. Se sentía más segura con ellos. Siguió a su instructor sin decir ni media palabra y al cabo de unos minutos de caminar se encontraron con una manada compuesta por tres lobos, o al menos eso le parecieron a ella. Las bestias se giraron a la vez hacia ellos cuando oyeron sus pisadas. La chica se sintió intimidada y notó cómo le empezaban a temblar las piernas.

— Yo te cubro. Concéntrate y haz un hechizo ofensivo. — El miedo se dibujaba en su rostro. — No te preocupes, estos son flojos. Podría destruirlos de un solo golpe a todos a la vez. Recuerda que esto es un ejercicio para tu entrenamiento.

La chica intentó no mirarle a los ojos. Lo hacía cada vez que se quedaban solos porque algo sucedía cada vez que conectaban las miradas y aquel no era el mejor momento para perder el mundo de vista. Se miró los guantes y se centró en el trozo de materia ámbar que Cloud le había comprado y que hacía un rato que había encastado en una de las ranuras. Se centró en sus indicaciones y empezó a acumular la energía mágica en sus manos. Ya había invocado fuego antes pero esta era la primera vez que lo hacía con los guantes puestos y con el trozo de materia en ellos. La energía mágica se empezó a acumular entre sus palmas extendidas formando una bola de fuego, sólo que esta vez era mucho más grande y le costó mucho menos conseguir formarla. Él tenía razón: no le quemaba por muy poderosa que fuese. Viendo los resultados se sintió confiada de sus posibilidades así que levantó la mirada y se sobresaltó al ver que Cloud se interponía entre ella y uno de los lobos que había saltado para atacarla. Casi pierde la concentración y deshace el hechizo cuando el joven gritó:

— ¡Lánzala!

Entonces Kanha volvió a mirar la acumulación de energía entre sus manos y como si lo hubiera hecho toda la vida lanzó la bola de fuego hacia el primer lobo, que había vuelto con sus compañeros de manada después de su ataque fallido. El monstruo quedó envuelto en llamas y emitió un grito ensordecedor. Pronto dejó de moverse. La chica miraba los resultados de su magia negra cuando Cloud bloqueó el ataque de otra de las bestias y le hizo recordar que seguían en medio de una batalla.

— ¡Otra vez! — Ordenó el instructor reteniendo al animal.

Sin pararse a pensar Kanha volvió a concentrarse, pero esta vez quiso acumular más energía. Quería poner a prueba su capacidad mágica. La bola de fuego crecía y crecía y Cloud se quedó boquiabierto al ver aquella evolución repentina, aunque intentó que no se le notara. Cuando creyó que ya era suficiente, decidió que podía acertar a los dos monstruos restantes sin necesidad de un tercer ataque paró de concentrar energía y con eso en mente la lanzó. La gran bola de fuego se dividió en dos a medio camino: una parte atacó al animal que estaba más cerca del chico y la otra al que se había quedado en la retaguardia, dando en el blanco en ambos casos. Los monstruos murieron instantes después.

Kanha notó como le subía la adrenalina y empezó a jadear costosamente para gestionar el subidón. Por un lado se sentía mal porque había matado a tres criaturas inocentes, pero por la otra se sentía muy orgullosa de haber sido capaz de dominar la magia. De repente el cansancio la invadió y se tambaleó un poco, recuperando enseguida el equilibrio. Acto seguido, buscó la mirada de Cloud para encontrar en ella su aprobación. En lo que concierne al muchacho también se sentía contrariado porque estaba orgulloso de su pupila pero también abrumado por el potencial que mostraba; sólo llevaban unos pocos días de instrucción, pero sabía que se había quedado sin nada más que enseñarle. En cierta manera ese hecho le hirió el orgullo, porque él era un soldado de Shinra que había sido expuesto al torrente de energía vital y que había entrenado duro para llegar al nivel que ella ya superaba, mientras que ella no era más que una simple muchacha que ni siquiera tenía la marca. Además, no necesitó ni una semana para dejarlo atrás.

— ¿Y bien? — Inquirió ella reduciendo las distancias.

Cloud apartó la mirada y se acercó a los restos de los lobos. Mientras simulaba seguir con la instrucción para esconder su creciente frustración.

— Los monstruos son muy útiles. Por una parte nos ayudan a fortalecernos y por otra nos proporcionan alimento, objetos e incluso dinero. — Se agachó junto al que había bloqueado instantes antes. — Aunque en este caso no creo que podamos aprovechar mucho… Está carbonizado, por lo que imagino que el otro también.

— ¿Y el primero que he derribado?

— Ese será nuestra comida de hoy. — Entre los dos cogieron el cuerpo sin vida y lo llevaron hasta el campamento. — ¿Qué ha sido ese segundo ataque?

— Pues no sé… Estaba asustada y quería acabar cuanto antes. Creí que si acumulaba más energía sería capaz de atacarlos a los dos a la vez.

— Pero yo no te he enseñado eso…

— Ya… Pero sabía que podía hacerlo y lo he hecho. — Cloud no entendía nada y prefirió dejar de preguntar. No quería parecer un ignorante cuando se suponía que era su instructor.

En el campamento cada uno tenía su labor: Barret se ocupaba del mantenimiento del transporte y de defender el campamento, Tifa lo montaba y lo desmontaba y también se encargaba de cocinar, Aerith la ayudaba y también recolectaba plantas para hacer remedios y pociones y Cloud y Kanha se ocupaban de ir a cazar y de proteger el perímetro. Cuando aparecieron con el monstruo Tifa fue a recibirlos.

— ¡Genial! Este ya viene medio hecho. ¡Excelente Cloud!

— Gracias, pero el mérito no es mío. — Dijo con desgana. La morena miró a Kanha sorprendida.

— ¡Vaya! Aprendes rápido. Eso debe ser que Cloud es un gran instructor.

Tifa le conocía mucho y se percató rápidamente del malestar de su amigo. Ese comentario fue un vago intento de subirle la moral. De hecho, aquellas palabras hirieron más el orgullo del ex-soldado que nada más comer se alejó del grupo para practicar solo. Pero pronto se dio cuenta de que la magia no era lo suyo y decidió centrarse en mejorar su forma física. Y así lo hizo en las siguientes paradas. Kanha notaba que algo no estaba bien, pero no le daba demasiada importancia ya que no le gustaba la lucha y parecía que su instructor creía que era lo más importante del entrenamiento. Además, si él se alejaba ella podía estar más tiempo con Aerith, quien también le enseñaba remedios naturales. También tuvo la oportunidad de conocer mejor a Tifa y descubrió que era una persona muy agradable, alguien que la hacía reír mucho y que además le explicaba muchas cosas sobre Midgar y los Suburbios que ella encontraba fascinantes y muy familiares al mismo tiempo. Dejando a Cloud sólo mataba dos pájaros de un tiro: rehuía de la vertiente más bélica de su nueva realidad y además indagaba en su memoria con la información que le facilitaba Tifa, o al menos eso creía ella.

— Estás equivocado. — Dijo Aerith sin ganas, harta de verle hacer flexiones en el suelo. Cloud no esperaba tener público y se sobresaltó un poco. Como solía hacer últimamente se había alejado del campamento para entrenar por su cuenta y no se había dado cuenta de que le observaban. — La magia no se basa en la fuerza física. Al contrario. Son aspectos totalmente independientes del mismo individuo. Que seas más fuerte o menos no influye en que tu magia sea más poderosa o no. — El chico paró de hacer ejercicio y lentamente se giró hacia ella con un fastidio evidente.

— ¿Y tú qué sabrás? — Cloud no era especialmente amable con ella. En realidad, no era especialmente amable con nadie, pero parecía sentir cierta aversión contra ella en concreto. Con la única persona que era más humano era con Kanha.

— Lo que sé o no sé no es de tu incumbencia. Sólo te digo que te estás equivocando y creo que harías bien en escuchar a los demás de vez en cuando. Dices que Rufus tiene un gran ego pero el tuyo no se queda atrás… — Aerith tampoco era demasiado amable con él. Desde que se había visto obligada a dejar atrás los Suburbios parecía estar enfadada con el mundo y lo pagaba con ellos. De nuevo, Kanha era la única que se salvaba de su furia.

— Está claro que si dices eso es porque no le conoces. — Aerith se quedó en silencio durante unos instantes.

— Si lo quieres, ese era mi consejo. Tú decides si escucharlo o no.

— ¿Y entonces cómo se supone que debo hacerlo para aumentar mi poder mágico?

— Debes encontrar tu conexión con el torrente principal. Recuerda que de ahí proviene toda la magia de este planeta. Se trata de hacer ejercicios mentales, no físicos. Por eso no avanzas. — Cloud podría no ser excesivamente hábil con la magia, pero tampoco era tonto.


— ¿Cómo sabes eso? — Preguntó con la intención de corroborar una teoría que se le acababa de ocurrir. Aerith simplemente sonrió y se dio la vuelta para volver con el resto del grupo. El chico se quedó pensando en lo que le había dicho y poco a poco empezó a entender el interés que sentía Rufus por ella.


Cloud preparado para entrar en combate



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