Cuando
Kanha estuvo lista se pusieron en guardia esperando cualquier señal que les
diese una pista de qué hacer. Entonces oyeron unos golpes en la pared del
remolque y él los interpretó telepáticamente.
Hemos frenado porque hay soldados más adelante
bloqueando el camino. Parece un control. Diría que nos están buscando y están
parando a todos los transportes sospechosos. Así que el hecho de que Aerith
esté en la cabina no nos va a ayudar demasiado…
¿Eso es lo que querían decir los golpecitos? No
mantenían el contacto visual pero sí el corporal, ya que estaban espalda con
espalda esperando que cualquier suceso inesperado les sorprendiera. Kanha
notaba la musculación de Cloud en tensión constante y eso hacía que ella no
bajara la guardia. En situaciones como esa la telepatía era muy útil, ya que
debían guardar silencio pero al mismo tiempo debían comunicarse de alguna
manera.
Que Tifa y yo seamos amigos de la infancia tiene
sus ventajas… Creamos y utilizamos nuestro propio código morse. Nadie más
podría usarlo ni mucho menos interpretarlo.
Sorprendente… pensó ella.
Entonces
Cloud se separó de ella y se acercó a la pared más cercana a la cabina e hizo
una serie de golpecitos que pronto recibieron respuesta. Tras unos instantes y
sin perder su pose de estar en guardia volvió junto a su pupila.
Tifa dice que no nos movamos, que vamos a
abandonar el camino principal para desviarnos. Parece ser que conoce un lugar
en el que podremos pasar la noche.
Entonces ¿por qué sigues tan tenso?
Porque sé que nos pisan los talones y que los
Turcos no pueden andar lejos.
Un
escalofrío le recorrió el cuerpo. En realidad no sabía por qué ese grupo le
intimidaba tanto. No sabía nada de los Turcos, excepto lo que Cloud le había
explicado. De hecho, si lo miraba con perspectiva, Reno parecía simpático,
incluso bromista, pero tenía algo siniestro que le ponía los pelos de punta.
Podría incluso decir que tenía una expresión sádica, como si el sufrimiento
ajeno fuese su fuente de diversión. Además, teniendo en cuenta que Cloud era un
soldado de carácter frío y que incluso él se sentía intimidado por ellos era
algo que no le daba demasiada seguridad. No los conocía, pero los temía y
esperaba no volver a encontrarse con ellos. Sin embargo, el joven rubio estaba
seguro de que no se desharían de ellos tan fácilmente.
El camión
reinició la marcha y se alejó lentamente de dónde estuviera. Al poco el camino
dejó de ser llano y los baches obligaron a la pareja a guardar las armas,
sentarse de nuevo en sus respectivos asientos y ponerse los cinturones de
seguridad para no salir disparados con las sacudidas que azotaban el remolque
donde viajaban. Kanha estaba realmente asustada y respiraba con rapidez. Cloud
seguía alerta por lo que pudiera pasar, pero no se le escapó ese detalle.
—
Tranquila, ya estamos a salvo. — Dijo con un gesto relajado mientras le ponía
la mano sobre la rodilla para transmitirle su calma.
— Gracias. —
Contestó ella dedicándole una tímida sonrisa.
No era que
estuviera relajado, pero sabía que se estaban alejando del foco de peligro.
Además, él entendió esa ansiedad que
ella sentía porque, al fin y al cabo, Kanha era una simple civil. Era parecido
al miedo que veía en los ojos de las personas que se veían accidentalmente
envueltas en una misión de Soldado.
Por mucho
que hubiesen estado entrenando para mejorar sus habilidades, mentalmente no
estaba preparada para afrontar un combate real. Habían luchado entre ellos y se
habían enfrentado a algunas bestias, pero en ningún caso ella sintió que se
estuviera jugando la vida. Cloud sabía que estaba siendo blando, pero no podía quitarse
de la cabeza que seguía siendo una civil que simplemente les estaba acompañando
porque no tenía alternativa. Sintió rabia por ello, porque le gustaría saber
más de ella, porque querría poder contar con ella al cien por cien, porque
parecía que estaba instruyendo a una niña ignorante en vez de a una chica que
debía tener un par de años menos que él. No entendía cómo podía usar magia sin
tener la marca y mucho menos tener esa asombrosa habilidad para controlarla.
Ella tenía muchas dudas, lo preguntaba absolutamente todo. Era como si no fuese
de ese mundo, como si todo fuese nuevo para ella. Y tenía que ser horrible no
tener recuerdos de nada anterior a despertar en los Suburbios, pero por lo
menos ella podía obtener respuestas a sus dudas. Sin embargo, ellos no podían
preguntar sin encontrar silencio. No sabían nada de ella y ella no podía ayudar
con eso. Tal vez debieran centrarse más en que recuperase la memoria. Tal vez
de esa manera pudiesen contar con ella plenamente y tal vez descubrieran un
pasado asombrosos que les ayudara a conseguir mejores resultados en la gran
misión de AVALANCHA. Era una posibilidad, aunque también podría ser que cuando
recuperara sus recuerdos quisiera volver a su vida anterior y les dejara de
banda. Pero Tifa tenía razón: después de saber lo que sabía no podía abandonar
la misión. ¿Realmente sería capaz de dar la espalda a la supervivencia del
planeta? Nadie en su sano juicio y con una mínima posibilidad de aportar su
granito de arena lo haría. Además, Cloud realmente creía que era especial, que
ella formaba parte de él más de lo que le gustaría. Estaba cada vez más
convencido de que Kanha jugaba un papel muy importante en toda esa historia,
pero no podía determinar cuál y eso despertaba su curiosidad más de lo que lo
hubiera hecho cualquier otra cosa. La miró intentando comprobar que se había
calmado y vio cómo sus ojos oscuros llenos de lágrimas hacían grandes esfuerzos
por no desbordarse. Sintió un pellizco en el corazón y decidió ignorarla e
intentar dejar la mente en blanco.
El camión
trotó por el monte durante varias horas, hasta que pararon para descansar y
comer algo. Ya caía la noche cuando el campamento estuvo montado. Kanha y Cloud
se alejaron del grupo para cazar algo para comer, mientras que Aerith decidió
recolectar algunas verduras y plantas medicinales que parecían abundar por la
zona. La pareja no tardó en encontrarse con unos monstruos. Enseguida se
escondieron tras unas rocas enormes para no ser detectados y Cloud le hizo un
gesto para que se quedara quieta.
— Esta vez
quiero que me observes. No te muevas de aquí. — Dijo él.
Sin esperar
respuesta salió corriendo hacia su objetivo dispuesto a iniciar un ataque. Las
bestias reaccionaron al instante y entonces Kanha se dio cuenta de que no había
invocado su arma. Su instinto le dijo que debía gritarle para que se percatara
de su despiste, pero enseguida creyó que un soldado como él no dejaría un
detalle tan importante al azar, así que simplemente le observó tal y como le
había pedido. Las bestias tenían una forma parecida a la de los osos, pero eran
más peludas y sus garras eran totalmente aterradoras. Sin embargo, para el
chico no parecieron ser dignos rivales. Cloud se enfrentó a los monstruos con
las manos desnudas. Se movía con agilidad y rapidez y sus puñetazos y patadas
eran duros y certeros. A pesar de que eran dos no tuvo dificultad para
noquearlos a base de golpes. Realmente no necesitó su espadón y mucho menos la
magia negra.
Cuando los
hubo derrotado, se aseguró de que ya no eran un problema e hizo un gesto con la
mano para que su pupila se acercase. Juntos saquearon los cadáveres para
encontrar objetos y otros ítems que les servirían de ingredientes para pociones
o que pudieran vender a los mercaderes y él cogió el cuerpo de la bestia menos
magullada para poder cenar.
— ¿Por qué
no has invocado tu arma? — Preguntó la joven cuando ya estaban de vuelta. Cloud
la miró con cierta alegría, contento de que aquella curiosidad innata no cesara
de brotar de su pupila. Aquella era precisamente la pregunta que esperara que
le hiciese.
— Es
estupendo que seas tan buena con la magia, pero quería mostrarte que deberías
invertir más tiempo del entrenamiento en tus habilidades físicas. En combate deberás
ser capaz de esquivar e incluso encajar golpes. Para eso es vital que entrenes
tu físico, que lo fortalezcas y que aprendas un poco de combate cuerpo a
cuerpo. — Kanha no podía evitar mirar como su compañero de figura delgada cargaba
con un oso tres veces más grande que él sobre sus hombros sin demasiado
esfuerzo mientras le soltaba aquel discurso.
— No puedes
compararme contigo: eres un ex-soldado.
— ¿Y?
— Yo no
tengo una fuerza sobrehumana, no he estado expuesta a la energía vital, no
tengo la marca… — Precisamente esa marca se había convertido en una especie de
estigma. Cloud la veía como algo negativo e intentaba ocultarla mientras que
ella la contemplaba como una prueba de su valía para conectarse con el torrente
de energía vital del planeta y se sentía excluida, como un bicho raro, por no
tenerla y, sin embargo, ser capaz de invocar magia.
— No, no
tienes la marca, pero indudablemente eres especial porque incluso sin esa
exposición eres capaz de usar la magia sin demasiada dificultad. Y déjame
añadir que bastante bien. — Este último comentario fue sincero pero Cloud tuvo
que tragarse su orgullo para hacerlo. Kanha sonrió. — Hoy es tarde, pero mañana
empezaremos este tipo de entrenamiento. Al fin y al cabo, viendo con la rapidez
que asimilas todo lo que tiene que ver con la magia creo que no será ningún
inconveniente que la aparquemos durante unos días para dedicarnos a otra cosa. —
La chica asintió.
Cloud había
decidido que el combate cuerpo a cuerpo sería la mejor solución para que se
preparara mentalmente para la lucha que cada vez veía más inevitable a pesar de
que el resto del grupo creyera que se estaban alejando del peligro. A ella no
le gustaba hablar de conflictos bélicos, pero el momento indudablemente
llegaría y quería que estuviera preparada, que llegados a ese punto no fuese un
lastre para los demás, que no fuese una simple víctima, que se pudiese defender
y que si estaban destinados a fracasar que al menos le pusieran las cosas
difíciles a Shinra.
La
conversación no fue mucho más fluida pero no se habían apartado demasiado y enseguida
llegaron al campamento. Tifa, como era de costumbre, se acercó a recibirlos
para recoger lo que traían para cenar.
— ¿Kanha? —
Preguntó incrédula creyendo que ella sola se había encargado de la bestia.
— ¡No, que
va! Ha sido todo mérito de Cloud. — Dijo mientras hacía un movimiento un tanto
exagerado con los brazos como si lo presentara ante un público exigente. El
chico, con un semblante serio, ignoró todo el circo y se dedicó a llevar el
cuerpo a la mesa que habían montado para prepararlo y después cocinarlo. Barret
estaba esperando allí para echar una mano y Aerith pronto se acercó para añadir
los condimentos que había estado recogiendo.
— Antes era
más cariñoso. — Dijo Tifa nostálgica mientras observaba la escena. — ¿Sabes? Era
el niño huérfano de Nibelheim y todos lo conocíamos y lo acogíamos como si
fuese de la familia. Cuando éramos pequeños éramos muy amigos, pasábamos mucho
tiempo juntos hasta que un día llegó un destacamento de Soldado para una misión
de reconocimiento en nuestra aldea. Querían instalar un reactor mako y creyeron
que Nibelheim era un buen lugar. Los soldados despejaron de monstruos una zona
de las afueras. Recuerdo que había uno de rango superior supervisando la
operación y Cloud se quedó impresionado con él. Y la verdad es que no era para
menos. Su simple presencia imponía y no porque fuese un hombre musculoso como
Barret, no, era alto y esbelto pero no corpulento. En cambio, su semblante era
implacable y sus ojos emitían una extraña luz que entonces no entendí pero que
en aquel momento me intimidaron bastante porque le hacía tener una mirada
gélida, como si no tuviese sentimientos, como si fuese capaz de hacer cualquier
cosa con tal de cumplir con su cometido. Aquel soldado se llamaba Sephirot. —
Tifa miró a Cloud que estaba cortando la carne en trozos de un tamaño adecuado
para cocinarlos en la hoguera. Estaba serio y sus ojos brillaban ante la tenue
luz del fuego. — Los llamamos “ojos de mako” y ahora él también los tiene… En
fin, cuando los soldados aseguraron el perímetro empezaron a llegar otros
trabajadores de Shinra: primero los constructores y más tarde los científicos y
operarios que pondrían en marcha el reactor. Y aunque los soldados no
abandonaron nunca el pueblo el destacamento de Sephirot se fue poco después. No
sé los detalles de lo que le pasó a mi querido amigo por la cabeza, pero desde
entonces Cloud se empezó a mostrar distante y poco a poco se fue alejando de su
gente, hasta que un día decidió hacer las maletas e irse a Midgar. Dijo que
quería ser soldado, que era allí dónde debía estar y no en un pueblo donde no le
quedaba nada. Sin que nos diésemos cuenta había pasado de creer que todos
éramos su familia a sentir que estaba solo en el mundo y no pudimos hacer nada
para evitar que se fuera. — En los ojos de Tifa se empezaban a acumular
lágrimas que hacía que le brillaran. — Le eché mucho de menos, mucho más de lo
que jamás creí. Era alguien muy preciado para mí y llegué a sentir que le había
perdido para siempre, era un sentimiento horrible. Realmente es cierto eso que
dicen que no sabes lo que tienes hasta que lo has perdido y yo me sentí así
cuando partió. — Tifa se enjugó las lágrimas antes de que se deslizaran
mejillas abajo y acto seguido sonrió como si le hiciera gracia el emocionarse
con algo que formaba parte del pasado. —
Mi padre intentó consolarme diciéndome que todos necesitamos buscar
nuestro lugar en este mundo y que Cloud creía haber encontrado el suyo, que
debía dejarle ir e intentar buscar el mío y yo estaba convencida de que mi
sitio estaba en Nibelheim, que no me movería de allí, por lo que no vi posible
que nuestros caminos se volvieran a cruzar. Mi familia era rural y vivíamos del
campo. Además, después de la instalación del reactor empezamos a recibir
visitas de curiosos y pensé que podría conseguir algún ingreso extra ejerciendo
de guía turístico. Nibelheim era mi hogar y no parecía posible que hiciera las
maletas para irme tras él. — Sin detener la conversación, pero manteniendo la
distancia con Cloud, las dos jóvenes se acercaron a la mesa para cortar
verduras y hortalizas que acompañarían al plato principal. Los hombres ya lo estaban
cocinando sobre la hoguera. — La presencia de soldados se tornó algo habitual. Se
encargaban de la seguridad del reactor y cada cierto tiempo cambiaban y se
renovaba el personal. Sin embargo, al cabo de un par de años los monstruos de
la zona empezaron a mostrarse más agresivos. Incluso hubo algún ataque a
aldeanos que se acercaron a los bordes de la zona protegida. Pero supongo que
eso no fue lo que hizo saltar las alarmas de Shinra. Ya viste que les importa
bien poco lo que le pase a la gente, que simplemente velan por sus intereses,
así que imagino que los empleados que estaban en el reactor también se vieron
afectados por los ataques ya que la presencia de soldados creció con rapidez.
No era algo que los aldeanos agradecieran, pero en cierta manera nos sentíamos
más seguros con ellos allí y yo me sentí esperanzada porque creí que tal vez
Cloud estuviera entre ellos y que tal vez, por esas casualidades tan
enrevesadas del destino, nos volveríamos a encontrar. Además, yo era la guía
del pueblo y enseguida me encargaron ayudarles a moverse por la zona. Creí que
eso me facilitaría el hablar con ellos, pero cada vez que me acercaba a uno me
sentía ridícula: todos iban con su uniforme azul y ese casco integral que les
cubría por completo la cabeza. Además, ninguno de ellos hablaba a no ser que
respondieran una pregunta de su superior, así que a los ojos de cualquier civil
eran todos iguales. Era imposible saber si Cloud estaba allí y mucho menos definir
cuál de ellos era. El único que iba a cara descubierta y con un atuendo
diferente era el soldado de alto rango a cargo del destacamento y enseguida le
reconocí porque era Sephirot, el mismo que vino la primera vez. Él era el único
que me hablaba, el que daba órdenes y el que decidía qué se debía hacer a
continuación. Sentí rabia al verlo, como si le culpara por su marcha, pero a la
vez sentí esperanza porque si él era el causante de que Cloud decidiera irse
tal vez también fuese la persona que le había hecho volver. Tenía su lógica, ya
que él conocía la zona tan bien como yo y en Soldado procuran no dejar nada al
azar. — La carne estaba hecha y la guarnición también. Sólo quedaba sentarse a
cenar y, muy a pesar de Kanha, Tifa no parecía dispuesta a seguir esta
conversación con los demás escuchando. — Pero este será tema de conversación para
otro día. ¿Cenamos? — La joven quería seguir escuchando ese relato que cada vez
era más interesante, pero entendió que era algo privado y que no seguiría hasta
que no encontrara otra ocasión adecuada. Paciencia…
Todos se
sentaron alrededor del fuego con sus respectivas raciones de comida servidas en
el plato. Kanha se quedó pensando en la historia que su compañera había
decidido revelarle. Todos tenían un pasado. Todos menos ella. Se tomó unos
instantes para observarlos e intentar conocerlos un poquito mejor: Cloud estaba
hambriento y com ía
con ganas, Tifa lo miraba de soslayo con cierta tristeza en sus ojos mientras
se ponía minúsculos trozos de carne en la boca, Aerith parecía estar rezando
antes de empezar y Barret la miraba a ella, fijamente, con desprecio e incluso
cierta rabia. Cuando se dio cuenta de que ella lo observaba se levantó
profiriendo un gruñido extraño y se fue con el plato para cenar en otro lugar más
apartado.
— No le
hagas mucho caso. No es nada personal, de verdad. — Dijo Tifa dándose cuenta de
la situación. — A Barret le cuesta acostumbrarse a las personas nuevas. Dale
tiempo. En realidad es encantador, ya lo verás. — A Kanha le costaba creerse
esas palabras, pero ¿qué otro remedio le quedaba? No quiso pensar demasiado en
ello y se centró en reponer fuerzas. Cuando hay hambre todo está más bueno,
pero aquello estaba realmente delicioso. Entonces una imagen fugaz le vino a la
cabeza y un pensamiento la envolvió. Sabe
como cuando fui a la casa rural de montaña con mis padres y comimos carne hecha
al fuego de una hoguera. Sobresaltada por esa revelación miró a Cloud
esperando encontrar sus profundos ojos azules y conectar con su mente, pero el
chico aún comía con afán y notó que en esta ocasión era Aerith la que la miraba
intensamente. Kanha estaba muy emocionada por haber recordado algo después de
tantos días de silencio, pero entendió que no era información relevante y que
tampoco era el momento adecuado para hablarles de que la carne tenía un sabor
similar a una que había comido una vez con sus padres. La cena estaba deliciosa
y eso era todo.
— He de
reconocer que estoy un poco perdida, — dijo Tifa para todo el grupo, incluso
para Barret que seguía medio escondido en las sombras, cerca del camión — pero
juraría que cerca de aquí hay una granja de chocobos.
— ¿Una
granja de chocobos? ¿Qué es eso? —
Preguntó Kanha sin el habitual pudor que le producía su ignorancia.
— ¿Acaso no
sabes lo que son? — Preguntó Cloud
totalmente asombrado y con la boca llena. La chica simplemente negó con la
cabeza y a Aerith le pareció muy divertido. Al joven no le gustó nada esa
reacción. La tensión entre ellos seguía ahí.
— En ese
caso creo que será mejor que los veas por ti misma, no tardarás en ver alguno y
familiarizarte con ellos. — Contestó Tifa. — En fin, lo que quería decir es que
cuando iba para Midgar pasé una temporadita allí. Ya sabéis que fue un largo
camino y que esto es como un desierto por mucho verde que haya. Es difícil
encontrar hiervas comestibles, las bestias son agresivas y la distancia entre
núcleos de población es bastante grande, así que encontrar esa granja de
chocobos fue como encontrar un oasis. Me acogieron a cambio de prestarles mi
ayuda. Lo que pensé que serían unos días se convirtieron en varios meses. Aprendí
muchas cosas sobre su adiestramiento y cría, aunque mi lugar no estaba aquí, ya
lo sabéis. Ahora han pasado unos años y me siento un poco nostálgica. Me
encantará volver. Además estoy segura de que se alegrarán de acogernos cuando
les expliquemos en qué estamos metidos. Podríamos decir que ellos tampoco
simpatizaban con Shinra…
— Vaya… —
Apuntó Aerith. — Pues estaría muy bien encontrar un techo en el que descansar
en condiciones… — Los demás le dieron la razón. Llevaban una semana y media durmiendo
por turnos. Tifa y Barret se reemplazaban el uno al otro para conducir el
camión, por la noche todos hacían guardias de tres horas turnándose para
descansar cuanto podían, incluso alguna vez alguien dormía en la parte trasera
del vehículo para reponer fuerzas mientras continuaban adelante con su viaje.
Aerith tenía razón: ya era hora de descansar sobre un colchón, sin preocuparse
de ataques de monstruos o las inclemencias climáticas y bajo la protección de
un techo.
Será ideal encontrar un lugar así. Dijo Cloud
en su mente. Así podremos iniciar tu
nuevo entrenamiento. Si es una granja tendrá una gran extensión de terreno
protegida de los monstruos por lo que te podré enseñar cosas básicas antes de
ponerlas en práctica en un campo de batalla real.
Kanha se
sorprendió de que se comunicara con ella telepáticamente delante de todo el
grupo y le miró sin disimular su asombro, como si le quisiera mandar a callar
con su gesto. Evidentemente que nadie les oía, que era una comunicación
invisible para los demás, pero no pudo evitar mirar a Aerith, temerosa de que
se diese cuenta de lo que estaba pasando. Por mucho que su amiga callara estaba
convencida de que no se le escapaba ni un solo detalle y el corazón le dio un
vuelco cuando vio que los observaba fijamente con aquellos ojos verdes
luminiscentes marcados por la energía vital del planeta. Esos ojos de mako.
Cloud y Tifa en Nibelheim |
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