— Cuando
Aerith te enseñó a hacer magia blanca ¿qué te explicó exactamente? — Preguntó
Cloud mientras recogían el campamento entre todos para reanudar la marcha con
las primeras luces del día. Kanha hizo una cara extraña porque no entendió a
santo de qué le preguntaba eso; creyó que esa teoría se la tenía que saber al
dedillo, pero dejó de pensar inútilmente y se limitó a responder. Sus motivos tendrá para preguntármelo, digo
yo…
— Pues
básicamente me dijo que me concentrase en el colgante, que cerrase los ojos e
intentase percibir la luz que desprendía para después canalizarla hasta llegar
a la palma de las manos. En un par de intentos lo conseguí y después nos
centramos en que esa energía saliese de mi cuerpo para proyectarla hacia fuera
y que pudiese alcanzar a otros seres.
— Por eso
la magia blanca es más complicada….
— ¿A qué te
refieres?
— La magia
negra recoge la energía vital de los elementos del entorno y ésta se canaliza a
través de los fragmentos de materia para convertirse en un hechizo. La magia
blanca, sin embargo, proviene de la energía vital del propio usuario, por eso
es tan difícil de usar y además si se agota puede ser fatal.
— ¿Por eso
me costó tanto recuperarme después de la última explosión?
— Exacto.
Llegaste al límite. Por suerte, no lo sobrepasaste. Debes aprender de tus
errores para no repetirlos.
— Entiendo…
Enseguida
estuvo todo recogido y subieron al transporte. Cloud, Kanha y Aerith iban en la
parte de atrás, ocultos de miradas indiscretas, y Barret y Tifa estaban en la
cabina, uno conduciendo y la otra ejerciendo de copiloto con un mapa enorme. Cuando
iniciaron la marcha el joven continuó con sus explicaciones teóricas para
instruir a su pupila.
— Hay
cuatro elementos básicos: el fuego, el agua, el rayo y el hielo. Cuando
consigas dominarlos te mostraré que hay más tipos de magia negra, aunque se
necesita más maestría para poderlos utilizar. Yo, de momento, no los sé usar,
pero sé que existen y creo que por lo menos te podré explicar la teoría… —
Entonces Cloud miró disimuladamente a Aerith y cambió un poco el tono de la
voz, subiendo el volumen para asegurarse de que ella también le oía. — Como te
he dicho antes, la gran diferencia entre la magia blanca y la negra es su
origen: mientras que la negra proviene del entorno, de la naturaleza, la blanca
proviene del interior del individuo. Por eso es más difícil de dominar, porque
no la recolectas del exterior para concentrarla y lanzarla contra el enemigo,
sino que la cultivas en tu interior para canalizarla y extraerla de tu propio
cuerpo. También por eso es más agotadora para el usuario. Incluso es más
peligrosa porque si la agotas del todo puedes perder tu porción de energía
vital y morir, mientras que la negra suele ser ilimitada.
— ¡Vaya! —
Interrumpió Aerith, que seguía con ellos por mucho que la estuvieran ignorando,
aunque Cloud parecía repetir sus explicaciones para demostrarle que él también
sabía mucho sobre el tema y poder sacar pecho ante la mujer que le había hecho
sentir humillado. — Veo que Shinra ha hecho los deberes.
— ¿Qué
quieres decir? — Preguntó Cloud visiblemente molesto por la interrupción.
—
Justamente lo que he dicho: que la instrucción de Soldado es cada vez más
acertada. — Kanha miró sorprendida a su amiga. — Es una lástima que os limiten
tanto después de pasar por todo ese proceso sin sentido. Ya te lo dije, si
quieres mejorar tu capacidad mágica deberás reforzar tu vínculo con el torrente
principal. El día que lo consigas serás capaz de utilizar cualquier hechizo,
incluso esos que ahora dices que se te resisten. Ahora, ya ves que a duras
penas puedes aparentar ser el instructor de Kanha. Al menos en lo que a magia
se refiere…
Los ojos de
Cloud se centraron en ella y su mirada se tornó gélida. La había estado
evitando después de aquella conversación que tuvieron sobre el mismo tema. Daba
como excusa que debía centrarse en el entrenamiento de su pupila y el suyo
propio. Sabía que nadie diría nada al respecto ya que AVALANCHA esperaba poder
contar con una maga blanca y un soldado que supiera usar magia negra, así que
cuanto mayor fuese su poder mejor para ellos. Pero la florista era como una
piedra en el camino, ya que fue la primera en hacer algún comentario peyorativo
al respecto. Además, le hacía sentir incómodo. Cloud tenía una relación
especial con su aprendiz a causa de su vínculo y su conexión telepática, que
era un secreto que habían decidido no desvelar al resto. Por eso intentaban
reforzarlo utilizándolo tanto como podían, pero no se atrevían a hacerlo delante
de los demás porque no lo veían apropiado y porque aún no lo dominaban tanto
como quisieran. Sin embargo, cuando Aerith estaba con ellos era como si se
sobreexpusieran a que les descubrieran, como si la muchacha supiera mucho más
de lo que ellos podían llegar a imaginar, incluso sus secretos. Se sentía
intimidado por todo lo que no sabían de ella. Desde aquella conversación en la
que puso en duda su capacidad como instructor, hecho que le sentó como un tiro,
empezó a sentir cierta aversión por ella. Sus comentarios eran como un atentado
a su orgullo de soldado y una intrusión a su intimidad.
— ¿Sabes? —
Dijo totalmente ofendido. — Pensándolo bien, creo que deberíamos haberte
entregado a Reno, al fin y al cabo Rufus quería conocerte… — ¡Cloud! Le llamó la atención Kanha. Con
tanto entrenamiento ya podían establecer contacto sin mirarse a los ojos,
aunque debían estar muy cerca para ello. El chico la miró sorprendido de que
fuese ella quién tomara la iniciativa en esa conversación silenciosa. ¡Me está provocando! fue su disculpa. Si caes en provocaciones tan burdas serás de
los primeros en caer en el campo de batalla. Él sabía que tenía razón, pero
no estaba acostumbrado a que le aleccionaran y mucho menos una civil.
— Vaya,
vaya… — Dijo de repente Aerith mientras relajaba los músculos de los hombros y
apoyaba la espalda en su asiento. — Creo que este viaje va a ser mucho más
interesante de lo que pensé…
Los dos
jóvenes ignoraron ese último comentario e intentaron volver a crear su habitual
burbuja maestro-aprendiz. Cloud se limitó a sentarse frente a su discípula y empezó
a mirarla fijamente. La parte trasera del camión estaba iluminada por una
triste bombilla que colgaba del techo del habitáculo y que producía una luz muy
tenue. Los ojos de Cloud y los de Aerith eran especialmente visibles con tal
miseria lumínica. Kanha entendió entonces cuál era esa “marca” de la cual él
había hablado en tantas ocasiones y, efectivamente, los dos la poseían. La
joven prefirió apartar la mirada porque pensar en ello hizo que se sintiese fuera
de lugar, pero notaba el resplandor de Cloud sobre ella y finalmente cedió y
esa conexión tuvo lugar. Aquel azul místico la envolvió de nuevo y se vio en un
mundo que no era el suyo, en el que todo estaba fuera de su control, en el que
simplemente era una espectadora. Vio a un Cloud y a una Tifa infantiles,
jugando con más niños. Eran felices. No estaban en los Suburbios, ni tampoco en
Midgar. Parecía una aldea, pero no la reconoció. Entonces el camión dio una
sacudida a causa de un bache en el camino y Kanha cayó al suelo. Cloud se quedó
petrificado, clavado en su asiento. Aerith reaccionó enseguida levantándose y
acudiendo en su ayuda.
— Ten
cuidado. — Le dijo mientras la acompañaba a sentarse a su sitio ya que parecía
un poco aturdida. — Cuando la mente abandona el cuerpo éste queda totalmente
expuesto a su entorno. — Kanha y Cloud se quedaron mudos. Lo sabe… Susurró él en la mente de la chica. Entonces Aerith cambió
su gesto y los contempló con expresión pícara. — Venga, no disimuléis más. He
visto como os miráis. Cualquiera se daría cuenta. — ¡Es imposible! Añadió ella en su espacio telepático común. — Es
evidente que os gustáis… — Los ya ojipláticos Cloud y Kanha no salían de su
asombro y un suspiro de alivio que nadie más oyó atravesó la mente de ambos. Aerith
volvió a su sitio. — No digáis más. Cuando hagamos la próxima parada buscaré la
manera de disfrazarme y así viajar en la cabina junto a Barret y Tifa. Os
dejaré solos, os lo prometo. Al menos por un rato.
¿Eso es lo que cree? suspiró
Kanha en su pensamiento compartido. Entonces se miraron el uno al otro y
sintieron vergüenza por lo que creyeron que aparentaban ante los demás. Se
empezaron a poner rojos como tomates, pero la luz del lugar no permitía que
ninguno de ellos se diera cuenta y encima Aerith no paraba de producir una risa
tonta que les incomodaba aún más. No podían pensar porque no se querían exponer
ante la sospecha de que supiera más de lo que decía y el momento se hizo eterno
hasta que finalmente hicieron esa parada para descansar y comer. Cuando reanudaron
la marcha la joven florista cumplió con lo que había dicho, se puso la capucha
de Cloud para cubrirse la cabeza y su característico vestido rosa y se sentó en
la cabina de conducción junto a Barret y Tifa. Una vez solos Kanha decidió
romper el hielo.
— ¿Crees
que lo sabe?
— No sé qué
pensar… Esa mujer me pone de los nervios. Parece que lo sabe todo, así que
también podría ser que supiese algo de nuestro secreto.
— ¿Cómo es
posible?
— Ni idea.
Sólo sé que no nos podemos fiar de alguien que nos oculta tantas cosas.
— Pero no
es justo que digas eso. Nosotros también lo hacemos.
— No es lo
mismo. Lo nuestro es algo inocente y dentro de un tiempo tal vez lo compartamos
con el resto, pero de momento es mejor así. Además, no nos va a solucionar nada
que los demás lo sepan. — Kanha asintió.
— Creo que
tienes razón…
— ¡Por
supuesto que tengo razón! — Dijo Cloud hinchando pecho y con cierto tono
cómico.
— No es
eso. Me refiero a que parecía muy segura cuando me enseñó a usar la magia. Es
cierto que estaba muy motivada porque quería actuar de inmediato y minimizar
los daños personales de las explosiones, pero no dudó ni un segundo de mi
capacidad, a pesar de no tener la marca como vosotros, y ya has visto que sus indicaciones
fueron totalmente efectivas… ¿Cómo podía ser capaz de ver eso en mí? ¿Es que
aquello de que no todo el mundo puede usar la magia no es del todo cierto? —
Cloud no supo qué decir. — Además está eso que explicaba antes… Eso que me ha
dicho sobre que la mente abandona el cuerpo, que tengo que tener cuidado…
— ¿A qué te
refieres? — Cloud parecía perdido.
— A ver..
¿Cómo explicarías lo que ha pasado antes?
— ¿Cuándo?
— Justo
antes de caerme de la silla.
— No lo sé….
¿Falta de concentración?
— No ha
sido normal. Ni siquiera tú, con tus habilidades de soldado, has podido
reaccionar a tiempo. — Cloud se mostró molesto ante tal evidencia de su fallo.
—¿Qué te ha pasado? ¿Por qué te has desconcentrado? ¿Acaso has visto algo? —
Insistió ella.
— ¿Algo
como qué? — Kanha no sabía muy bien cómo abordar el tema y el chico no se
mostraba demasiado colaborador, pero era la segunda vez que le había pasado con
él y quería saber su versión. Así que se tragó su timidez e intentó indagar en
el tema dando un poco más de sí misma.
— La verdad
es que cuando me miras tan fijamente siento como si abandonara mi cuerpo, como
si me hundiera en tu mirada y soy capaz de ver… cosas. — Kanha estaba muerta de
vergüenza y evitaba tomar contacto con sus ojos.
— ¿Cosas?
¿Qué tipo de cosas?
— No sé…
Creo que veo reminiscencias de tu memoria.
— ¿En
serio? ¿Y qué has visto?
— No estoy
segura... — En ese momento Kanha se dio cuenta de que Cloud había ido acortando
las distancias, que estaba a poco más de un palmo de ella y que sus ojos
volvían a captar toda su atención. Entonces cerró los suyos con fuerza para
evitar que volviera a pasar y poder centrarse. Cuando los volvió a abrir
procuró evitar ese contacto. — Pero no me has contestado. ¿Tú has visto algo?
— No estoy
seguro… — Entonces él levantó la cara de su compañera con la punta de los dedos
para obligarla a retomar el contacto visual y ella se dejó llevar. — Déjame
probar una cosa…
Una vez más
se encontró en ese mundo azul que esta vez le mostraba algo distinto: vio a un Cloud
preadolescente taciturno que preparaba la maleta y a una Tifa desesperada, al
borde del llanto, que intentaba sin éxito impedir su marcha. Las imágenes eran
cada vez más nítidas y creía que en cualquier momento podría oírlos como si
estuviese en el cine viendo una película en 3D, pero algo la trajo de vuelta al
mundo real. Algo que su mente creyó que merecía más la pena. Parpadeó con
rapidez antes de ver lo que tenía justo delante suyo. Cloud estaba en primer
plano. De hecho, estaban frente con frente, con los ojos cerrados y ambos respiraban
profundamente. ¿Qué ha pasado? Pensó ella
olvidando que su mente había dejado de ser un lugar íntimo.
— ¿Te ha
molestado? — Dijo mientras se apartaba de ella con delicadeza y la volvía a
envolver con sus ojos luminiscentes esperando una respuesta. Kanha estaba
desconcertada.
— No… — Y
él le sonrió sutilmente, algo que llamó mucho la atención de la joven porque
muy pocas veces lo hacía. Su mirada había cambiado, pero estaba tan cerca de
ella que le parecía imposible concentrarse en sus propias palabras. — No sé de
qué me hablas. ¿Qué has hecho? — Le costaba construir una frase entera
coherente. Estaba como aturdida… Entonces el chico se alejó un poco para
observarla con más perspectiva mientras que ella notaba cómo su corazón parecía
querer salírsele del pecho. Tenerlo tan cerca la ponía sumamente nerviosa.
— ¿Qué has
visto? — Ella no entendía por qué evadía todas sus preguntas y le molestó
acceder siempre a sus peticiones, así que se rebeló.
— Tú
primero. ¿Qué ha pasado? — Cloud se alejó más de ella apoyando la espalda en el
respaldo de su silla y se llevó la mano para frotarse la nuca mientras
resoplaba. Se vio acorralado ante la postura firme de su pupila.
— Nada en
especial. Simplemente te he besado. — Dijo cansinamente mirando a un lugar
indeterminado del fondo del camión. Kanha se quedó unos instantes en shock,
asimilando lo que le acababa de decir y con mucha delicadeza se tocó los labios
con la punta de los dedos, como si esperara encontrar alguna prueba que le
demostrara que no le estaban tomando el pelo. Le ardían y, a pesar de que no
recordaba nada, no dudó de su palabra. No sabía qué decir ni cómo reaccionar
ante tal giro de los acontecimientos, pero no podía dejar la conversación en
ese punto.
— ¿Y qué
era eso que querías probar? — Preguntó finalmente casi sin aliento.
— No sé
cómo lo haces, pero cada vez que me miras de esa manera tengo una sensación muy
extraña, cálida, y te aseguro que hace muchos años que nadie me hace sentir
como tú. — Hubo alguien antes… volvió
a pensar sin caer en la cuenta de que, en aquellas circunstancias, era lo mismo
que decirlo en voz alta. Él le sonrió misteriosamente y volvió al abordaje. —
Tu turno: ¿qué has visto?
— He visto
el momento en el que Tifa intentaba impedir que te fueras. Una imagen de tu
pasado. Un poco vaga, sí, pero bastante más nítida que las anteriores. Creo que
nuestro vínculo se está reforzando.
— ¿Eso has
visto? — Exclamó sorprendido y ella asintió.
— Cada vez
que me miras con tanta intensidad entro en… no sé cómo explicarlo…
— ¿Con
tanta intensidad? — Exclamó interrumpiéndola. — ¿Yo? Eres tú quien lo hace
constantemente. Yo te miro como a cualquier otra persona, pero tú… — El camión
frenó sin previo aviso y Kanha salió disparada contra Cloud a causa de la
inercia de la marcha. El chico reaccionó con rapidez y la sostuvo con firmeza
antes de que se produjese un violento choque entre ellos. Por unos segundos se
mantuvieron alerta esperando algún sonido que les diese una pista del por qué
habían frenado tan bruscamente y finalmente él tomó las riendas de la
situación. Se puso en pie e invocó su espadón. — Ponte los guantes. — Dijo
secamente en lo que era casi un susurro. — Creo que ha pasado algo.
"Os dejo solos..." dijo Aerith. |
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