Kanha abrió
los ojos y vio a Cloud tal cual lo había dejado antes de viajar a su plano
astral interior. El chico la miraba con curiosidad.
— ¿Y bien? —
Dijo finalmente.
— Ya está. —
Kanha lo tenía bastante claro y creía que no era el momento de dar
explicaciones. — No hay tiempo para preguntas. Debemos volver con Vincent y
continuar con la meditación. — Y sin tiempo a reacción la chica se levantó y
empezó a caminar a paso ligero. Él simplemente se limitó a seguirla.
— Pero,
¿qué has visto? ¿Has podido recuperar algún recuerdo que te ayude… que nos
ayude?
— No, nada
de recuerdos. ¡Mucho mejor! Pero no podemos perder más el tiempo. Debemos seguir
centrados. Os lo explicaré todo cuando llegue el momento, de verdad — Cloud
tuvo que dar un par de zancadas para no quedarse atrás de lo rápido que
caminaba su amiga, lo cual le dio a entender que no tenía sentido insistirle, y
en un visto y no visto llegaron hasta donde se encontraba Vincent que se había
quedado meditando. Ambos se sentaron junto a él dibujando un triángulo en el
suelo, a la sombra de aquel árbol solitario, y ambos empezaron con sus
respectivos ejercicios.
La chica
estaba muy motivada por las palabras de Aerith, así que decidió concentrarse en
su ejercicio de meditación e intentó buscar la paz interior. Primero notó cómo
las respiraciones de los tres se acompasaron para seguir el mismo ritmo,
después notó su propia energía vital llegando hasta cada una de las células de
su cuerpo, creciendo y haciéndose más consistente en cada latido de su corazón.
Y no sólo eso, también notaba la de Cloud, cercana y cálida, y la de Vincent,
poderosa e intensa. Poco a poco se fueron sumando elementos a su mapa mental y
empezó a notar la energía vital de los animales que les rodeaban e incluso de las
plantas. Ni siquiera el insecto más pequeño o el brote más tierno se quedaba
sin su porción y ella era capaz de notarlas todas. También le llegaba la
vibración que emitía el fragmento de materia blanca, guardado en una bolsita de
cuero colgada en el cinturón de su amigo. Una paz muy placentera la invadió y
bajo su propia presencia notó algo mucho más poderoso, muy lejos de donde se
encontraban, pero con tanta acumulación de energía que era imposible no darse
cuenta de su presencia: se trataba del Lifestream. Giraba sobre sí mismo
formando el núcleo del planeta, dándole vida. Nosotros… recordó la joven. Podía percibirlos todos y cada uno de esos
focos y, sin embargo, a pesar de ser tantos, ninguno de ellos era igual. Cada
uno brillaba y vibraba de formas distintas. Pero sin lugar a dudas la energía
que le gustaba y que reconocía más rápidamente era la de Cloud. ¡Por eso nunca fallo cuando le lanzo un
hechizo, porque apunto a su porción de energía vital no a su cuerpo! Y le reconocería
en cualquier lugar… Entendió finalmente. También se dio cuenta de que
meditando llegaba a conectar con todo este entramado inaccesible para la
mayoría de humanos. La meditación y la
oración son la clave se repitió mentalmente para sí misma. De pronto la
energía de Vincent varió ligeramente y llamó su atención. Oyó como se
arrastraban unos pies, pero no tuvo la necesidad de abrir los ojos para saber
qué estaba pasando.
— Es hora
de volver. — Dijo secamente el joven de pocas palabras y sin más puso rumbo al
campamento improvisado.
Cloud
también había puesto fin al ejercicio, pero ella no, así que se la quedó
mirando en silencio y ella lo sabía.
¿Vamos? Le preguntó mentalmente. En principio
era algo cotidiano entre ellos, se habían comunicado así muy a menudo desde que
descubrieron que podían hacerlo, pero en aquella ocasión fue como si le
estuviera gritando a pleno pulmón directamente en el oído y eso provocó que
abriera los ojos sobresaltada, como si se despertara de una horrible pesadilla.
El chico tampoco se lo esperaba y también se sorprendió.
— ¿Qué
pasa? — Preguntó alarmado. Ella lo miró directamente a los ojos con expresión
de sorpresa. Estaba en cuclillas ante ella, esperando una respuesta. Kanha le
agarró del brazo.
— Nuestra
conexión es muy fuerte. — Dijo recuperando el aliento, como si hubiese
descubierto las Américas. Al joven se le escapó la risa porque le pareció que
era una reacción desmesurada para aquella afirmación que a él le parecía tan
obvia. Entonces le puso la mano firme sobre el hombro y le dedicó una media
sonrisa de las suyas.
— Lo sé. —
Sentenció. — Será mejor que volvamos. — Estaba atardeciendo y los monstruos más
peligrosos salían por la noche.
Kanha se levantó
con cierta dificultad porque se le había dormido una pierna, así que su
compañero la ayudó. Y una vez en pie su instinto la hizo mirar al cielo. ¡Es precioso! pensó. Las primeras
estrellas empezaban a hacer acto de presencia y el firmamento estaba tomando un
color anaranjado tirando a rojizo que no era habitual. A Cloud no le pasó por
alto esa reacción.
— ¿Nunca
habías visto una puesta de sol así? — Ella negó con la cabeza. — Supongo que
nunca habías estado tan al norte… Este color se debe al contraste de
temperaturas o al menos eso me explicaron cuando estudiaba. — La joven,
maravillada, miró a Cloud a los ojos para compartir su ilusión con él, pero
algo extraño pasó y él cambió el gesto.
— ¿Qué
pasa? — Quiso saber Kanha. Su sonrisa se borró al instante y se puso en guardia
secretamente para analizar las energías que les rodeaban, pero no notó ningún
cambio en ellas, así que no estaban en peligro, o al menos no a manos de un ser
vivo. — ¿Cloud? — Insistió. El chico la miraba fijamente a los ojos,
concentrado, pero al oír su nombre volvió en sí.
— Perdona,
debe ser por esta luz… Creo que la vista me engaña…— Dijo tocándose la nuca por
lo nervioso que se había puesto.
— ¿Qué
pasa? ¿Qué has visto? — Insistió.
— Nada, es
una tontería…
—
Cuéntamelo… — Su curiosidad crecía por momentos.
— Nada… es
que… me pareció ver que tenías la marca de la exposición en los ojos, como yo,
pero eso es imposible, no has sido expuesta al mako, no puede ser…
— Tienes
razón…— Contestó ella bajando la vista al suelo, ocultando su mirada un tanto
avergonzada, aunque no tenía motivos para estarlo.
Cuando
empezaron a caminar Kanha alzó la vista de nuevo para mirar al cielo. La luz
era cada vez más rojiza y, en cierta manera, le recordaba a la del laboratorio
del doctor Hojo. A aquella iluminación que tenía la sala en la que se
encontraba el escáner ocular para analizar la energía vital de los soldados, en
aquel lugar donde vio la marca en los ojos de Reno tan claramente. Entonces se
tropezó expresamente con una roca que había en el camino para provocar un
encontronazo con su chico. Efectivamente, él reaccionó como esperaba y antes de
que llegara a golpearse contra el suelo ya la tenía a salvo en sus brazos.
— Tal vez
todavía no estés preparada para tanto trote. — Le dijo suavemente, casi como un
susurro.
— Tal vez…
— Contestó ella con una amplia sonrisa. Entonces se fijó en los ojos de mako de
Cloud. Eran grandes y azules y el resplandor que irradiaban era más intenso
bajo esa luz rojiza. Desde luego, no pasaban desapercibidos. La marca… pensó para sí. Yo no la tengo, pero Aerith dice que es
cuestión de tiempo, que sólo simboliza la conexión con el Lifestream. Aún no lo
entiendo demasiado, pero no creo que sea algo que deba preocuparme. Sus
pensamientos no eran compartidos en esta ocasión. Sabía con certeza que ella aún
no la tenía porque Cloud se lo hubiera dicho, bajo esa misma luz estarían en
igualdad de condiciones, por lo que entendió que si él no hizo ningún
comentario era porque no había nada que decir.
— ¿Vamos? —
Ella asintió.
Cuando
llegaron al campamento, que no les tomó más que un par de minutos, encontraron
a todos sus compañeros trabajando en sus quehaceres: Yuffie y Nanaki estaban
ordenando y clasificando lo que habían traído de su pequeña expedición, Barret
y Tifa ya habían acabado de preparar el lugar y estaban empezando a encender un
fuego para ahuyentar a las bestias nocturnas y poder cocinar la cena. Vincent
había llegado unos minutos antes que ellos y les estaba ayudando. Los recién
llegados se unieron al grupo y Kanha quiso hablar un momento a solas con Tifa.
Cloud se dio cuenta, por lo que no quiso inmiscuirse. Cuando el cielo ya estaba
oscuro y las estrellas iluminaban el firmamento cenaron alrededor de la hoguera;
había llegado el momento de decidir qué hacer.
— ¡Felicidades
Yuffie! Hoy hemos recogido bastantes víveres, podríamos continuar un buen tramo
con ellos, pero no sabemos cuánto nos tomará este viaje por lo que no nos
podemos relajar, ¿de acuerdo? — La joven, feliz por ese reconocimiento público,
asintió llena de júbilo. — Como ya
sabéis, Aerith nos dijo que teníamos que ir al continente del Norte, al cráter
del que sacaron el cuerpo de Jénova, pero lo cierto es que, por muy rápidos que
sean los chocobos de Clive, el océano nos separa de nuestro destino. En otras
palabras, cuando lleguemos a la costa necesitaremos un barco.
— Y a ser
posible, uno que nos permita llevar a los chocobos con nosotros. — Puntualizó
Barret. — De esta manera, cuando estemos en tierra firme, al otro lado, podremos
desplazarnos rápidamente.
— Exacto. —
Sentenció su compañera de aventuras.
— Entonces,
¿cuál es el plan? — Preguntó Nanaki.
— Lo cierto
es que quería preguntaros a Yuffie y a ti si sabéis cómo conseguir ese
transporte, ya que vosotros conocéis mejor la zona. — Inquirió Tifa.
— Creo que
no os podré ayudar…— Contestó apesadumbrado el guepardo rojo.
— ¿Y por
qué no preguntamos en Junon? — Dijo Yuffie con su habitual tono alegre y
despreocupado. — Es un lugar conocido por su tecnología. Tal vez podamos conseguir
algo incluso mejor que un barco. Además, está bastante cerca. Si salimos al
alba con los chocobos creo que estaríamos allí a media tarde.
— No parece
un mal plan…— Reflexionó Barret.
— Bien,
pues mañana iremos a Junon a ver qué conseguimos. — Sentenció Tifa.
La noche
pasó plácidamente y al amanecer partieron rumbo a su nuevo destino. El viaje
fue rápido y poco después de parar a comer llegaron a Junon. Enseguida buscaron
un lugar donde alojarse y empezaron a preguntar. Realmente era una aldea distinta,
con gadgets en cada esquina y acabados robóticos que no dejaban de
sorprenderles. Finalmente, sus investigaciones les llevaron a casa de un tal
Cid Highwind. Se trataba de un joven rubio y de ojos claros de edad media, como
Vincent. Tenía la corpulencia del típico marine estadounidense y se notaba que no
tenía ni un pelo de tonto, aunque estaba claro que lo suyo no era la estrategia
sino la mecánica. Tifa y Barret quisieron hablar con él a solas, explicarle la
situación e intentar que colaborara con la causa. Les costó un poco porque Cid
tenía muy claro que no quería volver a trabajar en grandes proyectos. Su paso
por Shinra le había agotado todo el entusiasmo y hacía años que no construía
nada, pero conmovido por su historia y por su misión no tardó en cambiar de
opinión e incluso se mostró entusiasmado con el tema. Tanto fue que les invitó
a su casa, pero como ya tenían donde pasar la noche tuvo que conformarse con
invitarles a cenar.
— Tengo lo
que necesitáis, chicos. — Dijo una vez estuvieron sentados a la mesa. — Yo era
el mecánico personal del presidente Shinra y cuando estaba vivo me pidió que le
construyera una nave rápida, la más rápida de toda Gaia. Le dediqué mucho
tiempo, primero con los proyectos, después con el diseño y finalmente con su
construcción. Pero algo falló y nunca llegó a volar. Era mi obra maestra, de
verdad, pero por algún motivo no funcionó. Poco después el presidente murió y
su hijo me despidió. Me fui sin hacer ruido con la condición de que me dejaran
traer mi nave conmigo, así que ellos se encargaron de todo y aquí estamos.
— ¿Nos
estás insinuando que esa nave nos podría ser útil? — Exclamó Yuffie incrédula. —
Pero si acabas de decir que no vuela, ¿cómo nos podría ser de utilidad?
— El caso
es que ya no construyo nada, pero se me partía el corazón abandonando a mi
criatura, así que estos años he estado trabajando en ella. Sólo le faltan un
par de retoques y creo que estará lista. Es la Highwind y lleva mi apellido
porque es mi gran creación. Cuando surque los cielos cortará el viento y
llegaremos a cualquier destino mucho antes de lo que creéis.
— Suena
estupendo, de verdad, pero es que precisamente tiempo es lo que no tenemos, Cid.
— Recordó Tifa.
— ¿Crees
que te tomará mucho terminar de hacer esos ajustes? Yo también sé mecánica, tal
vez podría echarte una mano. — Se ofreció Barret.
— No, mucho
tiempo no. Lo importante es que después funcione. En ese caso podremos partir
cuando queráis y estaremos en el continente Norte en cuestión de horas, sino
tendremos que quedarnos aquí hasta que el Highwind esté listo. No puedo
aseguraros cuánto…
— Está
bien. — Tifa quiso cortar su discurso antes de que se volviera negativo y
desanimara al grupo. — Creo que esta es nuestra mejor baza de momento. Barret,
tú le ayudas con la mecánica. Yo también haré lo que pueda. Vosotros, mientras
tanto, entrenad. Estando en una aldea no tenemos por qué preocuparnos ni de los
víveres ni de los monstruos, así que centraros en aprovechar el tiempo al máximo.
¿Entendido? — Todos asintieron al unísono. — Genial. Hoy a descansar y mañana
nos pondremos manos a la obra.
Después de
la cena acudieron a la posada para dormir. Kanha compartía habitación con Tifa
y Yuffie. Cloud, Vincent y Barret estaban en la habitación contigua y Nanaki
dormía en los establos con los chocobos. La benjamina del grupo realmente era
muy joven y como buena niña se quedó dormida poco después de echarse en la
cama. Tanta aventura la agotaba, era muy activa y siempre quería ayudar,
aprender y colaborar con todo lo que hacía el grupo. Dormir como un bebé era el
precio que debía pagar por ello. Tifa la miraba con orgullo, con cierto
instinto maternal.
— No fue
fácil aceptarla en el grupo. Es muy joven para exponerse a tanto peligro. Pero
es muy obstinada y tiene una poderosa determinación bastante difícil de eludir.
El caso es que ahora es una de nosotros y lucha por el bien común como la que
más. Su vida está en nuestras manos y la nuestra en las suyas.
— Todos
sabemos a lo que vamos, Tifa. No te preocupes tanto. Además, si no continuamos
con esto no habrá futuro para ninguno de nosotros por eso nadie que sea
consciente de la envergadura de esta misión se niega a colaborar porque todos
queremos un nuevo día en el que despertar. — A Tifa se le cayó una lágrima y
abrazó a su amiga. Llevaba el peso de la responsabilidad de todo aquello
prácticamente sola y al fin y al cabo era sólo una chica, un ser humano como
cualquier otro, con miedo a fracasar.
— Te he
echado mucho de menos… ¡Me alegro tanto de que estés de vuelta!
— Yo
también… — Kanha sabía que en una situación así debía animarla, que debía
decirle algo para subirle la moral. Habitualmente esa no era su función en el
grupo, pero llegados a ese punto lo mismo daba hacer un roto que un descosido. —
Escucha Tifa. — La muchacha deshizo el abrazo y se sentó junto a ella en el
borde de la cama. — Si mañana el Highwind funciona partiremos enseguida hacia
el continente Norte, ¿verdad?
— Así es,
en cuanto tengamos todos los preparativos listos.
— Bien,
pues creo sinceramente que todo saldrá bien, aunque tengamos que enfrentarnos a
ellos mañana mismo. — La joven morena se sorprendió ante tal afirmación. — ¡En
serio! Míranos: tal vez no seamos tan fuertes como ellos, pero la victoria es
nuestra, estoy segura de ello.
— Está bien
que tengas tanta confianza en el grupo, pero creo que no haréis mal en
aprovechar todo el tiempo que tengáis para entrenar. Barret y yo podremos ayudaros
en el combate si fuese necesario, pero los verdaderos guerreros aquí sois todos
los demás. Aún no los conoces bien, pero Yuffie, por ejemplo, usa técnicas
ninja impresionantes. Es muy hábil en combate, ágil y rápida. Y, aunque no sabe
usar la magia, es muy buena en el cuerpo a cuerpo. Nanaki, sin embargo, es un
gran mago negro. Por suerte o por desgracia, su paso por el laboratorio del
doctor Hojo hizo que desarrollara ese potencial y diría que lo lleva incluso
mejor que Cloud. Además, es un ser sumamente inteligente y estratega en el
combate. Es alguien a quien escuchar cuando se trata de afrontar un combate
difícil. Además, también contamos con Vincent. De él podría decir que es como
nuestra arma secreta. Shinra lo da por muerto, así que no cuentan con que
alguien como él se ponga en su contra. En cierta manera, es parecido a cuando
reclutamos a Cloud porque, al igual que él, trabajó para ellos y los conoce
desde dentro. La diferencia es que el entrenamiento para formar parte de los
Turcos fue especialmente duro. Lo podemos imaginar, aunque nunca hable de ello.
Es bueno con la magia y con el combate cuerpo a cuerpo, como cualquier Soldado,
pero además tiene cierta habilidad con las armas de fuego que los demás no
tenemos. Por otro lado, su gran fuerte es todo lo que sabe, tanto de Sephiroth
como del proyecto Jénova. Como bien sabes, toda información será poca. Y,
bueno, a los demás ya los conoces. Mañana cuando entrenéis lo verás todo más
claro.
— No
necesito que salga el sol para tenerlo más claro, Tifa. — Contestó Kanha con
una amplia sonrisa. — Ganaremos esta batalla. Ya lo verás. — Se sentía especialmente
positiva y después de escucharla alabar a todos los componentes del grupo de esa
manera, mucho más. Estaba tan convencida de que todo saldría bien que contagió
un poco a su amiga, por lo que le arrancó una sonrisa.
— ¡Esa es
la actitud! — Pero Tifa estaba totalmente agotada, así que se metió en la cama.
— Buenas noches. Será mejor descansar. — Concluyó mientras se estiraba de espaldas
a ella para dormir.
Kanha la
miró con orgullo, pero sin una pizca de sueño ni cansancio. De hecho, llevaba
todo el día notando cómo su propia energía vital crecía sin parar y empezaba a
sentirse invencible, eufórica. Por lo que antes de dormir se tumbó sobre su
cama y volvió a concentrarse en su alrededor, en cada una de las porciones de
energía vital que daba vida sus amigos y compañeros de viaje. Quería
familiarizarse con todas y cada una de ellas. Sabía que si lo hacía sería capaz
de distinguirlos durante el combate y de esa manera le sería más fácil saber a
quién dirigir su magia blanca en el momento preciso. La intención era cerrar
los ojos y concentrarse en todos ellos, sin embargo, enseguida, y casi
instantáneamente, notó la energía de Cloud justo al otro lado de la pared, cálida
y poderosa, y no pudo ver nada más allá; todas las demás porciones de
Lifestream quedaron relegadas a un segundo plano automáticamente. La chica
alargó el brazo en la oscuridad de la noche para tocar la superficie rugosa que
los separaba con la punta de los dedos y así intentar acercarse un poquito más
a él. Sabía que estaba dormido, que descansaba plácidamente. Lo notaba. La
vibración de su energía era calma. Su cerebro le sugirió que debería hacer lo
mismo, pero el resto de su cuerpo no se lo permitía. Literalmente no podía: se
sentía llena de vida, eufórica por haber descubierto una verdad como un templo.
Tan fácil, tan evidente, que pasaba desapercibida ante los ojos de todos:
Sephiroth era muy poderoso y temible, pero estaba solo y ellos no. En ese
momento notó como su energía vital se disparaba, el corazón parecía que se le
iba a salir del pecho y tenía la sensación de que un aura especial la rodeaba,
como si estuviera a punto para lanzar un poderoso hechizo. Se sentía llena,
capaz de salir corriendo y llegar a nado al continente Norte. No podía quedarse
tumbada en la cama con tanta energía en el cuerpo, así que no lo soportó más y se
levantó para ir al baño. Debo calmarme o
les despertaré. Sin hacer demasiado ruido y sin encender ninguna luz se lavó
la cara y apoyó las manos en los bordes de la pica para descansar parte de su
peso corporal e intentar relajarse. A continuación, hizo una serie de
respiraciones acompasadas y profundas y, como un acto reflejo, se miró al
espejo buscando cordura ante una situación que creía que se le estaba yendo de
las manos, como si le estuviera dando una especie de ataque. Todos estos
pensamientos desaparecieron de su mente de manera instantánea cuando vio lo que
vio en su reflejo: en la oscuridad de la noche vio muy claramente cómo sus ojos
marrones irradiaban luz mako, verde como la de Aerith, como si hubiese sido
expuesta. Cuando estés preparada para
llevar el fragmento de materia contigo lo sabrás… Todavía no se ha producido la conexión entre el Lifestream y tú, pero
tiempo al tiempo… Como si de una profecía se tratara, las palabras de su
amiga cada vez tenían más sentido para ella.
Cid mostrando su obra de arte, el Highwind, a Tifa y a Vincent |