— Por
suerte, —añadió Cloud antes de que el silencio se prolongara en exceso—
Sephiroth no se llevó la materia blanca.
— ¡¿No?! —
Contestó Kanha reaccionando con gran asombro. — ¿Entonces lo único que quería
era matarla? — El chico asintió.
— Nuestra
teoría es que para él Aerith era una seria amenaza, ya que era la única que
podía invocar a Sagrado y, por lo tanto, hacer que sus planes se fuesen al
traste. Suponemos que no cogió la materia blanca porque creyó que nosotros
tampoco la podríamos usar y, por lo tanto, no le pareció necesario. Seguro que
se ve como el claro vencedor de esta guerra y la verdad es que a todas luces lo
parece… — Volvió a hacerse una pausa reflexiva. — Pero Tifa no quiere tirar la
toalla y Yuffie está de su parte. Cree ciegamente en las palabras de Aerith y
en la fe que tenía en ti. Cree que si nos pidió que no te dejáramos atrás debía
ser por algún motivo. Cree que la clave de todo este embrollo la tienes tú y
lleva varios días rezando por tu vuelta, lo cual no es algo habitual. Pero desde
nuestra visita al Cañón Cosmo, después de hablar con el viejo, ella también ha
estado distinta. No creí que fuese tan creyente, pero lo cierto es que después
de todo lo que hemos visto y de las experiencias que hemos vivido hasta yo creo
en los milagros. — Y le pasó una cálida mano por la espalda, como si intentara
calentarla tras un frío día de invierno. Esto les llevó a acurrucarse el uno
contra el otro. — Tifa no se ha separado de ti desde entonces. Por eso te he
dicho que el hecho de que despertaras ha sido como un halo de esperanza para
todos.
— ¿Sabes
una cosa? Aerith ya me dijo que debía aprender a invocar a Sagrado porque ella
moriría pronto.
— ¿En
serio?
— Sí.
Cuando íbamos para Midgar me lo confesó, pero no quise creerla. Además entendí
que primero debía enseñarme algo más, pero veo que no nos ha dado tiempo…
— ¿Así,
sabía que iba a morir? — La joven asintió con cierta tristeza. — Ahora que lo
dices, sí que parecía que lo esperase. No mostró ningún signo de dolor ni puso
ninguna cara desagradable. Eso hizo que el crimen fuese incluso más atroz y
siniestro, pero lo cierto es que pareció quedarse en paz, como si hubiese
cumplido con su objetivo de vida.
— Pues yo
creo que tenía todos lo cabos bien atados. Al principio no quiso venir con
nosotros, ¿te acuerdas? Pero parece que poco a poco nos hemos convertido en parte
de su plan como peones en esta partida de ajedrez. Claro que cuando superas el
tablero, el peón se puede convertir en cualquier otra pieza, incluso en la
reina…— Kanha se dio cuenta de que Cloud se había perdido. — ¿Qué pasa?
— No
entiendo lo que dices.
— ¿No sabes
lo que es el ajedrez?
— No.
— Es un
juego de mesa, de estrategia. No importa… — Eso le hizo recordar que tenía algo
que explicarle, pero no le pareció que la información que le pudiera facilitar
fuese relevante para continuar con su misión. Al contrario, le pareció que
entorpecería más que ayudar. — ¿Por qué me has traído aquí, Cloud? — Intentó
desviar el tema. Seguían acurrucados a la orilla del lago con la mirada perdida
sobre su superficie cristalina y disfrutando de la presencia del otro.
— Cuando
desperté, después de huir del laboratorio estábamos de vuelta en los Suburbios,
en la sede de AVALANCHA: yo en una camilla y tú en la de al lado. Me acordé de
la primera vez que estuvimos allí, también fue la primera vez que hablamos y
más o menos estábamos en la misma situación. Pero pasaban las horas y no
despertabas. Intenté contactar contigo telepáticamente. Aerith también lo hizo
pero dijo que estabas totalmente ida. Sin embargo tus constantes vitales,
aunque débiles, eran estables y ella se ocupó personalmente de que continuases
el viaje con nosotros. En varias ocasiones tuve miedo por ti. Creí que te
perdería del todo, que no despertarías nunca, por lo que me entregué en cuerpo
y alma a nuestra misión. Por eso para mí fue especialmente traumático darme
cuenta de que era como una marioneta en las manos del enemigo, porque cuanto
más quería ayudar más peligroso me volvía para el grupo.
— ¿Cómo
llegaste a esa conclusión?
— Cuando
leí los informes del experimento me di cuenta de la envergadura de todo el
proceso. Vi cómo el profesor Hojo nos quería convertir en una especie de
ejército superior a Soldado. Pero para ello debíamos pasar por una serie de
procesos que nos anulaba como individuos. En mi caso se quedó a medias por eso
me ha cambiado la personalidad, me ha hecho más frío, pero no pudo terminarlo y
ahora no soy ni Cloud Strife ni el sujeto de pruebas 67.
— Eso no
debe torturarte. — Dijo Kanha al tiempo que le cogía de la mano. — Como tú
mismo me dijiste en una ocasión, no me importa quién fuiste sino quién eres en
este momento y quién vas a decidir ser de ahora en adelante. — Ella le sonrió y
el chico la abrazó.
— Tienes
razón…
— Aún no me
has dicho por qué me has traído aquí.
— Cierto… —
Recordó mientras deshacían el abrazo. — Bueno, la verdad es que les dije a los
demás que si despertabas quería ser yo quién te diera las explicaciones, que
quería pasar un rato a solas contigo. La escusa era que habían pasado muchas
cosas y que estarías más cómoda conmigo que con cualquiera de los demás. Eso
sin contar que hay bastantes miembros nuevos que no conoces… A todo el mundo le
pareció justo, menos a Yuffie que se muere de ganas de conocerte y avasallarte
a preguntas. Aún así, no le ha tocado otra más que respetar la decisión popular
y es por eso que nadie ha interferido cuando ha llegado el momento.
— ¿Entonces
me has traído aquí por Aerith, para contarme su desenlace?
— Por ella
y también por mí. — De nuevo la volvió a abrazar con fuerza y Kanha notó como
le temblaba el cuerpo.
— ¿Estás
bien? — Preguntó la joven un tanto alarmada.
— Yo
también recé por tu vuelta. — Incluso la voz le temblaba. — Creí que te había
perdido y lo peor de todo es que justo antes de caer creía que podría salvarte.
Cuando desperté y te vi postrada en aquella camilla estuve a tu lado varias
horas, convencido de que abrirías los ojos en cualquier momento, pero el
milagro no tuvo lugar. — La estaba abrazando con tanta fuerza que le costaba
respirar. — Aerith intentó suavizar la situación, pero para mí fue un trauma
terrible. No podía soportar el estar a tu lado sabiendo que tal vez no volviera
a verte consciente. Todas estas semanas he estado entrenando duro para mejorar
y también para despejar mi mente. Eso permitía que me evadiera de lo que
realmente me importaba.
— Gracias. —
Contestó ella hundiéndose en su pecho y aspirando ese olor que tanto le
gustaba. Aún no se creía que Cloud estuviera ahí con ella.
Entonces él
le cogió el rostro con ambas manos, con suma delicadeza, y se acercó para
mirarla fijamente a los ojos. Azules, fríos, profundos y enormes, con ese
resplandor de mako que tanto le caracterizaba resaltado por los restos de
algunas lágrimas. Kanha notó mariposas en el estómago y antes de que
recapacitara y reaccionara ya se habían fundido en un tierno beso. Fue entonces
cuando la chica despejó todas sus dudas. ¡Estoy
aquí de verdad! pensó. Y abrazó a su amado con fuerza, como si no quisiera
que se le volviera a escapar.
— Pase lo
que pase, —empezó a decir el chico después de unos instantes— prométeme que no me volverás a dejar sin
despedirte. — De nuevo se miraban a corta distancia y estaba claro que esperaba
una respuesta.
— Te
prometo que estaré contigo hasta el final y estoy segura de que encontraremos
una manera de solucionar todo este embrollo, incluso de romper ese vínculo que
tienes con las células de Jénova. — Él le sonrió ampliamente, cosa muy poco
habitual, y la volvió a abrazar.
Kanha se
sentía como una persona totalmente nueva, sumamente feliz. Además, era capaz de
notar la energía vital de cada ser vivo que les rodeaba y de cómo la suya
propia se incrementaba dentro de su ser. También notaba la de Cloud, grande y
fuerte, e incluso la del resto del grupo que les aguardaba en el antiguo
poblado Cetra, no muy lejos de allí.
— ¿Puedes
llevarme hasta el agua? — Dijo ella sorprendiéndole con su petición. Tengo un presentimiento…
— ¿Cómo?
— Por
favor… — Insistió.
El muchacho
se puso de pie y la tomó en brazos. Igual que hizo con Aerith varios días atrás
cargó con ella caminando lago adentro hasta que el agua le llegó a la altura de
la cintura. Ella hizo un gesto para que la soltara y así lo hizo. A diferencia
de la Cetra, Kanha flotó en la superficie boca arriba y en ese momento se
sintió enormemente feliz. Notaba el calor del sol en la cara y sus rayos la
cegaban. Sonrió y se dejó llevar. Empezó a mover los brazos como el que quiere
dibujar un ángel en la nieve y al poco también las piernas. Cloud, que conservaba
su típica pose seria, no la perdía de vista y no tenía previsto acortar las
distancias por si le necesitara en algún momento. Ante la sorpresa de ambos,
poco después, Kanha se giró y empezó a nadar hasta, finalmente, conseguir hacer
brazadas y bucear. Él dudó de si dejarla a su aire o de si seguirla, pero su
estado dubitativo duró poco porque el lago empezó a emanar una extraña luz
verdosa y enseguida se puso en guardia. La chica se zambulló y antes de que él
se lanzara a su recate salió a flote cual delfín que salta sobre la superficie
del mar.
— ¡Esto es
maravilloso! — Exclamó la joven. — Me siento capaz de afrontar cualquier reto; ¡estoy
al 100%! — Él se le acercó sin saber qué pensar y volvieron a reunirse en un
abrazo, aunque en esta ocasión el chico simplemente la quería llevar de vuelta
a la orilla y asegurarse de que no se ahogaba. No podía quitarse de la cabeza
que acababa de despertar de un largo periodo de coma, que la acababa de
recuperar y de que no soportaría volverla a perder. — De verdad que estoy bien.
— Insistió ella dándose cuenta de su preocupación.
— Te
sientes bien porque estás en el agua. Cuando salgas tu cuerpo volverá a pesar
lo mismo que antes. Una persona que lleva inconsciente tanto tiempo tiene que
recuperar la masa muscular. Pasarán varios días hasta que vuelvas a ser la de
antes.
— Pero no
tenemos tanto tiempo. Debemos ir al norte.
— Sin saber
cómo invocar a Sagrado dará lo mismo ir que no ir, darse prisa como no… —
Contestó Cloud apesadumbrado.
— No debes
perder la esperanza. Estoy segura de que yo no soy un cabo suelto, de que
Aerith también tenía un plan para mí y de que tarde o temprano encontraré las
instrucciones necesarias para hacer lo que tengo que hacer. — El chico la miró
incrédulo. Ella le sonrió, le dio un empujón y empezó a nadar tan rápido como
pudo hacia la orilla del lago. Evidentemente, Cloud era mucho más rápido y
llegó antes que ella. No quería que se sobre esforzara. No quería perderla
después de tanto esperar su vuelta. — Te digo que puedo sola…— Repitió
cansinamente.
— Y yo te
digo que no es posible. — Sin embargo, la tozudez de ambos provocó un pequeño
forcejeo y Cloud fue el que finalmente se apartó por miedo a lastimarla. Ante
su profundo asombro la joven salió del agua por su propio pie. Trastabilló un
poco al principio, pero lo logró sin su ayuda y remontó hasta varios metros
tierra adentro.
— ¿Ves? —
Por unos segundos se quedó quieta, sin dar un paso, luego le sonrió. — Vale,
ahora ya puedes venir a ayudarme porque si tenemos que ir a mi paso creo que
tardaremos unos dos días en llegar. — Al joven se le escapó un fugaz sonrisa y
enseguida la socorrió. Realmente está
contento… Pensó la joven para sí después de verle tan alegre y
despreocupado por segunda vez en un lapso de tiempo tan corto. El chico la
cargó de nuevo a su espalda y pusieron rumbo a la aldea para reunirse con el
resto del grupo.
Una vez
allí finalmente conoció en persona a los tres nuevos miembros de AVALANCHA. Kanha
ya los había visto a través del juego, pero les dejó que se presentaran y que
le explicaran su versión de la historia. Nanaki era una especie de guepardo
rojo modificado genéticamente a manos del doctor Hojo. Eso le permitía hablar
como una persona e incluso invocar hechizos. Era sumamente inteligente, tenía
un gran sentido del honor y poseía una gran cantidad de energía vital que
concentraba en la punta de su cola haciendo que ésta brillara con mucha
intensidad. Yuffie era una chica muy joven que había decidido unirse al grupo
para destruir Shinra. Ella, al igual que la mayoría de ellos, creía que si
acababan con el origen del problema éste desaparecería por sí solo. No
obstante, no dejaba de ser una preadolescente temeraria que no pensaba
demasiado las cosas y que prefería entrar en acción para mostrar sus asombrosas
habilidades de combate a la que se presentaba la más mínima ocasión. Joven y
alocada, Yuffie le daba un toque de color a un panorama bien negro… Vincent,
muy al contrario que ella, era un adulto callado y serio. Explicó que años
atrás había pertenecido a los Turcos y que fue uno de los primeros custodios
del Proyecto Jénova.
— No lo he
dicho antes pero, llegados a este punto, creo que es justo que vosotros también
lo sepáis. — Dijo Vincent al hilo de su propio relato. — ¿Os suena el nombre de
Lucrecia Crescend? Era mi mujer.
— ¿Debería
sonarnos? — Preguntó Yuffie con un tono un poco burlón.
— ¿Lucrecia
Crescend? ¿La doctora Crescend? — Preguntó Kanha. Enseguida todos se giraron
hacia ella. E incluso Vincent abandonó su perpetua cara de preocupación y
tristeza para mostrar un gran asombro impropio de él. — Trabajaba con el doctor
Hojo y el doctor Gast, ¿no? — Insistió la joven creyendo que había metido la
pata.
— ¿La
conocías? — Quiso saber Vincent.
— No. Lo
cierto es que no, pero el doctor Hojo me contó cómo se fundó el Proyecto Jénova
y me habló de ellos dos.
— ¿Y qué te
contó?
— No mucho.
Ahora mismo no lo recuerdo, la verdad, pero creo que los mencionó y poco más. —
Se hizo el silencio y Kanha se sintió muy incómoda. — Pero continúa, tampoco
puedo aportar mucho más…
— Pues como
bien dices Lucrecia era científica. Bióloga. Trabajaba bajo la tutela del
doctor Gast y junto al doctor Hojo iniciaron el Proyecto Jénova. Pero el doctor
Hojo era vil y lo quería todo para sí, por lo que se las ingenió para
deshacerse de sus competidores. Su primera víctima fue mi amada Lucrecia. — El
rostro de Vincent se ensombreció más de lo acostumbrado. — Se había quedado
embarazada. Nos enteramos de ello poco después de la expedición en el
continente del norte, donde encontraron el cuerpo de lo que creían que era un
Cetra.
— Jénova…—
Interrumpió la benjamina dando a entender que seguía la historia y que
simplemente intentaba ordenar toda la información nueva.
— Exacto,
Jénova. A causa de su embarazo decidimos acelerar las cosas y casarnos. Yo
creía que ese bebé era mío y todo parecía irnos bien, pero pronto empezó a
encontrarse mal y a mostrarse reservada conmigo. La verdad es que tampoco le di
la importancia que se merecía porque me mantenían muy ocupado con mi trabajo y
no fue hasta que ya no se pudo hacer nada que me enteré de todo. El hijo que
Lucrecia estaba esperando no era mío, sino que era una engendro genético que le
habían implantado en el útero para que pudiera desarrollarse y nacer como un
niño humano normal. Ese ser era fruto del código genético de Jénova y el propio
doctor Hojo, Lucrecia simplemente era un recipiente, pero para llevar a cabo el
proceso de manera exitosa era necesario someterla a la exposición al mako y a
muchas otras cosas en las que no quiero ni pensar. Conociendo al doctor Hojo,
estoy seguro de que le hizo pasar por todo tipo de pruebas que ni siquiera yo
mismo puedo imaginar. Cuando se destapó la verdad en el laboratorio el doctor
Gast quiso detener el proceso, pero repentinamente murió y Hojo se hizo cargo
de la investigación. Además, Lucrecia, a pesar de ser una de las impulsoras del
Proyecto, quedó relegada a ser poco más que un sujeto de pruebas y Hojo hacía
con ella lo que se le antojaba.
— ¡Pero eso
es terrible! — Interrumpió Tifa sin poder aguantar más el espanto.
— La verdad
es que no me sorprende. Eso no es una persona es un monstruo y no le importa lo
que deba hacer para conseguir lo que se haya propuesto. — Añadió Nanaki para
más inri.
— ¿Y
mientras tanto tú qué hacías? — Preguntó Yuffie claramente enfadada.
— Hojo me
mantenía muy ocupado con las misiones de los Turcos. No me di cuenta de nada
hasta que no fue demasiado tarde. Incluso pospusimos nuestro enlace, por lo que
nunca llegamos a casarnos.
— ¿Qué
quieres decir? — Quiso saber Yuffie.
— Lucrecia
murió en el parto. — Se produjo un momento de silencio. — El bebé fue prematuro
y todo fue muy precipitado. Yo estaba en una misión totalmente ajeno a todo y cuando
llegué no pude más que abrazarme a su cadáver ensangrentado. Supe que ese bebé
no era mío en ese momento, cuando le vi. Fue entonces cuando entendí que me
habían engañado.
— No lo
entiendo… ¿Cómo lo supiste? — Preguntó
Kanha.
— Porque era
un bebé, sí, pero no lloraba. Su mirada era gélida y sus ojos albergaban el
resplandor de la energía mako. Entonces entré en cólera y cargué contra las
personas que había presentes en aquel momento. Seguramente eran las menos
culpables, pero acabé con sus vidas sin pestañear y mis propios compañeros me
tuvieron que contener usando la fuerza y los narcóticos. Así fue como me
sumieron en un estado casi vegetativo. Entré en una profunda depresión
en la que me culpaba por mi ceguera ante tal situación y por no haber estado
junto a mi amada Lucrecia cuando más me necesitó. Estoy seguro de que todo
aquello lo hizo por el bien de la ciencia. Quiero creer que ese fue el
argumento que el doctor Hojo utilizó para convencerla. Pero aún habiéndolo
hecho por voluntad propia, me parece inconcebible el haber estado tan ciego y
haber propiciado de alguna manera su propia muerte.
— No digas
eso. — Kanha no pudo aguantar más tantas barbaridades juntas. — Tú simplemente
fuiste otra víctima del Proyecto Jénova. Te manipularon igual que a ella, te
mangonearon para que hicieras lo que ellos querían que hicieras y cuando ya no
les fuiste útil simplemente te desecharon y te apartaron a un lugar oscuro del
que procuraron que no salieras. No te flageles más por ello. Lucrecia tomó sus
decisiones y tú las tuyas. Lamentarse por acciones pasadas no ayudará a
solucionar el problema que tenemos en el presente y te recuerdo que incluso hoy
sigue habiendo víctimas del Proyecto Jénova y que esto no parará si no hacemos
algo al respecto. — La determinación de la joven hizo que el resto del grupo la
admirara en silencio. Entonces Barret se levantó.
— Debemos
ir al norte. — Dijo con una voz grave que Kanha casi había olvidado.
— Estoy de
acuerdo. — Añadió Vincent levantándose a su vez. — Simplemente quería que
supierais la totalidad de mi historia ya que está íntimamente ligada al
problema que enfrentamos.
— Y te lo
agradecemos profundamente. — Le contestó Tifa al tiempo que también se
levantaba. — Entendemos lo duro que es todo esto para ti, pero queremos mirar
adelante y también queremos contar contigo para solucionar todo este embrollo. —
Kanha sonrió ante esa madera de líder que vio en su amiga. — A pesar de todo
ese atribulado pasado, esperamos que te veas con fuerzas para seguir adelante y
echarnos una mano. Sabes que eres un guerrero muy importante en esta gesta,
¿verdad?
— No te
preocupes. — Respondió él. — A vuestro lado he entendido que estar con vosotros
y acabar con el legado de Jénova es mi sino. Además, estoy convencido de que
Sephiroth era ese bebé que Lucrecia llevó en su seno y de que su llegada al
mundo representó la muerte del amor de mi vida. Eso es algo que no le podré
perdonar… — Vincent cada vez hablaba más bajito y Tifa había bajado la guardia tras
la primera frase dando por hecho que podían contar con él, pero Nanaki oyó
perfectamente esas últimas palabras y quiso que no se pasaran por alto.
— ¿Estás
insinuando que Lucrecia Crescend es la madre de Sephiroth? — La mayoría de
componentes del grupo se había puesto ya en pie e incluso algunos habían
empezado a empaquetar sus pertenencias para iniciar el viaje cuanto antes, pero
todos sin excepción se volvieron al oír esas palabras. El semblante de Vincent
se volvió a ensombrecer.
— Estoy
seguro de que ese bebé era Sephiroth y eso lo convierte en su asesino. Nunca
podré perdonarle que matara a mi mujer. La simple existencia de ese ser es un
atentado a la vida en toda regla, no debería haber nacido nunca y estoy
dispuesto a arreglar ese pequeño detalle. — Sentenció con una ira contenida que
irradiaba energía negativa. Kanha pudo notarlo, aunque parecía que el resto no.
Vincent Valentine |
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