lunes, 6 de marzo de 2017

Capítulo 29. Released

— Por suerte, —añadió Cloud antes de que el silencio se prolongara en exceso— Sephiroth no se llevó la materia blanca.

— ¡¿No?! — Contestó Kanha reaccionando con gran asombro. — ¿Entonces lo único que quería era matarla? — El chico asintió.

— Nuestra teoría es que para él Aerith era una seria amenaza, ya que era la única que podía invocar a Sagrado y, por lo tanto, hacer que sus planes se fuesen al traste. Suponemos que no cogió la materia blanca porque creyó que nosotros tampoco la podríamos usar y, por lo tanto, no le pareció necesario. Seguro que se ve como el claro vencedor de esta guerra y la verdad es que a todas luces lo parece… — Volvió a hacerse una pausa reflexiva. — Pero Tifa no quiere tirar la toalla y Yuffie está de su parte. Cree ciegamente en las palabras de Aerith y en la fe que tenía en ti. Cree que si nos pidió que no te dejáramos atrás debía ser por algún motivo. Cree que la clave de todo este embrollo la tienes tú y lleva varios días rezando por tu vuelta, lo cual no es algo habitual. Pero desde nuestra visita al Cañón Cosmo, después de hablar con el viejo, ella también ha estado distinta. No creí que fuese tan creyente, pero lo cierto es que después de todo lo que hemos visto y de las experiencias que hemos vivido hasta yo creo en los milagros. — Y le pasó una cálida mano por la espalda, como si intentara calentarla tras un frío día de invierno. Esto les llevó a acurrucarse el uno contra el otro. — Tifa no se ha separado de ti desde entonces. Por eso te he dicho que el hecho de que despertaras ha sido como un halo de esperanza para todos.

— ¿Sabes una cosa? Aerith ya me dijo que debía aprender a invocar a Sagrado porque ella moriría pronto.

— ¿En serio?

— Sí. Cuando íbamos para Midgar me lo confesó, pero no quise creerla. Además entendí que primero debía enseñarme algo más, pero veo que no nos ha dado tiempo…

— ¿Así, sabía que iba a morir? — La joven asintió con cierta tristeza. — Ahora que lo dices, sí que parecía que lo esperase. No mostró ningún signo de dolor ni puso ninguna cara desagradable. Eso hizo que el crimen fuese incluso más atroz y siniestro, pero lo cierto es que pareció quedarse en paz, como si hubiese cumplido con su objetivo de vida.

— Pues yo creo que tenía todos lo cabos bien atados. Al principio no quiso venir con nosotros, ¿te acuerdas? Pero parece que poco a poco nos hemos convertido en parte de su plan como peones en esta partida de ajedrez. Claro que cuando superas el tablero, el peón se puede convertir en cualquier otra pieza, incluso en la reina…— Kanha se dio cuenta de que Cloud se había perdido. — ¿Qué pasa?

— No entiendo lo que dices.

— ¿No sabes lo que es el ajedrez?

— No.

— Es un juego de mesa, de estrategia. No importa… — Eso le hizo recordar que tenía algo que explicarle, pero no le pareció que la información que le pudiera facilitar fuese relevante para continuar con su misión. Al contrario, le pareció que entorpecería más que ayudar. — ¿Por qué me has traído aquí, Cloud? — Intentó desviar el tema. Seguían acurrucados a la orilla del lago con la mirada perdida sobre su superficie cristalina y disfrutando de la presencia del otro.

— Cuando desperté, después de huir del laboratorio estábamos de vuelta en los Suburbios, en la sede de AVALANCHA: yo en una camilla y tú en la de al lado. Me acordé de la primera vez que estuvimos allí, también fue la primera vez que hablamos y más o menos estábamos en la misma situación. Pero pasaban las horas y no despertabas. Intenté contactar contigo telepáticamente. Aerith también lo hizo pero dijo que estabas totalmente ida. Sin embargo tus constantes vitales, aunque débiles, eran estables y ella se ocupó personalmente de que continuases el viaje con nosotros. En varias ocasiones tuve miedo por ti. Creí que te perdería del todo, que no despertarías nunca, por lo que me entregué en cuerpo y alma a nuestra misión. Por eso para mí fue especialmente traumático darme cuenta de que era como una marioneta en las manos del enemigo, porque cuanto más quería ayudar más peligroso me volvía para el grupo.

— ¿Cómo llegaste a esa conclusión?

— Cuando leí los informes del experimento me di cuenta de la envergadura de todo el proceso. Vi cómo el profesor Hojo nos quería convertir en una especie de ejército superior a Soldado. Pero para ello debíamos pasar por una serie de procesos que nos anulaba como individuos. En mi caso se quedó a medias por eso me ha cambiado la personalidad, me ha hecho más frío, pero no pudo terminarlo y ahora no soy ni Cloud Strife ni el sujeto de pruebas 67.

— Eso no debe torturarte. — Dijo Kanha al tiempo que le cogía de la mano. — Como tú mismo me dijiste en una ocasión, no me importa quién fuiste sino quién eres en este momento y quién vas a decidir ser de ahora en adelante. — Ella le sonrió y el chico la abrazó.

— Tienes razón…

— Aún no me has dicho por qué me has traído aquí.

— Cierto… — Recordó mientras deshacían el abrazo. — Bueno, la verdad es que les dije a los demás que si despertabas quería ser yo quién te diera las explicaciones, que quería pasar un rato a solas contigo. La escusa era que habían pasado muchas cosas y que estarías más cómoda conmigo que con cualquiera de los demás. Eso sin contar que hay bastantes miembros nuevos que no conoces… A todo el mundo le pareció justo, menos a Yuffie que se muere de ganas de conocerte y avasallarte a preguntas. Aún así, no le ha tocado otra más que respetar la decisión popular y es por eso que nadie ha interferido cuando ha llegado el momento.

— ¿Entonces me has traído aquí por Aerith, para contarme su desenlace?

— Por ella y también por mí. — De nuevo la volvió a abrazar con fuerza y Kanha notó como le temblaba el cuerpo.

— ¿Estás bien? — Preguntó la joven un tanto alarmada.

— Yo también recé por tu vuelta. — Incluso la voz le temblaba. — Creí que te había perdido y lo peor de todo es que justo antes de caer creía que podría salvarte. Cuando desperté y te vi postrada en aquella camilla estuve a tu lado varias horas, convencido de que abrirías los ojos en cualquier momento, pero el milagro no tuvo lugar. — La estaba abrazando con tanta fuerza que le costaba respirar. — Aerith intentó suavizar la situación, pero para mí fue un trauma terrible. No podía soportar el estar a tu lado sabiendo que tal vez no volviera a verte consciente. Todas estas semanas he estado entrenando duro para mejorar y también para despejar mi mente. Eso permitía que me evadiera de lo que realmente me importaba.

— Gracias. — Contestó ella hundiéndose en su pecho y aspirando ese olor que tanto le gustaba. Aún no se creía que Cloud estuviera ahí con ella.

Entonces él le cogió el rostro con ambas manos, con suma delicadeza, y se acercó para mirarla fijamente a los ojos. Azules, fríos, profundos y enormes, con ese resplandor de mako que tanto le caracterizaba resaltado por los restos de algunas lágrimas. Kanha notó mariposas en el estómago y antes de que recapacitara y reaccionara ya se habían fundido en un tierno beso. Fue entonces cuando la chica despejó todas sus dudas. ¡Estoy aquí de verdad! pensó. Y abrazó a su amado con fuerza, como si no quisiera que se le volviera a escapar.

— Pase lo que pase, —empezó a decir el chico después de unos instantes—  prométeme que no me volverás a dejar sin despedirte. — De nuevo se miraban a corta distancia y estaba claro que esperaba una respuesta.

— Te prometo que estaré contigo hasta el final y estoy segura de que encontraremos una manera de solucionar todo este embrollo, incluso de romper ese vínculo que tienes con las células de Jénova. — Él le sonrió ampliamente, cosa muy poco habitual, y la volvió a abrazar.

Kanha se sentía como una persona totalmente nueva, sumamente feliz. Además, era capaz de notar la energía vital de cada ser vivo que les rodeaba y de cómo la suya propia se incrementaba dentro de su ser. También notaba la de Cloud, grande y fuerte, e incluso la del resto del grupo que les aguardaba en el antiguo poblado Cetra, no muy lejos de allí.

— ¿Puedes llevarme hasta el agua? — Dijo ella sorprendiéndole con su petición. Tengo un presentimiento…

— ¿Cómo?

— Por favor… — Insistió.

El muchacho se puso de pie y la tomó en brazos. Igual que hizo con Aerith varios días atrás cargó con ella caminando lago adentro hasta que el agua le llegó a la altura de la cintura. Ella hizo un gesto para que la soltara y así lo hizo. A diferencia de la Cetra, Kanha flotó en la superficie boca arriba y en ese momento se sintió enormemente feliz. Notaba el calor del sol en la cara y sus rayos la cegaban. Sonrió y se dejó llevar. Empezó a mover los brazos como el que quiere dibujar un ángel en la nieve y al poco también las piernas. Cloud, que conservaba su típica pose seria, no la perdía de vista y no tenía previsto acortar las distancias por si le necesitara en algún momento. Ante la sorpresa de ambos, poco después, Kanha se giró y empezó a nadar hasta, finalmente, conseguir hacer brazadas y bucear. Él dudó de si dejarla a su aire o de si seguirla, pero su estado dubitativo duró poco porque el lago empezó a emanar una extraña luz verdosa y enseguida se puso en guardia. La chica se zambulló y antes de que él se lanzara a su recate salió a flote cual delfín que salta sobre la superficie del mar.

— ¡Esto es maravilloso! — Exclamó la joven. — Me siento capaz de afrontar cualquier reto; ¡estoy al 100%! — Él se le acercó sin saber qué pensar y volvieron a reunirse en un abrazo, aunque en esta ocasión el chico simplemente la quería llevar de vuelta a la orilla y asegurarse de que no se ahogaba. No podía quitarse de la cabeza que acababa de despertar de un largo periodo de coma, que la acababa de recuperar y de que no soportaría volverla a perder. — De verdad que estoy bien. — Insistió ella dándose cuenta de su preocupación.

— Te sientes bien porque estás en el agua. Cuando salgas tu cuerpo volverá a pesar lo mismo que antes. Una persona que lleva inconsciente tanto tiempo tiene que recuperar la masa muscular. Pasarán varios días hasta que vuelvas a ser la de antes.

— Pero no tenemos tanto tiempo. Debemos ir al norte.

— Sin saber cómo invocar a Sagrado dará lo mismo ir que no ir, darse prisa como no… — Contestó Cloud apesadumbrado.

— No debes perder la esperanza. Estoy segura de que yo no soy un cabo suelto, de que Aerith también tenía un plan para mí y de que tarde o temprano encontraré las instrucciones necesarias para hacer lo que tengo que hacer. — El chico la miró incrédulo. Ella le sonrió, le dio un empujón y empezó a nadar tan rápido como pudo hacia la orilla del lago. Evidentemente, Cloud era mucho más rápido y llegó antes que ella. No quería que se sobre esforzara. No quería perderla después de tanto esperar su vuelta. — Te digo que puedo sola…— Repitió cansinamente.

— Y yo te digo que no es posible. — Sin embargo, la tozudez de ambos provocó un pequeño forcejeo y Cloud fue el que finalmente se apartó por miedo a lastimarla. Ante su profundo asombro la joven salió del agua por su propio pie. Trastabilló un poco al principio, pero lo logró sin su ayuda y remontó hasta varios metros tierra adentro.

— ¿Ves? — Por unos segundos se quedó quieta, sin dar un paso, luego le sonrió. — Vale, ahora ya puedes venir a ayudarme porque si tenemos que ir a mi paso creo que tardaremos unos dos días en llegar. — Al joven se le escapó un fugaz sonrisa y enseguida la socorrió. Realmente está contento… Pensó la joven para sí después de verle tan alegre y despreocupado por segunda vez en un lapso de tiempo tan corto. El chico la cargó de nuevo a su espalda y pusieron rumbo a la aldea para reunirse con el resto del grupo.

Una vez allí finalmente conoció en persona a los tres nuevos miembros de AVALANCHA. Kanha ya los había visto a través del juego, pero les dejó que se presentaran y que le explicaran su versión de la historia. Nanaki era una especie de guepardo rojo modificado genéticamente a manos del doctor Hojo. Eso le permitía hablar como una persona e incluso invocar hechizos. Era sumamente inteligente, tenía un gran sentido del honor y poseía una gran cantidad de energía vital que concentraba en la punta de su cola haciendo que ésta brillara con mucha intensidad. Yuffie era una chica muy joven que había decidido unirse al grupo para destruir Shinra. Ella, al igual que la mayoría de ellos, creía que si acababan con el origen del problema éste desaparecería por sí solo. No obstante, no dejaba de ser una preadolescente temeraria que no pensaba demasiado las cosas y que prefería entrar en acción para mostrar sus asombrosas habilidades de combate a la que se presentaba la más mínima ocasión. Joven y alocada, Yuffie le daba un toque de color a un panorama bien negro… Vincent, muy al contrario que ella, era un adulto callado y serio. Explicó que años atrás había pertenecido a los Turcos y que fue uno de los primeros custodios del Proyecto Jénova.

— No lo he dicho antes pero, llegados a este punto, creo que es justo que vosotros también lo sepáis. — Dijo Vincent al hilo de su propio relato. — ¿Os suena el nombre de Lucrecia Crescend? Era mi mujer.

— ¿Debería sonarnos? — Preguntó Yuffie con un tono un poco burlón.

— ¿Lucrecia Crescend? ¿La doctora Crescend? — Preguntó Kanha. Enseguida todos se giraron hacia ella. E incluso Vincent abandonó su perpetua cara de preocupación y tristeza para mostrar un gran asombro impropio de él. — Trabajaba con el doctor Hojo y el doctor Gast, ¿no? — Insistió la joven creyendo que había metido la pata.

— ¿La conocías? — Quiso saber Vincent.

— No. Lo cierto es que no, pero el doctor Hojo me contó cómo se fundó el Proyecto Jénova y me habló de ellos dos.

— ¿Y qué te contó?

— No mucho. Ahora mismo no lo recuerdo, la verdad, pero creo que los mencionó y poco más. — Se hizo el silencio y Kanha se sintió muy incómoda. — Pero continúa, tampoco puedo aportar mucho más…

— Pues como bien dices Lucrecia era científica. Bióloga. Trabajaba bajo la tutela del doctor Gast y junto al doctor Hojo iniciaron el Proyecto Jénova. Pero el doctor Hojo era vil y lo quería todo para sí, por lo que se las ingenió para deshacerse de sus competidores. Su primera víctima fue mi amada Lucrecia. — El rostro de Vincent se ensombreció más de lo acostumbrado. — Se había quedado embarazada. Nos enteramos de ello poco después de la expedición en el continente del norte, donde encontraron el cuerpo de lo que creían que era un Cetra.

— Jénova…— Interrumpió la benjamina dando a entender que seguía la historia y que simplemente intentaba ordenar toda la información nueva.

— Exacto, Jénova. A causa de su embarazo decidimos acelerar las cosas y casarnos. Yo creía que ese bebé era mío y todo parecía irnos bien, pero pronto empezó a encontrarse mal y a mostrarse reservada conmigo. La verdad es que tampoco le di la importancia que se merecía porque me mantenían muy ocupado con mi trabajo y no fue hasta que ya no se pudo hacer nada que me enteré de todo. El hijo que Lucrecia estaba esperando no era mío, sino que era una engendro genético que le habían implantado en el útero para que pudiera desarrollarse y nacer como un niño humano normal. Ese ser era fruto del código genético de Jénova y el propio doctor Hojo, Lucrecia simplemente era un recipiente, pero para llevar a cabo el proceso de manera exitosa era necesario someterla a la exposición al mako y a muchas otras cosas en las que no quiero ni pensar. Conociendo al doctor Hojo, estoy seguro de que le hizo pasar por todo tipo de pruebas que ni siquiera yo mismo puedo imaginar. Cuando se destapó la verdad en el laboratorio el doctor Gast quiso detener el proceso, pero repentinamente murió y Hojo se hizo cargo de la investigación. Además, Lucrecia, a pesar de ser una de las impulsoras del Proyecto, quedó relegada a ser poco más que un sujeto de pruebas y Hojo hacía con ella lo que se le antojaba.

— ¡Pero eso es terrible! — Interrumpió Tifa sin poder aguantar más el espanto.

— La verdad es que no me sorprende. Eso no es una persona es un monstruo y no le importa lo que deba hacer para conseguir lo que se haya propuesto. — Añadió Nanaki para más inri.

— ¿Y mientras tanto tú qué hacías? — Preguntó Yuffie claramente enfadada.

— Hojo me mantenía muy ocupado con las misiones de los Turcos. No me di cuenta de nada hasta que no fue demasiado tarde. Incluso pospusimos nuestro enlace, por lo que nunca llegamos a casarnos.

— ¿Qué quieres decir? — Quiso saber Yuffie.

— Lucrecia murió en el parto. — Se produjo un momento de silencio. — El bebé fue prematuro y todo fue muy precipitado. Yo estaba en una misión totalmente ajeno a todo y cuando llegué no pude más que abrazarme a su cadáver ensangrentado. Supe que ese bebé no era mío en ese momento, cuando le vi. Fue entonces cuando entendí que me habían engañado.

— No lo entiendo… ¿Cómo lo supiste? —  Preguntó Kanha.

— Porque era un bebé, sí, pero no lloraba. Su mirada era gélida y sus ojos albergaban el resplandor de la energía mako. Entonces entré en cólera y cargué contra las personas que había presentes en aquel momento. Seguramente eran las menos culpables, pero acabé con sus vidas sin pestañear y mis propios compañeros me tuvieron que contener usando la fuerza y los narcóticos. Así fue como me sumieron en un estado casi vegetativo. Entré en una profunda depresión en la que me culpaba por mi ceguera ante tal situación y por no haber estado junto a mi amada Lucrecia cuando más me necesitó. Estoy seguro de que todo aquello lo hizo por el bien de la ciencia. Quiero creer que ese fue el argumento que el doctor Hojo utilizó para convencerla. Pero aún habiéndolo hecho por voluntad propia, me parece inconcebible el haber estado tan ciego y haber propiciado de alguna manera su propia muerte.

— No digas eso. — Kanha no pudo aguantar más tantas barbaridades juntas. — Tú simplemente fuiste otra víctima del Proyecto Jénova. Te manipularon igual que a ella, te mangonearon para que hicieras lo que ellos querían que hicieras y cuando ya no les fuiste útil simplemente te desecharon y te apartaron a un lugar oscuro del que procuraron que no salieras. No te flageles más por ello. Lucrecia tomó sus decisiones y tú las tuyas. Lamentarse por acciones pasadas no ayudará a solucionar el problema que tenemos en el presente y te recuerdo que incluso hoy sigue habiendo víctimas del Proyecto Jénova y que esto no parará si no hacemos algo al respecto. — La determinación de la joven hizo que el resto del grupo la admirara en silencio. Entonces Barret se levantó.

— Debemos ir al norte. — Dijo con una voz grave que Kanha casi había olvidado.

— Estoy de acuerdo. — Añadió Vincent levantándose a su vez. — Simplemente quería que supierais la totalidad de mi historia ya que está íntimamente ligada al problema que enfrentamos.

— Y te lo agradecemos profundamente. — Le contestó Tifa al tiempo que también se levantaba. — Entendemos lo duro que es todo esto para ti, pero queremos mirar adelante y también queremos contar contigo para solucionar todo este embrollo. — Kanha sonrió ante esa madera de líder que vio en su amiga. — A pesar de todo ese atribulado pasado, esperamos que te veas con fuerzas para seguir adelante y echarnos una mano. Sabes que eres un guerrero muy importante en esta gesta, ¿verdad?

— No te preocupes. — Respondió él. — A vuestro lado he entendido que estar con vosotros y acabar con el legado de Jénova es mi sino. Además, estoy convencido de que Sephiroth era ese bebé que Lucrecia llevó en su seno y de que su llegada al mundo representó la muerte del amor de mi vida. Eso es algo que no le podré perdonar… — Vincent cada vez hablaba más bajito y Tifa había bajado la guardia tras la primera frase dando por hecho que podían contar con él, pero Nanaki oyó perfectamente esas últimas palabras y quiso que no se pasaran por alto.

— ¿Estás insinuando que Lucrecia Crescend es la madre de Sephiroth? — La mayoría de componentes del grupo se había puesto ya en pie e incluso algunos habían empezado a empaquetar sus pertenencias para iniciar el viaje cuanto antes, pero todos sin excepción se volvieron al oír esas palabras. El semblante de Vincent se volvió a ensombrecer.


— Estoy seguro de que ese bebé era Sephiroth y eso lo convierte en su asesino. Nunca podré perdonarle que matara a mi mujer. La simple existencia de ese ser es un atentado a la vida en toda regla, no debería haber nacido nunca y estoy dispuesto a arreglar ese pequeño detalle. — Sentenció con una ira contenida que irradiaba energía negativa. Kanha pudo notarlo, aunque parecía que el resto no.

Vincent Valentine

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