lunes, 10 de octubre de 2016

Capítulo 11. Zack Fair

Al día siguiente llevaron a cabo su plan y antes del mediodía Clive y Tifa ya se habían ido a los lomos de un par de chocobos. Para Kanha fue algo muy curioso de ver. Les habían calzado un par de alforjas a cada uno y se llevaron uno más para llevar la carga adicional. Para Clive era algo habitual, cada día montaba un rato ya que era parte de su trabajo diario, mientras que para Tifa era un momento especial y estaba entusiasmada como una chiquilla a punto de estrenar zapatos nuevos. Cuando empezaron la marcha Kanha se quedó impresionada de la velocidad a la que se alejaron, mucho más rápido que un coche, sin duda. Les dijeron adiós hasta que los perdieron de vista tras la colina y se quedaron sin sus respectivos líderes. Por supuesto que Nora se iba a hacer cargo de todo lo relacionado con la granja, pero en el caso de los viajeros era un poco más complicado pasar el testigo. Por sentido común debía ser Barret quién llevara la batuta, ya que él era el otro fundador de AVALANCHA, pero a la hora de la verdad fue Aerith quién se encargaba de mediar con Nora. Tenían muchísima afinidad y parecía que se entendían a la perfección. Además, no es que Barret tuviera mucho don de gentes…

El día transcurrió con normalidad. Los invitados decidieron no verse en el granero hasta que Tifa volviera. Creían que era de mala educación reunirse, dejando sola a su anfitriona, así que por respeto a ella no lo hicieron, sin embargo sí que decidieron encontrarse en el cuarto de las chicas antes de irse a dormir.

— Nora es encantadora. — Dijo Aerith con una sonrisa de oreja a oreja. — Es una ama de casa excelente y vela muchísimo por el bien de todos. Siento que estamos seguros bajo su protección. — Los chicos guardaron silencio y parecía que sin Tifa la cosa cojeaba, que la comunicación no acababa de fluir.

— ¿Cuándo estarán de vuelta? — Preguntó Kanha para desbloquear la situación.

— Tifa dijo que tardarían un día entero. — Contestó Barret secamente.

— Pero dijo que la próxima aldea estaba a diez días de aquí… — Insistió la joven.

— Esa es la distancia hasta la próxima aldea siguiendo el itinerario de nuestra huida. — Aclaró Cloud. Ah! Pero tenemos un itinerario de huida marcado? Preguntó la chica telepáticamente y él asintió con la cabeza. — Cerca de aquí hay un puesto mercantil. No es una aldea, allí no vive nadie, pero los mercaderes instalan puestos así para llegar a viajeros y viviendas aisladas como esta más fácilmente. Ellos se han acercado a un puesto así. Sin embargo, no deja de estar lejos y tardarán un día entero en hacer la compra y eso teniendo en cuenta que van en chocobo, en un transporte convencional serían dos.

— Vaya… ¡Impresionante! — Kanha se dio cuenta de que, a pesar de que Barret hacía visibles esfuerzos por parecer una persona normal, le costaba mucho eliminar por completo su rabia contenida hacia ella. Y la verdad es que no entendía por qué ella era el blanco toda esa negatividad.

— Si no hay nada más que añadir, yo me retiro. Vosotros haced lo que os plazca. — Y como si estuviese escapando a toda prisa de una emboscada, Barret se levantó para abandonar el dormitorio de las chicas. Cloud iba a imitarle cuando Aerith lo agarró del brazo.

— Espera. — El muchacho se mostró inicialmente sorprendido pero se volvió a sentar en el suelo sin decir nada. — Me gustaría hablar un momento contigo y creo que será bueno que ella esté presente. — Añadió señalando a su amiga.

— ¿Y bien? — Instó el joven.

— Tifa tiene también una lista de la compra que yo le hice. Espero que no tenga problemas para encontrarlo todo y que lo pueda traer. Básicamente, se trata de fragmentos de materia. En cuanto vuelva empezaremos las clases grupales de uso de magia. Sé perfectamente cómo funciona y, por lo que he podido comprobar, en Shinra están investigando cómo mejorar esa conexión entre sus soldados y el torrente principal de energía vital. A pesar de que han hecho grandes avances en pocos años, sus teorías no son acertadas del todo y esa manipulación que hacen de la energía les va a salir muy cara.

— Ya les está saliendo cara: hay muchos reclutas que mueren durante la exposición. Es un dato que intentan tapar para que no salga a la luz y así seguir atrayendo jóvenes llenos de ilusión y esperanza, pero la verdad es que somos pocos los que conseguimos pasar esa fase y seguir con el entrenamiento.

Kanha les observaba conversar detenidamente. Estaban casi a oscuras en la habitación y sus ojos luminiscentes eran claramente visibles con tan pobre iluminación. Nunca les había visto conversar con tanta naturalidad y sin la típica tensión que se creaba en el ambiente cada vez que se cruzaban y de alguna manera eso le incomodaba. Primero supuso que era porque no tenía demasiado claro lo que sentía por él y le molestaba verlo “intimar” con otra mujer, pero enseguida se dio cuenta de que se trataba de otra cosa; de ese rasgo que tenían en común, de esos ojos de mako que ambos poseían y que de alguna manera los metía en el mismo saco, era algo que le hacía sentirse excluida, como si pertenecieran a un lugar que ella nunca alcanzaría. Pero justo en el momento en que se empezaba a hundir en su propia miseria, un recuerdo de su última visión atravesó su mente y se dio cuenta de que podía intervenir en la conversación, que podía formar parte activamente de ella.

— Pero no lo acabo de entender… La primera fase del entrenamiento de Soldado no es la exposición, ¿verdad? — Inquirió sin que sus compañeros se lo esperaran. Acababa de recordar su última visión en la que un soldado de rango superior entraba en el vestuario de chicos para dar unas instrucciones a los nuevos reclutas y en ese momento Cloud era un joven sonriente de ojos azules, no un soldado curtido con una mirada fría y que a penas recordaba cómo mostrarse feliz.

— ¿Cómo dices? — Preguntó el chico estupefacto.

— Digo que antes de la exposición hay otro tipo de instrucción. Supongo que algo que no tiene que ver con el uso de la magia… ¿o no? — Kanha temía estar metiendo la pata hasta el codo y alzó la mirada muy lentamente, como si se sintiera culpable de haber interrumpido. Y una vez más, allí estaban los ojos de Cloud, cazándola al vuelo para sumergirla en un mar de luz que enseguida la envolvió sin posibilidad de vuelta atrás.

Un destacamento de unos veinte soldados se movían en pelotón por los alrededores de Midgar. Todos eran iguales. Todos vestían de azul. Todos menos uno, que llevaba el mismo uniforme que el resto pero en negro. Ese sería el de rango superior… Notó el nerviosismo en los jóvenes reclutas y pronto vio cómo se tuvieron que enfrentar a unos monstruos que querían romper la barrera protectora de la ciudad. No eran animales salvajes con ansias de destrucción, eran criaturas del campo hambrientas porque cada vez había menos alimento. Estaban dispuestas a comer incluso carne humana, si fuese necesario, para sobrevivir. Lo sabía porque podía sentir su desesperación, la de todos: unos por superar esta primer prueba y otros por vivir un día más e incluso alimentar a sus crías. Y la lucha empezó. Ninguno de los dos bandos tuvo la más mínima piedad del otro y la batalla no terminó hasta que todos los monstruos desaparecieron del campo del lugar; bien porque huyeron o porque perecieron en el intento. En el otro bando hubo muchos reclutas heridos aunque se podían sentir afortunados porque la verdad es que también hubo muchas bajas. De hecho, de los veinte solo quedaron cinco en pie, aunque también cabe decir que tampoco estaban ilesos. Pronto, otro destacamento de soldados vino a recoger el desastre y el cabecilla del primero se descubrió la cara invitando a sus subordinados a imitarle. Era el mismo que les había visitado en el vestuario. Era joven, esbelto, alto, moreno y con un semblante alegre. Tenía una cicatriz en la cara que no le afeaba, pero que mostraba claramente que era un soldado que había sobrevivido a batallas mucho más difíciles. Los reclutas eran Reno, Cloud y a los otros tres no los reconoció aunque vio que uno de ellos era una chica morena.

Bienvenidos a Soldado, chicos. Mi nombres es Zack Fair y a partir de ahora seré vuestro instructor.

Kanha se sorprendió tanto de poder oír la voz del muchacho que incluso se asustó y enseguida empezó a retroceder por el túnel azul que la transportaba dentro y fuera de los recuerdos de Cloud, cada vez con más facilidad. Parpadeó rápidamente para acostumbrar la vista a un nuevo contraste de luz y pasar de estar envuelta de esa iluminación mako a verse de pronto a oscuras, en una habitación donde sólo entraba la luz de la luna.

— ¿Estás bien? — Preguntó Aerith. Tenía la mano puesta sobre la suya que reposaba en su regazo y parecía preocupada. Kanha asintió y enseguida miró a Cloud que parecía estar alerta, como dispuesto a saltar en cualquier momento.

— ¿Qué pasa? — Preguntó alarmándose por momentos.

— ¿Qué has visto? — Quiso saber sin más preámbulos. Ella se quedó helada y recurrió a la telepatía para aclarar sus dudas silenciosamente, aunque sabía perfectamente que Aerith estaba justo ahí.

No entiendo nada…

No entiendes nada porque has dejado de estar aquí. Contestó él. Has entrado en trance y se ha dado cuenta enseguida.

Aerith le apretó ligeramente la mano para llamar su atención.

— Te lo advertí. — Contestó la chica. — No es sano lo que hacéis. Al menos no cómo lo hacéis.

— ¿Alguien puede explicarme lo que está pasando aquí? — Se desesperó Kanha.

Sus dos amigos se miraron en silencio e intentaron relajar el cuerpo antes de responder.

— ¿Cómo sabes que la primera parte de la instrucción de Soldado no es la exposición? — Preguntó ella.

— Pues porque lo he visto. — Y al mismo tiempo que lo decía se daba cuenta de que se estaba yendo de la lengua e intentó taparse la boca para evitarlo, pero ya lo había dicho.

— ¿Cuándo? — Preguntó él como si ya no le importase aquella intimidad que habían intentado mantener a toda costa.

— Cuando nos quedamos solos en el granero. — Kanha no entendía por qué estaba accediendo a ese interrogatorio cuando era ella la que tenía tantas dudas.

— ¿Y por qué no me lo dijiste? — Dijo un tanto crispado.

— Porque me estabas riñendo. ¿Lo recuerdas? No creí que fuese el mejor momento…

— Pero…

— Además, últimamente parece que no te convencen mucho mis explicaciones. — Kanha aprovechó la tensión del momento para liberar las suyas propias y el tono de la conversación fue subiendo.

— Porque cada vez te desvías más de la verdad. ¿Sabes? Tal vez eso que ves no son reminiscencias de mis recuerdos como dijiste, sino desvaríos de tu memoria olvidada.

— ¿En serio? Entonces dime: ¿por qué tendría que desvariar con tu marcha a Midgar o tu entrenamiento en Soldado? ¿Acaso estaba yo allí? — Cloud, desarmado, tuvo que callar. La respiración de ambos era acelerada.

— Lo que está claro es que uno de los dos tiene la versión real de los hechos. — Continuó Aerith. — El tema es saber quién.

— ¿Y eso es relevante para que nos enseñes a usar la magia? — Preguntó él un tanto molesto aún por la discusión con su discípula.

— Sí y no. — Contestó sin perder la compostura. — Sí porque me gustaría entender el proceso por el que has pasado hasta llegar a controlar la energía vital y no porque mi método será diferente. — Su voz era calmada y su habitual aura de paz hizo que la conversación se normalizara. — ¿Y qué has visto esta vez, Kanha? — La joven los miró a ambos antes de contestar y Cloud parecía ansioso por saber lo que tenía que decir.

Adelante, dijo en su mente.

— He visto morir a prácticamente un destacamento entero de soldados. Eran novatos. Todos vestidos de azul, con aquel casco integral. Pero ha sido horrible porque las bestias también morían. Es más, ellas luchaban por su supervivencia mientras que los reclutas luchaban para demostrar su valía. Era un sinsentido total…

— ¿Podías oír a los animales? — Preguntó Aerith con los ojos como platos.

— No. De hecho, no puedo oír nada en mis visiones, pero sí puedo sentir y en este caso podía sentir su desesperación porque estaban realmente hambrientos, famélicos. Sólo querían alimentarse porque los habitantes de Midgar les habían robado la riqueza de su hábitat natural y se estaban muriendo. Era instinto de supervivencia puro y duro, mientras que los soldados simplemente entrenaban en batallas reales. — Cloud, impertérrito, estaba tenso. Claramente no le agradaba lo que estaba oyendo y Kanha se dio cuenta. — También cabe decir que no era un ejercicio normal. Hubo muchas bajas. De hecho, sólo cinco se salvaron sin sufrir lesiones graves. Uno eras tú y también reconocí a Reno. — El chico arrugó el gesto al recordar a su antiguo compañero. — Tras la batalla, un soldado de rango superior se acercó a vosotros. — Entonces la chica calló. No sabía si continuar. Le parecía muy raro que de repente fuese tan natural hablar de esto delante de Aerith, que justamente era la persona que Cloud había intentado evitar a toda costa porque decía que era muy sospechosa.

— ¿Y qué pasó después de la batalla? — Insistió la joven. Kanha miró a su compañero que estaba en silencio y totalmente tenso, con la mirada perdida. Parecía incluso ausente aunque ella sabía perfectamente que era su manera de bloquearse ante algo que no le gustaba. Ella apreciaba mucho su relación con él y no la quería estropear por irse de la lengua.

¿De verdad quieres que continúe explicando lo que he visto?

Cloud centró la vista en ella y la miró intensamente. Tanto que la joven empezó a sentir la llamada de sus recuerdos otra vez, pero intentó por todos los medios evitarlo así que rompió el contacto visual esperando que le llegara la respuesta de otra manera. Aerith observaba en silencio, pacientemente.

Creo que nuestro secreto ha dejado de ser exclusivamente nuestro. Contestó el chico en su mente. Sabe más de lo que parece y creo que deberíamos confiar en ella. Tal vez pronto construyamos un vínculo con ella que nos permita conocer todo eso que se nos escapa y así entender mejor por qué Rufus está tan interesado en ella como para enviar a los Turcos a buscarla. Creo que ha llegado el momento de que nuestro secreto sea cosa de tres.

Aerith parecía estar mirando un partido de tenis observándoles alternativamente como si supiera que se estaba produciendo una conversación entre ellos. Además, les estaba respetando con su silencio, esperando que decidieran qué hacer.

De acuerdo… Determinó la chica mentalmente y suspiró bien hondo para coger fuerzas.

— Después de la batalla un soldado de un rango superior se acercó a vosotros, se descubrió el rostro y se presentó.

— ¿Y cómo era? — Preguntó el chico rompiendo, por fin, su bloqueo y mostrando cierto interés en su relato.

— Era moreno. Un poco más alto que tú ahora. Esbelto. Con los ojos azules marcados por la energía vital. También tenía una cicatriz en la cara y, a diferencia del resto, vestía un uniforme negro. — Cloud se puso rígido. — Tal y como se movía y los gestos que hacía al hablaros parecía una persona muy agradable e incluso divertida. — La mirada del muchacho se intensificó. — Además, pasó algo diferente porque yo normalmente no oigo nada en mis visiones pero hoy he oído a este chico hablar: os ha dado la bienvenida a Soldado y al oír su voz, como no es algo habitual, me he asustado. Por eso he vuelto.

— ¿Has dicho que se presentó? — Preguntó Cloud haciendo un gran esfuerzo por contener algo que había en su interior y que nadie acababa de entender.

— Sí. Dijo que se llamaba Zack Fair.

En ese preciso instante, Aerith que aún tenía la mano sobre la de su amiga deshizo ese contacto para taparse la boca. Tenía el rostro totalmente desencajado, primero por la sorpresa y acto seguido por la desesperación y el llanto que no tardó en hacer acto de presencia. Era un lloro desconsolado. Le temblaba el cuerpo y producía unos lamentos que Kanha no podía descifrar. La joven se sintió un poco culpable porque entendió que ella había provocado esa situación. No daba sentido a nada perteneciente a la situación que estaba viviendo, pero su instinto la llevó a abrazar a su amiga para darle algún tipo de consuelo. Cuando creyó que tenía la situación más o menos bajo control echó un vistazo a su amigo y no podía creer lo que veía: Cloud estaba triste. Siempre lo había visto serio, frío e incluso desagradable con según quién, pero jamás con esa expresión desoladora, cabizbajo, con la mirada perdida y como si se hubiese quedado sin fuerza. El corazón de Kanha se encogió. No soportaba verlo así. No soportaba verlos así.

¿Por qué estáis así? ¿Tanta importancia tiene ese nombre? ¿Qué pasa con Zack Fair?


El chico hizo visibles esfuerzos por volver a la realidad y levantar la cara para fijar su mirada en ella. Kanha vio cómo los ojos le brillaban de una manera especial. ¿Lágrimas? Pensó sin tener en cuenta que él la podía oír igualmente. Entonces el muchacho se levantó lentamente y haciendo el mínimo ruido posible abandonó el dormitorio dejando tras de sí a una Aerith que no parecía encontrar consuelo y una Kanha estupefacta que no entendía nada.

Zack Fair


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