Al
día siguiente llevaron a cabo su plan y antes del mediodía Clive y Tifa ya se
habían ido a los lomos de un par de chocobos. Para Kanha fue algo muy curioso
de ver. Les habían calzado un par de alforjas a cada uno y se llevaron uno más
para llevar la carga adicional. Para Clive era algo habitual, cada día montaba
un rato ya que era parte de su trabajo diario, mientras que para Tifa era un
momento especial y estaba entusiasmada como una chiquilla a punto de estrenar
zapatos nuevos. Cuando empezaron la marcha Kanha se quedó impresionada de la
velocidad a la que se alejaron, mucho más rápido que un coche, sin duda. Les
dijeron adiós hasta que los perdieron de vista tras la colina y se quedaron sin
sus respectivos líderes. Por supuesto que Nora se iba a hacer cargo de todo lo relacionado
con la granja, pero en el caso de los viajeros era un poco más complicado pasar
el testigo. Por sentido común debía ser Barret quién llevara la batuta, ya que
él era el otro fundador de AVALANCHA, pero a la hora de la verdad fue Aerith quién
se encargaba de mediar con Nora. Tenían muchísima afinidad y parecía que se
entendían a la perfección. Además, no es que Barret tuviera mucho don de
gentes…
El
día transcurrió con normalidad. Los invitados decidieron no verse en el granero
hasta que Tifa volviera. Creían que era de mala educación reunirse, dejando
sola a su anfitriona, así que por respeto a ella no lo hicieron, sin embargo sí
que decidieron encontrarse en el cuarto de las chicas antes de irse a dormir.
— Nora es
encantadora. — Dijo Aerith con una sonrisa de oreja a oreja. — Es una ama de
casa excelente y vela muchísimo por el bien de todos. Siento que estamos
seguros bajo su protección. — Los chicos guardaron silencio y parecía que sin
Tifa la cosa cojeaba, que la comunicación no acababa de fluir.
— ¿Cuándo
estarán de vuelta? — Preguntó Kanha para desbloquear la situación.
— Tifa dijo
que tardarían un día entero. — Contestó Barret secamente.
— Pero dijo
que la próxima aldea estaba a diez días de aquí… — Insistió la joven.
— Esa es la
distancia hasta la próxima aldea siguiendo el itinerario de nuestra huida. —
Aclaró Cloud. Ah! Pero tenemos un
itinerario de huida marcado? Preguntó la chica telepáticamente y él asintió
con la cabeza. — Cerca de aquí hay un puesto mercantil. No es una aldea, allí
no vive nadie, pero los mercaderes instalan puestos así para llegar a viajeros
y viviendas aisladas como esta más fácilmente. Ellos se han acercado a un
puesto así. Sin embargo, no deja de estar lejos y tardarán un día entero en
hacer la compra y eso teniendo en cuenta que van en chocobo, en un transporte
convencional serían dos.
— Vaya…
¡Impresionante! — Kanha se dio cuenta de que, a pesar de que Barret hacía
visibles esfuerzos por parecer una persona normal, le costaba mucho eliminar
por completo su rabia contenida hacia ella. Y la verdad es que no entendía por
qué ella era el blanco toda esa negatividad.
— Si no hay
nada más que añadir, yo me retiro. Vosotros haced lo que os plazca. — Y como si
estuviese escapando a toda prisa de una emboscada, Barret se levantó para
abandonar el dormitorio de las chicas. Cloud iba a imitarle cuando Aerith lo
agarró del brazo.
— Espera. —
El muchacho se mostró inicialmente sorprendido pero se volvió a sentar en el
suelo sin decir nada. — Me gustaría hablar un momento contigo y creo que será
bueno que ella esté presente. — Añadió señalando a su amiga.
— ¿Y bien? —
Instó el joven.
— Tifa
tiene también una lista de la compra que yo le hice. Espero que no tenga
problemas para encontrarlo todo y que lo pueda traer. Básicamente, se trata de
fragmentos de materia. En cuanto vuelva empezaremos las clases grupales de uso
de magia. Sé perfectamente cómo funciona y, por lo que he podido comprobar, en
Shinra están investigando cómo mejorar esa conexión entre sus soldados y el
torrente principal de energía vital. A pesar de que han hecho grandes avances
en pocos años, sus teorías no son acertadas del todo y esa manipulación que
hacen de la energía les va a salir muy cara.
— Ya les
está saliendo cara: hay muchos reclutas que mueren durante la exposición. Es
un dato que intentan tapar para que no salga a la luz y así seguir atrayendo
jóvenes llenos de ilusión y esperanza, pero la verdad es que somos pocos los
que conseguimos pasar esa fase y seguir con el entrenamiento.
Kanha les
observaba conversar detenidamente. Estaban casi a oscuras en la habitación y
sus ojos luminiscentes eran claramente visibles con tan pobre iluminación.
Nunca les había visto conversar con tanta naturalidad y sin la típica tensión
que se creaba en el ambiente cada vez que se cruzaban y de alguna manera eso le
incomodaba. Primero supuso que era porque no tenía demasiado claro lo que
sentía por él y le molestaba verlo “intimar” con otra mujer, pero enseguida se
dio cuenta de que se trataba de otra cosa; de ese rasgo que tenían en común, de
esos ojos de mako que ambos poseían y que de alguna manera los metía en el mismo
saco, era algo que le hacía sentirse excluida, como si pertenecieran a un
lugar que ella nunca alcanzaría. Pero justo en el momento en que se empezaba a
hundir en su propia miseria, un recuerdo de su última visión atravesó su mente y
se dio cuenta de que podía intervenir en la conversación, que podía formar
parte activamente de ella.
— Pero no
lo acabo de entender… La primera fase del entrenamiento de Soldado no es la
exposición, ¿verdad? — Inquirió sin que sus compañeros se lo esperaran. Acababa
de recordar su última visión en la que un soldado de rango superior entraba en
el vestuario de chicos para dar unas instrucciones a los nuevos reclutas y en
ese momento Cloud era un joven sonriente de ojos azules, no un soldado curtido
con una mirada fría y que a penas recordaba cómo mostrarse feliz.
— ¿Cómo
dices? — Preguntó el chico estupefacto.
— Digo que
antes de la exposición hay otro tipo de instrucción. Supongo que algo que no tiene
que ver con el uso de la magia… ¿o no? — Kanha temía estar metiendo la pata
hasta el codo y alzó la mirada muy lentamente, como si se sintiera culpable de
haber interrumpido. Y una vez más, allí estaban los ojos de Cloud, cazándola al
vuelo para sumergirla en un mar de luz que enseguida la envolvió sin posibilidad
de vuelta atrás.
Un
destacamento de unos veinte soldados se movían en pelotón por los alrededores
de Midgar. Todos eran iguales. Todos vestían de azul. Todos menos uno, que
llevaba el mismo uniforme que el resto pero en negro. Ese sería el de rango
superior… Notó el nerviosismo en los jóvenes reclutas y pronto vio cómo se
tuvieron que enfrentar a unos monstruos que querían romper la barrera
protectora de la ciudad. No eran animales salvajes con ansias de destrucción,
eran criaturas del campo hambrientas porque cada vez había menos alimento.
Estaban dispuestas a comer incluso carne humana, si fuese necesario, para
sobrevivir. Lo sabía porque podía sentir su desesperación, la de todos: unos
por superar esta primer prueba y otros por vivir un día más e incluso alimentar
a sus crías. Y la lucha empezó. Ninguno de los dos bandos tuvo la más mínima
piedad del otro y la batalla no terminó hasta que todos los monstruos
desaparecieron del campo del lugar; bien porque huyeron o porque perecieron en
el intento. En el otro bando hubo muchos reclutas heridos aunque se podían
sentir afortunados porque la verdad es que también hubo muchas bajas. De hecho,
de los veinte solo quedaron cinco en pie, aunque también cabe decir que tampoco
estaban ilesos. Pronto, otro destacamento de soldados vino a recoger el
desastre y el cabecilla del primero se descubrió la cara invitando a sus
subordinados a imitarle. Era el mismo que les había visitado en el vestuario.
Era joven, esbelto, alto, moreno y con un semblante alegre. Tenía una cicatriz
en la cara que no le afeaba, pero que mostraba claramente que era un soldado
que había sobrevivido a batallas mucho más difíciles. Los reclutas eran Reno,
Cloud y a los otros tres no los reconoció aunque vio que uno de ellos era una
chica morena.
Bienvenidos a Soldado, chicos. Mi nombres es
Zack Fair y a partir de ahora seré vuestro instructor.
Kanha se
sorprendió tanto de poder oír la voz del muchacho que incluso se asustó y
enseguida empezó a retroceder por el túnel azul que la transportaba dentro y
fuera de los recuerdos de Cloud, cada vez con más facilidad. Parpadeó
rápidamente para acostumbrar la vista a un nuevo contraste de luz y pasar de
estar envuelta de esa iluminación mako a verse de pronto a oscuras, en una
habitación donde sólo entraba la luz de la luna.
— ¿Estás
bien? — Preguntó Aerith. Tenía la mano puesta sobre la suya que reposaba en su
regazo y parecía preocupada. Kanha asintió y enseguida miró a Cloud que parecía
estar alerta, como dispuesto a saltar en cualquier momento.
— ¿Qué
pasa? — Preguntó alarmándose por momentos.
— ¿Qué has
visto? — Quiso saber sin más preámbulos. Ella se quedó helada y recurrió a la
telepatía para aclarar sus dudas silenciosamente, aunque sabía perfectamente
que Aerith estaba justo ahí.
No entiendo nada…
No entiendes nada porque has dejado de estar
aquí. Contestó él. Has entrado en
trance y se ha dado cuenta enseguida.
Aerith le
apretó ligeramente la mano para llamar su atención.
— Te lo
advertí. — Contestó la chica. — No es sano lo que hacéis. Al menos no cómo lo
hacéis.
— ¿Alguien
puede explicarme lo que está pasando aquí? — Se desesperó Kanha.
Sus dos
amigos se miraron en silencio e intentaron relajar el cuerpo antes de
responder.
— ¿Cómo
sabes que la primera parte de la instrucción de Soldado no es la exposición? —
Preguntó ella.
— Pues
porque lo he visto. — Y al mismo tiempo que lo decía se daba cuenta de que se
estaba yendo de la lengua e intentó taparse la boca para evitarlo, pero ya lo
había dicho.
— ¿Cuándo? —
Preguntó él como si ya no le importase aquella intimidad que habían intentado
mantener a toda costa.
— Cuando
nos quedamos solos en el granero. — Kanha no entendía por qué estaba accediendo
a ese interrogatorio cuando era ella la que tenía tantas dudas.
— ¿Y por
qué no me lo dijiste? — Dijo un tanto crispado.
— Porque me
estabas riñendo. ¿Lo recuerdas? No creí que fuese el mejor momento…
— Pero…
— Además,
últimamente parece que no te convencen mucho mis explicaciones. — Kanha
aprovechó la tensión del momento para liberar las suyas propias y el tono de la
conversación fue subiendo.
— Porque
cada vez te desvías más de la verdad. ¿Sabes? Tal vez eso que ves no son
reminiscencias de mis recuerdos como dijiste, sino desvaríos de tu memoria
olvidada.
— ¿En
serio? Entonces dime: ¿por qué tendría que desvariar con tu marcha a Midgar o
tu entrenamiento en Soldado? ¿Acaso estaba yo allí? — Cloud, desarmado, tuvo
que callar. La respiración de ambos era acelerada.
— Lo que
está claro es que uno de los dos tiene la versión real de los hechos. — Continuó
Aerith. — El tema es saber quién.
— ¿Y eso es
relevante para que nos enseñes a usar la magia? — Preguntó él un tanto molesto
aún por la discusión con su discípula.
— Sí y no. —
Contestó sin perder la compostura. — Sí porque me gustaría entender el proceso
por el que has pasado hasta llegar a controlar la energía vital y no porque mi
método será diferente. — Su voz era calmada y su habitual aura de paz hizo que
la conversación se normalizara. — ¿Y qué has visto esta vez, Kanha? — La joven
los miró a ambos antes de contestar y Cloud parecía ansioso por saber lo que
tenía que decir.
Adelante, dijo en su mente.
— He visto
morir a prácticamente un destacamento entero de soldados. Eran novatos. Todos
vestidos de azul, con aquel casco integral. Pero ha sido horrible porque las
bestias también morían. Es más, ellas luchaban por su supervivencia mientras
que los reclutas luchaban para demostrar su valía. Era un sinsentido total…
— ¿Podías
oír a los animales? — Preguntó Aerith con los ojos como platos.
— No. De
hecho, no puedo oír nada en mis visiones, pero sí puedo sentir y en este caso
podía sentir su desesperación porque estaban realmente hambrientos, famélicos.
Sólo querían alimentarse porque los habitantes de Midgar les habían robado la
riqueza de su hábitat natural y se estaban muriendo. Era instinto de
supervivencia puro y duro, mientras que los soldados simplemente entrenaban en
batallas reales. — Cloud, impertérrito, estaba tenso. Claramente no le agradaba
lo que estaba oyendo y Kanha se dio cuenta. — También cabe decir que no era un
ejercicio normal. Hubo muchas bajas. De hecho, sólo cinco se salvaron sin
sufrir lesiones graves. Uno eras tú y también reconocí a Reno. — El chico
arrugó el gesto al recordar a su antiguo compañero. — Tras la batalla, un
soldado de rango superior se acercó a vosotros. — Entonces la chica calló. No
sabía si continuar. Le parecía muy raro que de repente fuese tan natural hablar
de esto delante de Aerith, que justamente era la persona que Cloud había
intentado evitar a toda costa porque decía que era muy sospechosa.
— ¿Y qué
pasó después de la batalla? — Insistió la joven. Kanha miró a su compañero que
estaba en silencio y totalmente tenso, con la mirada perdida. Parecía incluso
ausente aunque ella sabía perfectamente que era su manera de bloquearse ante
algo que no le gustaba. Ella apreciaba mucho su relación con él y no la quería
estropear por irse de la lengua.
¿De verdad quieres que continúe explicando lo
que he visto?
Cloud
centró la vista en ella y la miró intensamente. Tanto que la joven empezó a
sentir la llamada de sus recuerdos otra vez, pero intentó por todos los medios
evitarlo así que rompió el contacto visual esperando que le llegara la
respuesta de otra manera. Aerith observaba en silencio, pacientemente.
Creo que nuestro secreto ha dejado de ser
exclusivamente nuestro. Contestó el chico en su mente. Sabe más de lo que parece y creo que
deberíamos confiar en ella. Tal vez pronto construyamos un vínculo con ella que
nos permita conocer todo eso que se nos escapa y así entender mejor por qué
Rufus está tan interesado en ella como para enviar a los Turcos a buscarla.
Creo que ha llegado el momento de que nuestro secreto sea cosa de tres.
Aerith
parecía estar mirando un partido de tenis observándoles alternativamente como
si supiera que se estaba produciendo una conversación entre ellos. Además, les
estaba respetando con su silencio, esperando que decidieran qué hacer.
De acuerdo… Determinó la chica mentalmente y
suspiró bien hondo para coger fuerzas.
— Después de
la batalla un soldado de un rango superior se acercó a vosotros, se descubrió
el rostro y se presentó.
— ¿Y cómo
era? — Preguntó el chico rompiendo, por fin, su bloqueo y mostrando cierto interés
en su relato.
— Era
moreno. Un poco más alto que tú ahora. Esbelto. Con los ojos azules marcados
por la energía vital. También tenía una cicatriz en la cara y, a diferencia del
resto, vestía un uniforme negro. — Cloud se puso rígido. — Tal y como se movía
y los gestos que hacía al hablaros parecía una persona muy agradable e incluso
divertida. — La mirada del muchacho se intensificó. — Además, pasó algo
diferente porque yo normalmente no oigo nada en mis visiones pero hoy he oído a
este chico hablar: os ha dado la bienvenida a Soldado y al oír su voz, como no
es algo habitual, me he asustado. Por eso he vuelto.
— ¿Has
dicho que se presentó? — Preguntó Cloud haciendo un gran esfuerzo por contener
algo que había en su interior y que nadie acababa de entender.
— Sí. Dijo
que se llamaba Zack Fair.
En ese
preciso instante, Aerith que aún tenía la mano sobre la de su amiga deshizo ese
contacto para taparse la boca. Tenía el rostro totalmente desencajado, primero
por la sorpresa y acto seguido por la desesperación y el llanto que no tardó en
hacer acto de presencia. Era un lloro desconsolado. Le temblaba el cuerpo y
producía unos lamentos que Kanha no podía descifrar. La joven se sintió un poco
culpable porque entendió que ella había provocado esa situación. No daba
sentido a nada perteneciente a la situación que estaba viviendo, pero su
instinto la llevó a abrazar a su amiga para darle algún tipo de consuelo. Cuando
creyó que tenía la situación más o menos bajo control echó un vistazo a su
amigo y no podía creer lo que veía: Cloud estaba triste. Siempre lo había visto
serio, frío e incluso desagradable con según quién, pero jamás con esa
expresión desoladora, cabizbajo, con la mirada perdida y como si se hubiese
quedado sin fuerza. El corazón de Kanha se encogió. No soportaba verlo así. No
soportaba verlos así.
¿Por qué estáis así? ¿Tanta importancia tiene
ese nombre? ¿Qué pasa con Zack Fair?
El chico hizo
visibles esfuerzos por volver a la realidad y levantar la cara para fijar su
mirada en ella. Kanha vio cómo los ojos le brillaban de una manera especial. ¿Lágrimas? Pensó sin tener en cuenta que
él la podía oír igualmente. Entonces el muchacho se levantó lentamente y
haciendo el mínimo ruido posible abandonó el dormitorio dejando tras de sí a
una Aerith que no parecía encontrar consuelo y una Kanha estupefacta que no
entendía nada.
Zack Fair |
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