Al
día siguiente todo parecía funcionar como siempre aunque claramente había algo
distinto. Kanha había dormido aunque con un sueño muy ligero y vio cómo Aerith pasó
la noche en vela: lloró por un buen rato cobijada bajo las sábanas y cuando
consiguió calmarse se puso a rezar, o algo por el estilo. Parecía que aquel
llanto era necesario, como si fuese parte de un proceso para purificarse, para
cerrar un episodio de su vida. Por la mañana parecía una persona renovada y se
mostraba tan alegre como siempre. Barret seguía en su línea y Cloud parecía
actuar con normalidad, como si no hubiese pasado nada. Lo cierto es que no hubo
demasiadas oportunidades para hablar de nada ya que las rutinas matutinas les
mantuvieron bastante ocupados y el silencio reinaba en el lugar, pero no se
trataba solo de eso; nadie tenía ganas de hablar.
— Me
dijiste que empezaríamos el entrenamiento físico hoy mismo. — Dejó caer la
joven para intentar volver a su rutina maestro-alumna y romper ese silencio
incómodo que parecía no tener fin.
— Cierto. —
Respondió sin ganas. Sin embargo, enseguida tomó una pose erguida y cambió su
actitud. — Deja que termine de hacer esto y enseguida voy. Nos vemos detrás del
granero. Mientras tanto corre en círculos para calentar los músculos. — Kanha
asintió y se fue.
Se
sintió muy aliviada de ver que todo seguía siendo como siempre, que su última
visión no había enturbiado su relación. Tengo
que hablar con Aerith pensó. Pronto se puso a correr y se dio cuenta de que
no era muy atlética, que no estaba acostumbrada a hacer ejercicio físico, pero
hizo el esfuerzo alternando marcha con caminar pero sin parar, para hacer
tiempo hasta que llegara Cloud. Cuando lo hizo, le llamó la atención que
apareciese con sus gafas de sol. Era cierto que el chico intentaba ocultar sus
ojos cada vez que estaba ante personas extrañas, pero nunca pera los
entrenamientos y le pareció raro.
— ¡Vaya!
¿Acaso estás intentando seducirme? — Dijo entre jadeos con un tono burlón.
— No es la
intención. — Respondió con unas palabras tan secas que rasparon en algún lugar
del interior del pecho de la joven. — Si lo dices por las gafas, creo que será
mejor que me las ponga más en a menudo porque estoy seguro de que de esta
manera será más fácil tener una conversación contigo sin que te quedes ausente.
— Kanha entendió que quería evitar el contacto visual directo y eso la
entristeció un poco aunque lo podía comprender.
Sin mucho
más que decir se centraron en los ejercicios de entrenamiento. Cloud le enseñó
cómo moverse y caer para evitar un ataque físico sin recibir demasiados daños y
también en cómo utilizar la fuerza del oponente en su beneficio. Creyó que la
chica no estaba físicamente en forma y que estos ejercicios le irían bien para
empezar a saber algo útil ante un combate a corto plazo. Kanha se percató de
que Nora y Aerith les observaban desde una ventana de la casa y recordó que le
quedaba pendiente hablar con ella.
— ¿Aerith y
tú ya os conocíais de antes? — Atacó la joven sin piedad. Cloud se quedó helado
y en silencio.
— No
entiendo la pregunta. — Dijo finalmente.
— Pues es
una pregunta clara. Sólo tienes que contestar sí o no. — Kanha esperaba una
mala contestación, o simplemente una respuesta o un gesto que le aclarara las
dudas; lo que no se esperaba era que el chico se quitara las gafas de sol para
mirarla directamente a los ojos. La conexión fue prácticamente inmediata y el
granero desapareció para dar paso a una sala de paredes metálicas en la que
había un grupo de unos diez soldados vestidos de azul, con el casco bajo el
brazo, alineados frente a Zack.
— Hoy
salimos de Midgar para cumplir nuestra primera misión como destacamento
independiente. Nuestro destino está lejos de aquí por lo que el viaje tomará
varios días. Las tierras de Gaia son muy desiguales e incluso inhóspitas, por
lo que deberemos hacer varios descansos y recurrir a diferentes tipos de
transporte según el tramo que debamos afrontar. Calculamos que nos tomará
alrededor de una semana llegar a nuestro destino. Una vez allí os daré los
detalles de la misión.
— ¿Y dónde
vamos, señor? — Preguntó Reno que estaba justo enfrente de su superior.
— A
Nibelheim. — Cloud, que estaba un poco más apartado cambió la expresión de la
cara levemente, pero no dijo nada. — Sólo os puedo adelantar que allí hay un
reactor mako y que nuestra misión está relacionada con él. Sin embargo no os
puedo adelantar nada más porque ni yo
mismo sé más. Cuando lleguemos allí el general Sephirot nos dirá cuál es
nuestro cometido.
— ¿El
general Sephirot ya está allí? — Preguntó un Cloud tremendamente tímido en un
hilo de voz.
— Sí. La
gran leyenda de Soldado está allí. Le conoceréis siempre y cuando queráis tomar
parte de la misión. Os recuerdo que sois reclutas, que aún no sois soldados, y
que esta misión es de iniciación. Si alguien no se siente preparado para
abordarla teniendo en cuenta que puede durar varios meses puede rechazarla. No
habrá represalias y podrá tomar parte de la siguiente que se convoque. En
cualquier caso tengo que saber quién vendrá y quién no hoy mismo. — El joven
rubio miró al suelo y Zack percibió algo en él. Se acercó, le puso la mano
sobre el hombro y le dijo unas palabras. — No te apenes. Acabas de empezar tu
formación. No es necesario que vengas si no quieres. Los que quieran venir que
den un paso al frente. — De los diez sólo cuatro se mostraron interesados y
Cloud no era uno de ellos. Zack le dio una palmadita en el hombro y se alejó
para volver a su posición inicial. — Los que no os habéis decidido tenéis dos
horas más para decidiros porque esta tarde completaremos el destacamento y
saldremos de Midgar al anochecer para evitar el calor del desierto. Estaré en
la sala de mando del entrenamiento virtual. ¡Rompan filas! — Los jóvenes
empezaron a dispersarse y la voz de todos ellos llenó la sala. Cloud se quedó
por unos instantes quieto, firme, pensando qué hacer. Zack le observó unos
segundos y finalmente prefirió dejarle tomar la decisión por sí mismo y
dirigirse dónde les había dicho por si alguno de ellos se cambiaba de opinión
en aquellas dos horas de margen que les había dado.
Una niebla
líquida azul cubrió toda la escena y Kanha entendió que estaba volviendo a la
realidad. Sus visiones eran cada vez más reales y no sólo podía oír lo que
decían sino que también podía sentir lo mismo que esas personas. ¡Era algo
increíble y maravilloso! Cuando creyó que ya estaba de vuelta abrió los ojos y
vio a Cloud ante ella con las gafas de sol puestas. Enseguida se percató de que
la llevaba en brazos y de que estaban en el interior de la casa. Poco después la
dejaba suavemente sobre su cama.
— No. —
Dijo el muchacho al mismo tiempo que retiraba sus lentes y se sentaba junto a
ella.
— Nunca había visto a Aerith antes y yo tampoco entiendo su reacción de ayer. —
Volvía a tener una expresión triste, pero no tanto como la noche anterior. —
Zack Fair fue mi instructor en Soldado y más tarde se convirtió en mi amigo y
en la persona que me salvó de mí mismo. — Kanha se quedó impresionada de esas
palabras. Cloud parecía una persona distinta cuando hablaba de él. Su rostro
reflejaba emociones que eran totalmente humanas pero que no eran habituales en
él y eso le enterneció el corazón. Intentó darle consuelo acariciándole la
mejilla con la punta de los dedos, pero él se lo impidió cogiéndole la mano
bruscamente, como si hubiese detenido un puñetazo. — No quiero tu compasión.
Sólo te he dado esta respuesta para que lo sepas, pero no hablaremos más del
tema.
— Me parece
bien. Gracias por decírmelo. — Dijo la chica un tanto asustada por el giro de
la situación.
— Recuerda que
eres mi aprendiz y tienes suerte de no ser una reclutada en Soldado. No te
puedes ni imaginar lo que significa entrar en esa organización… — Los ojos del
rubio volvían a ser diferentes, como llorosos, y ella intentó volver a
conectar, sabía que le sería más fácil conseguir la información que quería de
ese modo que preguntando directamente y, otra vez, fue cuestión de segundos.
Había
una serie de soldados uniformados de azul viajando en un transporte aéreo. Zack
estaba entre ellos.
— ¡Bien! —
Exclamó fuertemente para llamar la atención de los reclutas que estaban
sentados en los laterales del habitáculo del transporte. — Este es nuestro
último tramo. Estamos a punto de llegar a nuestro destino. Sin embargo, las
condiciones climáticas de la zona nos impiden avanzar por el aire y tendremos
que saltar en paracaídas para hacer frente al último tramo a pie. Espero
encontraros a todos abajo. En cualquier caso nos reuniremos en la cima de esa
montaña, ya que hay que atravesarla para llegar a Nibelheim. Así que si durante
el descenso nos dispersamos os esperaré en la cima hasta el mediodía, hasta que
el sol llegue a lo más alto del cielo. Cuando empiece a descender empezaremos
el último tramo de ruta con aquellos de vosotros que hayáis llegado a la cima,
no esperaremos por más tiempo. ¿Entendido?
— ¡Sí,
señor! — Gritaron al unísono.
¡Dios Santo! No me acostumbro a esto… musitó
Zack en su cabeza mientras daba la espalda a sus subordinados y dibujaba una
expresión de preocupación. Y, una vez más, Kanha se sorprendió tanto de haber
sido capaz de oír sus pensamientos que no pudo evitar volver al mundo real.
Cloud ya no
estaba allí, pero sí había una Aerith preocupada junto a su cama y una Nora que
se apresuraba a ponerle una cataplasma fría en la frente.
— ¿Qué pasa?
¡Estoy bien!
— Cloud nos
dijo que te habías desmayado después del entrenamiento. — Se apresuró Nora. —
Ha sido un detalle que te trajera en brazos desde el granero. No parece que
tenga tanta fuerza. Al principio pensé que lo habría hecho Barret… — Continuó
como si hablara sola y visiblemente nerviosa.
— ¿Llevo
mucho rato inconsciente?
— Una media
hora. — Volvió a responder la granjera.
— ¡Media
hora! — Y rápidamente se incorporó haciendo que la cataplasma cayera sobre su
regazo. — ¿Tanto? — Las otras dos se miraron y Nora abandonó la habitación sin
decir nada más, cerrando la puerta tras de sí para darles intimidad.
— Ya será
la tercera vez que te lo diga: eso que hacéis no es sano y al final se os irá
de las manos.
— Qué
sabrás tú de eso que hacemos…
¿Acaso te crees que eres la única? Resonó la
voz de Aerith en su cabeza. La impresión fue tal que casi se cae de la cama.
— ¿Cómo…?
— Ya te
dije una vez que no sé nada de tu pasado, que en realidad no sé quién eres y
que lo que de verdad importa es quién decides ser a partir de ahora. Pero cada
vez estoy más convencida de que Gaia se te queda pequeño. — No era la primera
vez que oía ese nombre.
— ¿De qué
me estás hablando? ¿Qué es Gaia? — Aerith abrió sus ojos presa del asombro que
era imposible de esconder.
— Gaia es
el nombre de nuestro planeta.
— No. Este
planeta se llama Tierra. — La joven florista cogió la mano de su amiga y la
miró intensamente y un proceso muy parecido al que se veía sometida con Cloud
tuvo lugar.
Tras
atravesar un túnel de luz líquida verde llegó a una aldea que parecía
improvisada, con toda una comunidad que usaba la magia para su día a día, en la
que los niños jugaban con las bestias salvajes y con un entorno lleno de vida,
con árboles y plantas y sobretodo muchísimas flores. No parecía el mismo lugar.
Luego todo se tiñó de verde de nuevo y cuando pudo distinguir otra escena vio
un funeral, en la que la comunidad anterior rezaba por el alma del difunto. Sin
lugar a dudas, pudo observar el proceso de devolver la porción de energía vital
al torrente principal, vio cómo esa energía salía del cuerpo y volvía a la
tierra. Tras otro flash de luz vio a esa comunidad abandonando el lugar para
trasladarse a otro sitio más adecuado para pasar el invierno.
¿Eres uno de ellos? preguntó
Aerith en su cabeza con la visión aún en marcha.
No respondió ella sin lugar a duda. Yo soy de la Tierra. Es un planeta que está
en el sistema solar.
¿Y cómo lo sabes? ¿Has recuperad tus recuerdos?
No, pero hay cosas que sé y cosas que no. Lo
cierto es que aquí hay muchas cosas que no conozco y eso le da más sentido a
que no sea de aquí.
¿Y cómo has llegado a Gaia?
No lo sé.
De pronto
la luz desapareció y se vio justo delante de su amiga, sentada en la cama y
todavía envuelta de ese halo verde que la había estado cegando.
—
Encontraré las respuestas. Te lo prometo. — Dijo Aerith levantándose. Kanha aún
seguía aturdida ante tantas cosas insólitas, pero quería aclarar cierto asunto
con ella y no quería perder la ocasión.
— ¿Conocías
a Cloud de antes? — La pregunta sorprendió a la chica que se volvió a sentar en
el borde de la cama, dando a entender que no sería una respuesta simple.
— No, pero
la primera vez que lo vi creí reconocerlo.
— No lo
entiendo.
— Me
pareció que era otra persona. Recuerda que llevaba la capa, que le cubría ese
pelo rubio suyo tan característico.
— Sí, lo
recuerdo. ¿Y a quién te recordaba? — Aerith tomó aire y justo después lo soltó
de golpe en un largo suspiro.
— A Zack
Fair. — Se hizo un largo silencio. — Me emocioné mucho al verlo después de
tanto tiempo y me decepcioné mucho más al ver que no era él. Además, Cloud no
tiene nada que ver con Zack. Él era simpático, alegre y le encantaba hacer
bromas, aunque siempre estaba al pie del cañón para ayudar a los demás; incluso
desinteresadamente. Era un soldado, pero no sólo cumplía órdenes.
— ¿Por qué
hablas de él en pasado?
— Porque
creo que le debe haber pasado algo terrible, sino estoy convencida de que hoy
estaría aquí conmigo. — La expresión triste volvió a enturbiar su mirada. —
Algún día te hablaré de él, pero aún no. No estoy preparada. — Sentenció
enjugándose las lágrimas con el reverso de la mano. — Creo que será mejor
volver al trabajo. — Y volvió a levantarse de la cama dispuesta a irse.
— ¡Un
momento! — Volvió a interrumpirle antes de que abandonase la habitación. — ¿Por
qué tengo esa conexión contigo? Cloud me dijo que no era algo normal y que era
extremadamente difícil encontrar a alguien compatible. Tal y como me lo dijo,
creo que encontrar dos personas diferentes con las que conectar tiene que ser algo
imposible…
— ¿Es que
crees que la especial eres tú? — Aerith se la quedó mirando muy seria, pero en
ningún momento tuvo la sensación de despegue que tenía cuando mantenía el
contacto visual con Cloud durante tanto tiempo. Los pelos del antebrazo se le
pusieron de punta y un escalofrío le recorrió el espinazo. — Antes de
sentenciar a los demás encuentra tu lugar en este mundo, Kanha.
Desconcertada
ante tantas cosas nuevas, decidió callar y seguir a su amiga escaleras abajo.
De repente, oyó cómo los chocobos se pusieron a emitir una especie de graznidos
que incluso se volvían ensordecedores por momentos. Nora sabía perfectamente a
qué se debía tanto escándalo y enseguida salió a recibir a su marido. Pronto
Tifa y Clive aparecieron en el horizonte de la granja.
Lifestream |
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