Los
chocobos venían con las alforjas cargadas hasta arriba. Clive bajó enseguida
para abrazar a su esposa y Tifa venía contenta aunque visiblemente cansada.
— ¿Todo
bien? — Preguntó mirándoles y viendo bastantes caras largas. — Supongo que
tendréis cosas que contarme, pero primero descargaremos la compra. Barret, en
aquel chocobo está todo lo que me pediste, llévatelo cerca de la camioneta.
—
Enseguida. — Agarró al animal de las riendas y se lo llevó para llevar a cabo
su tarea.
— Aerith,
toma. — Le dijo mientras le ofrecía una bolsa de cuero no más grande que un
zapato. — Aquí está lo que me pediste. — La joven la recogió con sumo cuidado. —
Pensé que sería más difícil de conseguir, incluso que no encontraría todo que
me pediste; pero la verdad es que fue lo primero que compramos y cabe añadir
que no escasearon. Eso sí, tuve que desembolsar bastante dinero. Menos mal que
Clive me ha echado una mano para comprar lo que me pidió Barret, que sino no
podría haberlo pagado todo. La parte negativa de recibir su ayuda es que ahora
tendremos que trabajar para él de manera extraordinaria y así devolverle ese
dinero que me prestó. Lo siento, porque deberíamos seguir con nuestro viaje lo
antes posible tal y como decidimos, pero si encima que nos da de comer y nos
cobija nos presta dinero…
— ¿De
cuánto se trata? — Preguntó Cloud secamente, que seguía allí aunque nadie le
prestara atención.
— Es mucho.
Son 2.000 gils… Calculo que tendremos que quedarnos aquí uno o dos meses y eso
si tenemos suerte de que las bestias de por aquí sean valiosas y podamos sacar
algún extra porque…
— Yo se lo
pago. — Sentenció sin dejarla terminar. El resto de presentes se quedaron atónitas
ante un Cloud que les dio la espalda para hacer unos símbolos mágicos e invocar
una caja en la que guardaba dinero. Cogió lo que necesitaba, se lo guardó en el
bolsillo y acto seguido la volvió a hacer desaparecer. Después se dirigió a
Clive que aún estaba junto a su chocobo conversando con su mujer y les
interrumpió para entregárselo, cosa que también les pilló por sorpresa pero que
agradecieron visiblemente. Después miró de reojo al público femenino que le
observaba aún asombrado y decidió que sería mejor acompañar a Barret y ayudarle
en lo que estuviera haciendo en lugar de volver con ellas y ser interrogado.
— Pronto
será la hora de comer. Voy a ayudar a Nora. ¿Nos vemos después en el granero? —
Preguntó Aerith haciendo que todas volvieran en sí.
— Por
supuesto. — Contestó Tifa. — Voy a acompañar al chocobo al establo. ¿Me
acompañas? — Kanha se había mantenido al margen de toda la conversación y se
sintió encantada de que alguien la incluyera, así que asintió y la siguió. —
Parece que Cloud no está de muy buen humor… — Dejó caer.
— Pues la
verdad es que está un poco raro.
— Defíneme
“raro”. — La chica pensó por unos instantes qué decir.
— Digamos
que está menos comunicativo, que prefiere no hablar.
— No es un
chico hablador, ya lo sabes.
— Ya… —
Kanha se dio cuenta de que no podía hablar más de la cuenta si quería mantener
el secreto, así que decidió girar el rumbo de la conversación hacia algo más
productivo. — Oye, Tifa, ¿tú sabes quién es Zack Fair?
— ¿Zack
Fair dices? — Pensó por unos segundos. — No. Ni idea. ¿Por qué?
— Es que el
otro día se le escapó ese nombre a Cloud pero no me quiere hablar de él…
— Curioso…
— Por
favor, no le digas que te lo he contado.
— No te
preocupes. — Llegaron al establo y Tifa empezó a quitar la montura del chocobo.
— ¿Te acuerdas de lo que te conté de cuando Cloud se alistó en Soldado? — La
joven asintió. — Pues poco después de que llegara el destacamento de Sephirot
hubo un incendio en el pueblo. Fue un incendio muy grave y todo el mundo se
volcó en intentar apagar las llamas, incluso los soldados… Bueno, la verdad es
que no todo el mundo. Yo, por ejemplo, no estaba. Mi madre había enfermado y le
costaba bastante respirar, así que no podía hacer mucho ejercicio físico y
procuraba reposar el máximo de tiempo posible y no salía de casa por no
contagiarlo a los demás. Mi padre había acompañado al general de Soldado hasta
el reactor, que no estaba demasiado cerca del pueblo pero tampoco muy lejos, y
ya habían pasado varias horas. La noche se acercaba y no volvían, así que me
empecé a preocupar pensando que alguna bestia les podía haber hecho daño. Cogí
cuatro cosas de casa, me despedí de mi madre y me fui a buscarlos. Me extrañó
que un general como Sephirot no pudiera defenderse de los monstruos de los
alrededores. Sí que se habían vuelto más agresivos pero ese hombre tenía mucha
fama de demoledor, no parecía el tipo de persona que se deja intimidar
fácilmente. Sin embargo, algo pasó y yo no me podía esperar en casa
tranquilamente.
— ¿Y no
tenías miedo?
— ¡Claro
que sí! ¿Pero que más podía hacer? Además, los monstruos no era lo que asustaba,
sino lo que pudiera encontrar…
— ¿Temías
por la vida de tu padre?
— Por
supuesto. ¿Sabes? Mi padre era un hombre alto y muy corpulento, alguien
parecido a Barret, pero con la piel blanca y con un gran sentido del humor.
Además era adorable con todo el mundo y en especial con los niños de todo el
pueblo. Por eso Cloud era como uno más de la familia. Era un hombre de campo,
hecho a sí mismo, y me deshice en lágrimas cuando me lo encontré moribundo al
pie de la escalinata que llevaba a la entrada principal del reactor. — Se hizo
un silencio sepulcral. Tifa no mostraba signos de debilidad o de estar a punto
de echarse a llorar. Es una mujer muy
fuerte pensó Kanha. — Enseguida me acerqué a él para ver si podía hacer
algo para evitar que siguiera sangrando, pero pareció que ya era demasiado
tarde. Tenía una única herida en el abdomen y sin lugar a dudas no se la había
provocado el ataque de un monstruo, sino el filo de una espada. “Huye” fue su
última palabra. Sentí mucha tristeza que en cuestión de segundos se convirtió
en ira. Para mí había un asesino claro y era Sephirot. En ese momento no podía
pensar en nada más que no fuese la venganza, en hacer pagar a ese desalmado por
la vida de mi padre. No pensé en que si había podido con él yo sería como una
pelusa que apartas con el pie para no pisarla y que se te quede pegada en la
suela del zapato. En ningún momento pensé que podría acabar como él o incluso peor.
Simplemente no pensé y corrí hacia el interior del reactor. — Entonces Tifa
calló.
— ¿Y qué
pasó? — Insistió la joven viendo que su amiga no parecía tener intención de
retomar su relato.
— Pasó que
otro día te lo acabo de contar. Siento que sea por capítulos, pero no quiero
que todos lo sepan. — Kanha se giró y vio como Nora se acercaba al establo.
— ¿Y por
qué me lo cuentas a mí?
— Porque
veo que Cloud y tú tenéis una relación especial. Yo le quiero mucho, pero no me
gustaría que te confundieras con nosotros. Ya que él no es muy hablador, me
pareció buena idea darte mi punto de vista de nuestra historia. Por desgracia,
no tengo ni idea de lo que le pasó cuando se fue de Nibelheim ni de cómo llegó
a entrar en Soldado. Tal vez, algún día, te lo cuente él mismo… — Su sonrisa
era sincera.
— Tal vez…
Con él nunca se sabe…
Enseguida
Nora entró en establo y les informó de que la comida estaba lista. Las dos
muchachas acabaron de recoger los bártulos y fueron a comer. En el descanso de
después volvieron todos al establo para decidir qué hacer. Sorprendentemente,
fue Barret quién empezó a hablar.
— La
camioneta tiene un par de averías. Podría circular durante un tiempo sin darnos
demasiados problemas, pero si no la reparaba enseguida después hubiese sido
mucho peor. Ahora hay unas piezas resquebrajadas aunque enteras, si se hubiesen
roto durante el trayecto hubiéramos tenido unas piezas rotas que seguramente
hubieran estropeado otras partes del motor. Sin embargo, gracias a haber
encontrado todo lo que te pedí no habrá problema en repararla.
—
¡Perfecto! ¿Y de cuánto tiempo estamos hablando?
— No estoy
seguro. Si me pudiese dedicar todo el día a hacer esto, creo que en un par de
días lo tendría solucionado, pero como tenemos que hacer las tareas de la
granja, yo diría que necesitaré una semana como mínimo. — Cloud arrugó el
gesto, pero no dijo nada.
— Vaya… Eso
es más de lo que pensé… — Observó Tifa.
— Tal vez
sea más tiempo. — Intervino Aerith. Nadie se esperaba que se metiera en la
conversación.
— ¿Por qué
lo dices? — Preguntó Tifa. La joven sacó el saco de cuero que le habían
entregado al llegar y vació su contenido dentro del círculo que formaban sentados
en el suelo del granero. Parecían canicas de colores.
— Supongo
que todos sabéis lo que son.
— ¿Son
fragmentos de materia? — Preguntó Kanha.
— Sí.
— ¿Y por
qué son de diferentes colores?
— Porque
invocan diferentes tipos de magia. — Sentenció un Cloud que no pudo más con la
ignorancia de su aprendiz. — ¿Y qué se supone que vamos a hacer con toda esta
materia?
— Os voy a
enseñar magia. A todos. — Dijo Aerith. — Incluso a ti. — Ambos se quedaron
mirando en unos momentos de tensión.
— Me parece
perfecto. ¿Y por dónde empezamos? — Interrumpió Tifa.
Aerith
repartió los fragmentos de materia y buscaron la manera de encastarlos en las
armas que utilizaban cada uno de ellos. Barret utilizaba un arma de fuego.
Cuando la florista se acercó para ponerle un par de fragmentos Kanha se quedó
de piedra porque se dio cuenta de algo sorprendente. Siempre le había visto
llevar un arma encima y creyó que formaba parte de su hostilidad pero en aquel
momento se dio cuenta de que no era ese el motivo, sino que no podía
desprenderse de ella porque en realidad se trataba del extremo de su brazo, de
que era un implante que substituía una mano amputada. Había mantenido tanto las
distancias con él que ni siquiera se había preocupado en observarlo con
detenimiento. También le sorprendió ver que Tifa usaba unos guantes parecidos a
los suyos y, aunque Cloud ya le había dicho que era una luchadora estupenda, ni
siquiera se la podía imaginar luchando. Aerith sacó un cetro de detrás suyo y
también se puso materia. Cloud invocó su espadón para añadirle la materia que
la joven de ojos verdes le ofreció y finalmente Kanha sacó sus guantes para
añadirles más fragmentos.
— Nos
alejaremos un poco de la granja. No es que quiera intimidad, pero la magia
podría ser peligrosa si no se sabe usar bien y prefiero mantenerlos a salvo.
Aerith se
puso en pie y todos la siguieron, incluso Cloud, que no parecía muy
entusiasmado con la idea. Cuando llegaron a una zona que parecía idónea empezó
con las explicaciones. Lo primero que hicieron fue sentarse en el suelo con las
piernas cruzadas y poner su arma contacto directo con la piel para intentar
sentir la fuerza de la energía vital. Evidentemente, para Cloud y Kanha fue una
tarea muy fácil. Tifa fue la siguiente y Barret no tardó en seguirles. Pronto
vieron a Clive en la lejanía que se acercaba al grupo.
— Guardad
vuestras armas antes de que las vean. Son buenas personas y no deberían formar
parte de esta contienda. — Todos estuvieron de acuerdo y lo hicieron sin
rechistar.
— ¡Hora de
volver al tajo! — Dijo lleno de alegría y el grupo se dispersó.
Barret hizo
las tareas tan rápido como pudo y acto seguido empezó con las reparaciones del
camión. Cuando llegó la hora de la cena tan solo había podido desmontar el
motor, así que lo tuvo que tapar con una lona para poder continuar en otro
momento. Los demás no hicieron nada fuera de lo común. No se vieron hasta que
Nora les anunció que la cena estaba lista. Cuando acabaron, y como venían
haciendo los últimos días, se reunieron en la habitación de las chicas.
— A partir
de ahora, — continuó Aerith como si hubiesen acabado la clase de magia en aquel
momento — tendréis que practicar lo que hemos hecho antes cuantas veces podáis.
Cada vez que tengáis un momento de intimidad, justo antes de iros a dormir,
cuando sea, pero no dejéis de practicar. Recordad que la base de la magia y lo
primero que se debe aprender cuando se quiere aprender a dominarla es esa
conexión que todos tenemos con el torrente de energía vital. ¿Entendido?
— No. —
Contestó Tifa tajante. Aerith la miró sorprendida. — No lo entiendo. Porque si
fuese así, ¿por qué vosotros tenéis la marca? ¿Por qué los soldados deben pasar
por la exposición para poder usar magia? Además, no todos pueden usarla con la
misma intensidad, ¿no? — La joven interrogada cogió aire siendo consciente de
que había llegado el momento de dar explicaciones.
— Shinra
lleva años estudiando esa conexión. Es cierto que no todos la tenemos con la
misma intensidad, pero sí que es falso que sólo unos cuantos pueden usarla. No
tengo muy claro de dónde salió ese rumor, pero supongo que se lo inventaron
personas que querían la magia sólo para ellos. De ahí nació la figura del mago,
que más tarde se perdió y que ahora está resucitando de la mano de Soldado,
aunque su labor no es exactamente la misma… El caso es que después de tanto
tiempo con gente interesada en proteger este tipo de información ésta se vio
distorsionada e incluso se perdió. Shinra intentó recuperarla, pero no le quedó
otra que investigar ruinas antiguas, civilizaciones extintas y manuscritos
incompletos. El resto de la información tuvo que improvisarla, experimentar,
etc. Así es como llegaron a la conclusión de que para acelerar y reforzar ese
vínculo era necesario exponerse directamente al torrente de energía vital.
Teniendo en cuenta que Shinra es la empresa que maneja esta energía como si
fuese la presa hidroeléctrica de un río, tenían fácil lo de acceder a la
energía mako y usarla en su beneficio. Sin embargo, y corrígeme si me equivoco,
— dijo mirando a Cloud — esa exposición es un riesgo innecesario. Muchos seres
humanos no son capaces de soportar llevar más energía vital en su cuerpo que el
que la propia naturaleza les ha otorgado al nacer y mueren o quedan muy mal
parados. — El joven soldado asintió con cierto pesar. — Evidentemente, los que
sobreviven y pasan esta prueba en condiciones no vuelven a ser los mismos: sí
que es cierto que su conexión con el torrente vital es mayor, básicamente
porque albergan más energía vital en su interior, pero también es verdad que
llevan una doble carga que les pesa en el alma.
— ¿Nos
estás diciendo que la exposición es un invento de Soldado que no sirve para
nada?
— Os estoy
diciendo que Soldado no tiene la verdad absoluta y que su política de ensayo y
error está costando muchas vidas.
— ¿Por eso
Rufus está tan interesado en ti? — Preguntó Cloud y se hizo un silencio. Nadie
recordaba en ese momento que Aerith estaba siendo perseguida por el presidente
de Shinra y que había enviado a los Turcos a por ella.
— Más o
menos. — Contestó con cierta timidez.
— Yo tengo
otra pregunta. — Volvió a intervenir Tifa que parecía que se sintiese como si
se le fuese a escapar el turno de palabra. — Si nunca has estado en Soldado, si
no has pasado por la exposición, ¿por qué tienes ojos de mako? — Todas las
miradas se giraron hacia ella. Era obvio que todos esperaban la respuesta a
eso.
— Porque
soy la última de los Cetra.
Cloud invocando magia |
No hay comentarios:
Publicar un comentario