lunes, 24 de octubre de 2016

Capítulo 13. Magic

Los chocobos venían con las alforjas cargadas hasta arriba. Clive bajó enseguida para abrazar a su esposa y Tifa venía contenta aunque visiblemente cansada.

— ¿Todo bien? — Preguntó mirándoles y viendo bastantes caras largas. — Supongo que tendréis cosas que contarme, pero primero descargaremos la compra. Barret, en aquel chocobo está todo lo que me pediste, llévatelo cerca de la camioneta.

— Enseguida. — Agarró al animal de las riendas y se lo llevó para llevar a cabo su tarea.

— Aerith, toma. — Le dijo mientras le ofrecía una bolsa de cuero no más grande que un zapato. — Aquí está lo que me pediste. — La joven la recogió con sumo cuidado. — Pensé que sería más difícil de conseguir, incluso que no encontraría todo que me pediste; pero la verdad es que fue lo primero que compramos y cabe añadir que no escasearon. Eso sí, tuve que desembolsar bastante dinero. Menos mal que Clive me ha echado una mano para comprar lo que me pidió Barret, que sino no podría haberlo pagado todo. La parte negativa de recibir su ayuda es que ahora tendremos que trabajar para él de manera extraordinaria y así devolverle ese dinero que me prestó. Lo siento, porque deberíamos seguir con nuestro viaje lo antes posible tal y como decidimos, pero si encima que nos da de comer y nos cobija nos presta dinero…

— ¿De cuánto se trata? — Preguntó Cloud secamente, que seguía allí aunque nadie le prestara atención.

— Es mucho. Son 2.000 gils… Calculo que tendremos que quedarnos aquí uno o dos meses y eso si tenemos suerte de que las bestias de por aquí sean valiosas y podamos sacar algún extra porque…

— Yo se lo pago. — Sentenció sin dejarla terminar. El resto de presentes se quedaron atónitas ante un Cloud que les dio la espalda para hacer unos símbolos mágicos e invocar una caja en la que guardaba dinero. Cogió lo que necesitaba, se lo guardó en el bolsillo y acto seguido la volvió a hacer desaparecer. Después se dirigió a Clive que aún estaba junto a su chocobo conversando con su mujer y les interrumpió para entregárselo, cosa que también les pilló por sorpresa pero que agradecieron visiblemente. Después miró de reojo al público femenino que le observaba aún asombrado y decidió que sería mejor acompañar a Barret y ayudarle en lo que estuviera haciendo en lugar de volver con ellas y ser interrogado.

— Pronto será la hora de comer. Voy a ayudar a Nora. ¿Nos vemos después en el granero? — Preguntó Aerith haciendo que todas volvieran en sí.

— Por supuesto. — Contestó Tifa. — Voy a acompañar al chocobo al establo. ¿Me acompañas? — Kanha se había mantenido al margen de toda la conversación y se sintió encantada de que alguien la incluyera, así que asintió y la siguió. — Parece que Cloud no está de muy buen humor… — Dejó caer.

— Pues la verdad es que está un poco raro.

— Defíneme “raro”. — La chica pensó por unos instantes qué decir.

— Digamos que está menos comunicativo, que prefiere no hablar.

— No es un chico hablador, ya lo sabes.

— Ya… — Kanha se dio cuenta de que no podía hablar más de la cuenta si quería mantener el secreto, así que decidió girar el rumbo de la conversación hacia algo más productivo. — Oye, Tifa, ¿tú sabes quién es Zack Fair?

— ¿Zack Fair dices? — Pensó por unos segundos. — No. Ni idea. ¿Por qué?

— Es que el otro día se le escapó ese nombre a Cloud pero no me quiere hablar de él…

— Curioso…

— Por favor, no le digas que te lo he contado.

— No te preocupes. — Llegaron al establo y Tifa empezó a quitar la montura del chocobo. — ¿Te acuerdas de lo que te conté de cuando Cloud se alistó en Soldado? — La joven asintió. — Pues poco después de que llegara el destacamento de Sephirot hubo un incendio en el pueblo. Fue un incendio muy grave y todo el mundo se volcó en intentar apagar las llamas, incluso los soldados… Bueno, la verdad es que no todo el mundo. Yo, por ejemplo, no estaba. Mi madre había enfermado y le costaba bastante respirar, así que no podía hacer mucho ejercicio físico y procuraba reposar el máximo de tiempo posible y no salía de casa por no contagiarlo a los demás. Mi padre había acompañado al general de Soldado hasta el reactor, que no estaba demasiado cerca del pueblo pero tampoco muy lejos, y ya habían pasado varias horas. La noche se acercaba y no volvían, así que me empecé a preocupar pensando que alguna bestia les podía haber hecho daño. Cogí cuatro cosas de casa, me despedí de mi madre y me fui a buscarlos. Me extrañó que un general como Sephirot no pudiera defenderse de los monstruos de los alrededores. Sí que se habían vuelto más agresivos pero ese hombre tenía mucha fama de demoledor, no parecía el tipo de persona que se deja intimidar fácilmente. Sin embargo, algo pasó y yo no me podía esperar en casa tranquilamente.

— ¿Y no tenías miedo?

— ¡Claro que sí! ¿Pero que más podía hacer? Además, los monstruos no era lo que asustaba, sino lo que pudiera encontrar…

— ¿Temías por la vida de tu padre?

— Por supuesto. ¿Sabes? Mi padre era un hombre alto y muy corpulento, alguien parecido a Barret, pero con la piel blanca y con un gran sentido del humor. Además era adorable con todo el mundo y en especial con los niños de todo el pueblo. Por eso Cloud era como uno más de la familia. Era un hombre de campo, hecho a sí mismo, y me deshice en lágrimas cuando me lo encontré moribundo al pie de la escalinata que llevaba a la entrada principal del reactor. — Se hizo un silencio sepulcral. Tifa no mostraba signos de debilidad o de estar a punto de echarse a llorar. Es una mujer muy fuerte pensó Kanha. — Enseguida me acerqué a él para ver si podía hacer algo para evitar que siguiera sangrando, pero pareció que ya era demasiado tarde. Tenía una única herida en el abdomen y sin lugar a dudas no se la había provocado el ataque de un monstruo, sino el filo de una espada. “Huye” fue su última palabra. Sentí mucha tristeza que en cuestión de segundos se convirtió en ira. Para mí había un asesino claro y era Sephirot. En ese momento no podía pensar en nada más que no fuese la venganza, en hacer pagar a ese desalmado por la vida de mi padre. No pensé en que si había podido con él yo sería como una pelusa que apartas con el pie para no pisarla y que se te quede pegada en la suela del zapato. En ningún momento pensé que podría acabar como él o incluso peor. Simplemente no pensé y corrí hacia el interior del reactor. — Entonces Tifa calló.

— ¿Y qué pasó? — Insistió la joven viendo que su amiga no parecía tener intención de retomar su relato.

— Pasó que otro día te lo acabo de contar. Siento que sea por capítulos, pero no quiero que todos lo sepan. — Kanha se giró y vio como Nora se acercaba al establo.

— ¿Y por qué me lo cuentas a mí?

— Porque veo que Cloud y tú tenéis una relación especial. Yo le quiero mucho, pero no me gustaría que te confundieras con nosotros. Ya que él no es muy hablador, me pareció buena idea darte mi punto de vista de nuestra historia. Por desgracia, no tengo ni idea de lo que le pasó cuando se fue de Nibelheim ni de cómo llegó a entrar en Soldado. Tal vez, algún día, te lo cuente él mismo… — Su sonrisa era sincera.

— Tal vez… Con él nunca se sabe…

Enseguida Nora entró en establo y les informó de que la comida estaba lista. Las dos muchachas acabaron de recoger los bártulos y fueron a comer. En el descanso de después volvieron todos al establo para decidir qué hacer. Sorprendentemente, fue Barret quién empezó a hablar.

— La camioneta tiene un par de averías. Podría circular durante un tiempo sin darnos demasiados problemas, pero si no la reparaba enseguida después hubiese sido mucho peor. Ahora hay unas piezas resquebrajadas aunque enteras, si se hubiesen roto durante el trayecto hubiéramos tenido unas piezas rotas que seguramente hubieran estropeado otras partes del motor. Sin embargo, gracias a haber encontrado todo lo que te pedí no habrá problema en repararla.

— ¡Perfecto! ¿Y de cuánto tiempo estamos hablando?

— No estoy seguro. Si me pudiese dedicar todo el día a hacer esto, creo que en un par de días lo tendría solucionado, pero como tenemos que hacer las tareas de la granja, yo diría que necesitaré una semana como mínimo. — Cloud arrugó el gesto, pero no dijo nada.

— Vaya… Eso es más de lo que pensé… — Observó Tifa.

— Tal vez sea más tiempo. — Intervino Aerith. Nadie se esperaba que se metiera en la conversación.

— ¿Por qué lo dices? — Preguntó Tifa. La joven sacó el saco de cuero que le habían entregado al llegar y vació su contenido dentro del círculo que formaban sentados en el suelo del granero. Parecían canicas de colores.

— Supongo que todos sabéis lo que son.

— ¿Son fragmentos de materia? — Preguntó Kanha.

— Sí.

— ¿Y por qué son de diferentes colores?

— Porque invocan diferentes tipos de magia. — Sentenció un Cloud que no pudo más con la ignorancia de su aprendiz. — ¿Y qué se supone que vamos a hacer con toda esta materia?

— Os voy a enseñar magia. A todos. — Dijo Aerith. — Incluso a ti. — Ambos se quedaron mirando en unos momentos de tensión.

— Me parece perfecto. ¿Y por dónde empezamos? — Interrumpió Tifa.

Aerith repartió los fragmentos de materia y buscaron la manera de encastarlos en las armas que utilizaban cada uno de ellos. Barret utilizaba un arma de fuego. Cuando la florista se acercó para ponerle un par de fragmentos Kanha se quedó de piedra porque se dio cuenta de algo sorprendente. Siempre le había visto llevar un arma encima y creyó que formaba parte de su hostilidad pero en aquel momento se dio cuenta de que no era ese el motivo, sino que no podía desprenderse de ella porque en realidad se trataba del extremo de su brazo, de que era un implante que substituía una mano amputada. Había mantenido tanto las distancias con él que ni siquiera se había preocupado en observarlo con detenimiento. También le sorprendió ver que Tifa usaba unos guantes parecidos a los suyos y, aunque Cloud ya le había dicho que era una luchadora estupenda, ni siquiera se la podía imaginar luchando. Aerith sacó un cetro de detrás suyo y también se puso materia. Cloud invocó su espadón para añadirle la materia que la joven de ojos verdes le ofreció y finalmente Kanha sacó sus guantes para añadirles más fragmentos.

— Nos alejaremos un poco de la granja. No es que quiera intimidad, pero la magia podría ser peligrosa si no se sabe usar bien y prefiero mantenerlos a salvo.

Aerith se puso en pie y todos la siguieron, incluso Cloud, que no parecía muy entusiasmado con la idea. Cuando llegaron a una zona que parecía idónea empezó con las explicaciones. Lo primero que hicieron fue sentarse en el suelo con las piernas cruzadas y poner su arma contacto directo con la piel para intentar sentir la fuerza de la energía vital. Evidentemente, para Cloud y Kanha fue una tarea muy fácil. Tifa fue la siguiente y Barret no tardó en seguirles. Pronto vieron a Clive en la lejanía que se acercaba al grupo.

— Guardad vuestras armas antes de que las vean. Son buenas personas y no deberían formar parte de esta contienda. — Todos estuvieron de acuerdo y lo hicieron sin rechistar.

— ¡Hora de volver al tajo! — Dijo lleno de alegría y el grupo se dispersó.

Barret hizo las tareas tan rápido como pudo y acto seguido empezó con las reparaciones del camión. Cuando llegó la hora de la cena tan solo había podido desmontar el motor, así que lo tuvo que tapar con una lona para poder continuar en otro momento. Los demás no hicieron nada fuera de lo común. No se vieron hasta que Nora les anunció que la cena estaba lista. Cuando acabaron, y como venían haciendo los últimos días, se reunieron en la habitación de las chicas.

— A partir de ahora, — continuó Aerith como si hubiesen acabado la clase de magia en aquel momento — tendréis que practicar lo que hemos hecho antes cuantas veces podáis. Cada vez que tengáis un momento de intimidad, justo antes de iros a dormir, cuando sea, pero no dejéis de practicar. Recordad que la base de la magia y lo primero que se debe aprender cuando se quiere aprender a dominarla es esa conexión que todos tenemos con el torrente de energía vital. ¿Entendido?

— No. — Contestó Tifa tajante. Aerith la miró sorprendida. — No lo entiendo. Porque si fuese así, ¿por qué vosotros tenéis la marca? ¿Por qué los soldados deben pasar por la exposición para poder usar magia? Además, no todos pueden usarla con la misma intensidad, ¿no? — La joven interrogada cogió aire siendo consciente de que había llegado el momento de dar explicaciones.

— Shinra lleva años estudiando esa conexión. Es cierto que no todos la tenemos con la misma intensidad, pero sí que es falso que sólo unos cuantos pueden usarla. No tengo muy claro de dónde salió ese rumor, pero supongo que se lo inventaron personas que querían la magia sólo para ellos. De ahí nació la figura del mago, que más tarde se perdió y que ahora está resucitando de la mano de Soldado, aunque su labor no es exactamente la misma… El caso es que después de tanto tiempo con gente interesada en proteger este tipo de información ésta se vio distorsionada e incluso se perdió. Shinra intentó recuperarla, pero no le quedó otra que investigar ruinas antiguas, civilizaciones extintas y manuscritos incompletos. El resto de la información tuvo que improvisarla, experimentar, etc. Así es como llegaron a la conclusión de que para acelerar y reforzar ese vínculo era necesario exponerse directamente al torrente de energía vital. Teniendo en cuenta que Shinra es la empresa que maneja esta energía como si fuese la presa hidroeléctrica de un río, tenían fácil lo de acceder a la energía mako y usarla en su beneficio. Sin embargo, y corrígeme si me equivoco, — dijo mirando a Cloud — esa exposición es un riesgo innecesario. Muchos seres humanos no son capaces de soportar llevar más energía vital en su cuerpo que el que la propia naturaleza les ha otorgado al nacer y mueren o quedan muy mal parados. — El joven soldado asintió con cierto pesar. — Evidentemente, los que sobreviven y pasan esta prueba en condiciones no vuelven a ser los mismos: sí que es cierto que su conexión con el torrente vital es mayor, básicamente porque albergan más energía vital en su interior, pero también es verdad que llevan una doble carga que les pesa en el alma.

— ¿Nos estás diciendo que la exposición es un invento de Soldado que no sirve para nada?

— Os estoy diciendo que Soldado no tiene la verdad absoluta y que su política de ensayo y error está costando muchas vidas.

— ¿Por eso Rufus está tan interesado en ti? — Preguntó Cloud y se hizo un silencio. Nadie recordaba en ese momento que Aerith estaba siendo perseguida por el presidente de Shinra y que había enviado a los Turcos a por ella.

— Más o menos. — Contestó con cierta timidez.

— Yo tengo otra pregunta. — Volvió a intervenir Tifa que parecía que se sintiese como si se le fuese a escapar el turno de palabra. — Si nunca has estado en Soldado, si no has pasado por la exposición, ¿por qué tienes ojos de mako? — Todas las miradas se giraron hacia ella. Era obvio que todos esperaban la respuesta a eso.


— Porque soy la última de los Cetra.

Cloud invocando magia


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