Tifa
estaba exultante, excitada, contenta como nunca antes la había visto Kanha.
Aerith también parecía más alegre, como si hubiese liberado tensiones y se
sintiese más ligera. Barret también había relajado su semblante y cada vez se
le oía hablar más con el resto de integrantes del grupo. Cloud, sin embargo, no
abandonaba su gesto serio y su silencio estratégico. Lo observaba todo con
cautela y analizaba la situación constantemente en busca de posibles riesgos.
Kanha, muy a su pesar, se sentía un poco como en sus visiones: como una
espectadora que no tenía derecho a tomar parte de la escena.
En
cuanto llegaron al recinto vallado vieron unas criaturas sorprendentes. Eran
unas aves enormes más grandes que avestruces, como caballos, que corrían y
pastaban en un cercado redondo. Sus plumas eran mayormente amarillas y la
cabeza era bastante redonda con un pico similar al de un loro. Se las veía
fuertes, aunque no agresivas y cuando se acercaron a la granja empezaron a
graznar ruidosamente.
Eso son chocobos. Susurró Cloud en su
cabeza dándose cuenta del desconcierto de la joven. ¿Habías visto alguno antes?
No.
¿Nunca?
Nunca.
Un hombre
salió de la granja a recibirles.
— ¿Son
estos tus amigos? — Preguntó dirigiéndose a Tifa. — Bienvenidos a mi granja de
chocobos. Mi nombre es Clive y sois todos bienvenidos. Pero pasad, no os
quedéis en la puerta.
El grupo
entró en la vivienda. Era todo muy rústico, como si lo hubieran hecho a mano, y
el granjero se las había apañado para que no le faltase de nada. Dentro había
una joven esposa esperando para enseñarles dónde dormirían. Dijo que se llamaba
Nora y les condujo a la planta superior donde había muchas habitaciones.
— ¡Vaya,
esto es nuevo! — Dijo Tifa sin ningún tipo de vergüenza. La mujer se sonrojó.
— Inicialmente
aquí solo había una planta. — Explicó gentilmente. — Clive estuvo viviendo sólo o prácticamente
sólo durante mucho tiempo, pero cuando yo llegué y más tarde nos casamos
decidimos ampliar la casa para poder ampliar la familia. Nos ha tomado nuestro
tiempo pero ahora sólo faltan los niños. — Dijo mientras se acariciaba
suavemente un vientre abultado en el que nadie se había fijado hasta el
momento.
—
¡Enhorabuena! — Continuó Tifa en nombre de todos. — Esas son muy buenas
noticias. — La joven se limitó a dedicarles una sonrisa como agradecimiento y
enseguida continuó con su explicación.
— Tras esa
puerta encontraréis un pequeño cuarto de baño, por lo que no es necesario que
bajéis en mitad de la noche si no queréis. Pero si necesitarais cualquier cosa,
mi marido y yo dormimos en el dormitorio de la planta baja. Distribuiros las
habitaciones como más os guste. Todavía no hay colchones, por lo que vuestra
primera tarea será haceros uno. Voy a coser las fundas.
— Voy
contigo. — Respondió enseguida Aerith. Al fin y al cabo ella tampoco llevaba
ningún tipo de equipaje, no como el resto, así que no tenía nada más que hacer.
Todas las
habitaciones eran dobles, así que enseguida decidieron que Cloud i Barret estuvieran
juntos. El tema era decidir cuál de las tres chichas dormiría sola.
— Ya lo
haré yo, tranquilas. He vivido aquí antes y es posible que entre y salga más
que vosotros, así que creo que será mejor que esté sola. Así no molestaré a
nadie. Eso sí, quiero esta habitación. — Dijo señalando la que tenía vistas al
establo. — Los chocobos son animales impresionantes y vivir con ellos hizo que
llegara a amarlos. Me encantará asomarme por la ventana y verlos. — Recordó
entre risitas.
Tomada la
decisión, se acomodaron cada uno en su cuarto y dejaron sus pertenencias allí.
Kanha, al igual que su amiga, tampoco tenía demasiado equipaje más que una muda
de recambio y un pequeño botiquín, aunque este último ítem lo llevaba para
quitarle peso a otro miembro del grupo, porque ella no lo necesitaba para
tratar una herida. Así que estaba sola en aquella habitación vacía. Y la verdad
es que realmente se sintió muy sola. Extremadamente sola. Tenía la sensación de
que cuanto más tiempo pasaba en aquella aventura más se alejaba de su propia
realidad, como si su subconsciente le avisara que cuanto más se involucrara en
aquel conflicto más le costaría volver a su vida normal. Magia, energía vital,
reactores mako, la marca, Shinra, Soldado, fragmentos de materia, chocobos,…
todos esos nuevos conceptos se estaban volviendo en cosas habituales en su día
a día y le empezaba a asustar. Por eso se sentía tan sola, porque sabía que
aquel no era su lugar y porque no sabía cuál debía ser el siguiente paso para
encontrar su verdadero hogar. Sentada en el suelo, mirando al cielo a través de
la ventana de su habitación, sin nada que hacer, sin su compañera de cuarto y
sin él, sin su compañía.
— ¿Bajamos?
— Kanha se sobresaltó al oír su voz justamente cuando estaba pensando en
él. Vio a Barret pasar en silencio por
detrás para bajar primero. — En cuanto estén las fundas cosidas tendremos que
preparar el relleno de los colchones. No creo que tarden. ¿Vienes? — La joven
asintió y bajaron juntos.
Aquel
primer día fue un tanto intenso. Aerith se integró muy rápidamente y pareció
congeniar con Nora desde el primer momento. Tifa, con su antigua amistad con
Clive, parecía estar como en casa. Kanha se mostraba cautelosa, como de
costumbre. En cambio, Cloud i Barret tenían más problemas para encajar entre
esa gente nueva, sin embargo obedecían las órdenes para no tener que dar
demasiadas explicaciones. Pronto llegó la noche y al caer el sol todos se
recogieron en el comedor de la casa.
— ¡La
reforma que has hecho es espectacular, Clive! — Se maravilló Tifa. — Has
ampliado la cocina y el comedor eliminando las dos habitaciones que había
además de la tuya.
— Sí… hemos
trabajado mucho para hacer las reformas. Ya sabes que al estar tan aislados nos
cuesta conseguir según qué suministros. Pero ha merecido la pena. — Contestó
besando a su mujer.
Pronto se
sentaron alrededor de la mesa para cenar y más tarde se retiraron para
descansar.
— No quiero
dañar a esta gente. — Dijo Aerith cuando se suponía que debían dormir y sólo la
luz de la luna iluminaba una parte de la habitación. — Respetan la naturaleza y
la fertilizan a diario. Abogan por la vida y se han apartado de las máquinas y
de la autodestrucción. Este tipo de gente es la que protegería las flores de
los Suburbios y no quiero que salgan mal parados.
— ¿Y por
qué deberían? — Preguntó Kanha en un susurro.
— Os dije
que os enseñaría a todos a usar la energía vital, pero ellos no deben saberlo.
El ser humano es codicioso y autodestructivo por naturaleza y si no tienen un
propósito concreto para usar ese conocimiento se puede volver en su contra y,
en consecuencia, en contra de todos. Es un tema delicado, por eso he sido tan
precavida.
— Ya…— No es
que lo entendiera del todo, seguía escapándosele la envergadura de las palabras
de Aerith, pero respetaba su decisión. Se hizo el silencio y el cansancio pudo
con ellas.
La vida en
la granja era tranquila. Clive y Nora agradecieron mucho la visita porque eran
todos muy trabajadores, además Tifa ya había estado allí y enseñaba a los demás
cómo debían hacer las tareas. Los chocobos eran animales extraordinarios. Kanha
aprendió que básicamente se utilizaban como transporte rural, que incluso el
ejército de Shinra tenía un destacamento de jinetes, pero que también había
otro tipo de compradores que acudían a él: los que se dedicaban a las carreras
de chocobos. Apostadores de todo tipo y demás personas relacionadas con este
negocio acudían a él para darle grandes cantidades de dinero por un buen
ejemplar. Por lo visto, se celebraban carreras de chocobos que movían fortunas.
Clive estaba ahorrando para la llegada de sus futuros hijos (porque estaba
claro que tendrían toda una tribu teniendo en cuenta las reformas de la casa) y
decidió especializarse en este tipo de cría para conseguir el dinero más
fácilmente.
Parecía
difícil encontrar un momento de intimidad pero Tifa decidió que después de la
cena se reunirían en el granero para decidir cuál sería su próximo paso. Todos
recordaban que no estaban allí para pasar unas vacaciones.
— No
podemos perder el norte: tenemos una misión que cumplir y no podemos olvidarlo
por muy tentadora que sea la ocasión. ¿Algo que decir? — Aerith levantó la
mano.
— Agradezco
mucho la hospitalidad de esta gente y me apenaría mucho que se vieran afectados
por nuestra presencia aquí, más sabiendo que están esperando un bebé. Por lo
que propongo prepararnos para partir lo antes posible.
— Estoy de
acuerdo. — Inquirió Cloud. No era habitual que coincidieran en algo.
— Aún no
estamos preparados para irnos. — Dijo Barret con su vozarrón. — Nos faltan
suministros y el vehículo necesita una puesta a punto. Además, por lo que he
oído no será fácil hacernos con lo que necesitamos. ¿Cuánta distancia hay hasta
la próxima aldea?
—
Aproximadamente la que hemos recorrido desde que salimos de Midgar. — Dijo
Tifa.
— Diez
días… — Musitó Kanha.
— En tal
caso, no debemos tomar decisiones a la ligera. — Contestó Barret meditando
alternativas.
— Mañana hablaré
con Clive. — Propuso Cloud. — Tú hazme una lista con lo que necesitamos y le
propondré acompañarle a su punto de compra habitual. Con mi protección podrá
viajar más tranquilamente y pronto tendremos lo que necesitamos.
— ¡Me
opongo! — Dijo Tifa dando un golpe en el suelo con la palma de la mano para
captar la atención de todos. Kanha se sobresaltó. — No puedes exponerte
inútilmente por ahí. Te recuerdo que los Turcos te están buscando y que tienes
un aspecto poco común que les facilita la tarea de localización. — Argumentó
tocándose su propio pelo y aludiendo así al rubio platino del chico. Cloud se
enfurruñó y se cruzó de brazos.
— Así,
pues. ¿Qué hacemos? — Preguntó Barret.
— ¿Queréis
que le acompañe yo? — Preguntó Kanha tímidamente tras un silencio que se
prolongó más de la cuenta. — Me he dado cuenta de que en esta zona no hay
tantos monstruos, además, creo que podría defendernos con la magia negra que
conozco y si salimos heridos también tengo la capacidad de curar. Además, a mí
no me busca nadie. No seré sospechosa de nada.
¡No! Gritó Cloud en su cabeza. Ella
enseguida lo buscó con la mirada y él la observaba intensamente con sus ojos de
mako. Es demasiado peligroso. Aún no te
he enseñado nada de lucha, solo un par de conjuros y poca cosa más.
— Creo que
no sería conveniente. — Apuntó Aerith con un tono suave, como si no quisiera
interrumpir. Kanha cambió su foco de atención y otro par de ojos luminiscentes
la analizaban desde otro punto del círculo que habían formado sentados en el
suelo del granero. — Por pocos monstruos que haya aún te estás formando y,
sinceramente, no te veo protegiendo a nadie. Eres demasiado inexperta y te
expones a que te manipulen a causa de tu memoria perdida. Podrías confiar en
cosas que no deberías. Ahora este mundo es nuevo para ti. No creo que debas ir
tú. — Cloud alivió su expresión.
— Visto
así… — Dijo Tifa. — ¿Sabéis qué? Iré yo. Clive y yo ya nos conocemos de antes y
será conmigo con quien se sienta más cómodo. No lo imagino en silencio todo el
camino acompañado de un ex-soldado o de una niña que no para de hacerle
preguntas como si acabara de salir del cascarón. — Kanha se sonrojó y Cloud
dibujó un atisbo de sonrisa. — ¿Os parece bien? — Todos asintieron.
— Mañana a
primera hora tendrás la lista de la compra. — Concluyó Barret.
— Perfecto.
A partir de ahora, después de las comidas nos encontraremos aquí. En esta casa
tienen la sana costumbre de descansar un rato después de comer y aprovecharemos
ese momento para reunirnos y tomar decisiones. Si no lo hacemos así, ya veis
que va a ser bastante imposible que lo podamos hacer porque hay mucho trabajo y por la noche todos estamos cansados y necesitamos reponer fuerzas.
Como ahora, por ejemplo. Mañana, haremos la sobremesa aquí. Ahora a descansar. —
Y tras eso todos desfilaron hacia la casa para descansar.
— No te
vuelvas a exponer así. — Dijo Cloud que caminaba un par de pasos detrás de
Kanha.
— No lo
entiendo. Pensé que sería buena idea. Al fin y al cabo, ¿no se supone que me
estás preparando para esto? Creí que sería un buen ejercicio para mi
entrenamiento.
— No te
quiero exponer aún. Eres como una niña pequeña. No sabes nada y por eso no
tienes miedo.
— ¡Estoy
harta de que todos me tratéis como a una cría! — Gritó Kanha llamando la
atención de todo el grupo, que hasta entonces no estaba prestando atención a su
conversación. — Soy casi tan adulta como tú y si me ves infantil tal vez sea
porque tú tampoco hayas crecido lo suficiente. No soy tu hija, no me tienes que
proteger. Me sé valer por mí misma. Sólo necesito un voto de confianza. — Cloud
se sintió avergonzado por todas las miradas que se habían posado sobre ellos y
enseguida volvió a recuperar su gesto serio.
— Ven. — La
cogió del brazo como si la fuese a reñir y dieron media vuelta para volver al
granero.
— Se acabó el
espectáculo, chicos. — Concluyó Tifa, animando al resto a seguir su camino
hasta la casa.
Una vez
protegidos por la penumbra del lugar empezó la reprimenda y en esta ocasión la
telepatía no parecía ser necesaria porque el muchacho quería decir un par de
cosas y las quería dejar bien claras. La acorraló contra la pared y redujo el
espacio entre ellos para mirarla directamente a los ojos y dejarle claro que lo
que le iba a decir se lo decía muy en serio.
— Por mucho
que estemos en el mismo equipo no debes olvidar que eres mi aprendiz. No
toleraré… — Y por muy amenazante que intentase sonar, una vez más, no pudo
evitar que las palabras se empezaron a mezclar bajo el hechizo de aquellos ojos
luminiscentes que le hacían perder el mundo de vista y no pudo seguir
escuchándole.
Un joven
Cloud se estaba poniendo el uniforme azul de Soldado. Estaba en un vestidor con
más compañeros. Debían ser cadetes todavía porque parecía la primera vez que se
ponían aquel atuendo. Pronto se percató de que aparte del pelo rubio de su
amigo también había otro joven que destacaba por el color rojo de su cabellera.
Enseguida reconoció aquella expresión y se dio cuenta de que era Reno, con su
sonrisa pícara con un toque sádico. Entonces, un soldado con uniforme negro
entró y todos los presentes se pusieron firmes, por lo que entendió que era un
superior. Aquel soldado empezó a inspeccionarlos. Aunque intentaba intimidarles
con sus palabras y su semblante serio, la verdad es que no parecía una persona
fría. Cuando llegó a la altura de su amigo se fijó en su pelo rubio y le hizo
algún comentario al respecto que hizo que la tensión del momento se aflojara.
Aquel hombre tenía ojos de mako mientras que el resto no. Aún no habían sido
expuestos y a Cloud no le costaba sonreír.
De repente,
una ráfaga de luz la cegó y el gesto alegre de un Cloud juvenil fue
inmediatamente substituido por el enfadado de uno adulto.
— ¿Queda
claro? — Concluyó tras un discurso que no había escuchado. La joven estaba
descolocada, pero creyó que no era un buen momento para desviar el tema.
Además, la última vez tampoco se mostró demasiado interesado, así que decidió
darle la razón. Al fin y al cabo, seguramente la había aleccionado por
levantarle la voz. Viniendo de una organización militar, el tema del rango
sería algo que tendría muy arraigado. Sobretodo si lo ponía en evidencia
delante de los demás.
— Por
supuesto. — Dijo segura de sus palabras. Apartó el brazo del chico que seguía
arrinconándola en la oscuridad y se dispuso a irse, pero él la volvió a coger
del brazo para detenerla y darle un último mensaje.
Además, no me puedo permitir perderte. Añadió el
joven en su cabeza. Kanha se giró sin saber qué se iba a encontrar.
— ¿Por qué
dices eso? — Preguntó evitando conectar de nuevo. Esta vez no quería perderse ni
un solo detalle de lo que le tuviera que decir. Él meditó unos instantes lo que
iba a decir en voz alta y finalmente arrancó.
— No sé por
qué, pero no quiero exponerte sin necesidad. Te instruiré, te lo prometo, pero
hasta entonces serás mi protegida.
— ¿Y qué
pasa con Tifa? ¿Acaso ella no se va a exponer mañana?
— No debes
preocuparte por ella. Sabe valerse por sí misma. Conoce todo lo que tiene que
conocer de este mundo y, además, es una luchadora excepcional. Tal vez debiera
darte clase ella y no yo. Cuando éramos niños siempre ganaba. Ahora es una de
los líderes de AVALANCHA, no lo olvides… Ese aspecto delicado que tiene es pura
fachada, créeme.
— Y hasta
que no me veas preparada para la batalla ¿seguiré dentro del cascarón?
— Así es. —
Quiso concluir el muchacho, pero Kanha quería indagar más.
— En todas
las guerras hay bajas. ¿Por qué protegerme a mí? ¿Porque soy la más débil?
— Si me
estás preguntado por qué quiero evitar que te maten, la respuesta es porque me
importas. — Contestó acelerado, dándose cuenta de que ella no lo iba a dejar
pasar por muchas vueltas que le dieran. —
Tú tal vez no lo valores lo suficiente porque no entiendes hasta qué
punto es de excepcional esa conexión que tenemos y es algo que quiero proteger
a toda costa. Lo quiero proteger incluso de la gente que me importa.
— ¿Quieres
decir que estoy a un nivel superior al de tu amiga de la infancia?
— No estoy
comparándote con nadie…
— Pero si a
duras penas me conoces… ¡No me conozco ni yo! — Cloud suspiró y cerró los ojos
para acumular paciencia y no contestar demasiado bruscamente.
— Será
mejor que vayamos por pasos. Ahora lo más importante es continuar con tu
entrenamiento y que reforcemos nuestro vínculo. Debes fortalecerte y
mentalizarte con lo que está por venir. La guerra es inminente, Kanha. — Ella
lo miró dubitativa.
— Cuando
dices que debemos reforzar nuestro vínculo ¿a qué te refieres exactamente?
— Me
refiero a que no podemos dejar que se rompa esta conexión que tenemos.
— ¿A la
telepatía?
— Creo que
hay algo más, pero todavía no estoy seguro. — Kanha se puso roja como un
tomate. Casi no se podía creer que un chico tan guapo como él se hubiera fijado
en ella, y mucho menos en una situación tan complicada. En ese momento se dio
cuenta de que Cloud le gustaba y que además le gustaba mucho. Entonces se dejó
llevar por la situación y lentamente lo abrazó pasándole las manos por detrás
de la nuca e intentado acercarse a él. El chico no lo entendió al principio,
pero enseguida vio por donde iban los tiros y frenó la situación apartándole
los brazos y dando un paso atrás para poner distancia entre los dos. Ella se
quedó totalmente desarmada. — No me malinterpretes. No hablo de ese tipo de
conexión. Lo nuestro es algo más espiritual, pero no sabría definirlo.
Lo siento susurró la muchacha mentalmente.
— Ya te he
dicho que debemos ir paso a paso, pero si mueres en el primer asalto se acabó
la historia. Por eso debo protegerte.
— ¿Y quién
te protege a ti? — Aquella pregunta le pilló por sorpresa, pero pronto tuvo algo
que decirle.
— Tal vez
llegue el día en que seas tú quien lo haga. — Entonces fue él el que se acercó
dando un paso al frente y le acarició el rostro con ternura. Sus ojos dejaron
de ser fríos. — Aún así sigues siendo alguien muy importante para mí. No nos
empeñemos en ponerle un nombre a nuestra relación.
— De
acuerdo.
Tifa disfrutando de la compañía de un chocobo |
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