domingo, 2 de octubre de 2016

Capítulo 10. Living in a farm.

Tifa estaba exultante, excitada, contenta como nunca antes la había visto Kanha. Aerith también parecía más alegre, como si hubiese liberado tensiones y se sintiese más ligera. Barret también había relajado su semblante y cada vez se le oía hablar más con el resto de integrantes del grupo. Cloud, sin embargo, no abandonaba su gesto serio y su silencio estratégico. Lo observaba todo con cautela y analizaba la situación constantemente en busca de posibles riesgos. Kanha, muy a su pesar, se sentía un poco como en sus visiones: como una espectadora que no tenía derecho a tomar parte de la escena.

En cuanto llegaron al recinto vallado vieron unas criaturas sorprendentes. Eran unas aves enormes más grandes que avestruces, como caballos, que corrían y pastaban en un cercado redondo. Sus plumas eran mayormente amarillas y la cabeza era bastante redonda con un pico similar al de un loro. Se las veía fuertes, aunque no agresivas y cuando se acercaron a la granja empezaron a graznar ruidosamente.

Eso son chocobos. Susurró Cloud en su cabeza dándose cuenta del desconcierto de la joven. ¿Habías visto alguno antes?

No.

¿Nunca?

Nunca.

Un hombre salió de la granja a recibirles.

— ¿Son estos tus amigos? — Preguntó dirigiéndose a Tifa. — Bienvenidos a mi granja de chocobos. Mi nombre es Clive y sois todos bienvenidos. Pero pasad, no os quedéis en la puerta.

El grupo entró en la vivienda. Era todo muy rústico, como si lo hubieran hecho a mano, y el granjero se las había apañado para que no le faltase de nada. Dentro había una joven esposa esperando para enseñarles dónde dormirían. Dijo que se llamaba Nora y les condujo a la planta superior donde había muchas habitaciones.

— ¡Vaya, esto es nuevo! — Dijo Tifa sin ningún tipo de vergüenza. La mujer se sonrojó.

— Inicialmente aquí solo había una planta. — Explicó gentilmente. —  Clive estuvo viviendo sólo o prácticamente sólo durante mucho tiempo, pero cuando yo llegué y más tarde nos casamos decidimos ampliar la casa para poder ampliar la familia. Nos ha tomado nuestro tiempo pero ahora sólo faltan los niños. — Dijo mientras se acariciaba suavemente un vientre abultado en el que nadie se había fijado hasta el momento.

— ¡Enhorabuena! — Continuó Tifa en nombre de todos. — Esas son muy buenas noticias. — La joven se limitó a dedicarles una sonrisa como agradecimiento y enseguida continuó con su explicación.

— Tras esa puerta encontraréis un pequeño cuarto de baño, por lo que no es necesario que bajéis en mitad de la noche si no queréis. Pero si necesitarais cualquier cosa, mi marido y yo dormimos en el dormitorio de la planta baja. Distribuiros las habitaciones como más os guste. Todavía no hay colchones, por lo que vuestra primera tarea será haceros uno. Voy a coser las fundas.

— Voy contigo. — Respondió enseguida Aerith. Al fin y al cabo ella tampoco llevaba ningún tipo de equipaje, no como el resto, así que no tenía nada más que hacer.

Todas las habitaciones eran dobles, así que enseguida decidieron que Cloud i Barret estuvieran juntos. El tema era decidir cuál de las tres chichas dormiría sola.

— Ya lo haré yo, tranquilas. He vivido aquí antes y es posible que entre y salga más que vosotros, así que creo que será mejor que esté sola. Así no molestaré a nadie. Eso sí, quiero esta habitación. — Dijo señalando la que tenía vistas al establo. — Los chocobos son animales impresionantes y vivir con ellos hizo que llegara a amarlos. Me encantará asomarme por la ventana y verlos. — Recordó entre risitas.

Tomada la decisión, se acomodaron cada uno en su cuarto y dejaron sus pertenencias allí. Kanha, al igual que su amiga, tampoco tenía demasiado equipaje más que una muda de recambio y un pequeño botiquín, aunque este último ítem lo llevaba para quitarle peso a otro miembro del grupo, porque ella no lo necesitaba para tratar una herida. Así que estaba sola en aquella habitación vacía. Y la verdad es que realmente se sintió muy sola. Extremadamente sola. Tenía la sensación de que cuanto más tiempo pasaba en aquella aventura más se alejaba de su propia realidad, como si su subconsciente le avisara que cuanto más se involucrara en aquel conflicto más le costaría volver a su vida normal. Magia, energía vital, reactores mako, la marca, Shinra, Soldado, fragmentos de materia, chocobos,… todos esos nuevos conceptos se estaban volviendo en cosas habituales en su día a día y le empezaba a asustar. Por eso se sentía tan sola, porque sabía que aquel no era su lugar y porque no sabía cuál debía ser el siguiente paso para encontrar su verdadero hogar. Sentada en el suelo, mirando al cielo a través de la ventana de su habitación, sin nada que hacer, sin su compañera de cuarto y sin él, sin su compañía.

— ¿Bajamos? — Kanha se sobresaltó al oír su voz justamente cuando estaba pensando en él.  Vio a Barret pasar en silencio por detrás para bajar primero. — En cuanto estén las fundas cosidas tendremos que preparar el relleno de los colchones. No creo que tarden. ¿Vienes? — La joven asintió y bajaron juntos.

Aquel primer día fue un tanto intenso. Aerith se integró muy rápidamente y pareció congeniar con Nora desde el primer momento. Tifa, con su antigua amistad con Clive, parecía estar como en casa. Kanha se mostraba cautelosa, como de costumbre. En cambio, Cloud i Barret tenían más problemas para encajar entre esa gente nueva, sin embargo obedecían las órdenes para no tener que dar demasiadas explicaciones. Pronto llegó la noche y al caer el sol todos se recogieron en el comedor de la casa.

— ¡La reforma que has hecho es espectacular, Clive! — Se maravilló Tifa. — Has ampliado la cocina y el comedor eliminando las dos habitaciones que había además de la tuya.

— Sí… hemos trabajado mucho para hacer las reformas. Ya sabes que al estar tan aislados nos cuesta conseguir según qué suministros. Pero ha merecido la pena. — Contestó besando a su mujer.

Pronto se sentaron alrededor de la mesa para cenar y más tarde se retiraron para descansar.

— No quiero dañar a esta gente. — Dijo Aerith cuando se suponía que debían dormir y sólo la luz de la luna iluminaba una parte de la habitación. — Respetan la naturaleza y la fertilizan a diario. Abogan por la vida y se han apartado de las máquinas y de la autodestrucción. Este tipo de gente es la que protegería las flores de los Suburbios y no quiero que salgan mal parados.

— ¿Y por qué deberían? — Preguntó Kanha en un susurro.

— Os dije que os enseñaría a todos a usar la energía vital, pero ellos no deben saberlo. El ser humano es codicioso y autodestructivo por naturaleza y si no tienen un propósito concreto para usar ese conocimiento se puede volver en su contra y, en consecuencia, en contra de todos. Es un tema delicado, por eso he sido tan precavida.

— Ya…— No es que lo entendiera del todo, seguía escapándosele la envergadura de las palabras de Aerith, pero respetaba su decisión. Se hizo el silencio y el cansancio pudo con ellas.

La vida en la granja era tranquila. Clive y Nora agradecieron mucho la visita porque eran todos muy trabajadores, además Tifa ya había estado allí y enseñaba a los demás cómo debían hacer las tareas. Los chocobos eran animales extraordinarios. Kanha aprendió que básicamente se utilizaban como transporte rural, que incluso el ejército de Shinra tenía un destacamento de jinetes, pero que también había otro tipo de compradores que acudían a él: los que se dedicaban a las carreras de chocobos. Apostadores de todo tipo y demás personas relacionadas con este negocio acudían a él para darle grandes cantidades de dinero por un buen ejemplar. Por lo visto, se celebraban carreras de chocobos que movían fortunas. Clive estaba ahorrando para la llegada de sus futuros hijos (porque estaba claro que tendrían toda una tribu teniendo en cuenta las reformas de la casa) y decidió especializarse en este tipo de cría para conseguir el dinero más fácilmente.

Parecía difícil encontrar un momento de intimidad pero Tifa decidió que después de la cena se reunirían en el granero para decidir cuál sería su próximo paso. Todos recordaban que no estaban allí para pasar unas vacaciones.

— No podemos perder el norte: tenemos una misión que cumplir y no podemos olvidarlo por muy tentadora que sea la ocasión. ¿Algo que decir? — Aerith levantó la mano.

— Agradezco mucho la hospitalidad de esta gente y me apenaría mucho que se vieran afectados por nuestra presencia aquí, más sabiendo que están esperando un bebé. Por lo que propongo prepararnos para partir lo antes posible.

— Estoy de acuerdo. — Inquirió Cloud. No era habitual que coincidieran en algo.

— Aún no estamos preparados para irnos. — Dijo Barret con su vozarrón. — Nos faltan suministros y el vehículo necesita una puesta a punto. Además, por lo que he oído no será fácil hacernos con lo que necesitamos. ¿Cuánta distancia hay hasta la próxima aldea?

— Aproximadamente la que hemos recorrido desde que salimos de Midgar. — Dijo Tifa.

— Diez días… — Musitó Kanha.

— En tal caso, no debemos tomar decisiones a la ligera. — Contestó Barret meditando alternativas.

— Mañana hablaré con Clive. — Propuso Cloud. — Tú hazme una lista con lo que necesitamos y le propondré acompañarle a su punto de compra habitual. Con mi protección podrá viajar más tranquilamente y pronto tendremos lo que necesitamos.

— ¡Me opongo! — Dijo Tifa dando un golpe en el suelo con la palma de la mano para captar la atención de todos. Kanha se sobresaltó. — No puedes exponerte inútilmente por ahí. Te recuerdo que los Turcos te están buscando y que tienes un aspecto poco común que les facilita la tarea de localización. — Argumentó tocándose su propio pelo y aludiendo así al rubio platino del chico. Cloud se enfurruñó y se cruzó de brazos.

— Así, pues. ¿Qué hacemos? — Preguntó Barret.

— ¿Queréis que le acompañe yo? — Preguntó Kanha tímidamente tras un silencio que se prolongó más de la cuenta. — Me he dado cuenta de que en esta zona no hay tantos monstruos, además, creo que podría defendernos con la magia negra que conozco y si salimos heridos también tengo la capacidad de curar. Además, a mí no me busca nadie. No seré sospechosa de nada.

¡No! Gritó Cloud en su cabeza. Ella enseguida lo buscó con la mirada y él la observaba intensamente con sus ojos de mako. Es demasiado peligroso. Aún no te he enseñado nada de lucha, solo un par de conjuros y poca cosa más.

— Creo que no sería conveniente. — Apuntó Aerith con un tono suave, como si no quisiera interrumpir. Kanha cambió su foco de atención y otro par de ojos luminiscentes la analizaban desde otro punto del círculo que habían formado sentados en el suelo del granero. — Por pocos monstruos que haya aún te estás formando y, sinceramente, no te veo protegiendo a nadie. Eres demasiado inexperta y te expones a que te manipulen a causa de tu memoria perdida. Podrías confiar en cosas que no deberías. Ahora este mundo es nuevo para ti. No creo que debas ir tú. — Cloud alivió su expresión.

— Visto así… — Dijo Tifa. — ¿Sabéis qué? Iré yo. Clive y yo ya nos conocemos de antes y será conmigo con quien se sienta más cómodo. No lo imagino en silencio todo el camino acompañado de un ex-soldado o de una niña que no para de hacerle preguntas como si acabara de salir del cascarón. — Kanha se sonrojó y Cloud dibujó un atisbo de sonrisa. — ¿Os parece bien? — Todos asintieron.

— Mañana a primera hora tendrás la lista de la compra. — Concluyó Barret.

— Perfecto. A partir de ahora, después de las comidas nos encontraremos aquí. En esta casa tienen la sana costumbre de descansar un rato después de comer y aprovecharemos ese momento para reunirnos y tomar decisiones. Si no lo hacemos así, ya veis que va a ser bastante imposible que lo podamos hacer porque hay mucho trabajo y por la noche todos estamos cansados y necesitamos reponer fuerzas. Como ahora, por ejemplo. Mañana, haremos la sobremesa aquí. Ahora a descansar. — Y tras eso todos desfilaron hacia la casa para descansar.

— No te vuelvas a exponer así. — Dijo Cloud que caminaba un par de pasos detrás de Kanha.

— No lo entiendo. Pensé que sería buena idea. Al fin y al cabo, ¿no se supone que me estás preparando para esto? Creí que sería un buen ejercicio para mi entrenamiento.

— No te quiero exponer aún. Eres como una niña pequeña. No sabes nada y por eso no tienes miedo.

— ¡Estoy harta de que todos me tratéis como a una cría! — Gritó Kanha llamando la atención de todo el grupo, que hasta entonces no estaba prestando atención a su conversación. — Soy casi tan adulta como tú y si me ves infantil tal vez sea porque tú tampoco hayas crecido lo suficiente. No soy tu hija, no me tienes que proteger. Me sé valer por mí misma. Sólo necesito un voto de confianza. — Cloud se sintió avergonzado por todas las miradas que se habían posado sobre ellos y enseguida volvió a recuperar su gesto serio.

— Ven. — La cogió del brazo como si la fuese a reñir y dieron media vuelta para volver al granero.

— Se acabó el espectáculo, chicos. — Concluyó Tifa, animando al resto a seguir su camino hasta la casa.

Una vez protegidos por la penumbra del lugar empezó la reprimenda y en esta ocasión la telepatía no parecía ser necesaria porque el muchacho quería decir un par de cosas y las quería dejar bien claras. La acorraló contra la pared y redujo el espacio entre ellos para mirarla directamente a los ojos y dejarle claro que lo que le iba a decir se lo decía muy en serio.

— Por mucho que estemos en el mismo equipo no debes olvidar que eres mi aprendiz. No toleraré… — Y por muy amenazante que intentase sonar, una vez más, no pudo evitar que las palabras se empezaron a mezclar bajo el hechizo de aquellos ojos luminiscentes que le hacían perder el mundo de vista y no pudo seguir escuchándole.

Un joven Cloud se estaba poniendo el uniforme azul de Soldado. Estaba en un vestidor con más compañeros. Debían ser cadetes todavía porque parecía la primera vez que se ponían aquel atuendo. Pronto se percató de que aparte del pelo rubio de su amigo también había otro joven que destacaba por el color rojo de su cabellera. Enseguida reconoció aquella expresión y se dio cuenta de que era Reno, con su sonrisa pícara con un toque sádico. Entonces, un soldado con uniforme negro entró y todos los presentes se pusieron firmes, por lo que entendió que era un superior. Aquel soldado empezó a inspeccionarlos. Aunque intentaba intimidarles con sus palabras y su semblante serio, la verdad es que no parecía una persona fría. Cuando llegó a la altura de su amigo se fijó en su pelo rubio y le hizo algún comentario al respecto que hizo que la tensión del momento se aflojara. Aquel hombre tenía ojos de mako mientras que el resto no. Aún no habían sido expuestos y a Cloud no le costaba sonreír.

De repente, una ráfaga de luz la cegó y el gesto alegre de un Cloud juvenil fue inmediatamente substituido por el enfadado de uno adulto.

— ¿Queda claro? — Concluyó tras un discurso que no había escuchado. La joven estaba descolocada, pero creyó que no era un buen momento para desviar el tema. Además, la última vez tampoco se mostró demasiado interesado, así que decidió darle la razón. Al fin y al cabo, seguramente la había aleccionado por levantarle la voz. Viniendo de una organización militar, el tema del rango sería algo que tendría muy arraigado. Sobretodo si lo ponía en evidencia delante de los demás.

— Por supuesto. — Dijo segura de sus palabras. Apartó el brazo del chico que seguía arrinconándola en la oscuridad y se dispuso a irse, pero él la volvió a coger del brazo para detenerla y darle un último mensaje.

Además, no me puedo permitir perderte. Añadió el joven en su cabeza. Kanha se giró sin saber qué se iba a encontrar.

— ¿Por qué dices eso? — Preguntó evitando conectar de nuevo. Esta vez no quería perderse ni un solo detalle de lo que le tuviera que decir. Él meditó unos instantes lo que iba a decir en voz alta y finalmente arrancó.

— No sé por qué, pero no quiero exponerte sin necesidad. Te instruiré, te lo prometo, pero hasta entonces serás mi protegida.

— ¿Y qué pasa con Tifa? ¿Acaso ella no se va a exponer mañana?

— No debes preocuparte por ella. Sabe valerse por sí misma. Conoce todo lo que tiene que conocer de este mundo y, además, es una luchadora excepcional. Tal vez debiera darte clase ella y no yo. Cuando éramos niños siempre ganaba. Ahora es una de los líderes de AVALANCHA, no lo olvides… Ese aspecto delicado que tiene es pura fachada, créeme.

— Y hasta que no me veas preparada para la batalla ¿seguiré dentro del cascarón?

— Así es. — Quiso concluir el muchacho, pero Kanha quería indagar más.

— En todas las guerras hay bajas. ¿Por qué protegerme a mí? ¿Porque soy la más débil?

— Si me estás preguntado por qué quiero evitar que te maten, la respuesta es porque me importas. — Contestó acelerado, dándose cuenta de que ella no lo iba a dejar pasar por muchas vueltas que le dieran. —  Tú tal vez no lo valores lo suficiente porque no entiendes hasta qué punto es de excepcional esa conexión que tenemos y es algo que quiero proteger a toda costa. Lo quiero proteger incluso de la gente que me importa.

— ¿Quieres decir que estoy a un nivel superior al de tu amiga de la infancia?

— No estoy comparándote con nadie…

— Pero si a duras penas me conoces… ¡No me conozco ni yo! — Cloud suspiró y cerró los ojos para acumular paciencia y no contestar demasiado bruscamente.

— Será mejor que vayamos por pasos. Ahora lo más importante es continuar con tu entrenamiento y que reforcemos nuestro vínculo. Debes fortalecerte y mentalizarte con lo que está por venir. La guerra es inminente, Kanha. — Ella lo miró dubitativa.

— Cuando dices que debemos reforzar nuestro vínculo ¿a qué te refieres exactamente?

— Me refiero a que no podemos dejar que se rompa esta conexión que tenemos.

— ¿A la telepatía?

— Creo que hay algo más, pero todavía no estoy seguro. — Kanha se puso roja como un tomate. Casi no se podía creer que un chico tan guapo como él se hubiera fijado en ella, y mucho menos en una situación tan complicada. En ese momento se dio cuenta de que Cloud le gustaba y que además le gustaba mucho. Entonces se dejó llevar por la situación y lentamente lo abrazó pasándole las manos por detrás de la nuca e intentado acercarse a él. El chico no lo entendió al principio, pero enseguida vio por donde iban los tiros y frenó la situación apartándole los brazos y dando un paso atrás para poner distancia entre los dos. Ella se quedó totalmente desarmada. — No me malinterpretes. No hablo de ese tipo de conexión. Lo nuestro es algo más espiritual, pero no sabría definirlo.

Lo siento susurró la muchacha mentalmente.

— Ya te he dicho que debemos ir paso a paso, pero si mueres en el primer asalto se acabó la historia. Por eso debo protegerte.

— ¿Y quién te protege a ti? — Aquella pregunta le pilló por sorpresa, pero pronto tuvo algo que decirle.

— Tal vez llegue el día en que seas tú quien lo haga. — Entonces fue él el que se acercó dando un paso al frente y le acarició el rostro con ternura. Sus ojos dejaron de ser fríos. — Aún así sigues siendo alguien muy importante para mí. No nos empeñemos en ponerle un nombre a nuestra relación.


— De acuerdo.



Tifa disfrutando de la compañía de un chocobo


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